Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

BLANCO Y NEGRO

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en BLANCO Y NEGRO

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán relatos que desarrollen el concepto BLANCO Y NEGRO. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE DICIEMBRE

Relatos

NOV97. COMO UN FUEGO MUDO, de Malen

Así te sentí yo cuando tras treinta años de vida en común me dijiste, o mejor te arranqué, que me dejabas por otra, sin más. Jamás hubiera imaginado que la convivencia fuera una competición… Pasé a ser tu ex con un simple chasquido de dedos. Me quemaste el corazón y todo nuestro pasado y vida en común quedaron reducidos a cenizas. Ha sido una traición por tu parte. No quiero que seas mi amigo, ni los peores enemigos asestan estos golpes tan bajos. No sé cómo expresarlo, no tengo palabras para el abandono. Necesito que alguien recoja mis cenizas y las esparza en algún lugar que tú no pises nunca.

 http://enredadaenlaspalabras.blogspot.com.es/

NOV96. TRANSFORMACIÓN INESPERADA, de Zoe C. Grant

Despertó, miró en torno aun adormilada, él ya no estaba. Evidencias de la pasada velada se hallaban desperdigadas por doquier: las sabanas revueltas, la calidez en la almohada, el aroma a él, a ellos, a la excitación de ambos que aún flotaba en el aire. No obstante, las mayores pruebas se encontraban en su propio cuerpo: el hormigueo de su piel al rememorar, el enrojecimiento en donde la incipiente barba masculina la había rozado, las marcas de sus besos en el cuello… Sabía que volvería; su chaqueta, con la que la había resguardado del frío, continuaba colgada en la silla de junto. Como el fuego que todo lo arrasaba, así era él. Así arrasó él con su vida en tan solo una noche, reduciéndola a simples cenizas, para hacerla resurgir renovada, completa, más femenina que nunca por la mañana. Ella dejo caer la cabeza sobre la almohada y se arrebujó en las sabanas mientras se desperezaba. Un tintinear de llaves provino desde la puerta y una sensual sonrisa se extendió por los labios de la joven. Sabía que volvería, el fuego los había cambiado a ambos.

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NOV95. EL FUEGO DE UNA TRAICIÓN, de Dylan Martínez

Esta tarde de frío invierno he recordado el fuego de tu cuerpo arrimándose a mí mientras te abrazaba, el suave dulzor de tu respiración en mi cuello.
Esta tarde hace un frío intenso y siento más que nunca el fuego de tu cuerpo apretándose con fuerza al mío, sonrío y disfruto de esa agradable sensación mientras la áspera cuerda rompe mi cuello.

NOV94. ¡BASTA CON ESTE INFIERNO!, de María José Padilla Jiménez

Como el fuego me quema tu cuerpo sin tocarme, como el hielo me deja congelada tu mirada, golpean tus palabras, puñetazos en mi alma y esos sentimientos ausentes de los ojos de quien ¿me ama ?. No me engaño, no me engañas, no te engañes, NO ME AMAS. ¡¿Amor este infierno?! ¡NO!. ¡Entérate!. No soy una prolongación de tu mente, de tu imagen. No tengo que pensar como tú. ¡Yo tengo criterio propio!. Fuera de mi boca tus palabras, las escupo. ¡Fuera de mi mente tus ambiciones, tus ideas! ¡Fuera de mi cuerpo tus ropas, tus peinados, tus maquillajes! El amor no te da derecho a colonizarme. Yo me pertenezco. ¡Mírame tal como soy! ¡Así soy yo! ¡Sí, distinta a ti!. ¡¿De qué te sorprendes?!. ¡¿Cuál es el problema?! ¡Sí, mi libertad limita la tuya!! ¡¿ y te da derecho a anularme?! ¡¡Para eso déjame en paz!! Vive tu libertad solo. ¿Qué no soportas ver lo vacío que estás solo?… ¿la mierda que te sientes sin mí?. Levántate si eres persona.
Empieza a recoger tus desechos. Limpia tu dignidad, tu estima. ¡Ten coraje!. ¡Basta con este infierno!

NOV93. EL HILO DE LA HISTORIA, de Mª Carmen Gómez Caro

Encontró la puerta abierta y entró sin llamar. En la estancia iluminada por el fuego del hogar, tres mujeres hilaban y cantaban. La luz de las llamas bailaba en sus rostros y la lluvia se hacía música en sus voces. Enlazaban historias de encantadas y brujas, de tiempos de cosechas, de años de nieves…De vez en cuando alimentaban el fuego con varetas de almendro extrañamente talladas.

Ella comprendió que tenía que narrar su propia historia. Miró el fuego y su voz se hizo lejana. Las hilanderas siguieron sus labores acompañando los silencios con el ronco quejido de la rueca…
Empezó con su familia y sus amigos, y siguió hablando de su pueblo, la universidad, los conciertos, del gato callejero, de su etapa nihilista. Refirió sus aventuras, sus problemas, y elogió a su marido y a sus hijos. Les habló de sus búsquedas, y de aquel libro que aún  no había escrito.
Al terminar miró a las tres mujeres esperando una respuesta. Una de ellas echó al fuego una vara , y la más anciana anudó un extremo de la labor y cortó el hilo.

-¿Ya está?- preguntó ella decepcionada.
-Se acabó tu relato. – confirmó la anciana-  ¿Esperabas otro final?.

NOV92. ESE SILENCIO, de Calamanda Nevado

Crecida la mañana y pleno el mediodía, Luis, aburrido  de clase, asomó su afilada mirada por los ventanales abiertos. Buscaba,   contiguo al colegio, el gozo  candoroso del puesto de golosinas de José. Mientras lo recogía cayó sobre él,  desde el altísimo invernadero del colegio, una gran maceta de rosas rojas. El niño, rápidamente, recorrió con los  ojos  la guirnalda de su balconada. Allí los profesores de biología y gimnasia, sorprendidos y  descubiertos,  remarcaron   silencio sobre los labios. Esa tarde tenía clase con ellos; se escondió en los lavabos. El viernes, de nuevo, le dolió alrededor de la cintura;  tampoco pasó.  Así mismo, las  semanas y meses siguientes.
El quiosco, oscuro, continuaba cerrado; y  su cuerpo cambiaba. Un sendero de grasa derramaba su abdomen, y una  desierta culpa ahogaba su mirada.  Ya no alborotaba. Doliente, recogía los desgastados   enseres en su mochila; y   silencioso marchaba a casa solo.  Sus padres, siempre sombríos, ocasionalmente le preguntaban  por esas asignaturas. Se arrebolaban  y encendían, acérrimos como el fuego, sus pómulos; despojando sinceras y  repetidas respuestas sin voz. Ese silencio, permitió apagarse el resplandor de sus extraordinarias dotes para el deporte;  y el amor de sus padres. Nunca aludieron, las continuas faltas a clase.

NOV91. LÁZARO, de Francisco Javier Alfaro Martínez

Hace tiempo que permanece escondido, dejándose llevar por el azar de su memoria y la fluidez de su absurda historia. Pensando en el significado de su existencia, sin encontrar respuesta. Sus holgados e inmundos ropajes, apenas si cubren su esquelético cuerpo en estado de descomposición. Las bacterias y los parásitos jamás terminaron de realizar su trabajo, aunque el olor a podrido y el moho siguieron acrecentándose en gran parte de su ser.

Por más de dos milenios ha vagado por el mundo, provocando la más funesta repulsión. Lo han llamado; monstruo, zombie, vampiro y hasta un simple y vulgar chupa cabras.

Pero ya no sufre, porque se acostumbró al dolor. Ya no llora, porque sus lágrimas como ácido le quemaban sus roídas mejillas. Ya no siente coraje, ni odio por los hombres que tienen oportunidad de morir. Porque sabe que ese celo lo haría terminar con ellos, erradicando de la tierra su huella.

Por eso ahí oculto, con su rostro lacerado por el mortecino pasar de los años, permanecerá con un solo pensamiento que le quema como el fuego  su maltrecha mente… ¿Por qué fue resucitado?

NOV90. MAGIA VERDADERA, de Adrián Rodríguez García

El mago, todavía con la espada clavada en el vientre, recoge la espléndida cosecha de aplausos de un público que nunca había visto semejantes proezas. Extrae el mortal filo y pide silencio.
– Algunas personas se pasan la vida buscando un camino, no el suyo propio sino uno cualquiera. Conformistas, resignados a una existencia neutra. Yo sería uno de ellos, y no estarían aquí conmigo esta noche disfrutando del espectáculo, si no hubiese entrado en aquella librería. Sepultado entre varios volúmenes encontré uno que me abrió las puertas de la auténtica magia.
He aprendido mucho desde ese día, les revelaré el mayor secreto de todos. La magia verdadera, que va más allá de simples trucos de salón, reside en todos nosotros y la única manera de conseguir más es robándola.
La exuberante ayudante aparece en escena con una garrafa y una vela encendida. El mago coge el pesado recipiente y empieza a beber. Un inconfundible hedor a gasolina invade la sala. Desciende del escenario con la vela en la mano y se coloca entre el público.
– Gracias a sus cenizas el espectáculo podrá continuar- dicho esto engulle la vela, la onda expansiva incinera hasta el último de los asistentes.

 http://esperaquetecuento.blogspot.com.es/

NOV89. DE NOCHE, de Juan José Benitez Goya

Era de noche. Una noche oscura, densa,  carente de movimiento.
Yo era el único con alma. Iba andando por unas calles que antaño estaban perfumadas de ilusión, de magia, de fantasía, de risas. Hoy les cubre la angustia, la agonía, la tristeza, el sufrimiento.
Me aferro a la esperanza de encontrar algo en lo que agarrarme. Y ahí está. En lo alto de la colina, se halla aquella luz. Resplandece como el fuego en la noche de San Juan, esperando recibir en su seno millones de deseos y anhelos.
Conforme voy subiendo por la colina, mi corazón va latiendo más y más deprisa. Conforme voy ascendiendo, miro atrás y me detengo. Observo todo aquello que voy dejando atrás. Aquella absoluta oscuridad, aquel absoluto abandono, la vida que me rodeaba. Una vida que yo mismo cree. Y creí.
No sé cuánto tiempo pasó desde que empezó mi ansiado ascenso, pero por fin llegué a la cima. Aquella luz me esperaba impaciente, ansiosa por abrazarme y darme cobijo. Por fin me convertiría en parte de su ser. Y me fundí con ella. Me sentí en paz. Cerré los ojos y al abrirlos me di cuenta de la realidad. Aquella luz era yo.

 http://juanjo1976.wordpress.com/

NOV88. LA PRISA, de Alicia Villares Frías

La vida siempre es prisa. Salió de la ducha goteando el suelo al sonido insistente del teléfono. «¿Diga?». Apenas una frase entrecortada al otro lado y el estruendo del auricular al caer junto a los pies mojados.
La prisa como el fuego. Vestirse al azar, calzarse, coger las llaves y salir con un portazo a las espaldas. Frente al espejo del ascensor sus pezones bajo la blusa descolocados. Metió la mano temblorosa en el sujetador y los colocó simétricos. «Mucho mejor».
Corrió calle abajo, en la esquina frenó en seco y se enjugó las lágrimas. Ahogada continuó el camino a paso lento, él ya estaba muerto y no había prisa por llegar, ni fuego.

 aliciavillares.blogspot.com.es

NOV87. LA LÍNEA ROJA, de Diego Sebastián Erice

Luego, como el fuego venía, huyó. Antes no pensaba moverse, la línea roja estaba aún lejana, apenas era una cinta anaranjada en el horizonte sin horizontes de la noche. Pero la línea se acercaba, tenaz, silenciosa al principio. Cuando empezó a oír el crepitar de las aliagas antes de convertirse en cenizas y los gritos de los caracoles chamuscados, huyó, ha quedado escrito. Huyó lentamente al principio, corriendo después sobre tojos, piedras y escarabajos, empujado por el calor y el sonido, cada vez más intensos, cada vez más próximos. Y además estaba el olor. Llegó al borde del acantilado, miró. Primero hacia atrás. Luego miró hacia abajo. Vio entre las espumas nocturnas unos peces que reían. Y se quedó quieto, nadie le había enseñado a nadar.

NOV86. DIME NIÑA DE QUIEN ERES…, de Elena Casero

Llamó la atención desde la cuna. Tan pequeñita, tan redondita, con esa blancura en el rostro  inmaculado y la pelusilla rosada que le cubría la cabeza. No lloraba apenas. Pasaba la mayor parte del día con los ojos abiertos, redondos y penetrantes. Cuando menos nos dimos cuenta, ya andaba solita. La pelusilla rosada se convirtió en un tapiz de tono pajizo que contrastaba con su palidez.
Crecía sana y fuerte. Una melena de fuego, rizada y salvaje, caía sobre sus hombros. Es cierto que cuando nos miraba sentíamos un ligero escalofrío, pero lo achacamos a la alegría de haberla adoptado. Nos admiraba la facilidad innata para aprender muchas lenguas. Aunque no entendiéramos lo que nos decía, su mirada hablaba por si sola.  Un día, nuestros amigos dejaron de venir a nuestra casa. Siempre tenían alguna excusa. Pero tampoco querían que nosotros fuéramos a la suya. Alguien comentó que siempre pasaban cosas raras.
Los padres nunca queremos ver los defectos de nuestros hijos, pero, sí, seguramente es lo que ustedes están imaginando.

 http://escriptorum54-adlibitum.blogspot.com.es/

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