Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

SEP153. EL PROBLEMA ES DEJAR…, de Violeta Moreno Endrino

¿Te fijaste, Martita? Volver no es sólo llegar de nuevo a aquel lugar de dónde un día marchaste.
¿Viste que volver es también despedirte de allá donde estabas recién?
Dos veces me retorné de Vancouver. Dos veces a mi Mendoza querida.
La primera, mi cuerpo joven cayó enfermo a una semana del viaje. Una condenada fiebre me amarró a la cama para sudar todo cuanto no supe llorar. Mi frente habló en auxilio de mi boca, seca, atascada de adioses. Se apagaron mis ojos, que habían brillado ante las imposibles montañas de la Columbia Británica.
No soy de abalorios, vos lo sabés, Martita. Sólo sí, adoro los pendientes. Sus centelleos y su soniquete al moverme. Los conservo en cajitas, cuido de abrochármelos bien fuerte.
Los tres últimos días de la segunda vez, perdí uno de cuantos pares tenía allá. Como si hubieran decidido asociarse con mi deseo de quedarme. Regresaba conmocionada. Traía seis zarcillos huérfanos de hermano y un poco, quizás, de madre. Entre ellos estaban los últimos que me obsequió Rodrigo, aquellos viejos de mis padres y los dorados, regalo de mis amigos en el último cumpleaños canadiense.
El problema no es volver, Martita, el problema es dejar.

SEP152. EL OTRO, de José Julián Cardós

Había estado ausente mucho tiempo. Probó la llave y aún abría, así que entró. No estaba Carmen, pero cuando se asomó a la puerta de la sala vió al extraño, sentado en un sillón con aire adormilado. Al instante le asaltaron los celos, poeque el hombre le resultaba vagamente conocido. Y de repente lo supo.
Despertó sobresaltado de su ensoñación, miró hacia la puerta y no había nadie. Comprendió y dijo para sí: «Bienvenido de nuevo«.

SEP151. POSEÍDA, de Agustín Manzano Robles

Aquello no estaba preparado. Simplemente se miró y sintió que aquella mujer era un parásito que se había adueñado de su cuerpo y manejaba su voluntad.
De modo que esa mañana cogió a aquella furcia por el cuello y la golpeó contra los azulejos del baño, hasta que una mancha oscura y sanguinolenta quedó alojada junto al espejo con una perfecta simetría.
Tomó el coche y se dirigió al pueblo de su infancia. Aquel lugar apartado y recóndito.
Cuando llegó lo reconoció como el pueblo de su infancia. Y se reconoció a sí misma. La otra había muerto, había quedado en el cuarto de baño que había sido su cárcel por dos décadas. Se instaló en la casa de sus abuelos. La decoró con mimo y paciencia y vivió aquella nueva felicidad cotidiana.
Pero una mañana al mirarse en el espejo, la vio de nuevo, de improviso. Estaba allí. Había cambiado el traje de alta costura por un sencillo vestido de flores y un delantal. El peinado de diseño, por un pelo suelto recogido por dos horquillas. El collar de ágata, por una cruz de madera. Pero era ella. Había vuelto una vez más, para usurpar su vida.

SEP150. HA TRIUNFADO, de Begoña Rocandio Díaz

Cuando llegó, estaban todos esperándole. Bajó del taxi lentamente, saboreando las miradas de envidia. Llevaba traje y zapatos de cuero, como correspondía a su nuevo rango. Rápidamente le rodeó una nube de niños ansiosos, tirando de su chaqueta, metiendo la mano en sus bolsillos. Los empujó desdeñosamente y se dirigió hacia el jefe de la tribu. Tras unos corteses abrazos, le ofreció su primer regalo: un teléfono móvil. El intenso calor y la tensa espera le hacían sudar a chorros. El jefe examinó a fondo su obsequio, lo dio mil vueltas, se lo llevó a la oreja, lo alejó, lo acercó… Tras varios silenciosos minutos, levantó el teléfono y mostró su aprobación con una sonora risotada. En ese momento, todos le rodearon gritando “¡mi regalo!¡mi regalo!”. Distribuyó velas, jabón, pilas, zapatos… Había triunfado, debía ser generoso. Tenía por delante un mes de éxito y derroche. Luego le esperaban once meses de duro trabajo en el infierno del invernadero, de dormir hacinado con otros compatriotas en un barracón, de soportar privaciones y desdén, de ahorrar hasta el último céntimo de su mísero sueldo, en ese país lejano y codiciado. Dos mundos, dos vidas, un alma.

SEP149. SOLO EN CASO DE NECESIDAD, de Fernando Martínez

El extintor -único testigo del suceso- sigue colgado de la pared que separa las puertas de 6ºA y 6ºB. Marina avanza lentamente. Envidia la existencia inanimada del objeto rojo, ese propósito concreto y su incapacidad de sentir. La puerta de 6ºA está abierta. La directora entra antes que ella para facilitar el momento. El maestro detiene la explicación. Todos los chiquillos se giran de inmediato, la escrutan. Aunque ya cicatrizadas, a Marina le duelen cada una de las heridas cuando suelta las muletas y se sienta en el pupitre. Fran también está. Ella pensaba que sentiría odio al verlo. No es así. Hasta eso le arrebató. Fuera, en el pasillo, el extintor sigue atentamente el regreso de la niña. Ella no sabrá nunca lo que hubiera dado por intervenir cuando empezaron los insultos, como le hubiera gustado rescatarla el día que Fran le propinó la paliza, tampoco sabrá de la cólera que le consumió al ver a sus compañeros observando impasibles, ni la impotencia de ver al agresor regresar a clase hace semanas, y mucho menos el júbilo de volver a ver a Marina caminar por el pasillo de la escuela, aunque cojee.

http://espiralesdetinta.blogspot.com.es/

NACHO RUBIO NOS LLEVÓ AL INICIO DEL REC…

Gracias Nacho Rubio
Ha sido un verdadero regalo inesperado que quiero compartir con todos los que formamos parte de este espacio.
Hoy se presentaba la nueva temporada del concurso 
convocado por la Escuela de Escritores y la cadena Ser.

Para iniciarlo invitaron a Nacho Rubio, ganador de la pasada temporada, para que propusiera una frase de inicio.
Después de aprovechar para mencionar a ENTC,
Nacho ha propuesto como frase de inicio la frase final del cuento con el que ganó la primera convocatoria de ENTC
«A grandes zancadas sobre las olas»
(podéis leer el relato completo en este enlace)
Ha sido un verdadero honor estar presentes en un momento tan especial.
Gracias otra vez.
Os dejamos el  enlace para que podáis escucharlo.
(La entrevista es breve y no tiene desperdicio, pero lo de ENTC está a partir del minuto 12 y medio)

SEP148. EL ESCONDITE, de Tíndaro del Val

Aquel día le pedí a mi marido que trajera una lata de atún. Dos horas después, seguía de pie enfrente de la alacena. Pensé que era la torpeza propia de los hombres buscando cosas, pero su mirada perdida escondía algo más. Volvió al fin con la lata en las manos y una sonrisa infantil dibujada en su arrugado rostro. Hacía mucho tiempo que no lo veía tan feliz. Desde entonces le mando todos los días a buscar algo. Mientras, aprovecho para recoger la casa, hacer la comida e incluso ir a hacer la compra. Él siempre vuelve con su trofeo en la mano, sonriendo como si hubiera descubierto la vacuna contra el cáncer. Los fines de semana me escondo por la casa y le digo que me busque. Tengo que dejarle pistas, porque si no me pasaría días esperando en mi escondite. Él rebusca por todos los rincones hasta que nuestras miradas se cruzan. Entonces se ríe como un niño pequeño y me abraza. Yo lloro sin que él lo note.

“No quiero perderte, viejo estúpido. Vuelve.”

Blog: @MicroRadon

SEP147. NO HA VUELTO, de Elysa Brioa Escudero

Hace muchas noches que no duermo, no puedo, no estoy tranquila compartiendo el mismo lecho que este hombre que dice ser mi marido. Tiene su mismo rostro y su voz suena igual pero no lo reconozco. Fue reclutado para ir a una contienda en la que no creía de la que solo esperaba destrucción, no le dejaron ninguna alternativa, la patria lo necesitaba. Aún resuenan en mi memoria sus palabras antes de irse: «Volveré pronto, la guerra no tardará en acabar». No fue así, pasaron muchos años en los que viví en un constante altibajo de miedo y ansiedad. Por fin llegó la victoria, eso nos dijeron. Mi esposo regresó sin heridas aparentes, aunque lo envolvía una oscuridad que he sido incapaz de disipar. Todos dicen que no me ven contenta con su vuelta, pero ellos no entienden, no perciben las cicatrices que hay en su interior. Vitorean el sonido de las campanas que redoblan a triunfo, mientras no dejo de preguntarme quién ganó realmente. El hombre que yo conocía no ha vuelto.

SEP146. ENTRE CRISTALES, de Juancho Plaza

He aprendido a observarte entre cristales, mientras aparento mirar escaparates, en esta plaza en la que un día zarandeaste mis recuerdos. A pesar de que el tiempo se ha mostrado despiadado, te reconocí al instante. Mantienes, a pesar de todo, ese aire distinguido que me hizo enamorarme de ti. Siempre me pregunté qué te llevó a abandonarme queriéndome como me querías. Ya sé que de vez en cuando necesitabas conquistar a otras mujeres, digo yo qué para demostrar tu hombría. No me extraña, presencia y labia nunca te faltaron. Siempre lo supe, pero callaba como una idiota y me consolaba pensando que yo era la princesa en tu castillo. Ahora creo que tal vez necesitaras una señal, que explotara, alguna escena. No has perdido el aplomo, ni siquiera con ese traje pasado de moda y mal planchado. Todavía veo en ti al guapo conquistador que siempre fuiste. Y me da miedo volverte a perder. Pero de momento te tengo donde quiero, en esta plaza, bien plantado, con una foto mía, tienes que reconocer que no me hace justicia, en una mano y en la otra una pizarra en la que se puede leer en letras grandes: “Busco a mi esposa”.

SEP145. ¿VOLVER? ¿PARA QUÉ?, de Luis Carlos Castilla Ortiz "LuisCar"

Mamá se pasa el día parloteando. Habla y habla sin cesar. Comenta lo que está haciendo, lo que va a hacer y lo que le gustaría, pero siempre lo hace sola, porque papá nunca está.
Papá es un dandi del tenis. Invariablemente de punta en blanco, no soporta sudar, por lo que apenas corre en la pista. En realidad, lo que le gusta es la tertulia y la cerveza de después. A veces, va a ver a la abuela, pero como no lo reconoce se enfada y promete que no va a volver.
La abuela está llorando continuamente, mira la foto del abuelo y llora. Cada día la pierde porque no recuerda dónde la dejó y vuelve a llorar. Cuando la encuentra se seca las lagrimas, sonríe y vuelve al llanto.
El abuelo es el único que se ha acordado de mí decimosexto cumpleaños. Con su nueva novia, otra rubia bronceada, me ha traído flores amarillas, mi color favorito, pero enseguida se han ido porque tenían que coger un avión
¿Volver? ¿Para qué? Prefiero volar donde el viento me lleve. Después de todo, las flores estarán mustias en unos días en ese vaso de latón que sostiene mi soleado nicho.

SEP144. NUEVO MUNDO, de Fernando Andrés Puga

Cuando al fin trabaron desde afuera la escotilla hermética de la nave y se dispuso a ingresar en la cámara de hibernación donde permanecería hasta llegar a destino, a Eva le entró la duda. ¿Había cerrado la llave del gas antes de salir de casa?
Una profunda congoja la invadió al comprender que no podría verificarlo. Si alguna vez volvía, seguramente todo habría cambiado y ni siquiera la casa estaría en el lugar donde la estaba dejando. Una lágrima le rodó por la mejilla y mientras se acariciaba el vientre con ternura trató de imaginar un nuevo hogar.
— Bueno — se dijo —. Al menos espero que la vecina haga lo que le pedí y no se olvide de regar los geranios del balcón. ¡Ay! Jamás me perdonaré haberlos abandonado a su suerte.

SEP143. EL OLIIMPO A JUICIO, de Marta Trutxuelo

El héroe ha regresado. Sus pies se encaminan anhelantes de descanso hacia el hogar pero… se detiene. Alza su mirada… culminará este viaje amparado por el humilde manto del agradecimiento. Exhausto, corona la cima sagrada y escruta tras una cortina de nubes, por donde asoma una escena inesperada. En el flanco derecho, los dioses presididos por Zeus y Hera. En el izquierdo, los héroes, con Perseo y Aquiles a la cabeza. Y en el centro, Temis, diosa de la justicia. Entre el público Penélope teje y desteje sin parar, Prometeo juguetea con unas brasas, Pandora entreabre una caja… Y en el banquillo de los acusados un anciano recoge varios pergaminos del suelo.

—Solicito una prórroga —pide el viejo a la dama de la venda en los ojos.

—¿Otra? No saldremos de aquí hasta que expliques por qué Perseo tiene una flecha en el talón y Aquiles nos amenaza con la cabeza de Medusa. Anciano, tú sólo eres nuestro cronista… ni que te hubiéramos encomentado los trabajos de Hércules. Homero… ¡esto es un insulto para el Olimpo! ¡Una odisea!

—¡Ejem!—interviene una voz indignada.—¡Si alguien ha vivido una odisea… ése soy yo! — replica Ulises descubriéndose tras su raída capa.

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