Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

AGO19. ALAS Y SOMBRAS, de Teresita Bovio

Cuando las aves abandonan la mañana en la hora fugaz de la alborada, mi ilusión sigue su vuelo y acorta las distancias que de tu amor me separan. No dejaré que la nostalgia me abrume, con la mirada clara seguiré la ruta-tal vez distorsionada- que marca mi destino de musa olvidada.
Y si al atardecer cuando el celeste cielo se torna azul marino y mi alma llega hecha jirones porqué tú ya no me amas, voy a ser como las aves que libres de pecados regresan con sus trinos a festejar auroras recién inauguradas.
Te buscará mi angustia…Y tal vez mis manos mueran entre las sombras.

AGO18. MAR INFINITO, de Gloria Arcos Lado

Las aguas de un azul profundo parecían llamarle para que se sumergiera en ellas.
Pero ella sabía que sólo podía tratarse de un bello espejismo, pues se hallaba  a 700 kilómetros de distancia, de la mar, como decían los marineros de su tierra.
Lo más cercano que había a su alrededor, que tuviera algún parecido al hermoso e inabarcable Atlántico, era un aprendiz de río llamado” Manzanares”.
Sin embargo, lamentaba enormemente que este no pudiera alcanzar su categoría, el matiz tan cambiante con los días, el profundo misterio que guardaban sus aguas, a veces turbulentas, y  al momento quietas y mansas como un espejo.
Sólo podía añorar aquel azul, ahora marino, luego verde o turquesa, a veces grisáceo, pero siempre intenso de su mar, de su océano siempre majestuoso, muchas veces bravo, pero inevitablemente inmenso, que le hacía sentirse melancólica, llena de “morriña”.
Entonces sólo podía pensar: « ¿Cómo voy a hacer para sobrevivir otro año entero sin poder ver mi mar?

AGO17. LAPISLAZULI, de Jesús Alfonso Redondo Lavín

No nació este “caeruleum” de extractos de plantas o flores, ni de exóticos árboles amazónicos. Nació del lapislázuli, piedra, tierra al fin y al cabo, que lo sudó destilándolo gota a gota.
No es azul porque la mar lo sea. Es marino porque vino de más allá, de ultramar. Lo trajo la ruta de la seda que lo embarcó en la templaria ciudad de Acre, el “Azur d´Acre” gabacho.
Escaso y precioso, los pintores de estucos lo reservaban  para pintar sobre pan de oro, los delicados mantos de la Madre de Cristo.
Hay muchos azules, pero éste, no es el precolombino pálido añil maya con el que se embadurnaban los cuerpos de las víctimas propiciatorias en aquellas horribles  hecatombes con humanos. No es azul zafiro, ni índigo, ni pavo, ni turquí; tampoco es Prusia, ni Majorelle, ni Klein.
No es color enamoradizo; no hay ojos “navy blue” y  el mar solo lo adopta cuando es tenebroso, como el “blue scuro” trasalpino, no “azzurro”.
Es el azul del trabajo, del obrero, del minero y del pescador.
Mi sobrino Rober, experto en arte y también artista, me dice que los pintores gustan de inventar azules.
Él mismo tiene un color azul patentado.

AGO16. AZUL PROFUNDO, de Héctor Hernández

—Mucho se ha contado sobre lo que en tierra ha acontecido, pero de la historia del mar y sus misterios poco se ha dicho—así comenzaba el marino Nicanor su relato en cada pueblo que visitaba.
—De eso ya hace muchos años—continuaba diciendo mientras, generalmente, apuraba algún trago—,surcábamos el mar Nórdico rumbo a Helsink con un sol que se extinguía tras nosotros. De pronto, a mitad de trayecto, oteamos un buque cuya negrura contrastaba con lo áureo del horizonte. Sus cañones se escucharon mucho antes de que sus balas nos impactaran. Nuestras troneras se abrieron y respondimos al fuego enemigo. Era la misma batalla que antes libraron los vikingos, y que después librarían en otros mares los grandes acorazados. En lo grueso de la refriega los cielos se encapotaron y se desató (quizá conjurada por el combate) una tormenta perfecta. Los altos oleajes dificultaron aún más las maniobras de las destrozadas naves  y, poco a poco, los hombres fueron cayendo al mar, y yo con ellos. Antes de poder asirme a un madero estuve bajo el agua lo suficiente para ver cómo sirenas blancas llevaban a los heridos hacia el fondo, hacia el oscuro y marino azul profundo.

AGO15. LA PLEAMAR, de Susana Revuelta

Valentina observa con amargura cómo cada lametada del mar borra las huellas que la alejan de su arroyo de aguas claras, convertido en un barrizal de desprecios tras las últimas tormentas. Chapotea su angustia por la orilla salpicándose las piernas, sintiendo la invitación del océano a sumergirse en él.
Una brisa marina la empuja hacia esa inmensidad azul que la reclama, impaciente. Al principio le cuesta desvestirse, pero el deseo la vence y se tiende desnuda en la arena. Las olas la reciben fogosas, la resaca la envuelve y arrastra, se enreda en un remolino de placer. Da vueltas y gritos, traga agua, le falta el aire… Sus brazos se aferran a la arena y, convulsionada por una corriente de sensaciones que sacude su cuerpo, se deja llevar por la pasión. Por fin una gran ola rompe en la orilla y Valentina no puede contenerse más: un gemido prolongado emana de su interior y, extenuada, se abandona en el clímax de la marea.
El mar antes bravío vuelve a estar en calma. Tumbada bocarriba, aspira el salitre y saborea la espuma que cubre su piel. Nota un aliento que acaricia su cara y besa los labios salados de su amante.

 estelasdetinta.blogspot.com

AGO14. AZUL CARIBE, de Vidal Fernández Solano

Le prometieron unas vacaciones de ensueño en el paraíso.
– ¿No hay peligro? –preguntó-. Ya sabe, lo de las Bermudas…
– ¿Quién se acuerda ya de eso? Relájese y disfrute, hombre, no se arrepentirá.
Les habían llevado a dar un paseo en un yate deportivo de nombre HOBIE CAT 15, para bailar, beber y darse un chapuzón entre inofensivos tiburones. Sin saber cómo se vieron dentro de un banco de niebla que apareció de la nada, engulléndolos.
El motor se detuvo y el barco empezó a hacer agua. Tuvieron que huir en los botes salvavidas. Al bajar se golpeó en la cabeza y perdió el conocimiento.
Cuando volvió, estaba sólo en el bote, en medio de la espesa niebla. El mar era de un extraño azul marino, hipnótico, atrayente.
Cerca de él se oyó un chapoteo. Al girarse, un bello rostro de mujer le miraba por encima de la borda. Su sonrisa era una invitación irresistible.
Su nombre se unió a una larga lista de otros de los que, como él, no se supo nada más.
¿Quién se acuerda ya?

(CONCURSA CAN)

 http://matematicasparatodosgratis.blogspot.com

AGO13. AZUL CASI NEGRO, de Luisa Hurtado González

Le hubiese gustado haber pasado su niñez jugando en la playa y vivir un primer amor, pero en su piel sólo pudo encontrar el sabor amargo del llanto eterno.
A fuerza de desventuras, su alma se tornó oscura y inició el viaje en el que las olas se acercaban a lamer su piel de color brea, en el que ni cantó ni disfrutó de los atardeceres rojos, hasta que llegó la parca para empujar la patera hacia el temporal y enterrarles junto a muchos otros, entre la playa y el cielo, en el Mediterráneo.

 http://microrrelatosalpormayor.blogspot.com.es/

AGO12. TU AUSENCIA INFINITA, de Estibaliz Dilla Muñoz

Hubo un tiempo muy feliz. Cuando necesitaba sentir calma me detenía a descansar la mirada en tus ojos azules en esos momentos en que creía desfallecer. El mar que bañaba tus pupilas era un abrazo eterno que nunca me cansé de recibir. Relajaba  el cuerpo y la mente en el lecho de rosas que preparabas una y otra vez cada noche para atraparme. Nos amábamos con la pasión de dos seres que temen no despertar al amanecer. Te enseñé que en cada peaje del camino al otro lado de la curva te esperaba una de mis grandes sonrisas, se te iluminaba el rostro y te brillaban los ojos de dicha.
Ahora sin embargo, llevo varias noches alargando el brazo para poder tocarte e instintivamente me rehuyes. Cuando te miro a los ojos no eres capaz de sostener la mirada que antes fijabas en largos silencios. -¿Qué te atormenta?- contra la pared y entre sollozos confiesas que te has enamorado de otra persona. El azul marino que encandilaba toda mi vida se fue tornando en un negro intenso que calaba los huesos.
 –Nada dura para siempre, ni siquiera el color de estos ojos que te han amado tan intensamente.

AGO11. QUIERO MIVIDA, de José Manuel Molina Monclova

¡De vuelta a la rutina!
Mirando embelesado, antes de encender el ordenador, el color azul marino de la pared que tendría que estar mirando todo el año hasta el próximo periodo vacacional, me vino este pensamiento mi primer día de trabajo. Rápidamente recordé mis salidas en bicicleta por el litoral acompañado por la brisa marina de ida y retenido juguetonamente por ella a mi regreso a casa. Las excursiones en familia para descubrir los tesoros que se esconden más allá de donde llega esta brisa.
¡Que 21 días! Más agradables donde eres dueño de lo más preciado tu tiempo. Tu vida, hasta el año que viene.

AGO09. DESORIENTACIÓN CROMÁTICA, de Ricardo J. Gómez Tovar

Dicen que si padeces dicromatopsia no puedes distinguir entre amarillo y azul. He leído en una revista médica que es debido a una diferencia en la longitud de onda con la que se captan los colores. Ondas, olas, mar…
Confundir el azul marino con el amarillo chillón, eso es lo que más me preocupa. Hace un mes, al asomarme por la ventana, me pareció ver el cielo amarillo y el sol azul, como si se hubiesen intercambiado los papeles tras un arrebatador empacho cromático. El azul marino del Canal de La Mancha, cuando lo sobrevolé de camino a Bristol hace dos semanas, refulgía de intenso amarillo como un girasol de Van Gogh, mientras que los trigales castellanos que vislumbré ayer desde el tren se me antojaban interminables campos azulados. El traje de comunión de mi sobrino me impresionó por su llamativo color el domingo pasado: una chaqueta amarilla de estilo marinero en la que yo no distinguía el azul marino por ninguna parte. Plátanos azulados, algo amarillo para la novia, nunca te vistas de azul sobre el escenario… Prefiero un cielo nublado a un cielo sereno y, si me apuráis, un cielo amarillo chillón a uno azul marino.

 www.ricardogomeztovar.blogspot.com

AGO08. PERSECUCIÓN AMOROSA, de Javier Sánchez Campos

Descansaba en su camarote cuando un torpedo destrozó el fuselaje del submarino. Toda la tripulación falleció, a excepción suya. Dice que una sirena lo salvó.
Justo cuando termina de contar la historia, mi abuelo se levanta dirección al aseo. Me quedo plantado en el comedor, a medio camino entre la incredulidad y la pesadumbre.
Es entonces cuando una potente explosión, como venida de ultratumba, sacude la casa. Me escondo debajo de la mesa.
Dejo transcurrir un tiempo prudencial y, descolocado, me dirijo al lavabo. Un fuerte olor a salitre, mezclado con una pegajosa brisa, me sacude al llegar. En el suelo, mi abuelo yace al pie del váter con la cabeza ensangrentada. Trozos de metal incrustados en su cráneo.
Una nota en la pila, mojada en uno de los bordes, llama mi atención. La leo:
“Nunca debiste haberme dejado”.
Fdo: Tu sirena.
El forense asegura que el infarto lo fulminó al instante.
Todavía conservo la nota y los trozos de metal. Nadie lo sabe.

AGO07. UNA DECISIÓN MAL TOMADA, de Nicolás Megías Berdonce

Azul, concretamente azul marino, fue el color de su único uniforme de trabajo, pero de aquello hacía meses y no tuvo más remedio que regresar con sus padres.
Cada día salía de casa con el mismo objetivo, entregar su currículum.  Mientras caminaba por las calles buscando la próxima empresa abierta entre todos aquellos locales cerrados, pensaba en aquella mala decisión tomada años antes. «¿Porqué dejaría los estudios?«.  Aún se le venía a la mente las palabras de aquel amigo con él cual seguía coincidiendo en las colas del paro: «Estudiar, para que pierdes el tiempo en eso, vente conmigo, la empresa en la que trabajo necesitan albañiles. Tío se gana un pastón.«
Antes de entrar en el siguiente bar, recordó el día que lo contó a sus padres: «Yo no sirvo para estudiar, Miguelín me ha encontrado un trabajo, es de albañil, pero dice que se gana muy buen dinero, ¿Qué os parece?«
De aquel bar salió con una esperanza puesta en que ese fuera el lugar. De regreso a casa, se fijó en un edificio en construcción, rodeado de andamios pero a su vez vacío de aquellos hombres que como él, alguna vez vistieron de azul, de azul marino…

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