Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

13. El último romancero hippy (Jesús Mollinedo)

¿Te acuerdas? Noches inolvidables en el escarabajo, la música de fondo de los Village People, la pantalla gigante de los sueños en el cine de verano, esos pies tan bonitos ocultos por el vaquero de campanas, nuestro primer beso viendo Love Story. ¡Qué tiempos!

Siempre juntos, acostumbrados a querernos, a no dejarnos, a compartir esa caladilla de hierba que nos transportaría a un mundo mejor. “¡Esos jóvenes rebeldes!” decían nuestros padres. No nos entendían. Nunca nos entendieron. Fuimos una versión de los O´Neal y MacGraw de la época. La juventud sólo se vive una vez.

¿Te acuerdas? Siempre decíamos que la salvación de la humanidad estaba en la poesía. Tus cabellos al viento, tu sonrisa demoledora, cómplice, la fogata en la playa desnudos, al amparo de la luna y acurrucados por el mar.  Siempre amamantados por los versos del poeta.

¿Te acuerdas? Díscolos por un ideal no por capricho, soberanos de nuestras vidas, de nuestro destino.

¿Te acuerdas de mis primeras palabras tras ese primer beso? Te quiero, te quiero, te quiero, tan sólo eso. Y tus labios.

¿Recuerdas tu poesía favorita?

¿No te acuerdas? Aguanta el frío cariño, la vejez sólo tiene un camino de ida. Éramos tan jóvenes…

12. Fumar o no fumar; esta es la cuestión. (J.Redondo)

En aquellas películas de los años 70 todos los actores fumaban.
Ya había intentado por dos veces dejar de fumar anteriormente, y con cierto éxito. Fue muy duro la primera vez. Pasado un mes llegué a asustarme. Pensé que la vida tenía muy poco sentido sin el cigarrillo. El “mono”, el onírico que aparece a la semana, trabajó muy bien; se entrometía en mis sueños y en ellos fumaba metiendo humo hasta el último alvéolo de mis pulmones, dejándome una sensación pecaminosa.
La segunda vez, logré una abstinencia de dos años. Estaba muy feliz, ya creía vencido el “vicio”.
En ambas ocasiones envalentonado por los gin-tonics, tras los postres del ágape de una boda, caí en la tentación que la demoníaca dama me ofrecía en forma de venero de un “long-size Partagás” enfundado en su cilindro de aluminio.
Ya van por 25 años desde que lo dejé por tercera y última vez y he resistido, incólume, a más de doce bodas.
Anoche volvió el “mono” de la abstinencia. Me colocó en un angustioso escenario en el que se reunían mis compañeros de trabajo. Estaban los vivos y los muertos. Me jubilé hace cinco trimestres.
Estoy luchando para quitarme el vicio del trabajo.

11. EL GERMEN (Salvador Esteve)

Compulsivamente visionaba película tras película, ¿por qué no se me ocurría nada?, ¿por qué se me había concedido la necesidad de escribir y no imaginación para ello?  Devoraba los DVD intentando encontrar la chispa de una historia.  Las horas engullían los minutos, los días aplastaban las horas.  El padrino, Taxi driver, Apocalypse Now, El cazador, El expreso de medianoche,  Alguien voló sobre…

Mi mujer sabía lo importante que era para mí, y me observaba con cariño al principio, y con preocupación a medida que pasaban los días.  ¡Spielberg!, ¡sí!,  él me daría la solución…, pero no, ¡no…!  Mis ojos empezaban a escupir desesperación.  ¿Qué me pasa?  ¡Dejadme!  ¡Malditas voces!…

PLAY…

A medida que contemplo la película comprendo que la espera ha terminado, por fin entiendo el significado de los susurros en mi cabeza, ¡por fin!   Mi cuerpo tiembla de excitación.  Cuando vuelvo de comprar la máquina soy una persona liberada, con un propósito, un destino.  El relato de octubre de ENTC se me ha resistido, pero  mis compañeros y muchos más escribirán sobre mí.  Tras ojear el manual la conecto, el ruido es estridente, pero pronto el olor a combustible se mezclará con el hedor de miedo y sangre…

 

10. Aquellos maravillosos años (Ginette Gilart)

Susana lee con mucho interés la página de espectáculos del periódico. Se fija en la cartelera y presta atención a las películas que están echando.
—Oye, Juan, ya están poniendo la nueva película de Woody Allen, se titula Manhattan; tenemos que ir a verla —dice eufórica.
—Sabes que no le aguanto —contesta Juan, acercándose y mirando por encima de su hombro— ¡ah! mejor ésta: Apocalypse Now, me han hablado de ella, es fabulosa, hay escenas tremendas ambientadas con música de The Doors y de Wagner.
—Otra vez la guerra del Vietnam, ¡no!
—¿Lo echamos a suerte?
—Ni hablar, prefiero ir sola.
—Podemos ir juntos y esperarnos a la salida, los dos cines están cerca.
—De acuerdo.

Frente al espejo, Susana se da los últimos toques. Le sienta bien esa minifalda con las botas altas y el maxi abrigo. Duda si colocarse el sombrero negro de alas anchas, al estilo Annie Hall, que tanto le favorece.

A la salida del cine Juan espera pacientemente. Finalmente aparece Susana y no viene sola, le acompaña un hombre bajo, dicharachero, con gafas de pasta.
—Te presento a Gustavo —declara entusiasmada— es un incondicional de Woody Allen.

9. SESIÓN CONTINUA (PURIFICACIÓN RODRÍGUEZ)

Llegué con la película a medias y, a oscuras, a punto estuve de estamparme contra un pollo de patas largas y educación corta que se empeñó en no levantarse de su asiento para dejarme pasar al mío.

—¡Empezamos bien!—pensé mientras me sentaba, sacaba mi sandwich y decidía que vería el principio de la película cuando terminara la siguiente. Entonces había sesión continua, butacas sin numerar y bocadillos para pasar la tarde.
En la pantalla salía una familia rica que se metía en unos líos estúpidos, lloraba por tonterías y encima pretendía darnos pena a los del patio. A mí, más pobre que las ratas, no se me movió una ceja.
Debí dormirme, porque cuando abrí un ojo perezoso, corría por la película un alienígena detrás de una humana medio tontita demostrando que, para venir de una civilización muy superior, tenía un gusto francamente deleznable.
—¡Ya les vale a los del espacio exterior!—me dije, mientras el cosquilleo del sueño volvía a invadirme sin remedio.
No sé si fueron mis ronquidos o el final de la sesión, pero me echó de allí el pollo con uniforme encargado de desfilar por los pasillos rociando al personal con ambientador barato.

8. LET IT BE (by Marcos Santander)

Salimos del cine Actualidades con el convencimiento de que Yoko Ono, ―aquella cariacélguica japonesa extraña y mal encarada, que encima decía que era artista de arte conceptual, (¡Qué coño era aquel arte que nuestras adolescentes cabezas puerifranquistas no entendían ni estaban dispuestas a comprender jamás, por el agravio  cometido contra toda una generación de beatlemaníacos de primera hornada que se revolvían temiendo la completa desaparición del objeto sagrado de sus vidas y sueños!)― era la culpable de todo. Si no había más que verla, con su vampírica pose, controlando todo lo que el grupo hacía ora en el estudio, ora sobre el tejado cableado de Apple Records, aquella memorable tarde. . . ¡Aquella memorable tarde! “Dejémoslo así”, dijo Alberto San Juan al resto de amigos, cuando con lágrimas en los ojos abandonábamos en silencio el triste y lleno vestíbulo de aquel negro y aciago salón. “Let it be”, recalcó Luis.

7. STAR WARS (Paloma Casado)

 

Era una noche tibia de verano. Tú y yo muy juntos, veíamos aparecer la tenebrosa Estrella de la Muerte recortándose sobre el universo, mientras tu mano avanzaba bajo mi falda de tablas. Nuestras lenguas temblorosas chocaban como las espadas láser en la pelea entre el bien y el mal. Al acabar, me prometiste amor eterno. Es el poder de los efectos especiales: hacen que nos creamos lo imposible.

6. REMAKE (Edita N.T.)

Absortos y aterrorizados por las secuencias impactantes de la película, no sólo se olvidan totalmente de sus propias vidas, sino de todo lo que les rodea; la gran pantalla los atrapa escupiendo tensión y horror a borbotones, sin tregua. Alguien disfruta especialmente de la coyuntura visitando fila por fila, asiento por asiento, sin prisa, con regodeo y risa burlona que los presentes confunden con el sonido del filme. Sabe que tiene dos horas largas para llevar a cabo su plan y las emplea en buscar la mejor opción. Escudriña a todos sin miramientos, gozando por adelantado con pequeños ensayos, bromas de mal gusto sólo perceptibles por las víctimas elegidas al azar. Algunas, presas del pánico, se ven obligadas a abandonar el cine. Debe escoger la definitiva antes de que la sala quede vacía. Tiene varios candidatos perfectos. Al final, se decide por una chica que lleva media hora con los ojos cerrados muerta de miedo y de asco. No sabe la pobre que le quedan pocos minutos para ser ella la protagonista. El Maligno se excita imaginando las barbaridades que hará esta otra en su nombre.

4. Sobre leche derramada (Eva García)

Recuerdo lo mucho que me impresionó, durante aquella excursión, contemplar a un enorme polluelo oscuro exigiendo ser cebado por un pequeño petirrojo.  Don Aquilino nos explicó que se trataba de un pájaro parásito: el cuco.

Años más tarde aquella imagen me asaltó cuando, una semana después de enterrar a Isabelita, tras aquella desafortunada y extraña caída, hubo que internar en un centro psiquiátrico a Claudia, la mayor, totalmente enajenada. Y todo porque a Fernando se le torció la adolescencia y se fue apoderando del espacio ajeno, destruyó la armonía familiar, esclavizó nuestras vidas y nos vendó los ojos con un falso amor filial.

Por las noches, le miraba mientras dormía, preguntándome si aquel retoño que nos agotaba las energías, que había convertido nuestro hogar en un nido de cuco, en realidad no sería hijo del demonio.  Mi instinto de supervivencia contradecía al paternal; mi cabeza sugería delirantes locuras que el corazón era incapaz de ejecutar.

Hoy, con el cadáver de mi esposa en los brazos y al ver volar cenizas y pavesas sobre mi casa, comprendo que puse las razones equivocadas en la balanza y que, de algún modo, estuvo en mi mano haber evitado el desastre.

3. DEPREDADORES (Modes Lobato Marcos)

9h10    Salgo de casa.

9h15    Al Renault 5 hoy le cuesta arrancar.

10h00    Llego a la redacción del periódico.

10h32    Escribo el artículo sobre la joven secuestrada.

12h00    Asisto a la rueda de prensa del presidente Suarez.

14h03    Comida en el Bar Manolo,s. Menú del día. Lentejas y filete empanado.

16h20    En el kiosko de Doña Gregoria compro Palotes, Conguitos, chicles                            Cheiw y Peta Zetas.

17h00   Casa de mi hermana. Cumpleaños del sobrino.

19h00    Acaba la tortura.

19h30    Cola del cine. «Alien» me espera.

20h00    Publicidad.

20h05    Publicidad.

20h10    Publicidad. Y su puta madre.

20h15    ¡BIEEEEEEEEEN!

20h30    Me aburro.

20h40    Me aburro.

20h49    Me aburrooo.

20h50    ¡¡REDIOOOS, QUE SUSTOOO!!, pero…¿¿QUE LE HA SALIDO DE LA PANZA A ESE TIO??.

21h10    Me cago.

21h15    Me cago de miedo.

21h20   ¡ME CAGO DE MIEDOOOOO!

21h45    Abro los ojos. Los cierro. Los Abro. Los cierro. Los cierro. Los cierro.

21h50    Aún siguen cerrados.

22h10    La gente aplaude. La película ha debido acabar. Abro los ojos. Muuuuuy lentamente. Por si las moscas…

23h00    Llego a  casa.

23h05    Bajo al sótano.

23h10    La violo de nuevo.

24h00    Me voy a dormir. Espero no soñar con monstruos.

 

 

 

2. La cabina (Susana Revuelta)

Doris está anudándose la bufanda cuando suena el teléfono.

¡RIINNGGG, RIINNGGG!

«Nunca llego puntual al cole a recoger a Yeremi, carajo; tendré que buscar otro empleo», piensa resignada mientras se restriega la nariz con el puño y se pone de nuevo el auricular.

―Servicio de emergencias, buenas tardes.

Al otro lado del hilo se oye una respiración profunda, como procedente de una caverna.

―¡Por fin! ¿Hay alguien ahí? ¡Hola, hola, aquí! ¡A mí! ¡Socorro!

―Señor, ¿en qué puedo ayudarle?

―Me he quedado atrapado en una cabina y…

―¿Una cabina? ¿De ascensor?

―De teléfono, señorita. Y déjeme terminar, que solo me quedan tres pesetas. Yo pensaba que el 091 era gratis.

«¿Pesetas? ¿091?»

―Escúcheme, joven. Esta mañana fui a telefonear a mi jefe porque llegaba tarde…

―¿Dónde trabaja usted? ―pregunta por curiosidad. «Qué tío más viejuno,  ¿no tiene móvil?».

―En Galerías Preciados. Desde su apertura, ¿eh? Entonces se atascó la puerta y unos desalmados me remolcaron hasta este almacén ¡lleno de cadáveres! Pero de camino me he fijado bien: está justo detrás de la fábrica de Mirinda, no tiene pérdida. ¡Envíen ayuda, rápido…!

Cuando se corta la llamada, Doris se abotona el abrigo y estornuda. «Vaya, me he resfriado otra vez».

1. DE CULTO (JAMS)

Como ya sabréis, en 1976, durante la filmación de La Profecía, John Richardson, técnico de efectos especiales de la película, y su asistente, sufrieron un accidente mortal en el km 66,6 de la comarcal de Ommen, al intentar esquivar un gato negro. Lizz Moore murió decapitada por la rueda delantera del coche. Eso fue lo único realmente accidental, porque pudo haber sido de otra manera o haberle ocurrido a cualquier otro de los participantes en la filmación que hubiese usado esa carretera aquel día; pero empezar a construir la leyenda negra de la película me resultó sencillo, era 13 de abril, viernes.

Yo, Jens Vermer, vecino de Ommen, apasionado seguidor de las películas de terror, he ocultado hasta ahora ser el culpable de aquel asesinato perfecto. Hoy, debilitado por la enfermedad, frustrado por la ceguera editorial ante mi ensayo sobre el existencialismo onírico en Eraserhead, me resisto a aceptar mi injusto anonimato. Pero también quiero advertir que soy inocente de todos los demás extraños acontecimientos que rodearon la filmación, y añadir como dato para la Historia Negra del Cine que la pobre víctima inocente e inspiradora del delito que cometí fue mi gato, Luzbel.

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