Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

NOV145. NO SOY UN HOMBRE DE FIAR, de Gloria del Campo Barcón

Es cierto que a las palabras se las lleva el viento. Yo lo sufro desde niño. Nunca nadie creyó en mis promesas, ni halagos, ni buenas intenciones. No tengo nada. Sólo esta brisa contumaz. Aprendí idiomas extraños e incluso inventé códigos de palabras confiando que, en su perplejidad, me dejaría en paz. He vivido en lugares donde nunca nada agita las hojas de los árboles, pero sin resultado, pues mis palabras siempre van envueltas en este aire persistente. Me he vuelto un mudo solitario. Tan sólo te escribo. Sin embargo, cómo no poder decirte lo mucho que me importas. Hoy aprieto mis puños y busco una última oportunidad; te digo “no te amo”, y me respondes con mil besos y abrazos.

NOV144. PALABRAS AFECTOEFECTIVAS, de Juana Mª Igarreta Egúzquiza

Mi madre no pudo ser una mujer de letras, pero sí fue una mujer de palabras. Además de recitar de memoria las fábulas de Iriarte y Samaniego, ella hizo que jugar con las palabras fuese en casa una costumbre.
Con ella supimos que un comunicardor es el mejor informador de incendios; que los invitardos son esos invitados que siempre llegan tarde; que al pulgatorio van las pulgas a redimir sus picados.
También nos hizo herederos de palabras como: chirlis, mirlis, paternalis y zorronzonclo, según ella, inventadas por mi abuelo Joaquín, maestro de escuela, para expresar en escala de menor a mayor los grados de la borrachera.
Ya mayor, tuvimos que hospitalizarla debido a un problema neurológico. Cuando volvió a casa no podía andar, ni leer, no entendía el reloj…
Nosotros, para motivarla, le preguntábamos: — ¿Cuáles eran esas palabras que se inventó el abuelo? Ella nos miraba seria y no respondía. Así un día tras otro.
Llegó Navidad. En Nochebuena, después de cenar, toda la familia rodeamos su cama. Sin darnos tiempo a entonar el primer villancico, pudimos oír de su boca: “chir..lis, mir…lis, pater…nalis y zorron…zonclo”. Fue nuestro mejor regalo navideño. Lo celebramos con un cóctel de champán y lágrimas.

NOV143. AUSENCIA, de Begoña Rocandio Díaz

Cuando me levanto por la mañana, despliego cuidadosamente mi lado de la cama, estiro las sábanas y… ya está. Cama hecha. En el cuarto de baño, un solo cepillo de dientes, una toalla… En la fregadera, un plato, un tenedor, un vaso… La botella de vino empezada anoche, medio vacía, el tendedero, medio lleno. Uno sólo, medio, uno, medio… Mis días, medio vacíos, y yo, ahora sólo una.
Paso horas buscando. En la enciclopedia, en mil libros, en internet, en mil páginas web. Busco una palabra, una sola, que dé sentido a mi cuerpo, mi pensamiento, mi alma, mi existencia. Pero no la encuentro. “Todo lo que puedas definir, existe”, me dijo él un día. ¿Tendré que inventar una nueva palabra? ¿O será que, en realidad, yo ya tampoco existo?

NOV142. RETRATO DE AMOR, de Mª Belén Mateos Galán

Cada noche de puntillas y en silencio, abro con cuidado la chirriante puerta de mis niños. Me acerco a ellos y les observo mientras dormitan en sus camitas pequeñas, sus caras muestran paz y su sonrisa buenos sueños. Acaricio sus rostros sonrosados y cálidos por el amoroso abrazo de su colcha. Les acuno con nanas y les susurro cuentos de finales inventados. Permanezco allí un minuto, un segundo, una horavida… No sabría decirlo. Pero al ver llegar a la aurora, abandono la estancia de la misma forma en que la he habitado. Con una lágrima en los ojos y una palabra de aliento en mis labios, regreso al marco de fotos que en la pared cuelga desde hace un año.

NOV141. UANHOUU, de Miguelángel Flores

Me pareció oír mi nombre mientras me secaba la cabeza con la toalla. Juanjo, dijeron. Pero no había nadie. Abrí la puerta, cariño, ¿me has llamado? No había sido ella.
Otro día ocurrió después de afeitarme. Y esa vez lo oí claramente, pero con acento. Sonó igual que como lo pronuncia mi profesora nativa de inglés: Uanhouu. Prestando atención, descubrí que había sido el desagüe. Sí, al quitar el tapón, decía mi nombre, Uanhouu.
Volví a llenar el lavabo por el placer de oírlo de nuevo. Y mirando fijamente el agua que se iba, me desvanecí detrás de ella, siendo absorbido por el sumidero. No me pregunten cómo, pero talmente fue. Ahora vivo en la curva que va del desagüe a la pared. Aquí encontré al llegar el anillo que perdí hace una década y una funda dental. No estoy mal, pero la echo de menos. Además, a veces llora y sé que es por mí. La oigo hacerlo, impotente, luego cómo orina y al final, siempre la cisterna. Ahora estoy aprendiendo a decir Maricarmen en desagüero. Y así me la traigo aquí conmigo. A fin de cuentas, pienso, a ella también le gustan el agua y los secretos.

NOV140. ACTITUD DE POMPILIOS Y RALUCAS ANTE EL CÁNCER, de Ignacio Feito

Cuando los pompilios escuchan cáncer, a no tardar se ponen en manos de los médicos y circulan por las carreteras atentos a los consejos que se muestran en los carteles de asociaciones y organismos y siguen con atención los espacios publicitarios, de modo que se acaban curando normalmente y de viejos lo cuentan a sus hijos cuando salen para presenciar una partida de petanca.

Los ralucas con cáncer lo miran con alegría o displicencia. Andan siempre buscando a esta y al otro que sanaron antes que ellos y van a celebrarlo sorbiendo vasitos de Masari y marchando al anochecer al RetraPark donde bailan barriguai y bailan tastofjony mientras se clasifican unos a otros formando grupos según la fisonomía de su quebranto, los del pelo cándice, los de gran pisarriba, los carentes de upa, y, cuando amanece, están curados y exhaustos porque se curan de risa.

Las numas se dejan habitar, se cuelgan carteles en blanco y se quedan quietas de incertidumbres, hay que visitarlas enseguida de modo que se pueda besarlas de frente y de oblicuo y decirles palabras nuevas muy a menudo porque ellas solas no sienten que se curan, necesitan que tú se lo digas cada día.

NOV139. DESACELERACIÓN ECONÓMICA, de Alvaro Varela Plaza

Había pasado la noche en vela meditando aquellas palabras, tratando de buscar la forma de engañarme a mí mismo, de conseguir que sonara menos… nefasto.
Ahora, el murmullo acalorado del hemiciclo corta la respiración y censura mis últimos intentos de improvisar la comparecencia.
Las luces del techo se antojan cegadoras, reflejadas en el atril de caoba. Todavía sigo sentado en el butacón azul del pasillo. Me pregunto si mi discurso arrancará los más sinceros aplausos o sumirá la sala en un estrepitoso abucheo.
Creo que me han llamado en varias ocasiones antes de que el ministro de mi derecha me saque del trance con un codazo nervioso.
Me levanto y bajo despacio los pocos escalones enmoquetados que me separan del centro. El micrófono está abierto, y mi respiración agitada retumba en los altavoces.
De repente, todo queda en silencio. Despego los labios y luego, aguardo un instante. ¿Existirá esta palabra?
Suspiro, y luego, entono en voz alta –Nos encontramos en una etapa de desaceleración económica…

NOV138. GUASAPEANDO, de Cándido Macarro Rodríguez

Quizás hablar de una sola palabra inventada se nos quede muy corto cuando nos referimos a los smartphones, para mí misteriosos y desconocidos artilugios del demonio.
Sí. En lo que a estos aparatitos se refiere lo que se ha inventado es todo un lenguaje totalmente ininteligible para los no iniciados.
Así, por ejemplo, cuando dos jóvenes en edad de merecer interrelacionan gracias a que son un saco de hormonas en plena efervescencia, es relativamente sencillo interceptar la siguiente conversación mediante guasap, sustituyendo el arcaico “mirarse a los ojos” por verse a través de la cámara del móvil:
Ella le manda señales:
– Mlas mzo jdío!
Y él, como no puede ser de otra forma entra al trapo como un Miura:
– T tmb. m mlas. Q psa? Qrs Rllo? T aptc fllr?
Pero ella que en el fondo es una calientabraguetas le responde:
– N pdo Tngo l rgla
Él, resignado a su suerte y en espera de una ocasión más propicia, contesta:
– N imprta M ago 1pja
¿Nos hemos enterado los profanos? Malamente porque utilizan un lenguaje críptico de palabras inventadas que sólo los de su especie conocen.
El mundo va demasiado deprisa a partir de los cuarenta.

NOV137. MODICIDIO, de Tíndaro del Val

Me detuvieron por combinar traje de rayas con camisa de cuadros. Pasé aquella noche encerrado en un calabozo, junto a un par de señoritas en leggings de leopardo y un turista con sandalias y calcetines blancos. Al día siguiente me llevaron ante el juez. Vestía una toga cuidadosamente planchada con cuello de terciopelo y puñetas de encaje de bolillos. Me sentaron en el banquillo de los acusados y leyeron los cargos: “Modicidio en primer grado”. Los testigos empezaron a desfilar: mi jefe me acusó de no saber combinar nunca el color de la corbata, y mi vecino me llamó asesino porque me vio tirando una camisa de Armani con manchas de tomate. Además, durante el registro de mi domicilio incautaron un chándal beige, dos riñoneras y varias chaquetas con hombreras. El juez dictó sentencia: dos años de prisión. Protesté airadamente. Cambié de abogado. Hasta hice una huelga de hambre. Pero no sirvió de nada; al parecer mis reivindicaciones estaban pasadas de moda. Ahora sólo me queda esperar a salir de la cárcel. Aunque podría haber sido mucho peor si hubieran investigado los montículos de tierra del jardín trasero de casa.

M18. ULISES, del Equipo VOLVER

Ulises espera, paciente, el regreso de su amada. Penélope. Ítaca está vacía sin ella. Aunque él no es Ulises, ella se llama María, y Santander evidentemente, no es la isla de Ítaca.
Hace tiempo que casi no siente la vida pasar. Una bata con olor inclasificable y cajas vacías de pizza y comida china, amén de incontables latas de cerveza barata, son sus fieles compañeras actuales.
¡Qué valiente se sintió aquella noche en que se atrevió a pedir su mano, al más puro estilo de galán de cine! Y luego todo sucedió tan rápido…. ¿Dónde estás Penélope?
El teléfono insiste en su llamada. Aunque lo coge con intención de arrojarlo contra la pared para hacerlo callar, al moverlo suena su voz. Paralizado sólo es capaz de escucharla sin decir nada. Mañana a las 4 de la tarde, en el Palacio de la Magdalena.
¿Habrá sabido desde el principio que iría? No tiene las fuerzas ni el valor para negarse a la cita propuesta, piensa mientras su mano sudorosa sostiene un ejemplar de la Odisea y ensaya (pero solo en su mente) las palabras que acerquen de nuevo el corazón de María al suyo.

-«Te fuiste como reina, vuelves como mendiga».
-«Mi viaje ha sido una Odisea. Ahora regreso a Ítaca».

M17. GEMELAS, del Equipo INSECTOS

Esa noche, los animales del monte habían huido de alguna amenaza oculta que solo ellos podían sentir. Al día siguiente, sus cuerpos sin vida aparecieron desperdigados por los caminos a los que parecían haber acudido para morir. Luego fueron las aves las que, tras un vuelo circular, se precipitaban hacia el suelo. A la salida del pueblo encontré extraños insectos devorando el cuerpo de una paloma y, a unos pasos, el de un mirlo. Seguí avanzando y por el camino observé el rastro mucoso y maloliente de un líquido que se acercaba lentamente hasta el río. En la superficie, cientos de peces, algunos exhalando su último aliento y otros muertos, mostraban en sus branquias los mismos insectos que antes devoraban a las aves.
Todo parecía querer llevarme hasta la casa de Rosiña. Desde que quedó sola tras morir su hermana gemela no mantenía relación con nadie de la aldea. Y esto ocurrió hace algunos años. Sus famosos conjuros que en otra época curaran niños y ancianos, bendijeran cosechas, y trajeran buenaventuras, ahora solo parecían traer malos presagios y sucesos de lo más oscuros y extraños.

Recuerdo la última vez que vi a Rosiña con su hermana. Recuerdo ver el bien y el mal juntos de la mano.

M16. JUNTOS Y REVUELTOS, del Equipo PREFERIRÍA NO HACERLO

Lo peor cada mañana no es oír los aullidos del despertador recordándome de lunes a sábado que soy un puto becario sin sueldo. Ni ver al viejo partir en dos las galletas para que duren toda la semana. Ni siquiera el bochorno que siento cuando guardo en el bolsillo las monedas que deja mi madre debajo del llavero en el vestíbulo, con una nota para que no olvide sellar la bonoloto y que yo, seguro de que nunca logrará un premio, me gasto en cigarrillos.

No. Lo deprimente es levantarse temprano los domingos y lidiar con la abuela. Desde que nos mudamos a vivir con ella, me hace rezar el rosario y me recrimina desde el trono de su mecedora: «¡No pongas los pies en el sofá!». «¡Baja el volumen del televisor!». Como no tienen dónde ir, mis padres se han resignado y la ignoran, pero me obligan a podar los setos del jardín para contentar a la vieja. Yo, aunque preferiría no hacerlo, obedezco y arreglo los rosales y los nardos, mientras noto en mi pantalón el sobre con cianuro que no me decido a echar en su sopa y que me convertiría en dueño y señor de la casa.

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