Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

QUIJOTERÍAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en QUIJOTERÍAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el tercero serán QUIJOTERÍAS Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE MAYO

Relatos

SEP65. REVANCHA, de Vidal Fernández Solano

Cuando Blancanieves abrió la puerta, contempló sorprendida a una anciana que portaba un cesto de fruta.
—Buenos días, mi joven y bella dama. ¿Serías tan amable de ofrecer un poco de agua y una silla a esta pobre y cansada anciana?
—Por supuesto, pasad.
Una vez sentada a la mesa y refrescado el gaznate, la anciana escogió la más roja y brillante de las manzanas que llevaba y se la tendió a Blancanieves, a quien se le hizo la boca agua.
—Toma, querida. Has sido tan amable…
—¿Es para mí? ¡Hace tanto que no como fruta madura…! ¡Voy a traer un pedazo de tarta de arándanos que acabo de preparar y merendaremos juntas!
Blancanieves volvió con un pastel, un par de platos y un enorme cuchillo. Cuando levantó el cuchillo, la anciana vio su propio rostro reflejado en el iris de aquellos preciosos y cautivadores ojos.
Y fue lo último que vio.

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SEP64. EN EL MOMENTO JUSTO, de Carolina García

El dolor zumbaba entre los versos del poema que no lograba escribir, mientras el vaso regaba de lágrimas la lustrosa barra del bar.
No se percataba de la multitud que la ahogaba. El bullicio que hacía eco en el vacío de su pecho, le sabía demasiado lejano.
Su mirada se arrastraba a tientas entre botellas y recuerdos, hasta que colisionó de frente con unos ojos negros vestidos de muchacho desamparado.
Se untó las retinas con esa imagen, y le regaló una mueca torcida a las comisuras enfermas que ya se sentaban a su lado.
Él la notó.
Ella desesperó. La vería como una joven con maquillaje corrido, manos convulsionadas y  pupilas deshidratadas.
Con un rápido movimiento tomó el abrigo y la desilusión del respaldo del asiento, y caminó apresurada hacia la puerta. Pero antes de llegar al umbral, una mano decidida y estremecedora le timoneó la cintura hacia un deseo diferente.
En la oscuridad de la esquina más estrecha del salón, el muchacho abrigado de ojos color noche le acarició y le acunó el corazón, como si fuese una fruta madura, evitando que caiga y termine hecho trizas.
El bullicio les sabía lejano. Casi inaudible.

SEP63. INMADURO, de Fernando Andrés Puga

– ¡Tomatelás, nene! Andate a tu cuarto y cerrá bien. ¿Okey? ¡Y pará de llorar de una vez, maricón!… ¿Qué estás esperando? ¡Dale! ¡Andate de una vez, querés!
No me fui. Me quedé detrás de la puerta cuidando de no hacer ruido. Del otro lado seguían los golpes.
Cuando el silencio llegó, entreabrí con cautela y me asomé.
Aquel hombre yacía boca abajo. Ella le había clavado un cuchillo en la garganta y la sangre fluía incontenible. De pie, lo veía morir sin perturbarse. Corrí y no me detuve hasta caer exhausto en el banco de una plaza. Me recogió una camioneta que tenía los vidrios polarizados. Lo recuerdo. No supe por dónde me llevaban.
Con el tiempo, lo que vi entonces en aquella habitación se tornó confuso; se mezcló con lo que creí haber visto, con lo que me dijeron que pasó, con imágenes de películas, con noticias policiales. Tal vez lo que aquí cuento no sea del todo cierto.
Ya no tengo ocho años, pero sigo sin entender. Dicen que me desmayo cuando veo sangre. Es posible. Será por eso que prefiero hacer mis trabajitos con un rifle y desde lejos. Por cierto, tengo buena puntería.

SEP62. RUISEÑORES MUDOS, de Enrique Moreno Martínez

Salieron del refugio cuando se les acabó la comida y el agua. Lo primero que hicieron fue buscar a Roko. Pero no acudió a sus llamadas, seguramente estaría escarbando en las petunias del vecino. El sol brillaba como nunca; hacía calor. Ella dijo que no se escuchaban los pájaros cantar. Él comentó que estarían en el carrizal, comiendo trigo.
Cuando sus ojos se acostumbraron de nuevo a la luz, ella se fijó en él y se rió de su rostro.
       -¡Tu cara es como un higo maduro, está arrugada y fofa!
       -Pues la tuya parece un melocotón sonrosado –contestó el niño también riendo.
Ella gritó mientras se ponía las manos en la cara. Lloriqueó al comprobar que le ardía mucho, y que estaría muy fea.
       -Pareces un melocotón maduro –continuó riéndose el chico- como los que le dábamos al abuelo que se quedó sin dientes por comer tantos.
Ella se metió la mano en la boca para comprobar que todavía tenía dientes, y vio estupefacta como dos se caían al suelo envueltos en sangre. Lloró. Él la consoló. Fueron al columpio en donde antes el roble daba sombra, cogidos de la mano.
       -No se escuchan los pájaros cantar…

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SEP61. EL REFLEJO, de Joaquín Valls Arnau

El piso de su abuela olía muy bien: ése era sólo uno de los motivos por los que deseaban ir a visitarla cada sábado. Además, si el cielo estaba despejado, se entretenían jugando a atrapar la luz. Ésta, con la forma de un disco, se iba desplazando caprichosamente por las paredes del salón, de tanto en tanto se quedaba detenida unos instantes y entonces ambos se abalanzaban sobre ella e intentaban taparla con unos sombreros viejos. Mientras tanto, la mujer, entretenida en sus labores, permanecía ajena a sus idas y venidas, sentada a una mesa camilla sobre la cual había siempre una fuente con varias manzanas maduras, cuya fragancia alcanzaba a todos los rincones de la pequeña vivienda.
Un día, mientras seguían el recorrido del disco luminoso, observaron que éste se quedaba inmóvil en el techo. A continuación escucharon un ruido. Dirigieron instintivamente la mirada hacia la mesa y vieron cómo las manzanas rodaban por el suelo, a la vez que advirtieron que su abuela tenía la cabeza caída sobre su antebrazo derecho, sin llegar a cubrir el reloj de pulsera en cuya esfera se reflejaban por las mañanas los primeros rayos de sol que penetraban en el edificio.

SEP59. COMPLICIDAD, de Virginia González Dorta

_¡Abuelo, abuelo, ven, corre, que he oído caer la trampa!
El mirlo, azabache y oro, mira a través de las débiles rejillas. Con su fuerte pico podría romperlas, pero algo le dice que su cautividad es la alegría de dos que se quieren, a través del tiempo y de las generaciones.
_¿Ves, Isaac? Si formas una buena trampa los pájaros caen como fruta madura.
El abuelo sonríe, sabe que no siempre es así, pero la magia  del instante borra cualquier cosa que no sea el aleteo de levita del mirlo enjaulado.

 phoeticblog.blogspot.com

SEP58. PÁJAROS, de Miguel Pereira Rodrigo

Ahí estaba, erguido, inestable. Sus grandes pies apenas podían apoyarse sobre el ensamblaje cóncavo de las tejas. Hacía un mes que había visto ese documental del budismo. Y poco después de ello, animado por su volátil imaginación, declaró proceder de un pájaro. Ante él, la inmensidad, el vacío de un séptimo piso y los pies ardiendo le animaban a hacerlo. Lejos ya estaba el pregón, a modo de charla con el tendero, la panadera, sus pocos amigos, padres… y quien en el barrio pudiera tratarle. Uno a uno había comentado los vericuetos de su anterior vida, vinculada al huevo, al nido. Todavía resonaban las risotadas cosechadas. Pero él lo tenía claro: “quien tuvo retuvo”, se dijo, antes de dar un paso al frente, aleteando los brazos con todas sus fuerzas. Pese a su convencimiento cayó como fruta madura, de pie, batiendo con dureza contra el suelo. Poco a poco, la sangre que bullía descontrolada en su anárquico interior fue brotando por la boca, acomodándose sobre el asfalto. Alrededor nació una sorda inquietud, rota por los alaridos de la ambulancia. Cuando los sanitarios retiraron el cadáver, en la calzada se pudo ver la rojiza silueta de un pingüino.

 http://cuentospigmeos.blogspot.com.es/

SEP57. COMO FRUTA MADURA, de Jorge Asteguieta Reguero

Siempre dando vueltas. Toda una vida. Igual que un disco, girando y girando canción tras canción.
Se escucha una nana infantil. La mía. Entonada con dulzura, como solo una madre es capaz de mecerla entre sus labios de leche.
Ahora, bajo la melodía de un eterno verano azul, pienso en aventuras de niño. Los columpios son castillos, hay princesas y dragones, y caballeros de pantalón corto y heridas en las rodillas. Han llegado los Reyes Magos y el timbre de mi bicicleta amarilla atrona entusiasmado.
Luces de discoteca tiñen mi memoria de colores. El éxito de moda retumba en los altavoces. Fumo sin fumar, y beso por vez primera una boca adolescente que me rompe el corazón.
Unos músicos tocan un vals. Los invitados bailan a mi alrededor, a nuestro alrededor.
Poco después, se mezclan risas y juegos de niños; se parecen tanto a ella, tanto a mí… Notas de vida, de felicidad.
Más canciones desfilan ante mí. Son muchas, las de toda una vida. También las hay tristes, y amargas, expresadas mucho mejor con lágrimas que con palabras.
Esta última habla de soledad, canta un fin de camino. Miro hacia atrás, sonrío y escucho. Sí, ha valido la pena.

 www.jorgeasteguieta.es.tl

SEP56. EL MEJOR REGALO, de Begoña Heredia Ortiz

He cumplido doce años. Ese secreto que guardo desde la niñez, hoy puedo contártelo. Anoche, a mi padre, al entregarme el regalo  justo al dar las doce, le tembló la voz. Casi sin mirarme, como con vergüenza, me dijo:
– Piensa en  esas manzanas ya maduras, jugosas y que  sabemos  que pronto caerán del árbol. Antes de que eso suceda y se estropeen  en el suelo, juntos las recogemos. De la misma forma creo que ya estas preparada y hay algo que debes conocer.
Al ver que sus ojos no se posaban en los míos, sentí  dolor y alegría, no quise hacerle sufrir más y me abracé a él.
-Esta manzana quiere darte las gracias por los años que me has regalado, por la vida que me has dado, por amar a mama y no abandonarla.
Balbuceó un “te quiero” y  nuestros ojos comenzaron a temblar.
Cuando él me miraba y cogía mi mano para cruzar la calle sentía y deseaba lo que yo sospechaba. No he vuelto a ir al faro a llorar. Hace años que se que tío Roberto es mi padre.
Querido diario, me  siento orgullosa de ser  la  Galleguca.

 http://unmundoporescribir.blogspot.com.es/

SEP55. EL ReFLEJO DEL MELOCOTÓN, de Sara Snezha Pozo Rodríguez

Tras esos cristales grandes y redondos se veían unas arrugas, fruto del paso de los años, rodeando unos ojos preocupados que inundaban toda una fría y sombría habitación. En su mirada se podía leer palabras tales como dolor, angustia, desasosiego…

Unos delgados y huesudos dedos sostenían una carta, la dejó por un momento para poder reflexionar sobre las últimas palabras que sin ninguna delicadeza estaban escritas,  a causa del rápido y desesperado movimiento de la pluma… A su lado un melocotón a punto de caducarse, un espejo por el cual nuestro protagonista podía mirarse y verse como si fueran almas gemelas que estuvieran maduras.

MAREAS, PLAYAS, SIRENAS… Y UN RESULTADO INESPERADO

¡¡¡GRACIAS A TOD@S POR MOSTRARNOS UN MAR TAN HERMOSO!!!

Como ya comentamos, y os han contado los otros miembros del jurado, ha sido un mes muy trabado, y en donde hemos tenido apuestas muy distintas por relatos de muchos tipos. Los relatos que han pasado el primer corte han sido 16, y por eso, la suma de mencionados y seleccionados es la más alta de nuestra pequeña historia.

Para elegir los relatos SELECCIONADOS ha habido también un precioso intercambio dialéctico entre las distintas formas que nuestro jurado usaba para su valoración. Al final hemos dejado que sea la pura matemática de los votos la que nos ayudara en la selección, y hasta ahí se nos ha complicado la cosa ya que ha habido un relato entre tres relatos que nos obligaba a desempatar: hemos decidido que este mes, como un símbolo más de tanta generosidad sean 5 los seleccionados.
Esperamos que nuestra decisión sea un acicate para los elegidos y un estímulo para todos. Ya tenemos la suerte de contar con un centenar de lectores dispuestos a disfrutar con nuestras historias, y eso ya es un premio en sí mismo.
Antes de nada agradecer la estupenda labor de Paloma Casado, Mari Carmen Cobo y Joaquim Valls por su estupendo trabajo como jurado y su eterna disposición.

Estos han sido los relatos elegidos por el jurado en el mes de agosto:

RELATOS SELECCIONADOS (orden numérico):
Los relatos que tienen premio de finalistas, son candidatos al premio final y se aseguran aparecer en la publicación de la 2ª Edición son:
RELATOS MENCIONADOS (orden numérico) 
Los relatos elegidos como «mencionados«, que podrían ser incluidos en la edición final como finalistas mediante la repesca que realice el jurado de la final son:
A todas, a todos, os animamos a seguir participando con la completa seguridad de que no escatimamos esfuerzo e interés por ofreceros el mejor escenario posible.
Comienza un cálido mes de septiembre, y en pocos días, ya hemos vuelto a recolectar medio centenar de estupendas historias… es el momento de escoger la fruta madura.

YO, JURADO

Cuando Jams me propuso formar parte del jurado de Agosto, la verdad es que me hizo mucha ilusión. Entonces no sabía en dónde me metía.
Cogí un cuaderno azul –como no podía ser de otro modo- y comencé a apuntar mis relatos favoritos, con unas pequeñas diferencias, con los menos favoritos.
Hubo días en que el mar del blog aparecía con una marejada de cuentos de los de bandera roja en la playa. Me ahogaba.
Tras mucho escoger, llegué a tener seleccionada una cuarta parte del total. Me obligaron, me obligaron, a dejar abandonados unos cuantos a los que había cogido cariño. Y tras largas deliberaciones (con esta gente tan preparada se aprende mucho) conseguimos llegar al ansiado final.
Siento la decepción de los que no veáis aparecer vuestro nombre entre los elegidos, como cuando en el día de Reyes nos quedábamos ¡otra vez! sin bicicleta. Sabed que  nos ha sido muy difícil concluir esta selección por una calidad y cantidad, que van “in crescendo”.
Como consuelo, se me ocurre que, todos nosotros tenemos cada mes, gracias al blog, más de 100 lectores incondicionales. Y eso ya es un premio.
Ha sido una experiencia muy gratificante. Jams, Mary, Joaquín, os voy a echar de menos.
PALOMA CASADO

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