Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

48. El gordo de la lotería

Hay que ser majadero. Quién mejor que ella para aguantar mis complejos y este humor mío que sube y baja más que la bolsa; los sermones de mi padre; las brasas de mi madre; las navidades entre cuñaos… ¿Y cómo se lo pago?

¡Y tratar así a mi vecino!, ¿acaso tiene la culpa de tener esa cara de baboso? Con la de veces que me arregló la cisterna, los atascos en el fregadero ¡y siempre sin cobrarme un duro! ¿Se puede ser más egoísta?

Y llamar a mi jefe metiéndole por el culo el empleo que me ofreció cuando nadie confiaba en mí y nadie me daba trabajo… ¡Mentecato no, lo siguiente! 

¿Y regalarle mi Vespa al kioskero solo por reservarme cada miércoles la porno! ¿Seré gilipollas?

Y mi Panda al Juanma, ¡precisamente a ese meapilas!

¡Mecagüentoloquesemenea! ¡Hossstiaputa!, ¡cómo se puede estar tan cegato y confundir un siete con un uno!

47. MIRANDO AL MAR (IsidrøMorenø)

Una decena de postes están clavados en la arena de la playa. El nutrido grupo de amazonas de feroces y firmes rasgos se afanan en amarrar a diez hombres. Cuerpos desnudos. Manos y pies atados a los postes. Siempre ojos vendados y cara al mar.

Los varones presentan sus penes decaídos; seguro que también sus ánimos y esperanzas.

Solo se oye el romper de las olas. Ella, a quien llaman «la Guerrera», desciende de su caballo para iniciar el ritual. Enarbolando un machete se dispone a cercenar las pollas de esos elegidos. El resto de la comitiva femenina se ocupará de hacerle comer, uno a uno, su propia piltrafa sanguinolenta.

Mientras escucha los gritos desgarradores de aquellos desgraciados, Guerrera recuerda sus propios gritos y los de su familia cuando, aún niña, intentaba zafarse a golpes de esos “seres queridos” que pretendían mutilarla. Consiguió huir sin ablación, pero con firme juramento de venganza.

46. UNA PALABRA (Belén Sáenz)

Quise aplacar tu enfado dedicándote los más bellos Nocturnos de Chopin y columpiarte despacio en un jardín pintado por Fragonard, pero te obstinabas en seguir encerrada en el baño. Si preguntaba por qué la comida que me preparabas tenía últimamente un sabor acre, te salían sapos y culebras de la boca. Sentía tus arañazos de gata cruel en el alma. Ningún médico encontraba remedio para la arritmia de tu corazón y, mientras, el latido se perdía en el horizonte. Los únicos que mostraron interés fueron los de la Agencia Estatal de Meteorología. Vinieron a estudiar el frío seco que se había instalado en nuestro dormitorio y una nube negra que planeaba a todas horas sobre mi cabeza. El señor párroco, que te había bautizado, no quiso oír hablar de endemoniados y exorcismos. Y tú cada vez más congestionada, con ojos de acero y piel eléctrica. Por miedo a perderte —qué ridiculez—, fui a visitar a una pitonisa. Sin bolas de cristal ni abracadabras me guio hacia la solución. Solo tenía que fijarme bien. Si tenías los dedos cruzados y la barbilla temblorosa, había esperanza, y lo único que tenía que hacer era pedirte perdón.

45. VALIENTE

Tiene la costumbre de tirarse a la piscina, incluso sin saber si hay agua para flotar. Se pasa la vida nadando, es lo único que la puede salvar. Una vez más se ha pegado la hostia, y duele, pero por nada del mundo quería quedarse con la incertidumbre. Ahora está en pleno duelo, es pronto, aún necesita más días para recuperarse de una situación que ella sola ha creado. Sabe que pasará, que volverá a resurgir de las cenizas que queden después de ese fuego interno que la consume. Utilizará las armas reglamentarias. Llevar una fachada resplandeciente aunque por dentro esté apagada y oscura, pisar fuerte cuando camina aunque quisiera tirarse al suelo y echar a llorar, reírse con más ganas que nunca aún de las cosas más insignificantes. Cuando él aparece, un segundo corazón le late en el estómago que le hace sentirse débil y expuesta, pero sobre todo siente rabia, por no poder controlar la inundación que viene tras la tensión soportada, por la congoja que se le quedó en la garganta cuando ella vio esa expresión de tristeza en sus ojos, y esa frase que no pronunció : “ya lo siento chica, pero no va a poder ser”.

44. REACCIÓN

Ver caer a una mujer desde un quinto piso es una tragedia. No hay otra acepción, para los testigos del suceso. Probablemente nunca sabrán que esa mujer, hace poco, le reclamaba al marido que fuera más ordenado, que no dejara sus cosas tiradas por toda la casa. ¿Qué podrían pensar de ellos los demás? A él los demás lo tiene sin cuidado, en su casa hace lo que le da la gana. Esa actitud la molesta y lo que empezó con una discusión banal escala a arrepentimiento de haberse casado, a juventud desperdiciada; a sueños truncos. Se mezclan enojos y resentimientos. Ahora él es un don nadie, un vago y ella alguien sin clase, una cualquiera. Cuando creen que se han desahogado, que han salido a la superficie todas sus frustraciones, se inmiscuye el nombre de la madre, a quien ella culpa por haber parido a un hombre de esa calaña. Eso no lo podía permitir, su madre era sagrada.
Los que ven el cuerpo yacer en la acera, en su desconocimiento, solo atinan a usar un eufemismo para describir lo acontecido: “un accidente”.

43. Con sangre entra

Despacio y buena letra, les dice el maestro a comienzo de curso cuando ve que no entienden ni jota. Conforme avanzan las clases, los alumnos, por hache o por be, aún no son capaces de hacer la o con un canuto. Erre que erre sigue en su empeño, hasta que, desesperado, antes de la última evaluación, decide poner los puntos sobre las íes.

42. AQUÍ NO HA PASADO NADA (Ana Tomás García)

Si hay algo que odio es freír huevos sin parar para todos y cada uno de los comensales, colocárselos sobre las patatas fritas y oírlos comer con la mayor de las satisfacciones mientras yo sigo fríe que te fríe, con lo que me gusta a mí hacer lo mismo que todos ellos, sentarme a la mesa y disfrutar de mis pitanzas sin preocupaciones. Pues no. Aquí estoy, agotando la docena y rezando por que quede al menos uno para mí, y mira por donde, el último es mío y lo agarro con delicadeza, no vaya a caerse, y lo casco sobre la sartén de aceite caliente, y aunque mis patatas ya están frías, concentro todas mis esperanzas en el delicioso huevo frito, pero se rompe la yema y se pega el maldito al fondo de la sartén. Y lo destrozo con la espumadera, y lo arrojo con una furia infinita al cubo de la basura, y tiro también las patatas y rompo el plato en el fregadero. Silencio. Todos me miran y callan. Me atuso el pelo, cuento hasta diez y me preparo solemne un bocadillo de sardinas en lata. Y aquí, aunque me pese, no ha pasado nada.

41. Me hierve la sangre

“No hace nada…sólo quiere jugar…”¡Pues que juegue contigo! ¡Tu cachorrito acaba de destrozarme las carísimas medias que compré esta mañana! ¿Me las vas a pagar?

Silencio.

Subo a casa para cambiarme y casi me da un infarto cuando el lindo gatito de mi vecina sale disparado de debajo de mi cama,  OTRA VEZ.

Con los pantis a media pierna, la mano en el corazón y bufando como un toro me planto en la puerta de María.

OTRA VEZ , mil disculpas que ya no me sirven.

¡¡¡R E S P E T A M E!!!

Fantástico todos aquellos que deciden convivir con animales pero YO NO QUIERO.

Me giro  encendida de furia , doy  un portazo y pienso:

Si yo entiendo tu pasión por la jauría animal con la que convives y prefiero ir a una cafetería a charlar contigo a entrar en tu casa, ¿por qué demonios no me entiendes tu a mí y recuerdas  cerrar la puerta para que no se escape tu gato?

Mañana seré el cotilleo de toda la escalera, qué desagradable la vecina del segundo, con lo bonito  que es mi Lucifer….sé que me va a costar la vida social , no estoy en sintonía.

40. Cavernícolas (Juana María Igarreta)

Cuando después de horas trabajando el sílex vio cómo este se resquebrajaba perdiendo irremisiblemente su ansiado filo cortante, aquel Homo sapiens sufrió una repentina regresión. Haciendo alarde de una fuerza inconmensurable lanzó por los aires su malograda herramienta, mientras enriquecía generosamente tanto en lo sonoro como en lo gestual el lenguaje de los exabruptos hasta entonces conocido. Tal era su estado que, de verlo, hubiera hecho temblar al mismísimo Homo antecessor.

Hoy Matías no ha pegado ojo. Las fuertes discusiones mantenidas con su vecino respecto a la linde de la parcela lo tienen envenenado. Antes de que el sol logre zafarse de las nubes, ya ha roturado casi la totalidad del recién adquirido terreno. Lástima que un golpe seco haya detenido bruscamente su brillante monocultor.
Al agacharse, descubre entre las cuchillas de la máquina un hermoso trozo de pedernal que no duda en arrojar con ímpetu de jubilado saludable a la huerta aledaña. Entretanto, un rosario de elaborados improperios va brotando de su boca, que enmudece súbitamente al sentirse observado desde uno de los surcos por la mirada vacía de una blanca calavera.

39. IMPLOSIÓN (Pilar Alejos)

Durante la cena familiar, sin preaviso, se produjo la erupción de reproches. En cuanto nos sentamos a la mesa, una lluvia fina de cenizas se cernió sobre nosotros como preludio de la catástrofe. Con los primeros temblores, se tambalearon los cimientos que nos proporcionaban equilibrio. Al escuchar algunos crujidos a traición, se resquebrajó la fortaleza que nos mantenía unidos. Dolían demasiado esas grietas. Aun así, intenté evitar que por ellas escapara toda aquella ira corrosiva que habíamos ido acumulando durante años. Mis hermanas, al rojo vivo, comenzaron a lanzarse rocas de agravios, que reabrieron sus heridas incandescentes. Intenté tranquilizarlas, que recuperaran la cordura, pero su cólera fue en aumento e hicieron frente común contra mí. Me vi arrastrado por su rabia de lava y ya no pude salir indemne de su odio de fuego.

Tras la catarsis, todos emprendimos la huida con el aliento ácido aún en llamas. Sobre el mantel, quedaron sepultados por el dolor nuestros lazos de sangre.

 

38. DILUYENDO LA IRA

Estaba a punto de estallar, lo notaba.
La agresiva presencia diaria en su casa de verano de su ex, con la excusa de ver a los chicos, le estaba exasperando.
No le molestaba su presencia, pues pretendía que mantuviesen una relación cercana, sino las continuas puyas que él le lanzaba, esos comentarios ácidos contra su familia.
Pero lo que verdaderamente le sacaba de sus casillas, hasta llegar a odiarlo, era cuando le acusaba de abandonar a sus hijos.
Los tres, mayores de edad, preferían salir con su padre al monte y al campo, en vez de a la playa o a la casa de su familia, como ella.
Y la madre, en vacaciones, tras dos años alejada de su madre y hermanas, les dedicaba a ellas sus tardes.
Y eran esos momentos pasados en la playa o en largos paseos, los que él utilizaba como arma arrojadiza para acusarla de abandono.
Entonces notaba como hervía su sangre, como su cuerpo se rebelaba contra aquella acusación injusta, porque durante el resto del año era ella quien los cuidaba, alimentaba y protegía.
Por eso, para no estallar, se marchaba rápido a otra estancia mientras notaba como la ira se iba diluyendo.

36. Mejora

Mi novia María se ponía hecha una furia cada vez que le llevaba la contraria. Tal vez por eso no llegamos al altar. (Esta teoría también la sacó de quicio, pero ya daba igual). En cambio, Marcela desconocía la ira, así como otras emociones intensas. Al sugerirle pasar por el juzgado se limitó a asentir. No esperaba que se pusiera a lanzar cohetes, pero aquello enfrió el asunto; tanto que apenas duramos más. (Aceptó nuestra separación sin mostrar impresión alguna: esperable). Con Susana y su caótica dialéctica, entreverada de alambicadas explicaciones sociológicas, uno nunca sabía a qué atenerse. Probablemente, que yo esquivara la cuestión matrimonial, lo interpretó como fiel reflejo de la sociedad actual. Ahí se quedó, trabajando en su tesis sobre Bourdieu.
María sabía pelear, no se arredraba. Marcela me sobrellevó a base de paciencia, mientras que Susana buscó respuestas donde buenamente pudo. Todas lo intentaron, sin embargo, mi carácter colérico venció toda resistencia. Ahora, por consejo de mi terapeuta, escribo estas líneas. Reconocer el problema es parte de la solución. Francamente, creo estar progresando. Lo malo es lo cara me sale la consulta. Veremos en la próxima cita. ¡Se va a enterar la sicóloga!

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