Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

16. El ángel caído

Escuché un crujido seco, como de un tronco contra el suelo. Pero en mi patio no hay árboles sino roedores a los que intento aniquilar. Salí y lo encontré inconsciente. Tan bello. Utilicé la carretilla para instalarlo en mi habitación, mientras Olivia seguía en la ducha ajena al episodio. Con la emoción de su viaje, lo olvidé hasta que regresé del aeropuerto —mi niña de camino a Londres, a las pruebas de acceso en el Royal Ballet—. Antes de entrar en el dormitorio, observé mis manos deformadas por tantas horas de limpieza en casas ajenas ¿Y qué importaba si ella estaba a punto de alcanzar su sueño?

Cuando abrí la puerta, ya había despertado. “Me llamo Gabriel —me dijo—. Debo hablar con tu hija de parte de Dios”. Y mi piel, que yo creía impermeable, se estremeció de repente —recordé que tenía la misma edad de Olivia cuando me quedé embarazada—. Después intentó levantarse, pero tropezó con el ala rota. Sonreí. Obligué a mis labios a que lo hicieran y le ofrecí un vaso de leche reconfortante. Entré en la cocina y con pulso firme disolví en la bebida caliente toda la caja de matarratas.

15. ALGUIEN QUE CUIDE DE MÍ (Rosalía Guerrero Jordán)

Los días pasan lánguidos, escurriéndose como el agua del mar en las manos de un niño. Una soledad perenne, tejida de ausencias, me acompaña, y la tristeza me envuelve en su capa, tan oscura y viscosa que ni siquiera mi mirada puede atravesarla

Ya no camino sonriendo a su lado, ni saludo a la gente al pasar. Hace semanas que abandoné el trabajo que me hizo tan feliz.

Es inútil intentar detener el tiempo, hacerlo retroceder, impedir la desgracia. Un despiste, un descuido inoportuno que nunca pensé que me ocurriera a mí.

Me dicen que a veces pasa, que no somos infalibles, que la primera vez que ocurre es la peor.

Antes, tan solo el tiempo me podía vencer.

Ahora, voy dejando un camino de plumas grises por la casa. Quisiera despojarme de mis las alas, romperlas en mil pedazos y volver a ser mortal.

Y, por primera vez en mi larga vida, necesito alguien que cuide de mí.

14 Unas pesetillas

Aunque aparentaran buenos modos y dejaran el trabajo sucio a los matones de su clase, los ángeles eran unos demonios. Ángel Acosta y Ángel Sanchís, los dos cabecillas, se repartían el patio del recreo para extorsionar, jorobar y molestar. Actuaban separados. Solo les unía un pacto de no agresión, basado en dividir sus zonas de influencia. Sus acólitos les reían las gracias, trabajaban por ellos y transmitían mensajes como arcángeles San Gabriel, sin necesidad de abrir la boca: una mirada esquinada equivalía a una advertencia, una sonrisa socarrona desvelaba un ultimátum. Frecuentar el patio del recreo era cursar estudios sobre comunicación no verbal y angelología. La ventaja de pasar yo de séptimo a octavo fue que los ángeles acabaron la E.G.B. y volaron con los suyos a otros centros educativos. Entonces el colegio comenzó a ser mi colegio. Aquella maravillosa liberación, esa rotura de cadenas, me hizo comprender y valorar la libertad. Sufrir fue una enseñanza de vida. Por eso, en mi último curso, con mi amigo Félix, dediqué todos mis empeños en difundir esta experiencia. Así nos convertimos en los nuevos ángeles, los ángeles de la libertad. Por un módico precio te dejábamos en paz.

12. LECHO DE ESPINAS

Bajó las sábanas blancas, yace arropada por unos brazos de metal que acarician sus heridas , las del cuerpo y las del alma. Las luces parpadeantes de esa memoria artificial dejan estelas de dolor, de recuerdos de un pasado custodiado por un gigante sin piedad.

Semiinconsciente, ha perdido la cuenta de su existencia; mejor así, prefiere, recordar la visita de ese ángel que acudía a sus llamadas   y le contaba historias de su niñez, cuidando siempre de omitir las entradas y salidas al mundo de las tinieblas.

Hace mucho tiempo que no lo siente a su lado, quizás esté enfadado por no haber rezado cada noche como le decía su madre siempre, mientras le susurraba al oído que había que querer a nuestros semejantes, incluso a aquellos que se colaban en nuestras vidas con caricias clandestinas.

Una bata blanca de amable sonrisa se acerca y le habla con ternura pero ella no oye ni siente, solo ve una sombra en la puerta que avanza hacia ella. Luego, la oscuridad.

11. Hombrecitos

«Soy una hormiga», musita Jaime con la mejilla contra el suelo. Una hormiga. Pequeña, frágil, perdida e inútil sin el rastro de las compañeras. El brazo retorcido duele, las rodillas desolladas escuecen.

Escucha las risas, imagina la boca preparada para escupirle: «¡Más alto!»

Y Jaime aprieta la mandíbula con la fuerza de una hormiga, y piensa en todo el peso que puede levantar y en el ácido que inocula al morder. Y después da una patada que coge desprevenido al Jirafa, se pone en pie y grita: «¡SOY UNA HORMIGA!»,  y le hace la llave que aprendió el viernes en judo y le inmoviliza. Y aparecen hileras negras de todos lados. Miles, millones, uniendo su fuerza descomunal para agujerear la piel lechosa del Jirafa, cubriéndole con una capa viva, negra, brillante, ahogando su furia al inundar su boca, sus oídos, sus ojos. Y Jaime se siente el dios de las hormigas, porque han acudido a su llamada para salvarle. Y, por primera vez, es gigante.

«Soy una hormiga». Y nota las babas en la nuca y el asco le recorre: por el Jirafa, por sí mismo, por este mundo de mierda donde el pez grande siempre se come al pequeño.

10. Un ángel camuflado (Gemma Llauradó)

Es la tarde del 15 de febrero, recibo un mensaje de voz. Es una gran amiga y compañera.  Su voz no es la de siempre. Percibo languidez en sus palabras. Está abatida, no hay duda. Apenas puede hablar. Me quedó en shock.

El melanoma se ha extendido, implacable. Ya no duerme, se ha despertado. No da tregua, quiere ser el protagonista absoluto, sin cortesías, sin previo aviso…

Ahora, el ángel de la guarda aparece en forma de ensayo clínico. Es el único tratamiento posible para ella. La proteína HLA-b27 positivizada en su sangre es la que le permitirá acceder al nuevo ensayo. Reza para que sea así. No existe otro. No, para su tipo de cáncer.

Esa noticia aterradora cambia la perspectiva de todas las cosas, causa alteración emocional y se instala de manera cruel y despiadada en su vida. Una vida a la que no tendrá acceso si no resulta admitida para el ensayo clínico. Un futuro incierto, dónde sólo ese ángel camuflado de ensayo clínico prometedor, es el único que puede proporcionarle un respiro y algo más de tiempo. Tiempo que necesita y reclama. Es una persona activa, luchadora y demasiado joven para morir.

Dedicado a S.G.G.

09 TAL PARA CUAL (Mercedes Marín del Valle)

Cuando  mi vida llegó al final todo sucedió muy deprisa. Ni burocracia ni de salas de espera, ni colas ni atascos.

Una voz grave y seductora preguntó si me había portado bien.

—Claro, soy un hombre bueno. — Contesté seguro.

— ¿De verdad? — Insistió.

Recordé algunas cosas… estaba dispuesto incluso a confesar ciertos detalles, pero me cortó en seco y dijo:

—¿Ángel o demonio?

Respiré aliviado y sin vacilar respondí.

—Ángel, llevo mal el calor.

En un chasquido de dedos lucía trajecito blanco de raso, alas de plumaje fino y una corona de flores. ¡Menos mal que iba a ser invisible!

De haber sabido en qué batalla me metía me hubiera decantado por la segunda opción, sin duda alguna.

Ayer, al intentar salvar por enésima vez a mi protegido, lo cogí de un brazo y lo puse a buen recaudo en el último segundo, cayendo yo vertiginosamente por el acantilado con tan mala suerte que no pude desplegar mis alas a tiempo. Aquí estoy convaleciente, con una rota y otra magullada. Podría renunciar, pero no quiero abandonarlo porque sé que le hago falta y porque mis heridas siempre sanan antes que las suyas. Si lo sabré yo que aún tengo sensaciones mortales.

08. El guardián (Susana Revuelta)

Fue un instante, un segundo, ni tiempo para un pestañeo hubo. ¿Pudo ser el cansancio acumulado del día? ¿La fatiga de aquellos cuatro años con Sara? A saber, porque menuda lata dio la niña desde que nació de seis meses, tan chiquitina que en varias ocasiones los médicos pensaron que no sobreviviría.
Esa tarde, en la feria, estuvo vigilando que no saltase fuera del hinchable, que se estuviera sentada en el tiovivo, que no se tirase de cabeza por el tobogán, que masticara despacio los churros… y ella venga a dar chillidos. Después, mientras esperaban a subirse al tren de la bruja, un repentino soplo de viento se llevó el globo de la niña, que echó a correr tras él cuando pasaba el primer vagón. Pero gracias a su habilidad, de un tirón consiguió arrastrarla fuera del raíl, lo justo para que solo tuvieran que amputarle un pie.

La cosa es que, desde ese día, la familia le tiene en gran consideración, «¡ay, su ángel de la guarda, cuántas veces la ha protegido!», comenta la abuela en el parque mientras la niña juega quietecita en la arena, y así sus remordimientos se van entibiando mientras sestea plácidamente al sol.

 

07. ATERRIZAJES (Edita)

Laura se ha enamorado de su ángel de la guarda, pero nadie la cree. Trabajador, discreto, siempre atento… Es la pareja ideal. Cuando Felipe descubre quién es su rival, no puede parar de reír. Laura se disgusta, no por ella, sino por el pobre querubín que está presente. El novio continúa actuando como si nada: la invita a cenar, quiere que sigan durmiendo juntos… Ella lo rechaza, mas no consigue alejarlo. Toma una decisión: se escapará a un lugar donde no cuestionen su nueva relación. Solicita la baja laboral y compra un billete de avión para Oslo. Vuelve a casa y sube rauda las escaleras; debe ultimar algunas cuestiones del viaje. Al pisar el último escalón, da un traspié y rueda hasta el fondo. Le duele todo. ¿Dónde está su custodio? Nunca antes le había fallado. ¡Otro que huye del compromiso! Llora desconsolada. Desde arriba, el ángel la mira con pena. Siente dejarla, pero se ha aclimatado a planear bajo y ahora no desea volar sobre las nubes ni aguantar el frío escandinavo. En la vivienda contigua esperan un bebé y ya ha solicitado al jefe ser su protector. Felipe, casualmente, aparece en el portal y auxilia a Laura.

06. TRAGALDABAS – EPI

Una tarde de septiembre de hace 55 años, llevé a mi hermana pequeña a la feria de Valladolid.
Al llegar al Campo Grande, en mitad de la explanada, estaba un gigante tumbado con la boca abierta, Gargantúa se llamaba.
Mi hermana me apretó fuertemente la mano y se escondió detrás de mí.
Se oían las risas de muchos niños, qué hacían cola para subir por las escalerillas hacia la boca del monstruo.
Tiraba de mí hacia atrás y yo intentaba que no tuviera miedo, que era muy divertido.
Nos pusimos detrás y cada vez que entraba un niño por la boca, esta se cerraba con gran estruendo.
Cuando llegó nuestro turno, la empujé hacia dentro, se cerró la boca y salí corriendo hacia la parte de detrás.
Juro que no tardé nada, pero al rato, salió un niño y otro y mi hermana no apareció.
Hablé con el encargado del tragaldabas, se avisó a la policía, se desmanteló la atracción y en el entramado de madera se encontró uno de los zapatitos de ella.
No hubo explicación, solo culpa, hasta el día de hoy, en que he recibido una carta suya.

05 Nobiscum Deus

Y creces…. y siempre hay gigantes…

Días atrás, en la cabalgata desfilaron en primera línea los gigantes y cabezudos que tanto miedo me provocaban en la niñez, un miedo que sólo se atenuaba aferrándome a las manos de mis particulares ángeles guardianes.

Sonrío:  aquellos disfraces  escondían personas de carne y hueso…

Días atrás, mi desesperación por ordenar los zapatos me llevó a IKEA  y apareció ante mí un gigante vestido de manual y tornillos. Después de dos horas mi ansiedad crecía ante la terrible idea de que me iban a faltar piezas, pero al caer la tarde  milagrosamente todas habían encajado y el  zapatero quedó  instalado en el dormitorio.

Sonrío:  era cuestión de seguir las instrucciones…

En la batalla contra los gigantes el conocimiento tiene muchas posibilidades de vencer y si además ángeles con o sin alas te llevan en volandas por la vida, todo resulta mucho más fácil.

Me he venido arriba y voy a necesitar una cohorte de criaturas celestiales porque ayer volví  a la tienda y ahora tengo varias cajas repletas de maderas y tuercas;  he decidido que voy a redecorar  mi apartamento.  La avanzadilla de mi ejército son un destornillador y un taladro.

¡ Nobiscum Deus!

04 Esperando justicia poética

Nunca fui un héroe. La verdad es que mi aspecto no ayudaba: un labriego gigante y desgarbado con un solo ojo en el rostro. Pero tampoco Kong era bien parecido y ahí lo tenéis destilando glamur para toda la eternidad.

Yo creo que la culpa fue de los partenaires que nos tocaron en suerte. Kong se enamoró de una bella joven y ella no le hacía ascos. En cambio, yo tuve que lidiar con Ulises. Quién podía competir con un enchufado de los dioses, cuya verborrea era capaz de aturdir al más espabilado. Mucho se habló también de su astucia y de mis pocas luces, pero eso no es del todo cierto. Conozco hechos que desmentirían esa idea y que se ocultaron intencionadamente.

Por eso, por lavar mi imagen, quiero contar las cosas tal como fueron. Y he conseguido que una gran productora de entretenimiento online me contrate. En cuanto encuentren hueco entre tantos remakes y secuelas del Capitán América, la Viuda Negra, Godzilla y Hulk, abordarán mi historia. Prometo que habrá sorpresas.

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