Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

NOV37. PALETA DE PALABRAS, de José Ángel Gozalo Molina

Hay palabras que nunca nos atreveríamos a confesar a nadie, pero que en cambio, cuando otros nos las entregan para que las custodiemos, escapan libres, rompiendo secretos que un día encerramos en otras. Juramentos vanos, palabras huecas que sabemos que no cumpliremos.
Hay palabras que hieren certeramente de muerte los corazones, mejor que el más afilado de los puñales.
Hay palabras de amor, que sólo significan algo para quién la escucha.
Palabras cobardes, que mueren en nuestros labios temerosos antes siquiera de cobrar vida, pero que nunca sabremos cuanto anhelan ser escuchadas por la persona amada en silencio.
También hay quién muere por defender sus propias palabras. Siempre ha sido así y siempre lo será.
Hay palabras que guardamos dentro, y por no ser pronunciadas, se hacen cada día más pesadas creciendo hasta corromper nuestra alma.
Hay quién con palabras erradas, teje a lo largo de los años su prisión, pues el hombre es inevitablemente esclavo de cuanto dice.
Hay cosas en el mundo que no se pueden expresar con palabras, y otras en cambio, que caben en una sola.
Habiendo tal variedad de palabras, ¿por qué yo ya no soy capaz de plasmarlas en este papel blanco?

NOV36. ¿ADIÓS?, de Inés Z. López

Te lo pedí una noche, después de hacer el amor. Exigí, desafiante, una sola palabra. No hubo respuesta. Me clavaste los ojos ajustando el blanco de tu cuello; pero los labios que antes besaron ahora callaban.
Si no encuentras la palabra, invéntala, te dije, inventa una palabra que defina lo imposible de nuestro amor. Tu mano me bendijo mientras te marchabas, dejando un oleaje de prendas negras a tu paso. Y mientras mi mirada naufragaba en la nada, las velas extinguieron su luz, dejándome envuelta en una oscuridad ominosa.
Aquel domingo acudí al templo para escuchar tu sermón: hablaste de la belleza del Amor; del dolor del Deseo; de la Intolerancia de muchos y del valor de afrontar el Olvido con Serenidad. Mi herido corazón rebosó de adioses ya inventados. Adioses cubiertos de despecho y dolor. No podía permitirlo.
Al anochecer te increpé furiosa. Contaría lo nuestro si me dejabas. Aquello te crispó. Sentí tu miedo en mis tripas y, aunque no pude verlo, casi presentí aquel golpe.
Ahora, ante la visión horrorizada de mi espectro, escucho cómo afloran a tus labios todas las oraciones aprendidas. Ingenuo. No es suficiente. He vuelto para quedarme, y…, no me marcharé sin ti.

NOV35. EL CREADOR DE PALABRAS, de Ginette Gilart (Amélie)

En su choza el Bará-mot prepara la pócima: vierte en la olla humeante los ingredientes necesarios, mientras recita una sarta de palabras inconexas, como una triste letanía. Cuando llegue el momento en que la Luna esté en su fase creciente, los más antiguos del poblado le rodearán y le entregarán un nuevo objeto. Después de observarlo detenidamente, el Bará-mot beberá del brebaje, entrará en trance y desde su garganta emitirá un sonido que formará una nueva palabra. Luego, el más sabio reunirá los habitantes del pueblo y, alzando el objeto, pronunciará varias veces el nuevo vocablo que, como un eco, los asistentes repetirán hasta grabarlo en la memoria.
Cualquier día no lejano, con ayuda de un cayado, trazará en el suelo algo semejante a un símbolo. Habrá descubierto la escritura.

NOV34. HACIENDO GÁRGARAS A LA VIDA, de Ana Belén Rodríguez Piqueras

Cansada de engarrupiar su mente con la crónica divorcista de quien se niega a seguir sin continuar soñando, una tarde se prescribió echar el cerrojo ahorcando a sus ojos. La primera caída de párpados sonó estrepitosa, la segunda suave y acompasada.
Como cada tarde, el espectáculo simbiótico que aparecía en su mente le hacía sonreir. Sentía de nuevo como su marido rozaba con su mano las amargas horas de soledad que brizanaban con ella cada noche, como criaba con su voz espantando los augurios y marrupiana con su dentadura las nueces que recogían del campo, pero al segundo “crach” uno de sus hijos asustado la desterró a gritos de su sueño, sin entender que determinados éxtasis recetados, en su puntito de sal, le permiten ser feliz gorgogeando aún una vida con su fallecido marido. Tras la retirada de pastillas , se sumió de nuevo en su ipólita realidad.

NOV33. TOLLE EUM, de Fernando da Casa de Cantos

–¡Me cago en la ostia, joder! ¡Ojalá se pudra la concha de la puta virgen de su madre! ¡Así se mueran envenenados los gusanos que corroen su corrompida alma condenada al malebolge!

Álvaro propinó un sonoro remoquete sobre el bufete. Los cajones se asustaron y acabaron por desordenarse. Ante el galimatías generado por las amenazas y exabruptos exhalados por su cliente, Mateo decidió templar los ánimos y ofrecerle una dosis de resiliencia.

–¿Drogarme yo? Eso solo lo hago en privado, no delante de mi abogado.

Semejante derroche de estulticia provocó que Mateo se encogiera de hombros. Se limitó a suicidar sus pensamientos. No merecía la pena sacrificar ni una neurona más en ese caso.

–No pienso pagarle ni un céntimo, ¿sabe? Si considera que la mierda de su trabajo merece algo, apañados vamos…

Un portazo de alivio ajustició aquella relación. La reproducción del Cristo manchado de Dalí, humilde adorno decorador de la pared del pequeño despacho, se removió dentro de su marco. “Tolle, tolle, crucifige eum”, pensó Mateo. Se juró a sí mismo no volver a aceptar ningún asunto de quien no comprendiera el significado de la palabra tolerancia.

NOV32. EL DESOZONADOR, de Estíbaliz Dilla Muñoz

Martín, cuando no está estudiando, ni jugando con sus amigos en el parque , ni ejercitando los pulgares con la Psp, se dedica a quitar trocitos de cielo con las tijeras que usa para hacer manualidades. Después, coge una cubeta, la llena de agua y deja en remojo los pedazos durante quince minutos. Cuando el azul celeste se ha diluído, empapa un pincel en la solución, y con mucho cuidado para no salpicar, se coloca en frente del espejo y comienza a tintar su iris, con exquisito temple para no azular el blanco de sus ojos.
Al atardecer ha quedado con su amor. Cuando se encuentran en el bosque, Margarita se abalanza entre sus brazos, y se zambulle en el océano iridiscente que la hipnotiza cuando él la mira. El, hunde su nariz en la melena recién alisada de ella, y aspira todo el aroma que hace un rato ha impregnado por todo su cuerpo, con el vapor del cocido de pétalos de rosa que ha elaborado vespertinamente. Embriagados por la mezcla de los sentidos van despojándose de sus armaduras textiles, hasta quedar solapados piel sobre piel, poniendo en peligro los polos terráqueos que comienzan a derretirse con tanta fogosidad.

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NOV31. PALABRAS NECESARIAS PARA UN MUNDO ROTO, de Juan M. Sánchez

Cuando la sacaron de aquel infierno, Severina Couto se quedó paralizada ante los dos generosos ciudadanos que, arriesgando su vida, le devolvieron la suya. Ellos tampoco parecieron esperar más que esa mirada de desconcierto. Era así, o al menos venía siendo así desde que la palabra que se usaba para reconocer los favores, tras ser catalogada como americanismo y luego como arcaísmo, cayó en desuso.

NOV30. DIME QUE SOY PARA TI, de Evelyn Pérez

No tenía las llaves de mi casa ni de mi vida pero entraba y salía de ambas cuándo y cómo quería.
Me miraba y decía:”Prueba con otra”.
Ni amante ni querida le servían para nombrarse. Novia menos, le sonaba antigua.
Amiga… “¿Amiga? ¡¿amiga?! ¿con derecho a roce?, ¡que moderno!” y se reía.
Desde luego nunca me habría atrevido a proponerle esposa.
Todas las que se me ocurrían se quedaban pequeñas cuando traspasaban la frontera de mi garganta.
Sé, por fin, cómo llamarla, pero decirlo en voz alta ahora que no está, me asusta.
La guardaré para ella por si un día decide regresar.

NOV29. PASADO, PRESENTE Y FUTURO, de Virtudes Torres

Pasado
La gruta, fresca en verano y protectora en invierno, daba cobijo al macho a la hembra y a su cachorro.
La hembra tenía enganchado a su pezón al cachorro que días atrás había traído al mundo.
El macho cazaba un animal, o traía cualquier hierba o fruta y los días pasaban… ambos se miraban y sabían qué quería o necesitaba el otro.
Pero he aquí que un día los dos decidieron dar un paso adelante. ¡¡Y pensaron!!
¡Por Dios! ¡Qué ocurrencia!
Y abrieron sus bocas y dejaron escapar sonidos. Y esto les gustó, y a ese sonido le sucedió otro y otro y sílabas y palabras… Y empezaron a darles sentido, significados.
Presente:
Inventaron los idiomas, y con ellos las relaciones, las rupturas, la verdad, la mentira, la adulación, la crítica…
Se dieron cuenta del poder de la palabra (la pluma es más poderosa que la espada).
Se escribieron grandes obras, y otras no tan grandes; y llegó S. Google y los libros físicos se fueron quedando arrinconados.
Futuro:
Las grutas se convirtieron en minipisos, el hombre en robot, el pezón en brit, el libro en ibock. ¡Extracalamidabótico! ¡Despampaburrico! No hay solución. Y es que l@s human@s somos así.

NOV28. FILTROS DE AMOR, de Nuria Casado Marco

Recuperó el interesante artículo que hablaba de la eficacia de los ritos, rezos y pociones de Olorumbubu, un pueblecito de África Oriental.
En el mismo,aparecía una dirección en Madrid, y habiendo fracasado en sus tentativas de seducir a Inés,decidió acudir,y curar de una vez por todas sus dolencias de amor.
Una exótica negrita de curvas imposibles de nombre Aka, le acompañó a una sala llena de un humo espeso ,en la que se adivinaban extrañas figuras decorativas, y donde reposaba en un cojín, un hombre negro de grandes proporciones ,vestido de alegres colores ,al que contó brevemente el problema.
Este, con voz grave a la sazón, comenzó a mezclar sustancias en unos cuencos ,y mientras danzaba,iba salpicando con aquel líquido a nuestro hombre,mientras cantaba makaneka, numeke, susume, makaneka a un ritmo vertiginoso, hasta caer extenuado y febril.
Terminó dándole su bendición, con un rimitarumba sanra y una señal en la frente.
Salió de allí tal como había entrado,salvo los cien euros que atrapó ávida la joven ,y que desaparecieron al instante en la faltriquera.
Piensa ,mientras observa a Aka preparar el desayuno, si aquel santero equivocó la pócima o sus palabras,aunque tampoco le importó demasiado.

NOV27. LA MEJOR PALABRA, de María del Carmen Guzmán Ortega

Mario buscaba palabras nuevas y entre ellas, la mejor, la más brillante. Ya tenía cientos de folios con términos nuevos y sus significados. Allí estaban destender, desmarar, aburrarse, prosapoetizar, etc.
Abundaban también palabras antiguas con significados distintos, como por ejemplo: eutanasia, o enfermera de origen ruso, bombona, o bomba que no hace daño, lunático o el que mira la Luna desde el ático, alojarse o pernoctar en Loja, farmacopea o borrachera de fármacos… y otras por el estilo.
Una noche, agotado por el trabajo, soñó que las palabras lo rodeaban en una danza mareante. Allí estaba la filosotáfora y la pedantoteca, palabras empleadas por un amigo escritor, así como, descomer y desbeber, de las que no estaba muy seguro de que se encontraran en el diccionario normal y corriente. Ante él, como una odalisca moviendo sus caderas, ejecutaba la danza del vientre la insinuante pechinalguis, mientras tocaba el acordeón un jovencito petribarba, cantaba una desaforada canción una barbigrita, dormía la mona un melenagrifo y lloraba de emoción un marinero desmarado.
Cuando despertó ¡eureka! le vino a la mente, por fin, la palabra más bella: empatiamor, vocablo y consecuente actitud que le abriría todas las puertas.

NOV26. EL GUARDIÁN, de Arantza Portabales Santomé

El abuelo Luis falleció una tarde de invierno atragantado con un neologismo rebelde que decidió salir a recorrer mundo con fatales consecuencias. El forense lo extrajo cuidadosamente de su faringe, junto con otras doscientas veintinueve palabras que el muy truhán había inventado a lo largo de su vida y que guardaba celosamente para sí. Siempre había sido un hombre reservado.
Por decisión del albacea, una vez repartidas sus múltiples propiedades entre mi abuela y su segunda esposa, a mí, por ser el único escritor de la familia, me correspondió una urna funeraria en la que se agitaban un buen puñado de neófitas palabras.
Confieso que en contadas ocasiones he echado mano de algunas de ellas para utilizarlas en mis obras. Con curiosidad he asistido a su alumbramiento y posterior devenir por el mundo, donde se han confundido con otras ya existentes, adquiriendo matices y nuevos significados inimaginables a priori.
Aunque eso solo lo hago con las que me parecen amables o complacientes.
Las potencialmente feroces o hirientes las mantengo a buen recaudo.
Procliciar, citorrea, sorbiento, maluntiante….
Todas ellas, singularmente sospechosas, viven condenadas a perpetuidad entre las paredes de la urna.
Si al menos pudieran prometerme que se portarán bien…..

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