Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

65. El cartero (Rosy Val)

Siempre que pasa por su lado les habla. A los gemelos les recuerda que se porten bien. A él le pregunta si la sigue queriendo. Con ojos emocionados le cuenta que el otro continúa viniendo, que lo que quiere es separarles, pero que no piensa abrirle; jamás abandonará la casa.

Ya son las doce del mediodía. Y como un ritual los recoge de la mesilla y los coloca entre su pecho y el vestido de flores. Es su preferido, se lo regalo él. Observa la calle agazapada en la ventana y espera a que el timbre suene. Se sobresalta. Con un hilillo de voz le dice que se vaya.

Permanecerá escondida hasta que el ruido de la moto cese y cuando la luna se le eche encima le pedirá que busque a sus tres estrellas y que le devuelvan el alma. Se la robó un loco una tarde de verano que destruyó el pinar por el que paseaban ellos.

En cuanto deje el retrato en la mesilla les implorará que no tarden en llevársela con ellos, que no aguanta tanta insania en su cabeza. 

64. MÁS ALLÁ DE ORIÓN (Rosalía Guerrero Jordán)

Estela imagina como sería observar la constelación de Orión acercándose. Ir dejando atrás cada una de las estrellas que la componen. Desde el otro lado, quizás se vea diferente.

Desde que tiene memoria ha querido ser astronauta. Sonríe al recordar a aquella niña curiosa que pegaba posters del Sistema Solar en las paredes de su habitación; a la adolescente que cada noche escudriñaba el cielo a través del telescopio acomodado en su ventana; a la joven que no pudo cumplir su sueño y se quedó en tierra firme, transmitiendo su pasión a quienes pudieran alcanzarlo por ella.

Mira su mano llena de arrugas y le parece ver en ella a Casiopea. Desde hace un tiempo los únicos nombres que recuerda son los astrales. ¿Quién es ese joven que le habla? Su rostro le resulta vagamente familiar.

Agotada, cierra los ojos, y la máquina que la acompaña emite un pitido prolongado y agudo. Mientras vuelve a hacerse el silencio, en su retina se va formando la Vía Láctea.

Pronto atravesará Orión.

63. Recursos humanos, no, Personas

Descartamos los currículums que no cumplían los mínimos exigidos. Con un correo electrónico se informó al resto de que entraban en el proceso de selección. A los que respondieron durante la primera media hora dando las gracias los tachamos de la lista, no queremos gente que está siempre conectada. En un segundo mensaje se les convocaba a unas pruebas psicotécnicas en la web, plazo: una semana. Dos días después cerramos el acceso, tampoco queremos personal que demore sus labores. Quedaban la mitad de los candidatos.  A las mejores veinte puntuaciones les cité dos días después a una entrevista personal.

Solo hice una pregunta: ¿lo primero que te viene a la cabeza si digo: “estrella”?  “Rock”, “cine”, “futbol” y “Galicia” las más repetidas. Alguien dijo “sol”, otro “Michelín” y  me impactó quien pronunció “mamá”. Cuando añadió  “aunque hace años que murió, me sigue dando luz” supe que era la persona que buscaba.

Solo lleva dos días con nosotros y ya le ha cambiado el nombre al departamento.

62. Esta noche (Manuela Mira)

Esta noche, mientras busca sus gafas de miope, no deja de pensar en cómo le horroriza lo que les está pasando. Caminan  hacia el desastre y ninguno de los dos quiere hacer nada para evitarlo. Ella desearía intentarlo de nuevo, pero no tiene el ánimo necesario, y él, sencillamente, no quiere, porque ahora resulta que no tiene voluntad y eso complica las cosas. Qué fatiga.

Recuerda cuando no pasaba nada, solo ensoñaciones y ganas de comer chocolate de madrugada. Recuerda que le gustaba el roce de su pelo y ese turbador aroma de ángel que exhalaba. Era tan cálido y delgado; era perfecto hasta en su frágil levedad. Cuando hacía yoga podía sentarse con las piernas muy abiertas, o en la postura del loto, sin perder su exquisita elegancia.

Pero ahora todo se acabó, rumbo al olvido de lo que nos llega por sorpresa, como la dosis diaria de azúcar que se necesita para quitarse la amarga tristeza de la vida.

Ahora contiene el pánico porque esta noche escucha como él ronca suavemente en su cuarto y ella busca, con su mirada de miope, una señal en las estrellas que le ordene el sacrificio, mientras busca el cuchillo adecuado.

61. Sacrificios

Las dos trabajamos duro para cumplir nuestro sueño y, cuando por fin me asignaron como tripulante de una misión orbital, llegó el mazazo de tu diagnóstico. No paraste hasta que retiré mi renuncia al proyecto. Y aquí estoy meses después, girando a tu alrededor aunque a cientos de kilómetros por encima. Debido a los tratamientos que recibes, no puedes ser tú la doctora que procesa los datos de mis experimentos en el espacio. Eso le resta interés, pero te los cuento en la videollamada diaria. Desde la semana pasada te veo muy desmejorada, y hace tres días que no te conectas. Antes he preguntado por tu estado de salud y mi interlocutora ha intentado ocultar una lágrima que se le escapaba. Creo que me voy a volver loca, sola en esta nave, pensando en que no estarás al regresar. Queríamos formar una familia, yo me iba a quedar embarazada a la vuelta, y ahora… Hoy un equipo del laboratorio sonaba como una de tus tantas resonancias magnéticas de seguimiento. No he podido digerirlo. Esta cápsula espacial será mi ataúd. Orbitará sobre una tierra que ya no es nuestra, pues nos reuniremos más allá de las estrellas.

59. Humilde solicitud

Junto al silencio pregonero del comedor, miro con espanto por la ventana entreabierta ¡Ojalá acabe pronto!, murmuro corrida de escalofríos.  Me ahoga el cielo bajo. Estoy sola, tiemblo y cierro los ojos. Dónde está la luna vestida de blanco. Quiero llorar igual que una niña. La casa llena de suspiros hondos, tan sonoros, desbarata. Pongo las manos sobre mis orejas. Me enfado y gruño a una voluble estrella que alumbra inesperadamente. Se escapa de mi vista, y enseguida aparece sobre el tejado de enfrente.

Un rayo despistado podría estrellarse en mi pequeña estrella, pero vuelve a brillar. De cuando en cuando me mordisqueo la uña del dedo índice. Canturreo encaramada a una silla.  Da espanto la visión verde y blanca de los relámpagos. Huele a pino quemado.

Tomo agua en la cocina, oigo el reloj de cuco y vuelvo a abrir mucho los ojos. La noche es lluvia y carga de piedra, deslumbra su fuerza eléctrica. Mi estrella alumbra fachadas, calles   y picaportes. Y si me muero como los que no tienen quien los quiera. Si supiera subiría a su luz de oro agarrada a las ramas, como cuando cogía piñones. El agua lo tapa todo, menos a mi estrella.

58. MATA-HARI

«Este es el camino a las estrellas y para las estrellas» pensó mientras caminaba con paso ligero por la pequeña y escondida callejuela. La escoltaban  hileras de farolas desconchadas que apenas emitían un leve halo de luz. Sentía que no había flecha que le pudiera hacer daño ni arquero que lo intentase. Su estrecho traje de polipiel negro, brillante, elástico, apretado hasta el extremo… dejaba intuir el surco de la cicatriz del apéndice extraído. Se hallaba a un sólo paso de triunfar. Así, enfundada en su segunda piel y con los tacones rojos palpitando en el suelo de la discoteca se sintió, por única vez, justiciera inmortal y letal al mismo tiempo. Sabía que la pelea iba a ser  dura y descarnada cuando le tocase ir al W.C.

57. ¿Quién mató a Liberty Valance?

En la lista de candidatos, hubo quienes jalearon al matón y quienes se encogían de hombros, ya fuese por miedo o por indiferencia; también aquellos que continuaban con su partida de póker o quienes abandonaron en silencio el saloon. Algunos, los que buscan siempre el fondo del asunto, apostaron, como principal responsable, por el iluso abogado contrario a toda violencia. Lo cierto, si nos ceñimos a la historia, es que solo un hombre apretó el gatillo de un Winchester para salvar la vida del anterior, con la ayuda de un compañero que le lanzó el rifle en la oscuridad y guardó el secreto para siempre.

Pero, ¿no queda nadie que haya pensado en nosotras, en las sombras de una noche cerrada, con todas nuestras estrellas ocultas, de puro terror, tras el inmenso telón de una nube cómplice ?

56. El deseo

Pepa no teme que la muerte la coja con algún retal de su existencia a medio hacer. Mientras llega, se entretiene hurgando entre sus recuerdos. Lo mismo se alegra cuando se le viene a la cabeza el sabor del arroz con leche de su madre que se entristece al sentir el vacío que le dejó. También se acuerda de su hermana. Se asomaba al patio para lanzarle un deseo a las estrellas fugaces: casarse con Damián. Pepa no creía en esas cosas y, aunque hubo boda contra todo pronóstico, atribuyó el mérito del enlace a la Divina Providencia. Ella prefería pedirle a san Cristóbal. Lo perdonó una vez, al quedarse viuda, pero terminó para siempre con el santo el día en que perdió a su hijo; se le apagaron las ganas de vivir y se encerró en su casa a esperar que pasase el tiempo. En sus noches de insomnio, sale al patio y su mirada se queda colgada en el firmamento. Hoy ha visto una estrella fugaz, ha susurrado un deseo y ha cerrado los ojos. Al abrirlos, se ha sentado en su taburete de un salto a comerse el arroz con leche que le ha preparado su madre.

55. Salto generacional (Blanca Oteiza)

Tras el beso de buenas noches, la luz se apaga y se cierra la puerta. Es el momento favorito del día, precisamente cuando las estrellas ya lucen en el cielo. De debajo de la cama saca su lata. No se  cansa de observar una y otra vez el rostro sonriente de esa madre que la mira. Lee a duras penas los recortes de prensa que guarda de ella. El que más triste le pone es el que habla del accidente, aquél que le robó la fama.  A veces sueña con llegar a ser una estrella como su madre, pero le da miedo por si le pasa como a ella y deja huérfanos a sus hijos, porque ellos ya no tendrán abuela.

54. Tú. El Moli (Fuera de concurso)

No olvido tu mirada, tampoco supe que decirte, fueron años donde aprendí a conocerte y amarte, él nunca te quiso, el maltrato era constante y nada podías hacer, mi abrazo te consolaba.
Fueron tiempos difíciles en la propiedad, cada quién se ocupaba solo de su vida, fuimos compañeros de vida y momentos que me parecieron mágicos, sé que no lo podías entender pero lo sentías. Él siempre quiso deshacerse de ti, pero pude retenerte a un alto costo y muchas discusiones.
Hoy preguntó por ti al notar tu ausencia, trató de indagar donde estabas, su hijo quería conocerte, los niños no saben discriminar aun sabiendo que tu salud flaqueaba. Tuve que decirle que habías partido, que su abandono y desidia minaron tu deseo de vivir, hoy ya eras una estrella que titilaba en ese cielo que solíamos contemplar cuando quedábamos solos en la fábrica.
Su hijo le reprochó con la mirada que no lo hayas traído antes cuando te lo pidió porque él quería conocer ese perro del que siempre hablabas. Al niño le conté que estabas en una de esas estrellitas que titilaban, me lo agradeció luego de secarle dos lágrimas que deslizaban furtivas por el rostro…

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