Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

QUIJOTERÍAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en QUIJOTERÍAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el tercero serán QUIJOTERÍAS Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
0
3
horas
1
1
minutos
0
6
Segundos
5
9
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE MAYO

Relatos

AGO75. SUSTO AZUL, de Jesús Lozano López

 Paseando, Joel siente una punzada aguda en el pecho. Se marea. Se desploma. Una sensación caliente y placentera envuelve su cuerpo, sumergido en un mar cálido y sedoso. La impresión de ingravidez cede inmediatamente al terror. Algo, se agarra a él. Tira con fuerza hacia abajo. A lo profundo. Donde todo es frio. Es fuerte. Es feroz. Implacable.  Joel se agita desesperado. No puede ver. Apenas sospecha un leve resplandor azul, difuso, casi imperceptible. La sombra de una sombra se desliza frenética entre la negrura. No puede, no quiere ver. Tampoco distingue sonido alguno. Sólo su propia voz ahogándose en un gemido desgarrado y suplicante. Un grito que no proviene de su garganta. Que resuena dentro de una cueva angosta y cerrada. Intenta zafarse.  Callarse. No puede. Su boca ya está cerrada. Sellada. Por momentos el fulgor azul parece acentuarse. Joel no puede verlo, no tiene ojos, arrancados por el miedo. Pero ¡sí!, es un punto de luz blanca. Oh, Dios mío,
 entonces está… La luz no le espera, se acerca, se abre hasta abarcarlo todo en un destello insoportable. –dilatación pupilar normal. Parece que su novio va a contarla esta vez, pero la próxima ¡qué mastique bien el perrito!

 http://entierrasdelamaquinahumana.blogspot.com.es/

AGO74. SILENCIO, de José Ángel Gozalo Molina

Me despertó la sed, una sed como jamás había sentido. Accioné el interruptor de la luz de mi camarote pero no sucedió nada. Como no podía ver nada busqué a tientas la puerta y Salí al pasillo. En cuanto comencé a andar me di cuenta de que solo se escuchaba el sonido de mis pasos y sobresaltado, me detuve en seco.  Reinaba un silencio  sobrecogedor.
Me dirigí apresuradamente al restaurante y cuando entré, un sudor frío recorrió mi espalda.
Los cubiertos estaban puestos, la cena estaba servida en  las mesas, pero allí no había ni un alma. ¿Dónde estaba toda la gente que viajaba en el crucero?
— ¿Hay alguien ahí? —grité aterrado con todas mis fuerzas.
La respuesta fue una descarga eléctrica que convulsionó violentamente  mi cuerpo oscureciéndolo todo de golpe.
Al abrir los ojos me encontré tumbado boca arriba con un medico inclinado sobre mí. En sus manos todavía sostenía el desfibrilador con el  que me había devuelto a la vida.
Gire la cabeza para mirar por la compuerta abierta del helicóptero y vomité una bocanada de agua salada mientras contemplaba como, cincuenta metros por debajo de nosotros, la quilla del barco era engullida por el inmenso mar azul.

 http://pensarenletra.blogspot.
com.es/

AGO73. Y TAMBIÉN EL COLOR, de A. Lorenzo Hernández

Nos hicimos amigos casi sin darnos cuenta, entre mañanas de playa y tardes de cerveza y de verbenas. Le conté mi afición por escribir historias y me prometió una. Me narró su niñez de tierra adentro; envidié que él jugara con trenes, mientras yo  escribía poemas cursis a sirenas de largas cabelleras.
 Aquella tarde nos decíamos adiós. No sé a cuento de qué le conté  que mi madre cosía redes. El repondió que su madre nunca había visto el mar, que le llevaba una pequeña caracola para que lo escuchara.  Su ingenuidad me conmovió y, fatídicamente, le apunté:
– Pero el mar es un todo, no basta con sus ruidos. Es movimientos, es ese azúl que no sabes si es verde, si es claro, si es oscuro.
– Azul marino, dijo, como si resumiera.
–  Azul como los ojos de la chica del bar de al lado de las duchas-  sentencié.
 No entendí el balbuceo de su última frase hasta el día siguiente, al leer el periódico:
«Tienes razón, también le llevaré el color«.

AGO72.AZUL CRISTALINO, de Alberto Quiles

Azul marino cristalino sus ojos clavados en los míos, cavilantes y enigmáticos.
Clara como mar calmada era su sonrisa, despampanante, divertida y aún así sumisa.
Tensa ahora su garganta, roja de de sufrimiento.
Su mano era firme, apretando la mía y constantes los movimientos tirantes y sufridos.
Fue el momento de los aspavientos, los chillidos y de algunas palabras que mejor no mencionar.
Sin darme cuenta, llegó la calma, esa calma tan deseada. Llegó entre suspiros y llanto, apareciendo sin espanto y enamorando los sentidos.
Y entonces, la sostuve entre mis brazos. No puedo describir la sensación que fue sentir su tacto.
Con varias lágrimas describí en mi memoria su trazo, su forma y fui grabando en mi retina, ese premio que te da la vida.
Por un sólo momento, despertó. Y aún tengo grabado a fuego aquel momento en que sus ojos, azul
cristalino, se clavaron en los míos.

AGO71. CONTRASTE, de Antonio Ortuño Casas

Ahora mismo frente a la inmensidad del horizonte azul, nutrido por un extenso mar, casi infinito, desde esta posición privilegiada adornada con verdes árboles, frondoso litoral marino con arena blanca donde los cangrejos corretean por ella y los pelícanos revolotean en el aire, limpio, tan amplio como ese extenso mar, y ambos frente a mí me hacen sentir tan dueño del lugar que no tengo más opción que parar esta larga frase y disfrutar a cal y canto, mejor a tierra, mar y aire, porque de lo contrario nunca acabaría de decir y preguntarme por qué volver adonde no hay azul, ni verde, más que un horizonte lleno de gris, plástico, desechos y sobre todo incomprensión, y lo que es peor indiferencia y conformismo, mucho.

AGO70. PROFUNDO OCEÁNO, de Alba Martín Gómez

Hoy la tristeza se ha instalado en mi casa. El tedio se descuelga por las paredes de mi salón como pequeñas e incómodas arañas. Me siento en el sofá intentando entretener a mis fantasmas y enciendo la televisión. La mar, inmensa, azul y misteriosa, desborda la pantalla. Así está mi alma, como una profunda fosa oceánica. La cámara baja, ya no sé si explora el mar o está explorando mis entrañas. Todo está frío, desolador e inquietante paisaje marino lleno de oscura nada. Leves formas pasan ante el pequeño foco de luz, dibujan extraños espectros frente a la cámara. Entonces, primero un punto, luego otro que le sigue, ¡y un tercero!, pequeñas luces que surgen de la nada. Poco a poco una fiesta en luces de colores descubren excepcionales seres, como ideas brillantes en la mente de un genio que divaga. Bioluminiscencia encantada que espanta los fantasmas que me rondaban. En las profundidades abisales hay hermosa vida, como en mi alma. Hoy hay esperanza.

AGO69. TRANSMUTACIÓN, de Sara Lew

Por las noches, las sábanas rayadas de Hugo  —un taheño pecoso de diez años— se transformaban en las velas de un drakkar, y él en un jefe vikingo dispuesto a hacerle frente al más bravo mar. Junto a sus remeros se embarcaba en expediciones feroces y protagonizaba brutales abordajes. En un incesante resonar de hachas y espadas, el gélido azul marino de las aguas se teñía del rojo implacable de la sangre.

A la mañana siguiente, a la hora del recreo, Hugo presumía ante sus amigos de aquellas hazañas, exhibiendo como trofeo sus múltiples heridas.
Su día transcurría en una continua espera de ese mágico momento, después de la cena, en que se encerraba en su cuarto, se sentaba en la cama y desenvolvía el tapiz donde guardaba las runas. Era entonces cuando Hugo invocaba a Odín barajando las piedras y se transportaba a otro lugar y a otro tiempo. Y a su vez Harek, un poderoso vikingo del Mar del Norte, se convertía en un niño.

 http://microrelatosilustrados.blogspot.com.es/

AGO68. EL PESCADOR DE LÁGRIMAS, de Javier Ximens

En Ibiza, enganchada entre sus redes, un pescador ha recuperado un ánfora fenicia llena de lágrimas. Lo supo por el aroma de llanto. Son de las mujeres de los pescadores que la mar se quedó. En una de ellas, la más grande y cristalina, le ha parecido ver el rostro de su padre y ha sentido la fragancia de su madre.
Después de abismar la vasija en el azul y empujado por brisas de gaviotas, ha remado rápido a puerto con deseos de abrazar a su mujer y decirle a su madre, con voz afable, que ya no hace falta que vuelva a llorar en el acantilado.

 http://ximens-montesdetoledo.
blogspot.com.es/

AGO67. CELOS, de Emilio Magdalena

Hay tempestad en la costa, el viento parece gritar irascible y ensordecedor, las olas golpean el aire con furia de espuma y se estrellan violentamente contra las orillas. En la playa, la arena se arremolina con saña y golpea las ropas y el pelo de los pocos paseantes que se aventuran a salir. No hay sol que pueda calentar este lugar. Ni paz para sus habitantes desde que la joven de ojos azules vino a vivir al pueblo.

AGO66. MAR, de Silvana Courty

Ávida de este mar, que me mira y me columpia. Se burla de mí y me imita.  Se muestra sereno, cautiva con su suavidad,  invita a mojarse y entregarse ante su inmenso descanso.
Sin aviso despierta y te sacude con su bravura, se despereza  ante tus ojos atónitos, te salpica y escupe su rabia como  volcán dejando en claro su energía.  Otra vez en calma te observa y solo se echa a reír. Sus risas te enamoran, te relajan y te alivian, pronto te acunará otra vez. Gozarás con su frescura, te alegrarás con su balada, te regalará su sabor y penarás de sed al paladearlo. Te llevará sobre su nombre permitiéndote descansar, podrás flotar sobre sus aguas y así te admitirá avanzar.
 Mi mar es bello, inmenso y peligroso. Apurado y tranquilo. Azul desaforado, intenso. Verde plácido, pacífico. Disfrútame, mi  nombre es Mar.

 Blog = parafraseandoideas

AGO64. ¡VENGA A NOSOTR@S TU REINO!, de María José Padilla Jiménez

Si el azul es marino pienso automáticamente en el uniforme del colegio, mi colegio de monjas. Me enseñaron a rezar sin explicarme lo que querían decir mis oraciones. ¿Qué quiere decir: santificado sea tu nombre? ¿Elevar a los altares un nombre? ¿El nombre de quién? ¿El nombre de Dios? ¿Pero Dios necesita eso? ¡Cómo si no fuera ya Santo! ¿Que reconocimiento necesita el que todo lo es, lo fue y lo será? No lo entiendo. Y eso de: venga a nosotros tu reino. Es raro. ¿Cuántos reinos? ¿Se puede estar fuera del reino de Dios? Parece que sí. ¿Existirá el reino del diablo? Supongamos que existe el reino del diablo. ¿Quién es el diablo? ¿Alguien feo que nos asusta? No creo que sea feo pero nos asusta. El diablo es el miedo. El miedo que sentimos, el que tenemos metido en el cuerpo, el que nos hace hacer lo contrario de lo que queremos, el que quita la libertad. ¿Será el reino de Dios el reino de los sin-miedo? ¿El de los libres de miedo? ¿El de los que hacen lo que son? ¿El de los que son lo que hacen? ¡Sí, eso lo entiendo! ¡Venga a nosotr@s tu reino!

AGO63. LA CARACOLA, de Maricarmen Brun Martín

Amaba el mar. Disfrutaba contemplando sus aguas azules y plácidas, en las hermosas mañanas del mes de Julio e inspiraba profundamente el intenso olor marino que desprendían las algas, depositadas en la playa durante la bajamar.
Un día, paseando por la playa, encontró una preciosa caracola, cuyo nácar de tonos irisados, resplandecía bajo los rayos del sol. –Me la quedaré, así podré tener el mar siempre conmigo- se dijo.
Pasado algún tiempo, en las profundidades del océano, los reyes del mar celebraron una gran fiesta. Todos los invitados debían acudir con sus mejores galas.
 Cuando llegó el día señalado, la reina del mar apareció espléndida. Pero el rey notó que le faltaba algo y le preguntó:-¿No luces la preciosa caracola que te regalé?
-La perdí en la playa- contestó apenada.
Inmediatamente, el rey del mar, convocó a todas sus vasallas las olas y les ordenó que buscaran por mares y océanos aquella preciosa joya.
Desde aquel día, las olas rastrean incansables todas las playas, los mas abruptos rincones y acantilados del planeta, sin haberla encontrado, mientras que ella la guarda en su escritorio como su mas preciado tesoro.

Nuestras publicaciones