Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

71. Sabor a mí

Nada más placentero, nada más intenso bajo la luna, se dijo. Comenzó humectando sus pezones y con sus dedos suaves caricias en círculo alrededor de ellos. Un ombligo excelso sería el pozo de lágrimas como perlas que resbalaban sugerentes por entre los pechos…,

Agitación, perversión, amar, amor; un gesto convulso y el clímax…,

70. La última etapa

El chiquillo les despertó a las once de la noche. Les dio una torta, que devoraron mientras caminaban hacia la playa. La luz de la luna creaba juguetonas sombras . Cuando llegaron a la cima de una loma, vieron unas luces. Su destino. Al otro lado del mar.

Otros pasajeros estaban ya esperando en la playa. Modou contó hasta cuatro. Abdelhakam les había asegurado que no habría más de cinco, pero eran siete los viajeros de la noche. El marroquí trató de tranquilizarles. Aseguró que la barca hinchable resistiría.

–Le bateau est nouveau. Je l’ai juste acheté à Sebta.

Los viajeros embarcaron silenciosamente. Abdelhakam y sus nietos empujaron la barca fuera de la pedregosa playa.

–Maa salama –les gritó.

Modou agarró uno de los remos y lo hundió en el agua. Sólo diez kilómetros les separaban de su destino. Detrás quedaban las tórridas semanas en el desierto, los meses de hambre y desesperanza en los montes de Marruecos. A partir de ahí, todo sería mucho más fácil.

69. Mirada de Luna

Luna se estremeció y decidió esconderse tras una densa nube oscura. Su rostro había iluminado la muerte anónima. Innecesaria. Ella no podía cerrar los ojos. Por eso se escondió tras una nube. Aquello la devolvió a su triste pasado, a su deambular sempiterno por la noche. A su condena de amor. La nube que la protegía fue rasgada por sus lágrimas. (Desecha. Rota por dentro. Nuevamente humillada por la muerte). Llovía. Caían lágrimas de plata sobre la tierra. Luna gritó y su rugido iluminó el cielo durante un instante. Nadie la escuchó. Nadie le hizo caso. Nadie supo de su sufrimiento. Volvió a iluminar el firmamento con su dolor.

Sus ojos, alejados de toda vida, reflejaron la triste belleza de la Luna. Abiertos y sin vida, mostraban su condena eterna,

Luna abrió su saco bordado de firmamento y, en su rondar nocturno, acopiaba las diferentes partes de su amado desaparecido. Recogía brazos, piernas, ojos, despedazados en forma de estrellas y cuando llenó el saco, faltándole el miembro viril, desapareció, tras la aparición del día y de su hermano Sol.

Los ojos, antes que los ocultaran con un saco dorado, vieron como ambos astros se saludaban, una vez más.

68. Tras el accidente

La niña se sienta en el umbral de la puerta y mira a la gente pasar, lee, se suena la nariz. Su madre seguramente no ha de demorarse. Si tan solo le hubiera confiado la llave de la casa como lo hacen las otras madres con sus hijos. Pero no. «Todavía sos muy pequeña», le ha dicho, en su momento, entre grave y jovial. A veces la niña piensa que su madre la percibe como mucho más chica de lo que ella realmente es. ¡Si ya hace los mandados sola! Y se tiende la cama y se prepara el desayuno… «No es justo», murmura, de a ratos, hasta que se queda dormida. Y sueña que su mamá no la quiere más, que la ha abandonado. Tiembla y llora. Entonces la madre la zamarrea suavemente de los hombros. «¡Mamá!», grita la niña y la abraza. «¡Perdoname, tesoro, no pude seguirte antes; los médicos no me dejaban!», se disculpa la madre, mientras le seca las mejillas, y agrega: «Ésta ya no es nuestra casa». Y tomadas de la mano se pierden por la calle, bajo el círculo de la luna, sin la compañía de sus sombras.

67. Llegaste con la Luna (Esperanza Tirado)

La Luna entera cabe en el hueco que queda entre tu padre y yo cuando nos abrazamos, cuando nos besamos, cuando nos amamos…

 

De ese abrazo en una noche bajo la luna llena surgió una bolita diminuta que acunaron todas las estrellas de la Galaxia con sus destellos.

Todas ellas y la Luna ayudaron con su brillo a hacerte crecer dentro de mí.

 

(…)

Mi amor por tu padre creció. Su amor por mí creció. Y creció nuestro amor por la bolita.

Y creció la bolita y se hizo cada vez más grande.

 

Un día decidimos ponerte un nombre, aunque ‘Bolita’ nos gustaba. Pero nos dijeron que deberías tener un nombre oficial. Como llegaste con la Luna, Luna te llamamos, en recuerdo de aquel mágico momento que nos unió aún más y multiplicó nuestra familia.

 

(…)

Tanto creciste que un día no tuve sitio para ti dentro de mí.

 

Y otra noche de Luna Llena llamaste a mi puerta, a mi barriga en forma de Gran Luna Redonda, queriendo salir a este mundo.

 

Y te recibimos entre lágrimas de alegría. Y llenaste de nuevo el hueco que la Luna había dibujado entre los dos.

 

(…)

De: ‘Luna. Diario de vida.’

66. TU RESPLANDOR

Ha llegado el mes de marzo, regresan los petirrojos y llega la primavera, se anuncian días de luna llena, luz, colorido, risas y alteración de la adrenalina.

Te dejo durmiendo, revuelto bajo las sábanas y deslizo mis pies sobre el suelo, el resplandor y tu embrujo me envuelven y me alejan del lecho. Mis pasos se dirigen al borde del agua y chapoteo.

Un cielo bordado de estrellas cubre el firmamento y yo mirándote me invento mil historias y me imagino mil escenas y sueño y sueño despierta.

Busco respuestas pero tu resplandor me ciega y no puedo verlas. La incertidumbre me embarga y regreso triste y enfadada. Te observo dar vueltas en la cama ajeno a todo aquello que me conmueve.

Allí bajo la luz de la luna llena he dejado mis dudas haciendo piruetas sobre la arena y mis sueños planeando como cometas de colores sobre el cielo.

Cierro los ojos y me acurruco a  tu lado mientras llegan los ruidos de la vida matinal que ya comienza.

65. Metáfora

El gato miró al niño, el niño al mago, que vio como desaparecía la luna de plata tras la voz del último poeta.

El niño miró al gato, mientras, el mago recitaba bajito versos de ningún poeta.

64. Perigeo- Elena Casero

De los estudios llevados a cabo por el profesor Wigenstein von Wigenstein de la Universidad de la Baja Renania en los primeros años del siglo diecinueve, se pudo concluir que los cambios experimentados en las condiciones vitales de determinados seres de la naturaleza eran coincidentes con el máximo apogeo del astro lunar.

Algunos ratones de la especie “Colaerum ratonum” contrajeron un índice notable de locura, dándose el caso de convertirse en voladores. Se hallaron apuntes sobre primates  “Risitorum” convertidos en expertos bailarines de ballet. Así como el hallazgo de  ofidios trapecistas y marsupiales cantantes de ópera.

El profesor desapareció una noche de San Lorenzo, en plena luna de perigeo. Sus apuntes  y estudios quedaron, aparentemente, inconclusos. Meses después fueron retomados por una alumna llamada Steinwigen von Steinwigen de la cual, hasta la fecha, no se tenía noticia.

63. VELADAS PERFECTAS (Pulgacroft)

Paseaban cogidos de la mano, despertando sentimientos adormecidos, respirando el frío relente, llenándose de libertad, iluminando su fantasía con luces de neón…Tendían puentes que cruzaban ríos de infinito asfalto.

Luego, en el balcón, la luz tenue de la luna llena se filtraba a través de la copa de vino que acompañaba sus promesas, su deseo, sus silencios…

Norah Jones, Michael Bubble, Nils Landgren…La delicadeza de sus notas y la suavidad de sus compases ponían la banda sonora perfecta a esos momentos más íntimos donde las palabras daban paso a los besos. Entre beso y beso se iban desprendiendo de la superflua ropa interpuesta entre piel y piel; y  sus cuerpos armónicos daban el sí en cada nota de sus dedos dejando que la imaginación llegara allí donde la música ya no podía oírse.
Mucho más tarde, rendidos, se iban a la cama con sus respectivas parejas despertando por la mañana a un nuevo día, a una rutina aburrida, patética, asfixiante… llevadera tan sólo porque, cada noche, el clic del ordenador encendía entre ellos una nueva velada perfecta.

62. Plegarias de nácar

Siendo una niña la princesa se hizo una casita en el cuarto creciente de la luna donde vivía con un precioso búho gris que compartía su vida con ella y le acompañaba a todas partes. Por las noches, salían al porche y juntos se sentaban al fresco. Se quedaban embelesados mirando a la luna llena, con el corazón henchido de ilusiones, con la esperanza creciente en un mañana perfecto. Un mañana donde los árboles se vistieran con verdes ropajes, el dorado cubriera los sueños y la música sellara la felicidad de ese preciso instante entonando plegarias de nácar.

61. MAHSATI (Dama de la luna).

La pálida luz de la luna llena refleja en el rostro de Mahsati la frialdad de infinitas noches de soledad e interminables horas de angustia en que transcurren sus azarosos días. El dolor forma parte del breviario que acompaña a su miserable vida. La guerra ha elegido su alma para, bombardeo a bombardeo, ir poco a poco deshaciéndola.  Mahsati no ríe, apenas habla y ante cualquier ruido, por mínimo que sea, horrorizada grita y hecha un ovillo, tiembla, en medio de la nada.

60. Su primera vez

Hago balance de su primer año de vida y no puedo evitar que se me escape una lágrima. Recuerdo su primer llanto, justo al nacer; me la dieron envuelta en una manta y mi beso en su frente la calmó. Su primer ruidito de satisfacción tras dormir una noche entera. Su primera risa. Me acuerdo la primera vez que se dio cuenta de que tenía un papá y una mamá; nos miraba con una sonrisa de oreja a oreja, hasta que volvió a engancharse a tu pecho. Cuando dijo su primera palabra. Recuerdo también la primera vez que observó el cielo y vio pasar una nube blanca, redonda; la vi reflejada en sus ojos cristalinos. Han sido tantas cosas su primera vez… Aunque de lo más orgulloso que estoy es de su primera vez que miró a la luna llena; de su primer aullido.

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