Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

OCT172. ORGASMO, de Adriana Ríos

Impúdicamente, se estremece complacida al sentir el calor que lame sus muslos.
Arquea su espalda y percibe por primera vez la dureza de sus pezones.
Desea estar libre de ropas y entregarse desnuda al feroz abrazo.
Extasiada, implora que no ardan su corazón ni sus entrañas.
Quiere conservarlos intactos para el próximo encuentro.
Mientras se consume en un éxtasis de cuatro horas, grita varias veces el nombre de su amado y acaba convertida en cenizas.

«30 de mayo de 1431, Viejo mercado de Rouen, Francia.»

OCT171. ¡YA SOY MAYOR!, de Víctor J. Menargues Ramón

Cada vez que te acompañaba a que hicieras pis, me decías por el pasillo: «¿Le has dicho a papá que ya sé hacerlo solo?». A continuación me parabas y me mirabas; yo no podía evitar sonreír, y me regañabas: «Aún no se lo has dicho, ¿a que no?». En lugar de responderte, yo siempre te hacía la misma pregunta mientras abría la puerta del cuarto de baño: «¿Te ayudo?», y tú me dabas siempre la misma respuesta: «¡No, ya soy mayor, nunca te acuerdas!». Me quedaba entonces esperando en el pasillo a que acabaras, y luego entraba y limpiaba con la fregona las mil y una gotitas desperdigadas; después te lavaba y te cambiaba. «Voy a mi habitación, tengo sueño, ¿vienes a taparme, mamá?», solías decirme por las noches, o a la hora de la siesta. Y, siempre, yo iba contigo y te tapaba. Ayer también lo hice, antes de que te condujeran desde la sala siete del tanatorio hasta la capilla. Ahora, en casa, estoy mirando en la pantalla del móvil una foto que me ha mandado Iván desde Auckland, junto a un mensaje: “Es tu nuevo nieto, papá, la familia crece, díselo al abuelo, tq mxo, bss”.

OCT170. DE UN PLUMAZO, de Antonia Garcia Lago

Aproveché el momento que me ofrecía el azar, nadie en la mansión, para acabar liquidándote.
Tiempo de insultos y palabrotas, de gritos desaforados en mitad de la noche. De no dar descanso, de no dejar de controlar y fisgar en las vidas ajenas, y más concrétamente en la mía.
Lo he preparado todo como si hubiera sido casual, ni rastro de violencia, ni huellas. Me cuidé mucho de utilizar guantes, y soy muy silenciosa cuando lo pretendo.
Así, que manipulé con precisión la cerradura mientras dormitabas. Luego fue tan solo atraparte con fuerza, taparte los ojos, abrir la ventana del último piso y dejarte caer.
¡Adiós, loro parlanchín!

OCT169. DÉJÀ VU, de Esperanza Temprano

No me di cuenta de que venía a toda velocidad, el coche me embistió y me lanzó con fuerza por los aires, me estrellé contra el suelo y la película de mi vida pasó ante mis ojos: los llantos de bebé, las primeras letras en la escuela, mi graduación en la Universidad, el día de mi boda, el nacimiento de mi hija, mis éxitos profesionales, el coche que me arrolló y la luz al final del túnel. Antes de que la luz me envolviera borré la última secuencia.
Estoy en la acera viendo cómo se acerca un coche a gran velocidad, cuando se aleja cruzo la calle. Tengo la sensación de que esto ya lo he vivido antes.

OCT168. PRETERIDOS, de Mei Morán

El maquillaje deja entrever las cicatrices del tiempo. El traje, escogido con sumo cuidado, le confiere una imagen pulida, de una severa elegancia. Un cansancio viejo de siglos surca sus rasgos. Hoy también, sale a la calle.
Un coche de cristales oscuros llega por la izquierda, a toda velocidad, obviando toda precaución. El miedo paraliza a los transeúntes. El choque contra un árbol inoportuno lleva al vehículo a las alturas. Dos cuerpos desencajados, apenas cubiertos de ropa, destrozada por el impacto, arriesgan unos bucles de acrobacia antes de golpear el suelo, que les acoge con frialdad y una dureza estricta.
Es el momento en el que ella se acerca, mira a sus víctimas y en un instante de debilidad, de generosidad arbitraria, les deja yaciendo, con un estertor indeciso, sin rematar su trabajo.

OCT167. ¿FELIZ CUMPLEAÑOS?, de Jesús Coronado

Ciento sesenta y cinco años. Hasta yo empiezo a dudar de mi edad, y no soy el único. La mayoría piensa que les engaño con la partida de nacimiento, pero sólo hay que mirarme. Ya soy como los muñecos de cartón piedra. Otros, más ciegos, dicen que tengo un pacto con el diablo pero, maldito pacto, si me estoy consumiendo como la madera de una cerilla. Lo más triste de esta historia es que mi soledad va en aumento, la gente empieza a huirme y ya no tengo familia cercana. No sé si porque ya huelo a muerto, o simplemente porque me tienen miedo.
Aunque soy de naturaleza cobarde, he intentado quitarme la vida en varias ocasiones, pero sin éxito. Siempre vuelvo a la vida. He llegado a pensar que la muerte se ha olvidado de mi o, simplemente, que se venga cruelmente con esta inmortalidad que me maldice.
Pero algo en mi interior me dice que sólo se trata de un caso de impuntualidad. La Parca es un ente muy ocupado y yo, me olvidé de asistir a la cita.

OCT166. ÓRBITAS, de Rosa Molina López

Decidí aparecerme para congelar su felicidad con mi frío de fantasma, pero siempre llegaba cuando mi mujer iniciaba sus orgasmos. Y ahí, mirándoles gozar, como un pasmarote, comprendí sus razones para mi asesinato y lo que siempre había sido para ella: un pobre hombre con rutinas de contable.

Deseché mi inútil venganza y me elevé. Atravesé nubes, auroras boreales y descubrí que las galaxias son poderosos espíritus rodeados por legiones de adeptos. Durante un tiempo gravité en la sabia inercia de la gran galaxia Sócrates. Más tarde, floté en la Cervantes. Pero al fin, tras conocer otros soles de dudoso linaje y alternar con planetas brutos y sin brillo, me convencí de la necesidad de fortalecer mi núcleo hasta desprender mi propia luz, potente, intensa, viajera que, acaso un día, llegara hasta la Tierra y le hiciera a mi mujer gracia y compañía.

OCT165. PESADILLA ROJA, de Puri Menaya

Es siempre la misma pesadilla. Empieza en blanco y negro, con banda sonora, y termina con el triunfante color de la sangre empapando mis sábanas. No es música de suspense, sino la misma tonadilla pegadiza y estúpida que se ha metido en mi cabeza y que no puedo dejar de oír, ni despierto ni dormido. Lo único que ahoga esa canción es la sangre. Por eso cuando el silencio me despierta siempre hay sangre en mis camisas, en mis manos, en mi boca, en mis cuchillos de cocina.

OCT164. ENAMORADOS, de Jes Lavado

Hacia el crepúsculo es fácil encontrarnos encendidos de deseo, rodando colina abajo en un amasijo de huesos pálidos. Ya a la sombra lunar de los cipreses, encajamos las caderas con estrépito, crujientes y sonrientes, y alborotamos a los ingrávidos murciélagos. Nuestras risas agitan el sueño de los vecinos, que se remueven indignados, pero nada resulta tan placentero como cobijarnos tras el pedestal del ángel doliente, quien no puede evitar un leve temblor (¿puede sentir envidia el mármol?) justo en el momento del clímax, y levantar una difusa aura de polvo de nieve. Ya satisfechos, nos complacemos en las grietas provocadas en los mausoleos y reímos imaginando el terror de los aldeanos, que cada noche sienten con pavor nuestro seísmo, sin sospechar de nuestra cita diaria de medianoche, sin recordar cuánto odiaban nuestro amor de hombres. Ignoran que, a pesar de ellos, surcamos esta noche eterna abrazados. Ahora, acurrucados el uno junto al otro, dormitaremos exhaustos mientras el aire gélido se cuela por nuestras cuencas vacías, serpentea entre nuestros dientes y sale por el agujero del calibre 38 que adorna nuestros parietales, produciendo un curioso silbido.

OCT163. A VIDA O MUERTE, de Jesús Saiz Álvarez

Frío, hace un frío sordo y mis manos actúan ágiles y milimétricas pese a que mi frente delate una tensión propia del momento en que me encuentro. Soy cirujano de urgencias y estoy en el quirófano, llevo ya varias horas y el asunto es feo, el paciente es un varón con innumerables fracturas pero eso no es lo más grave pues tiene afectados varios órganos internos.
Junto a mí y siempre que el caso es de extrema gravedad esta él. No puedo verlo pero noto su presencia y de como nos observa de forma impasible, ausente, sin importarle lo que sucede, además sabe que soy consciente de ello pero me ignora y no puedo hacer nada en contra, mientras tanto, todos trabajamos a un ritmo frenético a vida o muerte pero él espera, siempre espera desde el otro lado de la delgada línea que separa la vida de la muerte.

OTRA "AUTORA AMIGA" QUE CONQUISTA CASTELLÓN

¡¡¡QUÉ RACHA LLEVAMOS… bueno, lleváis!!!
Pues otra vez conocemos a la ganadora de Radio Castellón en su concurso de micros semanal.
En esta ocasión se trata de 
MERCEDES DAZA
y tengo que invitaros a que paséis por AQUÍ  a leerlo, porque …
porque es un «pecao» detrás de otro…
¡¡¡Felicidades pecadora!!!

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