Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

49 Haced el amor y no la guerra (Begoña Heredia)

Septiembre. Cumplías dieciocho años, comenzaba una guerra. Las calles alborotadas, tu pelo libre sobre los hombros. Mi padre escondía sus documentos, yo mis manos bajo tu falda. Mi abuela junto al fuego lloraba, yo sentía el calor de tus muslos. Mi hermano mayor intentaba calmar los ánimos, yo tembloroso ponía en práctica sus enseñanzas. El ruido de las bombas resonaba en el pueblo, tus gemidos excitaban mis labios. Mi familia en casa, yo descubriendo tu cuerpo en la caseta del molino. Salimos con las manos entrelazadas. Fuera un hombre nos apuntaba con un fusil. Ruborizada te colocaste bien la blusa ,y el vio la estrella que asomaba entre tus senos. Sin embargo sonrió, bajó el arma y nos dejó marchar.

48. Despertares

La clase se dividía entre los que contábamos los minutos para que llegara el recreo y los que querían seguir haciendo ecuaciones. Dos caras de una misma moneda en perfecto equilibrio. Todo iba bien hasta que el castillo de naipes se vino abajo cuando entró la sustituta, con su melena ondeando a cámara lenta, falda de tubo y una blusa blanca a medio abrochar. Mientras explicaba la lección, sus labios se movían despacio y el sentido de la vista se imponía al resto, junto al olfato, que diseccionaba sus embriagadores perfumes.

Aún recuerdo esos meses de felicidad plena donde el sonido del despertador era música celestial y el camino al colegio, el de la gloria.

Por desgracia, el padre Félix volvió de sus misiones, y como si el mundo se pusiera en marcha de nuevo, cada uno volvió a su desanimado rol.

Todavía hoy, seguimos recordándoles por hacer que creciéramos por encima de nuestras posibilidades, y aunque tenemos trabajo y familia, ninguno puede decir que haya cumplido su verdadero sueño. Don Félix ya lo ha hecho por nosotros, de vez en cuando se besan a escondidas. Ella aún está de buen ver.

 

47 Amor a primera vista

El primer día que la vio en el jardín , sintió como las flechas de cupido le dieron de lleno en su corazón desde lejos, la miró pero sin poner de manifiesto su desbordado interés. Se percató que era el centro de muchas miradas y eso le incomodó ,mientras ella impasible se dejaba ver sin demostrar interés hacia nadie.

Siempre desde la distancia sentía como una inyección de placer recorría todo su cuerpo ,hasta provocarle un orgasmo como nunca antes había tenido. De regreso a su casa se deleitaba recordando su espectacular figura .Deseaba estar a su lado y hablarle con hermosas palabras , no era un capricho pasajero como lo había sido con las otras, ella era diferente. Algo en su interior le decía que era la mujer que lleva esperando desde hace años ,esa con la que pasar horas y días sin aburrirse , esa a la que besar su boca sea como besar el cielo , y a la que tocar su cuerpo sea como tocar una estrella.

Una mañana fue a su encuentro y cuando vio que estaba sola le dijo todo lo que sentía, pero ella no le respondió  porque su cuerpo había sido esculpido en mármol.

46 Pasión volcánica

Al otro lado del espejo, mientras cepillaba su peinado nido de avispa, Domitia, de diecisiete años, vio reflejada perfectamente la explosión del Vesuvio por la ventana de su habitación nueve días después de los idus de agosto del 832, ab urbe condita.
Las vísceras del volcán consumieron la ladera rápidamente, llegaron hasta la domus, horadaron su puerta, disolvieron al canem y al pater familias que pretendía oponerse y no se detuvieron hasta inundar con minuciosa lentitud el cuerpo de la joven que, de temeroso e implorante, se hallaba inmóvil. De ese modo, ella fue perdiendo la sustancia, la esencia de la que todos estamos formados y se consumió hasta abandonar el espacio que venía ocupando, convirtiéndose en un simple hueco que, una vez inyectado de arcilla mil novecientos cuarenta años después, está reputado en la literatura arqueológica como un caso único de combinación de sonrisa arcaica, turbador alzamiento de pelvis y ojos entornados.
Todo ello, unido a la insólita presencia de los puños apretados, ha motivado que parte de la comunidad erudita haya querido ver ciertas reminiscencias de griego profundo.

45. Pasión de invierno

Ella aparta la mirada de la tele y le guiña un ojo desde el otro lado de la sala. Él levanta la mano y gira la cabeza en dirección a la puerta. Paso a paso, salen por separado y cogen ascensores diferentes. Casi a la vez, suenan dos timbres y se les oye avanzar por el pasillo desierto; es buena hora para el disimulo. No se dirigen la palabra hasta que la tarjeta, que siempre falla al menos un par de veces, admite al fin la apertura de la habitación. Ella avanza hasta la cama y se sienta despacio, mientras le mira con los ojos empañados . Él le acaricia el pelo, la cara, el cuello, los pechos. Ella le desabrocha con torpeza la camisa y aspira el olor a su colonia mientras siente sus manos bajando por la falda. Se alegra de que no lleve cinturón mientras explora al tacto qué hay detrás de la bragueta. Él respira agitado, ella cierra los ojos, ninguno oye la puerta abrirse y volver a cerrarse. La enfermera de la residencia baja a recepción e informa a sus familias de que hoy no bajarán a recibir visitas.

44. CEREBRO ENAMORADO (Rosalía Guerrero Jordán)

Ahora que ya no me perteneces es cuando más te deseo.

Tantas veces esquivé tus abrazos, tantas te aparté de mí… Pero ahora quiero que me arrincones como al principio, cuando estrenábamos noches de pasión compartida. Cuando el tiempo parecía detenerse y el día nos alcanzaba, exhaustos.

Te veo con ella al final de la barra. Me miras, lascivo, mientras la besas. Yo cierro los ojos e imagino el sabor de tus labios en los míos.

Mi hipotálamo dispara una sobredosis de dopamina.

Te alejas de la barra y te diriges hacia la salida. Yo voy detrás. Me estas esperando, agazapado en la oscuridad. Me acorralas. Nos escondemos en un portal y dejamos que la lujuria se apodere de nosotros.

Mi cerebro se convierte en un carrusel de adrenalina y serotonina. Fuegos artificiales en mi sistema límbico.

Pero hoy tampoco nos sorprenderá el día. Vuelves dentro y me quedo a solas, mascullando la manera de superar esta adicción.

Y una vez más me prometo que no volveré a buscarte, aunque presiento que esta vez tampoco lo voy a poder cumplir.

 

43 CÓPULA SALVAJE (Rafa Olivares)

Tan promiscua como creyente practicante, con su estilizada figura, su aroma silvestre y su sensual voz, es capaz de seducir a cuantos vanidosos galanes pasan por su vera. Prendados de sus encantos, quedan atrapados por un torrente de deseo que les predispone a dar hasta la vida por un momento de pasión con ella. 

Venciendo timideces tan absurdas como inútiles, los más audaces la abordan con cierta discreción que muta en arrebatada lujuria en cuanto perciben su complaciente receptividad y ansia. No es momento de plegarias. En los apresurados embates hacia el éxtasis, o justo después, ella une su cabeza a la del primerizo amante y, como si de un sacramento se tratara, empieza a deglutir con gula su cuerpo y su sangre. Literalmente. Es lo que tiene haber nacido mantis y religiosa.

42 El fruto de la pasión

Llevamos toda la vida preparándonos para este momento. Es nuestra única oportunidad. Somos millones, pero solo uno pasará a la historia. Empieza la acción, un suave vaivén in crescendo. Procuro abrirme paso a cabezazos hacia las posiciones delanteras, la torre de lanzamiento se ha activado y ya se nota ese delicioso ambiente tórrido del exterior. De repente todo se estremece y salimos disparados.

¡Allá vamos! Por suerte viajo en la primera oleada. Comienza la carrera. Muchos compañeros sucumben a los ataques del enemigo o quedan varados en el camino. Hay que saber usar la cabeza, trabajar en equipo y avanzar impelidos por nuestro motor de cola, nadando contracorriente. Tan solo unos pocos elegidos conseguimos alcanzar el túnel que conduce al paraíso. Una vez dentro un irresistible olor nos guía hacia una gran esfera que viaja a nuestro encuentro. La rodeamos, necesitamos aunar nuestras fuerzas para romper las barreras que la protegen. Parece que por fin ceden. ¡Estoy dentro! ¡He conseguido ser el primero en meter la cabeza!

Ahí está, esperándome. Nos fusionamos e intercambiamos equis e yes, somos uno. Hemos decidido echar raíces y multiplicarnos, permanecer juntos el resto de nuestra nueva vida.

41 A DOMICILIO

Aquella gota colmaba el vaso, y no solo eso, hacía rebosar una palangana con la que, como si de un reloj se tratase, había escuchado pasar la noche segundo a segundo hasta que el insomnio la llevó a la cocina a vaciar también su desesperación gota a gota al comprobar su desaliñada imagen en bata, rebuscando en una caja de herramientas tan caótica como su propia existencia. Ante la duda de empuñar un alicate o descolgar el teléfono, optó por lo más sensato, y no tardó en presentarse un señor tan mal aliñado como ella, poco aseado igualmente y no menos desencantado de tener que emplear una mañana dominical apañando una gotera.

Desde la mesa de la cocina, ella lo miraba trabajar sin la habitual indiferencia, y él se sentía observado, tal vez deseado, y no queriendo verse sorprendido con los ojos puestos en aquellas piernas cruzadas que tenía frente a sí, cambiaba de postura y se secaba la frente de modo sugestivo, lo que ponía en alerta a su espía, que también descuidaba el escote sin el menor pudor.

Tras reparar la fuga del desagüe, ahora eran ellos los que sudaban gota a gota.

40 …want your…

No se llama Jorge ni se apellida Miguel. Tampoco viste chupa de cuero con vaqueros, ajustándose en un culo respingón.

Pero cada vez que traspasa la puerta de la cafetería le viene esa musiquilla a la cabeza y el corazón se le sale del pecho.

‘Sólo mírame a los ojos, chico’, quiere decirle.

Pero solo le sale un:

-Buenos días ¿Qué te pongo? –con tono amable.

-Un café cortado, con sacarina –la misma respuesta con sonrisa breve, tras unas anticuadas gafas de pasta.

Mientras la cafetera funciona, calentando el café con el brazo de vapor hirviente, ella sonríe, fantaseando con saltar la barra, quitarle el maletín, tirar esos documentos tan importantes que lee con su café y arrancarle su traje de mezclilla barata a mordiscos.

‘Andas siempre danzando en mi mente’, piensa él. Esa sonrisa es más deliciosa que su café diario. Ni con un body de Victoria’s Secret estaría más sexy que con ese delantal lleno de lamparones.

‘Si pudiera acariciar tu cuerpo… Por favor, sólo mírame a los ojos, chica.’

Él abre su maletín, saca un documento, la cafetera expulsa el vapor contenido. El café ya está listo.

‘Necesito algo más de fe.’

39. Juego de niños

Pertrechado tras las cortinas espera impaciente para llevar a cabo su plan. Los huevos que le sisó a la señora Ramona y un cubo de agua helada son su munición. Oye la puerta y se le escapa una risita que por suerte pasa desapercibida. Entonces la ve y su corazón se acelera. Le cuesta hasta respirar. La chica que se desnuda ante el espejo no es la niña con la que jugaba a las canicas el verano anterior. Un bulto en la entrepierna le recuerda que él tampoco es el mismo. Mañana le devolverá los huevos a la vecina. 

38. Desde siempre. Para siempre (Rosy Val)

Se conocieron en el instituto y la universidad separó sus vidas. Años después, Julia se casaría con un aspirante que la acomodó como sus padres pretendían. A Benita, uno que decía amarla, la abandonó dejando su vientre ilusionado. 

Hoy el tiempo las ha encontrado en un hogar para ancianos. 

Pasan las tardes en la biblioteca. Julia desde su sillón se esconde tras su abanico. Benita no pierde detalle y disimula pasando las páginas de un libro. 

Si la una se levanta la otra le sigue detrás. También al acostarse piensan la una en la otra. Julia promete que mañana se sentará a su lado; le dirá que sus ojos azules le recuerdan a alguien que una vez amó. 

Mas esa madrugada la salud le dicta sentencia. 

Una tarde más Benita acude a la biblioteca, pero hoy hace nueve días que nadie va tras ella. ¡Cuánto le pesa no haberle dicho a Julia que su cálida voz le recordaba a alguien que una vez amó!

Sin embargo, el desconsuelo y el alba se compinchan y citan a las dos amantes. De seguida, un par de margaritas deshojadas de vergüenzas cayeron del cielo y dos eufóricos «me quiere» estremecieron la residencia. 

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