Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

21. Deseos y sueños

Hace frío en todos lados. Incluso en mis huesos. Todo es negro y húmedo. Todo. Miro a las sombras oscuras de nuestra nueva familia. La anterior se deshizo hace poco. Muy poco. Esperamos en silencio a que algo ocurra. Siempre ha pasado algo en esta noche. Puede ser un simple silencio. La paz. Su aura. Su aroma. Su fuerza. Pero hace frío y ni los brazos recogiendo nuestros cuerpos nos refugian. Unos roedores nos observan. Esperan algo que llevarse al estómago. Las bombas y morteros hace tiempo que recorren nuestro cielo para acabar con una pared. Con una habitación. Con una vida. Su ruido nos obliga a refugiarnos en el subsuelo. En las entrañas de la tierra. “Así, alejamos la voz del terror de nuestras almas”, decía Papá. No sé si los que disparan tienen alma. No sé si lo llegaré a saber. No sé si quiero conocerlo. No sé si le importa a alguien de los que estamos aquí.

Arropados bajo el manto oscuro y protector del sótano que nos acoge, escuchamos el repiquetear de las campanas en esta última noche del año.

Y

deseamos que el ovillo del tiempo se deshaga en finas posibilidades de vida mañana.

20. INSTINTO BÁSICO

El sofá desocupado, la cocina fría…
Pirata, mirando fijamente la puerta. Él no entiende de uvas, ni su significado, ni las prisas por engullir y ahora que lo pienso, yo tampoco.
Le doy vueltas y vueltas a los canales del televisor y mientras, mastico un trozo de turrón del de siempre, que es el único que me gusta.
Hay uvas para regalar ¡qué despilfarro!
Rafael,Bosé, Ricky Martin, Azúcar Moreno, Sergio Dalma y Macario… lo mismo de siempre. El primer anuncio del año, el de Endesa o el de Movistar… los mismos vestidos pero con menos tela y la misma falsa alegría.
“Fulanita de tal nos muestra su casa y asegura que ser madre, ha vuelto a darle sentido a su Navidad”
Madre mía, que atajo de hipócritas… que si hay que apadrinar un niño o niña (que hay que ser coeducativos) que si hay que ser solidario para que la campaña del kilo sea un estrepitoso éxito, que si…
¿Qué te pasa perrito? ¿Por qué estás inquieto?
¿Es que hay alguien en la puerta? ¿Es eso?

¡Dios mío! ¡Has venido! Con cada uva lo pedí ¡verte, verte de nuevo! ¡Mi Navidad vuelve a tener sentido!
Bailar pegados…na na na.

19. ESTE AÑO SÍ QUE SÍ

-El año que viene dejaré de fumar -dijo María a Almudena – ¿A que sí Paco?
Paco, su marido, asintió. <<Al sofá no, Paco, contrólate>> – repetía mordiéndose la lengua.
-Siempre dices lo mismo María – replicó su hermano.
Almudena rió.
-Y de beber, ya verás Alfonso – respondió María.
-Mamá.. y me prometiste que por reyes..-empezó Paquito.
-No ahora no, Paquito, los mayores están hablando. – replicó su madre – A lo que iba, Almudena, tras las campanadas, ya verás.
En la tele, Ramón García anunció los cuartos.
-Uy, que nervios, come despacio Paquito – sugirió su madre.
La cuenta comenzó. 1,2,3,4,5,6,7. Para entonces Paco había terminado y se puso a observar como su mujer, ofuscada, seguía comiendo uvas. 8,9,10,11,12.
¡Feliz año nuevo! – gritaron todos al unísono.
Las copas de champán resonaron con el chinchín y todos bebieron.
María, ¿qué haces bebiendo? ¿no habías prometido dejarlo? – preguntó Almudena.
Sí, sí. Una copa no hace daño a nadie – dijo mientras guiñaba un ojo.
¿Y ese cigarro? – añadió su cuñada.
¡Mira que eres pesada Almudena! ¿El año que viene? – dijo sonriendo.

18. Que mi alegría permanezca (que ma joie demeure) (Ginette Gilart)

Fue justo en la última campanada cuando quedaron a oscuras.
—¡Mierda! —dijo José— otra vez nos han cortado la luz. Menos mal que los niños están dormidos.
—Encenderemos unas velas que me han dado en el comedor social —contestó su mujer, y añadió— lo siento, no he podido acabar las uvas a tiempo.
—No importa, María, la suerte no es para nosotros.

Mientras, en otro lugar más iluminado de la ciudad, rodeado de fulanas, un hombre celebra su salida de la cárcel.
—Cómo les he engañado haciéndome el arrepentido. Serán tontos e incautos, me sueltan por buen comportamiento y encima no devolví ni un duro, ja, ja, ja.
Luego agarró su copa de champán francés gran reserva y soltó.
—¡Brindemos por este país de gilipollas!

16. Cuando el miedo es el silencio….

 

Un frio aterrador se instaló entre cada campanada de año nuevo. Estábamos  los cuatro sentados a la mesa. Se escuchaban las gotas cayendo desde el techo hasta el suelo de madera. Las campanadas y el roce de la gota con el suelo eran los únicos sonidos. Todo lo demás era un silencio intenso. Algo terrible pasó aquel día. Yo era demasiado pequeña para entenderlo. Hoy no puedo recordar la causa de la tristeza pero si esa gota de agua cayendo acompasadamente y esa campana rompiendo mi silencio de miedo.

15. ÁFRICA (Salvador Esteve)

Las luces dañan mis ojos, los gritos de júbilo y la música mis oídos, apenas me tengo en pie.  Comienza un año nuevo, para la mayoría lleno de esperanza, de ilusiones, pero para mí todo acabará.  En el anonimato de la alegría me habéis abrazado y besado, nada tengo contra vosotros, pero mi amor, mi conciencia y,  sí, tal vez la venganza, me ha obligado a realizar algo monstruoso.  Las campanadas empiezan a sonar.  Todos pedís deseos, el mío ya se ha cumplido.

 

Mi mujer e hijo han muerto, pronto me reuniré con ellos.  Me he empapado de su amor y absorbido sus fluidos.  He viajado sin descanso y ahora estoy aquí, en vuestras ciudades, recorro los parques, veo a vuestros hijos.  Ahora investigaréis, ahora buscaréis remedio para el ébola.  ¡Ahora sí!

 

14. Billete de vuelta (Patricia Richmond)

Las campanadas del año nuevo me hacen llorar. Nunca superaré el recuerdo del sonido de la campana que nos llamaba en el silencio helado de aquella noche…

Así que voy a esconderme en la terraza mientras los demás brindan con champán y despiden este maravilloso 1915, el mejor año de mi vida.

 

—Perdón, creía que no había nadie.

—Buenas noches. No se vaya, señorita, aquí hay sitio para dos melancólicos.

—¿Inglés?

—¿No me recuerda? Yo no he podido olvidarla.

—¿Nos conocemos?

—Me salvó la vida hace tres años, pero entonces no era actriz ni se llamaba Mary. Era una encantadora taquillera del puerto de Southampton.

—¡El chico triste que me devolvió el pasaje!

—Sí, no podía irme dejando a mi madre en el estado en que se encontraba. Esperé y tomé otro barco unos meses después. He pensado mucho en usted durante todo este tiempo y no esperaba reconocerla aquí, convertida en una estrella de cine.

—Subí al Titanic con su billete y sobreviví. Acepté el pasaje de vuelta que me ofrecía el destino, cambié de nombre, inventé una biografía más interesante y aquí estoy, ¿señor…?

—Soy Charlie, Charlie Chaplin. Feliz año nuevo, señorita Pickford.

 

13. LAS 12 UVAS DE OHANES. (J.Redondo)

Las llaman también de barril. Pero no siempre, las afamadas uvas de “Noche Vieja” de Ohanes, fueron buenas. En el año del Señor de 1736, en este pueblo de las Alpujarras almerienses, hubo muy mala uva; no se sabe si por parte del alcalde Don Bartolomé Zancajo, por la del escribano Don Celedonio González o por la del más educado cronista de la villa Don Joseph Sancho Menjíbar, quien declaró, bajo palabra de honor, haber referido los hechos como ciertos.
El humilde maestro de primeras letras Don Zenón Garrido denunciaba, mediante reiterados oficios al alcalde, el más que probable colapso de la escuela dada la fractura que presentaba la jácena cenital del aula, advirtiendo sobre las consecuentes desgracias que pudiesen sufrir él y sus alumnos.
El alcalde porfiaba en acusar de alarmista al maestro, vituperando incluso la inútil profesión del magisterio. Los peritos, temerosos beneficiarios de las sinecuras del alcalde, corroboraban el alarmismo.
Dijo el cronista que, finalmente, sobre el maestro cayeron la maestra viga y sus alfarjías. El campo santo de Ohanes recogió los cuerpos de catorce niños y el del propio Don Zenón.
Las páginas de esta crónica, no tienen desperdicio. Leedla.
El tiempo transmuta tragedias en comedias.

12. Esta noche cuento que te quiero. Capítulo Final.

Tras varios días huyendo de la policía, tras escapar por la azotea de la pensión, había acabado escondida en uno de los edificios más altos de la ciudad.

El reloj del Ayuntamiento estaba a punto de marcar el comienzo de un nuevo año ante miles de ojos y el final de una vida para un par de ojos que no dejaban de llorar.

Emma se arrojó al vacío tras las campanadas del año nuevo portando en su mano una fotografía de Silvia que pudo coger antes de su huida.

En el revés de esa fotografía se podía leer una nota manuscrita que decía: «Perdóname Silvia, todo lo hice por tu amor. Te amé, te amó y te amaré siempre, incluso te amaré ardiendo en el mismísimo infierno. Padre perdóname tu también, nunca quise hacerte daño, pero fue inevitable».

Todos se reunieron ante su tumba, su familia con un padre recuperado pero abatido a la vez, Silvia con Víctor, ya casados.

Silvia arrojó una rosa roja sobre su ataúd. Su abuela con un rosario en la mano dijo:

– Ya lo dije en el mes de enero, esto no podía ser otra cosa más que obra del diablo.

 

FIN

 

11. DIÁLOGOS DE CARMELITAS (Paloma Casado)

–Y bien, queridas hermanas ¿Tienen alguna propuesta para conseguir fondos estas navidades?

–Yo he pensado en vender entradas para un partido de futbol.

–Y que equipos jugarían, vamos a ver.

–Pues, nosotras contra los ancianitos.

–Pero, alma de cántaro, ¿usted cree que los ancianitos están para darle patadas a un balón?

–Tenemos cinco o seis todavía bastante ágiles y, para darles ventaja,  podrían duplicar el número de jugadores de un equipo normal. Si además ponemos a un par  en la portería con sus andadores, no habrá Dios que les meta un gol.

–Cuide sus palabras hermana Consolación, es pecado pronunciar el nombre de Dios en vano. Se nota que pasa muchas horas hablando con Quintín el comunista.

–¿Quién es quintacolumnista?

–Y usted, hermana Angustias, haga el favor de ponerse los audífonos para asistir a las asambleas.

–Pues va a ser difícil ganarles con las sillas de ruedas, los bastones y el mal genio que se gastan.

–Yo propongo que posemos para un calendario artístico vestidas únicamente con la toca.

–Pero entonces, tendremos que dejar de comer dulces si no queremos que se nos vean  las lorzas.

–Todo sea por el bien del asilo.

–¿Para qué queremos más hilo?

 

10. En la casa de Dios.

-De nuevo ha sido sin querer. Bueno quizás no tanto –se sinceró arrepentido ante su confidente.

-Hijo mío, debes poner fin a este asunto incómodo. O no podremos hacer nada más por ti.

-Le juro que es más poderoso que yo ¡Exímame padre! –imploró quejoso, arrumbado contra el costado más lúgubre del confesionario.

-Rogativa y contrición hermano –dictó el confesor, mientras lo santificaba desde la punta de sus dedos, trazando una cruz imaginaria sobre él.

Tras la jaculatoria se incorporó redimido. Sintiéndose otro.

Palmeó el polvo de la sotana y se ajustó con desenvoltura el alzacuello. Cuando atravesaba la nave central, las campanadas requirieron la entrada de los feligreses, y ante el altar un grupo de niños en catequesis por el año nuevo caminaba al encuentro de la sacristía.

Entonces se le adivinó una sonrisa; la misma de siempre, mientras sus ojos lascivos hostigaban henchidos de apetencia al último de la fila. Al más rubio de todos.

8. EL FINAL DE LA INOCENCIA (Modes Lobato Marcos)

Aquella mañana del  31 de diciembre,  el niño arrojó un puñado de tierra sobre el ataúd de su madre.

Después me miró y, mordido por el escorpión de la amargura, me dijo que ya no creía en los Reyes Magos, ni en Santa Claus, ni en el Ángel de la Guarda.

Más tarde,  las horas bailaron un réquiem . Y reptando llegaron las brumas.

Y casi a medianoche  hallaron su cuerpo,  inerte y suicida, en el fondo de un pozo cercano.

Sonaban las doce campanadas cuando yo, llorando, me arranqué las alas.

 

 

 

 

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