Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

87. En el último libro ( Jerónimo Hernández de Castro )

La mayoría de los miembros de la familia sufre una variedad benigna del síndrome de Diógenes. Nada preocupante. Ni siquiera los más longevos desarrollan el más mínimo comportamiento antisocial, pero todos son incapaces de desprenderse de cualquier papel de pequeño tamaño: cromo, billete de metro, estampa, tique de la compra, fotografía de carnet…, almacenados en cualquier rincón hasta que alguien cercano, bienintencionado o impaciente, acaba por tirarlos a la basura para desazón del afectado.

Su madre no era una excepción. De ella adquirió el hábito y la preferencia por usar el libro de la mesilla como reducto protegido de los afanes de orden de su padre que, resignado después de tantos intentos fallidos, sonreía burlón por el rimero multicolor de bordes de papel, que afloraban del canto de la novela hasta hacerla de un grosor inverosímil.

Han pasado nueve meses desde que ella murió. Padre e hijo se han propuesto terminar su lectura inacabada pero, cada poco, se detienen a disfrutar un pequeño tesoro que encuentran; sin ninguna prisa por alcanzar el marcapáginas.

85. Ajuste de líneas (María José Escudero)

No había luna aquella noche y, hostigado por los sueños que le impedían dormir, salió dispuesto a corregir el curso de una historia.

Cargó su tahalí con agua de lluvia y brisa del norte porque se dirigía, inexorablemente, hacia una llanura reseca y hostil donde todas las armas le serían de provecho.

Apenas había explorado unos renglones cuando, recostado en el camino, halló al cabrero. Su mirada era ya un río marrón detenido y, para cubrir tanta destemplanza, le prestó abrigo.

En la penumbra de otra línea, el niño, que no deseaba ser descubierto, vigilaba expectante.  Por temor a herirlo,  el intruso cambió de página y se adentró en el misterioso desafío de las palabras en busca de algún párrafo de esperanza.

Pronto divisó al alguacil y se puso en guardia. Consideró, a fin de evitar maldades mayores, atacar de inmediato y borrarlo de un plumazo. Pero juzgó más proporcionado condenarlo a vivir eternamente entre paréntesis, y lo cercó sin piedad.

Neutralizado el enemigo,una vaga euforia le empujó hasta el punto final: sobre la almohada, rompiendo el silencio, el libro reposaba a la Intemperie. Lo abrazó, sintió el desamparo de los personajes sin nombre propio, y quiso despertar.

84. Encuentro a las doce (Esperanza Tirado)

Todos los sábados a las doce cuando iba a la biblioteca le dejaba un mensaje entre las páginas del libro que devolvía. A veces era un marcalibros hecho a mano, otras un poema en un post-it, o doblaba algunas páginas del libro.

Ella, parapetada tras el mostrador, le recomendaba las novedades literarias o le reservaba el primer lugar para leer las adquisiciones recientes.

 

El colmo de su atrevimiento, en contra de sus principios de jamás estropear un libro ni ajeno ni propio, era señalar a lápiz pasajes en algunos capítulos.

Esas veces, ella se tomaba las reglas de su profesión al pie de la letra y le sancionaba con varios días de denegación de préstamo.

 

El sábado siguiente, la mañana se le hacía eterna al no verle aparecer sonriendo por la puerta, ni vagabundear entre las estanterías del servicio de préstamo en busca de nuevas lecturas.

Ese día, él aprovechaba para hacer algo de ejercicio, recorriendo el circuito de tierra que bordeaba el parque anexo a la biblioteca.

 

Sus miradas y sonrisas se encontraban cuando, deteniendo su carrera a las doce en punto, él pasaba por delante de la cristalera de la biblioteca.

 

‘Hasta el sábado que viene’.

83. La Libreta

Sentada al borde del abismo miraba el ajado cuaderno donde guardaba los libros leídos, anotaba las sensaciones que le habían provocado y escribía las frases más sugerentes. Recordó que, entre sus páginas, había aprendido todo lo que sabía. Desde la infancia, cuando le regalaron su primer libro de imágenes, hasta ayer, había leído todo aquello que cayó en sus manos.

Esta mañana, sin saber por qué, levantó la vista al mundo para comprender que nada de lo que había experimentado en ellos, se correspondía con la realidad que le rodeaba. Su universo era otro, mágico, lírico, espléndido, pero no tenía con quién compartirlo: Soledad, fiel, silenciosa y triste compañera. Tantas veces lo había intentado y tantas había fracasado que deseó bajar el telón. Abrazó la libreta entre sus brazos a modo de despedida, apagó su mirada despacio, con abandono y se asió a los versos tantas veces recitados:

                        … «Puedo escribir los versos más tristes esta noche»*…                                  

          Añadió una última entrada en su cuaderno: «Aquí está la historia de mi vida» y con un firme trazo horizontal cerro la página; entonces suspiró, dio un paso al infinito vacío y todo se fundió en negro.

*Obviamente los versos son prestados

82. AMAPOLA – LEO GARCIA

Amapola que bailaste al compás de la brisa de primavera, refulgente bajo los rayos del sol, confundiéndose con sus reflejos sobre la hierba húmeda por el rocío de la mañana. No debí arrancarte pero lo hice, preso de tu belleza que me recordaba a ella, alma que perdí por no saber apreciar su amor. Así te secuestré ante la imposibilidad de tenerla a mi lado y te enterré para siempre en el olvido para no olvidarte y tenerla cerca.
Hoy la he visto, veinticinco años después. Se la veía feliz y aunque me dieron ganas de abordarla me reprimí, mitad por pudor, mitad por respeto. ¿Con qué derecho despierto en su corazón viejos sentimientos que seguramente servirían sólo para abrir heridas ya restañadas?
Y volví a mi casa cabizbajo y te busqué en un viejo baúl lleno de polvorientos momentos de mi vida. Si, estabas allí. Ya no brillabas con tu rojo anaranjado, tu color era el de la sangre derramada por viejas heridas, secas pero nunca cerradas. Allí… dormida toda una vida, entre las páginas de “20 Poemas de amor y una canción desesperada”.

81. EL ÁNGULO PERFECTO

Yo tengo días malditos, ni son pocos ni originales, pero aunque cada paso cuesta, me acerco a “La taberna del Lucio” donde dejamos y recogemos libros los asiduos.

El otro día, en una mesa solitaria, encontré “Angulaciones”.

Tengo la manía de leer páginas al azar, y así lo hice: Juan llegó, como siempre, buscando salidas. Mientras estaba solo, con su vino y su libro, se sintió observado por una mujer que estaba en la barra.

Me giré y la vi observándome, pero solo pude admitir la casualidad.

Seguí leyendo: Él se levantó, le pidió si podía sentarse a su lado y ella le abrió la puerta.

El autor seguía relatando unas horas de conversaciones profundas, pero a la vez amenas, que les hicieron sentirse almas gemelas. Al final del capítulo acababan revolcándose tan placenteramente como no recordaban haberlo hecho nunca.

Volví a girarme y sus ojos seguían sobre mí.

No podía irme con tan mayúscula duda. Me senté a su lado, siguiendo el guión, y vi que los dos teníamos en las manos la misma novela.

– Hola Juan, –me dijo- yo ya estoy como ballena sin plancton ¿crees que el autor se molestará si nos saltamos una cuantas páginas?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

80. Sí que estaba allí

Durante siglos, rabinos, sacerdotes e imanes han buscado la Verdad entre las páginas del Libro Revelado.

Finalmente, una escritora inglesa de literatura juvenil y su tren en el andén 9 y 3/4, nos puso sobre la pista.

79.Ubi Sunt

En el año 2116 se decretó mundialmente la muerte de los libros y se prohibió la fabricación de cualquier dispositivo de lectura. Se abolió el día del libro y se estableció una ley que penaba al que incurriese en el grave delito de leer. La podredumbre moral nos derrotaba por fin y el ser humano dejaba de soñar e imaginar.

Cuando la mañana señalada Alonso hubo de dirigirse a la Plaza de La Verdad para deshacerse del único libro que le quedaba y arrojarlo como cada ciudadano a la Pira de la Purificación, no pudo dejar de llorar aunque se aseguró de hacerlo solo interiormente. Ni deseaba recibir una descarga de las pinzas anti-sentimiento ni que aquella brutal Policía de la Rectitud vislumbrara su debilidad.

Con las llamas reflejándose en sus ojos apagados y sus mejillas arrebolándose por el calor y el crimen que sentía cometer, dio de comer el libro al fuego. Las palabras del Salvaje resonaron como una plegaria de despedida en su cabeza:

«Pero yo no quiero la comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero la bondad. Quiero el pecado.»

78. FOLIO EN BLANCO (Pulgacroft)

No había nada que te provocara más terror que aquel folio en blanco. Siempre preferiste dejarte seducir por las musas; el arrojo y la iniciativa nunca fueron tu fuerte pero aun así, le echaste valor y te enfrentaste a él con ganas.
El folio te amenazó con su nada, te desafió con el vacío más absoluto, se quedó frente a ti impasible para que te lanzaras a su abismo y tú, aceptaste el envite como un duelo entre vaqueros. Cuando estabas a punto de desenfundar el boli,  el maldito folio fue más rápido y de un feroz bocado, te engulló con su blancura. Tus ganas y tu imaginación rodaron desengaño abajo…Nunca más  se supo de ti.

Algunos cuentan que te vieron en andenes solitarios esperando a la protagonista de su novela; otros, que viajabas en vagones  huyendo del policía de un bestseller; hay quien aseguró haberte encontrado entre comillas en una nota a pie de página… pero yo, donde te reconozco desde entonces, es transformado en metáfora, formando versos con esa delicadeza tan tuya, rimando poemas de amor con tus musas… entre las páginas de los libros que nunca llegaste a escribir.

77.SECRETOS COMPARTIDOS (Concha García Ros)

La protagonista se llama como tú, eso fue lo que me hizo comprarlo. También tiene una relación tormentosa y escribe de madrugada.  Desde el principio me enganchó, me sedujo la idea de saber más de ella. Leía ávidamente devorando su rastro. Confieso que, aunque sea una locura, me estaba enamorando.

Pero ahora no sé si quiero saber cómo piensa, en qué, en quién. Me atormenta, pero no puedo parar. Lo de anoche fue demasiado hasta para un curioso empedernido como yo. Me quería morir cuando llegaste feliz mostrándome una edición ilustrada del Libro de Monelle, un curioso ejemplar que, según dijiste, habías encontrado en una pequeña librería del centro. Un ejemplar idéntico al que su mejor amigo, que está loco por ella,  le ha regalado.

Se acabó, esta noche lanzo al fuego este maldito libro.

76. El libro Pájaro

 

Abrí el libro y, en vez de páginas, encontré plumas que se escaparon revoloteando por el techo abovedado de la biblioteca.

Me armé de paciencia y las fui capturando una a una.

No estaban numeradas, así que las leí como me vino en gana.

Al final dejé al libro Pájaro anidando en el rincón más fecundo del inmueble.

No me atreví a inventariarlo; que cada quien ordene a su antojo la lectura de sus plumas.

 

75. COMIENZO A NO RECORDAR

Había llegado ese día que siempre llega. Ese día que apareces en la que fuera la casa de tu niñez y a la que llegas con un nudo en la garganta y un cartel bajo el brazo. Entras y te rindes al recuerdo. Te duelen porque solo son recuerdos y te reconfortan porque fueron felices.
Al azahar acaricié el lomo de un libro que no recordaba y con la curiosidad que produce lo desconocido abrí sus páginas para intentar recordar su contenido. Tenía el convencimiento que en aquella polvorienta estantería no había un solo libro que no hubiese leído. Se abrió entre las páginas que albergaban un papel manuscrito con la declaración de amor más bella que nunca he leído:
“Comienzo a no recordar .Me niego a perderte.
Coge mis manos, fija tus pupilas en las mías y proponme una escapada.
Amor, cuando te surjan dudas lee estas palabras y sabrás que mi amor alberga en tu corazón.”

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