Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

LO INCORRECTO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en LO INCORRECTO

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el cuarto será LO INCORRECTO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
3
9
horas
0
9
minutos
4
6
Segundos
4
5
Esta convocatoria finalizará el próximo
30 de JUNIO

Relatos

26. Despierta, papá

Hola, papá. Sí, soy yo. Sé que es pronto. Bueno, muy pronto. Vale, aún no ha amanecido. Me gusta madrugar, ya sabes. Escúchame, papá, estoy con Jota y necesitamos un favor. Sí, mi amiga Jota. La alta. Y delgada. ¿Pálida de no comer? No, ella es así. ¿Su nariz? Sin comentarios, papá. ¿Extraterrestre? ¿Qué dices, papá? Que no, no estamos obsesionadas con Bradbury. Tampoco Orwell, pronúncialo bien. Yo qué sé si el Quijote estaba abducido por novelas de caballerías, no cambies el tema y despierta, papá, que estamos en el siglo veintiuno. Te llamo porque hemos tenido un problemilla con el coche. Nosotras bien, aunque Jota parece algo conmocionada por la sacudida. Sí, es un coche muy viejo. Claro que he avisado a la grúa, pero hasta la tarde no puede venir. Impresentables. Papá, ¿tú podrías recogernos ahora? Gracias, estamos en el parque eólico. No, papá, no estamos locas. Luego te explico.

—Arreglado, Jota, mi padre llegará enseguida. Así que, por favor, déjalo y estate quieta. Mira, que no son ovnis, sino molinos de viento y lo que parecen luces de aterrizaje son las iluminaciones de las aspas, que, volteadas por el viento, hacen andar el rotor de la turbina.

25. 002

“Gigantes, non fuyades pardiez de este ilustre caballero al que valor le sobra para enfrentar vuesas descomunales fuerzas. Os ataco y venzo en nombre de mi dulce señora, la Dulcinea, origen y fin de la gloria y el honor. Arremete rápido fiel Rocinante contra tal colosal enemigo. Afrontemos nuestro destino”.

En medio del monumental atasco que acaba de crear en la Gran Vía, rodeado del estruendo de los cláxones, los guardias lo detienen justo antes de golpear con su lanza de goma el Bus 002 ante los perplejos ojos del conductor. El patinete eléctrico queda requisado.

24. VELANDO ARMAS (Toribios)

Suena el despertador y me levanto. Camino del baño tropiezo con una greba. Me aseo, peino mis barbas, me coloco el peto.  Al ir a dar un beso a Dulce, hago ruido sin querer con la rodela. Bajo al garaje. Iría en moto, pero la última vez un municipal me multó por llevar la lanza en ristre. Que si contravenía no se qué ordenanza… Todo son pegas. Cogeré el coche.

Llego a la oficina y coloco el yelmo en el perchero. Ya ni hay estante para los sombreros. Qué tiempos. A Media mañana bajo a tomar un tentempié; lo de los duelos y quebrantos ni les suena. Pido un triste sándwich.

Los clientes apenas ya se asombran. Los compañeros me requieren cuando hay alguna pendencia en que mediar. Cuando acabo la jornada vuelvo a casa. Dulce me ayuda con el peto y las hombreras. Hace tiempo que no me dice nada, pero entiendo que esté molesta. No es normal que estemos en septiembre y siga así desde carnestolendas. Pero no puedo, algo me impide despojarme de este hábito de caballero. Una fuerza me impulsa a seguir vigilante. Al menos mientras seres viles y desaforados se empeñen en echarlo todo abajo.

23. La fotografía

Viajar quince mil kilómetros con el único objetivo de fotografiar un ocaso, puede parecer un acto de extrema excentricidad. Y más si sabes que tu fotografía, por buena que sea, no resultará diferente de las que ya se han hecho. “Pero será la mía, yo habré estado allí, detrás de la cámara”, le decía a la parte más racional de mi consciencia.

 

Al llegar, reconocí el paisaje que tantas veces había contemplado en Internet: aquel minúsculo templo hinduista en lo alto de unas rocas a la orilla del mar. A sus pies, en una playa de losas cubiertas de musgo marino, se hallaba congregada una multitud cosmopolita. Esperaban el instante único en que el sol se sumergiría en el horizonte del Índico y la silueta oscura de Tanah Lot, al contraluz, se asemejaría a la de un bajel antiguo y misterioso. Todos miraban en la misma dirección. Casi nadie hablaba. Las olas rompían mansas y se diluían entre las grietas. Los rostros, bañados por el último sol, reflejaban una paz profunda y la plenitud que solo se alcanza cuando el tiempo se desprende de la dimensión de las cosas.

Y yo, tan absorto en esta liturgia, olvidé hacer la fotografía.

22. Visiones de ultramar

Tendieron don Quijote y Sancho la vista por todas partes. Vieron cómo los rascacielos, mayores que los gigantes de antaño, aunque sin brazos, se erguían majestuosos en espaciosísimas avenidas. Y multitud de almas ‒de rostros, ropajes y aderezos abigarrados‒ transitaban entregadas a su afán diario. Cruzaron un puente, de cuyo nombre el orbe entero se hacía eco, para visitar la librería predilecta del austero escritor local y adquirir algunos de sus tomos. También fueron halagados por una nueva edición impresa de sus andanzas, expuesta en aquellas vitrinas tan lejos de su patria.

Desoyendo las voces que advertían del disparatado proceder del gobernador del territorio, se encaminaron al palacio blanco a presentarle sus respetos. Amanecieron rodeados por presencias simiescas que gesticulaban eufóricas, vigilaban amenazantes a los atemorizados humanos o emitían gruñidos disuasorios indistintamente. Entonces dieron por cierta la fantasía del célebre y malhadado retablo que mostraba el mundo al revés y cuyo recuerdo los apesadumbraba. Se encomendaron a los cielos para que la realidad tornase a su ser y que ese despropósito fuese solo una trama maquinada por los sabios encantadores que porfiaban en negarles, haciendo mudanza de las cosas, el honor y la gloria de su presente empresa.

21. ANHELOS EN EL SIGLO DE ORO ESPAÑOL

Mañana podrá comprarle sus malditos cuadernos y la dichosa tinta a su señor. A regañadientes obedece esa tarea y se lamenta en silencio por no contar con la suerte de servir a un gran duque o a un cardenal, como ya lo hizo su padre. ¿De qué forma podría él satisfacer a su amo siendo solo un criado analfabeto, al que las letras se le antojaban garabatos? Su pena y su gloria serían pasarse la vida siendo el lacayo de un dramaturgo con la cabeza llena de molinos y al que, para colmo, apodaban ‘El manco de Lepanto’.

20. DE CUANDO NO QUERÍAN PERDERSE LA FIESTA

– Amigo, Sancho… ¿No crees que debiéramos salir de nuevo?
– Me deja vuesa merced sin palabras.
– ¿Qué quiere usted decir con ello?
– Porque tengo más ganas que las que usted tiene. No nos podemos perder la fiesta porque parece que se va a acabar. Aprovechemos todavía alguna de las que hay montadas, me aburro mucho encerrado en este cortijo en medio de la nada.
– Pero parece que hay que andar ahora con mucho cuidado. Me cuenta mi sobrina que ahora te atrapan con unas redes que dicen que arden.
– Me refiero a lo de no acabarse la fiesta a las muchas injusticias que aun hay, y parece que cada vez más. Es que ahora se dice así.
– Pues vamos amigo mío, no perdamos más el tiempo, ahora más que nunca unidos podemos.
– Sí, sí se puede.

19. Soñador de Jose María Escudero Ramos

-Abuelo, ¿por qué tengo que pasar el verano en Arganda? A mí me gusta estar en Alcalá, ayudando a papá en la consulta.
-Tu padre tiene mucho trabajo estos días. Estarás mejor jugando en el campo, respirando aire fresco.
-¿Sabes, abuelo?, cuando sea mayor quiero ser espía de la corte; o un valiente marinero que luche contra los corsarios otomanos. Si caigo prisionero, me rescatarán los trinitarios.
-Para llegar a ser todo eso has de obedecer. Para ser un buen caballero se ha de haber sido un buen escudero primero.
-¡Sí!, un valiente caballero andante. Eso seré. Cruzaré todos los reinos de la tierra en busca de aventuras, montado en mi caballo, lo llamaré Rocinante, tendré un escudero a mi cargo que me ayudará en mi noble ideal; socorrer al indefenso haciendo justicia.
-Con esa imaginación, querido nieto, mejor podrías dedicarte a escribir.
-¿Escribir? Pero si aquí no lee nadie, la gente apenas saben leer.
-¿Quién sabe? A lo mejor tus lectores todavía no han nacido.
-Cierto, abuelo. ¡Grandioso! Seré un respetado escritor… Escribiré una novela que hará historia. Podría comenzar así:
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…
-¿Así? Empezamos bien, Miguelín, empezamos bien…

www.escuderoramos.com

18. Y listo

Por una vez, ayuda a tu hijo con los deberes, le recrimina la mujer. Al hombre le alegra descubrir que no se trata de complicadas operaciones matemáticas ni de la indigesta lista de verbos irregulares en inglés. Debe disfrazarse de un personaje cervantino, ni más ni menos que de Don Quijote. La coraza y la adarga la harán con un cartón forrado de papel aluminio. La lanza será el palo de la escoba. ¿Y el yelmo, papá? Sencillo. El plato de loza con florecitas que nos regaló tu abuela.

17. Dos grandes de la literatura

La del alba sería cuando agotados, el excelso caballero y su fiel escudero, se echaron al margen del camino.

El bachiller, azorado por el sueño sobrevenido a destiempo tras cometer la heroicidad de pasar la noche en vela para acabar con El Quijote, dejó caer al suelo el extenso tomo que reposaba sobre la colcha.

Sobresaltados por el impacto, los protagonistas rodaron por la tangente de un Tratado de Matemáticas y, siguiendo la recta hasta un Manual de Física dieron con la fórmula que, previo paso por el diccionario de latín, les llevaría al quid de la cuestión. Ya rumbo a la sección de Caballería, fue tal despropósito el encontronazo con aquel impostor que, Don Quijote se batió en duelo con el tal Avellaneda para honrar su nombre. Terminada la afrenta y repuesto su honor, continuaron la marcha.

Nublada su mente como de costumbre, el Hidalgo creyó reconocer al manco que les creó. Al arribar en la venta llamada Buñolería Modernista,  anacrónicos y desconcertados, reconocieron a sus «alter ego» en Max y Don Latino, y viendo éstos a todas luces (de bohemia), de quienes se trataba, no dudaron en acercarles a la Cueva de Zaratustra, para devolverles a su ejemplar.

16 EL ACTOR, EL RETO Y EL SUEÑO IMPOSIBLE (IsidrøMorenø)

 “¡Señoras, señores, la representación va a comenzar!”, anunció Alonso tras el telón que a continuación subiría pulsando un interruptor. Mientras se abre la boca del escenario, apaga el micrófono, acciona las luces con sutil intensidad progresiva hacia la escena y, con la otra mano, reduce lentamente la iluminación del patio de butacas. Alonso Prendes no tiene tramoyistas, ni maquilladora, ni técnicos de luz y sonido, ni regidor de escena. Él es el productor de la obra y el alquiler del teatro es caro.  También es el director y el único actor. Estaba cansado de esperar alguna llamada. Un día, escuchando «The Impossible Dream», se propuso alcanzar ‘la estrella inalcanzable’.

Alonso se atusa el pelo y bajo la melodía de La Primavera de Verdi, que él mismo silba, sale a escena e inicia un diálogo frente a un imaginado actor, seguidamente, cambia de posición para darse  la réplica. Así se suceden las escenas. Cuatro personajes en un solo actor.  El magistral y continuo cambio de interpretación de los distintos personajes entusiasma al público que, según programa, esperaba a Godot con expectación, pero no tanta.

Alcanzado el final, Alonso hace mutis por el foro. Acciona la palanca y…

Cae el telón.

Vítores.

15. Lucha de gigantes

—Que no, hombre, que no. Ir de Quijote por la vida no paga facturas. Vale que esos molinos de viento giran imponentes, proyectando sus sombras sobre los campos y alterando el vuelo de las aves. Pero, ¿verdad que te gusta pagar menos por la factura de la luz? Si entran o no las renovables en el mercado, lo deciden los gigantes, las multinacionales —de cuyos nombres no quiero acordarme—, que convierten el aire en gas natural y te crujen con facturas, letra pequeña y compromisos leoninos. Aunque han salido comercializadoras alternativas. Más pequeñas, sí, como escuderos sin blasón, pero con espadas más afiladas. Lo mismo ocurre con los bancos, esos castillos encantados que prometen oro y esconden deudas. Ahí están las fintech, ofreciendo otro camino. Por no hablar de los medios de comunicación, como Maese Pedro con su retablo de marionetas, que te cuentan la historia que más conviene al titiritero. Me callo ya, mejor estar en paz que en pendencias…dicen.

En el silencio, solo los ladridos de los perros.

—¿Escuchas? Ladran, Sancho. Señal de que cabalgamos.

Nuestras publicaciones