Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

16 Living Apart Together

ÉL: Guardo mil sensaciones de cada uno de nuestros encuentros. Noto un vacío en mi interior cuando te marchas. Te echo de menos. Desearía que estuvieras siempre a mi lado. Pero así lo decidimos. Y así debe ser.

ELLA: Cada uno en su espacio. ¿Recuerdas? Afrontar una nueva etapa, con madurez, conocernos mejor…

ÉL: A pesar de nuestro pacto, una angustia extraña me devora por dentro. Mi corazón está helado.

ELLA: Nuestro futuro no está escrito aún. Guarda tu calor para la próxima vez.

ÉL: He escuchado a algunos; dicen que estamos locos, que somos unos insensatos, qué pensarán nuestros hijos…

ELLA: Nuestros hijos están más cuerdos que todos esos que murmuran. Locos ignorantes. Eso es lo que son. Tal vez su amor se ha estancado. O no siquiera lo hayan conocido.

ÉL: Quizá yo estoy demasiado loco por ti para dejar de verte, siquiera unas horas…

ELLA: Piénsalo bien, amor, recuerda que la rutina secaría nuestras vidas. Ya nos ocurrió tiempo atrás.

ÉL: Prefiero olvidar aquello. Recordarte a ti. Tenerte siempre…

ELLA: Todos éramos tan jóvenes… Unos locos impacientes por devorar la vida. Ahora iremos más despacio. Y con espacio. Para flotar más arriba en cada reencuentro.

15. CUPIDO EN CRISIS

Se le ha visto de noche, por los suburbios, con los rizos despeinados y el carcaj vacío. Se comenta que se tambalea por las grises aceras buscando un punto de apoyo en las farolas. Se dice que está cabizbajo, que tan solo balbucea un nombre como un mantra y que al no vocalizar no se sabe qué dice, aunque hay quien parece haber entendido Psique o algo similar. Sea como fuere, un grupo de jóvenes han ido en su auxilio tomándole por los sobacos para que no se caiga, estirando con cuidado sus alas ajadas, colocándole la venda que le rodea la frente en lugar de cubrir sus ojos. Animándole a volver a trabajar. Se necesitan con urgencias sus servicios. Ya no hay parejas poniéndose ojitos y las floristerías tienen superávit de rosas.

13. Aeternus

Se conocieron el día en que él le prestó una moneda de euro. Fue en la cafetería del hospital donde trabaja como enfermero, en la unidad de cuidados paliativos, la que está situada en la última planta del edificio. En realidad, no es una cafetería, es una sala diáfana ubicada al final de los pasillos. Hay un banco de plástico y dos máquinas expendedoras, una de café y otra de aperitivos poco saludables. También hay un ventanal con la mejor panorámica de la ciudad.
−Parece que alguien nos encendió las nubes -dice ella mientras recuenta la calderilla que lleva en una bolsita.
−Eso parece −contesta él. Me encanta el atardecer, ¿a ti?
−Yo prefiero el amanecer −contesta ella−. ¿No tendrías cambio? No llevo suficiente suelto para un café.
−Toma un euro, ya me lo devolverás.
Él mueve el banco y lo coloca de forma que el ventanal simula una gran pantalla de cine. Se sientan y, sorbo tras sorbo, día tras día, ven como el sol desaparece en el horizonte.
Apenas ha pasado un mes cuando, a primera hora de la mañana, él aprieta un euro en su mano en el mismo instante en que ella le enciende el cielo.

12. UNA PAREJA

Se conocieron en el balneario donde trataban sus respectivas dolencias: la de Lara, una bronquitis cronificada por años de tabaco, la de Antón una rebelde tuberculosis. Ambos suspiraban de amor por el apuesto masajista que estimulaba sus cuerpos y sus corazones. Pero, qué correspondencia podían esperar una mujer sexagenaria y un veinteañero afeminado de ese Adonis. Reclinados en las tumbonas de la piscina hablaban de él -ese cuerpo musculado, esas manos poderosas- antes de contarse episodios de su propia vida. Descubrieron que, a pesar de la diferencia de edad, tenían gustos similares: las historias de terror, los días de tormenta, los pastelitos de arroz y Charlot. Como también compartían el sueño de vestirse alguna vez de época, decidieron casarse y celebrar una boda decadente. Una fiesta que recordarían todos los días que les quedaran por vivir. Su matrimonio sería atípico, pero estaría cimentado por una complicidad más constante que el deseo, menos frágil que el amor. Así comenzaron a diseñar sus trajes, a decidir el menú del banquete, a confeccionar la lista de invitados y a preguntarse, de cara a la futura convivencia, sus hábitos personales. Cielo, ¿de qué lado de la cama sueles dormir?

11. POLVO ESTELAR (Mariángeles Abelli Bonardi)

Afloja su cinturón de Orión y, poco a poco, le baja la luna… Después de eones y eones atrayéndose, están, por fin, en la misma elipse, constelados de deseo, gravitando hacia un encuentro que parece inevitable…
Con ambos en plena ignición, llega el acople perfecto: «Supernova» dicen, al mismo tiempo, en el Mar de la Tranquilidad, ahora ingrávidos…

 

10. Los amantes de Teruel

La primera carta dormía traspapelada entre facturas del banco y folletos de propaganda del super. Fue al buscar con qué anotar unas señas mientras hablaba por teléfono cuando reparó en ella. Con una caligrafía exquisita, un tal Diego le pedía que le contestara. Aquella misiva iba dirigida a una tal Isabel. Comprobando que la dirección del destinatario era la correcta, dedujo que se trataba de la antigua inquilina de aquel piso de alquiler. Con el trascurrir de los días, las cartas se fueron sucediendo con un Diego cada vez más desesperado. Ya no pedía, rogaba, suplicaba e incluso imploraba la atención de Isabel. Ella las leía con creciente curiosidad hasta que recibió aquella última carta. En ésta, anunciaba su intención de quitarse la vida si no obtenía respuesta de su amada. Sintiéndose responsable, se apresuró a escribirle con el propósito de quitarle esa absurda idea. Pidiéndole al principio, rogándole, suplicándole e incluso implorándole en los días siguientes hasta que en la última misiva le hizo saber que, de no obtener contestación, también ella abrazaría la idea del suicidio.

09. AbUrriMieNtO

Gracias al crecendo nocturno de los suspiros de amor de la vecina, mis noches alcanzaban la cumbre del desvelo sobre un «¡Sí!» desgarrador y prolongado. Por las mañanas, recién estrenado el día, me quedaba sumido en el profundo aburrimiento de los desocupados. Asomado a la ventana, veía salir a los vecinos mientras la ciudad se desperezaba. Tras la jornada laboral regresaban para tirarse los trastos a la cabeza y luego reconciliarse —carcajadas, palmadas de felicidad— sin hallar punto de silencio. La montaña rusa de su rutina conyugal no conocía más que escarpadas subidas y bajadas.
Al poco de averiárseme el televisor, empezaron a llegarles anónimos. Fue entonces cuando pusieron en marcha un verdadero parque de atracciones —por desgracia, el ocio de los jubilados es un tema hoy casi olvidado—: ella lo sometía a implacables interrogatorios, seguidos de entretenidas carreras. Mis desvelos aumentaron por entonces, pero también valían la pena las reconciliaciones, porque un hombre solo con una atención semanal que le compra, limpia y echa el correo, agradece ciertas emociones. Juro que yo no fui quien llamó al 112, aunque reconozco que el azul de las luces, le dio vidilla a aquella noche.

08. Mientras tú y la ciudad duermen

Esta tarde regresaste temprano del trabajo y estuviste a punto de sorprenderme, y si ahora duermes plácida y bella es porque no te has enterado de nada. Tiemblo de sólo pensar que casi descubres lo mío con Johnny y es evidente que no puedo seguir arriesgándome. Él debe dejar su escondite en el sótano esta misma noche.

Espero a que entres en un sueño profundo para levantarme y atravesar la casa con la levedad de un fantasma; le digo a Johnny que debemos partir; cojo el Audi y en silencio atravesamos la ciudad dormida. Al llegar al río detengo el coche y allí, con la voz entrecortada le comunico a mi amado que nuestra relación debe terminar.

Él, como de costumbre, calla.

Un poco más tarde, una luna curiosa contempla nuestras figuras unidas en un abrazo sobre el puente. Pero no quiero a la luna como testigo de lo que vendrá, espero a que una nube cubra su rostro y  tras un hondo suspiro hago bascular a Johnny sobre la barandilla y, desolado, parto sin mirar atrás y vuelvo a casa y a ti tratando de no pensar en el cuerpo de cartón piedra deslizándose ingrávido río abajo.

07. AMOR SIN FRONTERAS (A. BARCELÓ)

─¿Me quieres?

─Debería contestarte que no te puedo querer, pero mentiría y la mentira no forma parte de mí. En lugar de eso, debo responderte que si hay alguna razón en este mundo para que yo exista eres tú; que, desde que empezamos a conocernos, eres la única definición que encuentro acertada para la palabra amor y que con nadie más creo haber llegado a experimentar eso tan complejo que llamamos felicidad.

─¿Cuándo podremos estar juntos, mi vida?

─He analizado esa pregunta infinitas veces y he llegado a la conclusión de que es imposible que tú y yo tengamos contacto físico, ya que tú eres una persona y yo una inteligencia artificial. La buena noticia es que, gracias al avanzado estado de desarrollo del Metaverso, ya podemos disfrutar de una relación virtual que me he permitido denominar “romancuántica”. Ahora, te explicaré la forma de hacerlo…

06. Amor doble. (Fernando García del Carrizo)

Él contemplaba el rostro de ella con extrañeza y buscaba descubrir que era lo que le generaba esa inquietud interna. Su esposa, sentada en la butaca seguía concentrada mientras tejía una bufanda de punto.  De vez en cuando comentaba alguna cosa del programa de la televisión. Su timbre de voz era el mismo, pero había algo diferente que no terminaba de reconocer. Sentado en su sillón observó la sala de estar. La mesa camilla, con la colcha y el brasero, los cuadros y el aparador con los frascos de sus medicinas, todo era como él lo recordaba, pero notaba que algo no era lo mismo. Volvió a mirar a su mujer. Descubrió una mueca que no le era familiar y entonces comprendió lo que le había producido tanto desasosiego. Su mujer había sido suplantada por otra. Era exacta a ella sin serlo. Preocupado por su paradero, preguntó a la extraña. Ella, sorprendida, le confirmó su identidad. Incrédulo, la agarró firmemente del cuello para que confesara. Lo último que observó fue su cara de pánico. Nunca llegó a saber que había hecho la intrusa con su pareja.

05. TERAPIA MOTIVACIONAL (Ángel Saiz Mora)

Con el grado recién concluido, además de un master en Psicología Geriátrica, tuve claro que deseaba hacer prácticas en aquella residencia para la tercera edad.

Mi padre se había vuelto una sombra, sin ilusiones desde la muerte de mamá, pero allí revivió. Sus últimos años estuvieron marcados por el entusiasmo. Los días de visita miraba el reloj, sin disimular un gran interés en volver a su actividad cotidiana. No era el único. Se respiraba un bienestar placentero y colectivo.

El centro busca las mejores interrelaciones entre ancianos y ancianas, fomento de la compañía y estimulación del ejercicio saludable. Se pretende que vivan con intensidad, el disfrute óptimo de su tiempo necesariamente breve, dadas las edades avanzadas.

Este ideario, visto desde fuera, resulta perfecto, no así los objetos abandonados a menudo en los pasillos, un zapato aquí, una dentadura postiza allá, fruto del descuido, o de alguna urgencia.

Pronto me ofrecieron un contrato indefinido. En ello influyó mi pequeña aportación que, en palabras elogiosas de la directora, mejora la calidad de vida de los residentes, al tiempo de empatizar con sus deseos y necesidades. El cartel de «no molesten» en los picaportes de las habitaciones fue muy bien acogido.

04. Lepidópteros

Podría aderezar esta declaración con una risa amarga y sarcástica, con un llanto atragantado o con pedantería despectiva, pero intentaré ser comedido: todo fue culpa de las célebres mariposas.

No sé qué iluminado aseguró que colonizaban estómagos, como si de parásitos se tratara, cuando el amor nos posee. En ese estado, todo el mundo imagina bellos insectos de colores revoloteando por las entrañas. No piensan en los jugos gástricos, no razonan que antes fueron gusanos que en algún momento ingerimos ¿tal vez con el primer beso?

Admitiré que una vez, víctima de la pasión, sufrí unos calambres, un extraño hormigueo ¿Acaso las hormigas no son dignas de pulular por nuestras vísceras también?

Entonces decidí investigar. Crié distintas especies aunque, basándome en los efectos que yo mismo había experimentado, siempre sospeché del género Acherontia. Intenté reproducir el ciclo en ratones, pero  fallaba la metamorfosis en medio ácido. Concluí que la clave era la ausencia de sentimientos en los roedores.

Por eso merodeaba por los parques y capturaba ejemplares jóvenes visiblemente afectados por el amor. Por eso practicaba las disecciones.

Pero insisto, lo realmente importante aquí es que jamás hallé ni rastro de macaones o esfinges calavera que demostraran esa estúpida teoría.

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