Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

17. LA LUZ DEL FARO (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

El difunto tío Jesús, el del ariete del que he hablado alguna vez, a la sombra de tres plátanos de indias había colocado una mesa de granito. Era una vieja rueda de molino a la que adosó tres poyos curvos a modo de bancos. Fue el lugar preferido de mi padre para leer el periódico en verano, y el mío para perseguir hormigas con mis dedos de niño por las estrías de aquella piedra.

─Mira lo que dice, Jesusín, han puesto un nautófono en el faro de Cabo Mayor.

─Qué es un nautófono, pregunté.

─Pues cuando hay niebla sobre el mar el nautófono emite sonidos para que los barcos sepan que están cerca de la costa y no se estrellen contra ella, me contestó.

Y por la noche, sentados a esa muela de molino, mi padre charlaba con Cano el rentero sobre temas de la guerra. Yo escuchaba mientras veía como, a intervalos, la luz del fanal del faro de Cabo Mayor lamía la loma del prado cegando a los murciélagos.

Siempre que oigo las sirenas roncas del nautófono pienso que rompen el voto de silencio de los 11 trapenses de Cóbreces que despeñaron desde ese faro de la memoria histórica.

16. MAL DESPERTAR (Rafa Olivares)

Al día siguiente de completar su obra –vamos a suponer que era domingo–, descansó. Ya en la jornada anterior había creado a su imagen y semejanza al hombre, después de que el viernes lo hubiera hecho con los seres que vivirían en el agua, los que correrían, brincarían y se arrastrarían por el suelo y los que se moverían por los aires. Un día antes se había ocupado de inventar las estrellas y los cuerpos celestes, y con ellos el contador de tiempo, mientras que el miércoles estuvo dedicado a agrupar mares y océanos y dar forma a continentes, penínsulas e islas, veinticuatro horas más tarde de que hubiera engendrado el cielo separándolo de la tierra. El lunes había empezado todo. Ese día acometió lo más delicado y necesario, hacer la luz y apartarla de las tinieblas para poner algo de claridad a la tarea. Por la mañana, bien temprano, ya se había despertado con una idea fija: «Esta semana la voy a liar parda».

 

15. Una inmensa luz

En un instante dejó de sentirla. Todo se volvió silencio. Ni un pitido, ni un llanto, ni un movimiento. Solo miradas esquivas, toses incómodas tras las mascarillas, órdenes susurradas.

Fundido a negro. Una pérdida irreparable. Posibles errores. La Naturaleza era así a veces. Aunque todo seguiría su curso.

La inundó un amargo llanto. Miles de preguntas sin respuesta no llenaban su vacío. Quizás ella no estaba destinada a ser madre. Tal vez ellos juntos no… Tantas incertidumbres y tanto dolor la cubrieron como una pesada manta y apagaron su luz. Y, envuelta en una negra sombra, casi acabó por alejarse de aquellos que más la querían. En su etapa más oscura quiso volar con su ángel sin nombre.

Pero la Vida la amaba y la llamaba. Tal vez los ángeles la habrían acogido; y Ella velaba por todos desde arriba, saltando entre blancas nubes. Y se esforzó por volver a recuperar su luz, a reflejarse en aquellos que eran su vida. Y entonces sintió que un brillante arco iris le latía dentro.

Tras la tormenta feroz llegaba una inmensa luz; que haría que sus corazones sonrieran, llenos de esperanza, juntos, a una nueva vida.

13. El valor necesario

 

Tras las cortinas, la luz de la habitación de la esquina del caserón deshabitado siempre estaba prendida, pero hasta aquella noche en que la vigilaba desde mi dormitorio, nunca ocurrió nada.

Con luna nueva solía quedar con Juan y María para espiar aferrados a los herrumbrosos barrotes de la verja y escudriñar a través del jardín la habitación iluminada. Éramos solo tres amigos y yo, creyéndome el audaz, intentaba reunir valor para entrar ahí y buscar pistas ciertas sobre rumores que hablaban de espíritus y degollamientos que ellos no parecían tomar tan en serio.

Aquella noche, en vela tras rechazar María mi invitación para ir al cine solos, vigilaba el caserón con los prismáticos. Unas nubes rápidas peinaban los tejados. En las calles no había un alma. De pronto, se apagó la luz de la ventana, brevemente, como el inquietante pestañeo de un cíclope mitológico; la ventisca azotó los árboles del jardín y, poco después, dos sombras deformes se movieron tras el telón de las cortinas. Tragué saliva ajustando al máximo los prismáticos y enfoqué la puerta. María abandonaba la casa de la mano de Juan con los ojos extrañamente encendidos. Esa noche dejé de creer en fantasmas.

12. EL ANDALUSÍ (Paloma Casado)

Hay un bullicio de criados y mujeres por toda la casa. Recogen y empaquetan enseres mientras se lamentan de su destino. El viejo Mashhad, sentado en el patio, recibe los últimos rayos que se filtran entre las hojas del granado. Con los ojos cerrados, medita. Le cuesta creer que primero su ceguera y después la expulsión de su amada tierra sean castigos del Misericordioso. Si siempre pensó que pintar la belleza del mundo era una forma de honrarlo. A pesar de la prohibición, dedicó su vida a reflejar en el lienzo el poder de Su luz. Aprovechó los conocimientos de alquimia para encontrar el pigmento preciso. El mineral que fue abrasando sus ojos con cada pincelada.

Llama a un criado para que lo acompañe con un candil a la estancia donde guarda su obra. Allí le asalta el olor tan querido de los óleos. Manda marchar al joven que no entiende para qué necesita iluminar los cuadros pecaminosos, si es que Alá le habrá perdonado devolviéndole la vista.

Desde las habitaciones ven levantarse lenguas de fuego en el taller, escuchan el crepitar de las llamas, pero es demasiado tarde. Cuando el enemigo llegue, solo quedarán cenizas.

 

11. SOBREVIVIENDO A LAS SOMBRAS

Siempre tuvo temor a la oscuridad y se escondió de las tinieblas, incluso en las primeras horas de su vida.
Quizás, por eso, su madre la llamó Luz, como la llama de una vela, como el calor que irradia una hoguera, como el faro que ilumina y guía a los marineros perdidos.
Por eso quiso ser guía, para irradiar de luz y conocimiento a los pobres turistas que buscan saber todos los secretos que encierran los paisajes, los monumentos que intentan descubrir.
Pero hace meses que la Covid-19 le impide mostrar donde se encuentran los mejores amaneceres o las más hermosas puestas de sol.
Y ahora que su vida se asemeja a la oscuridad de una cueva, oculta de los rayos del dios Sol, sigue ahí, esperanzada…
Aguarda con impaciencia a que ese monstruo, que aguarda agazapado para mostrarnos lo vulnerables que somos y que nos mantiene a todos aterrorizados, desaparezca, para volver a mostrar el poder infinito de la luz y toda la belleza que atesora.

09. Un haz de esperanza (Marisa Martínez Arce)

No sé si llevábamos diez o quince días en aquel infesto agujero. El espacio era oscuro y reducido. Habíamos perdido la noción del tiempo. Al principio hacíamos rayitas en la pared, pero cuando la moral de los hombres se resquebrajó, dejamos de hacerlo. ¡Qué más daba! Jamás saldríamos de allí con vida en las condiciones en las que nos encontrábamos. Tuve que empezar a racionar la comida, pero lo peor era el agua. Si se terminaba, no sobreviviríamos. Algunos de mis hombres comenzaban a perder la paciencia, pese a que yo intentaba con todas mis fuerzas mantener la calma. Se peleaban por cualquier nimiedad. «Tenemos que conservar la moral alta», les arengaba, cuando la mía flaqueaba casi desde el principio. Era su superior y no podía permitir que lo notaran. Aquellos hombres dependían de mí.

Dormitaba sentado contra la pared cuando un diminuto haz de luz se posó sobre uno de mis ojos, su insistencia y la sensación de calor me despertaron. ¿Una señal? Debía tomar la decisión más difícil de mi vida. Si salíamos, tendríamos una oportunidad. Abrí y encabecé la marcha. Una ráfaga de aire puro fue la respuesta. Por primera vez comprendí en qué consistía ser libre.

10. KV62 (Mariángeles Abelli Bonardi)

Al principio, cuando titilaba, creímos que era una estrella, pero luego, a medida que su tenue tibieza nos inundaba, supimos que todo saldría a la luz… Las estatuas temblamos, pestañearon los ojos delineados de los dioses, y una leve sonrisa cruzó el pequeño, faraónico rostro, tocado de azul y oro… La llama de la vela que aún sostenía no se apagó:

«¿Puede ver algo?», preguntó Lord Carnarvon, ansiosamente.

«Sí – contestó Howard Carter -, cosas maravillosas.»

08. Fotopigmentos (fuera de concurso)

Parecía magia, y los expertos, atónitos, no sabían si atribuirlo a tecnologías holográficas o a un efecto óptico.

Y es que mis cuadros eran diferentes. Expuestos al sol, mis bosques y plantas crecían y florecían hasta parecer junglas y perderse más allá del marco.

Por fin había conseguido la fama, tan deseada, y pude cambiar por un amplio y luminoso estudio el oscuro desván en el que había estado a punto de ahorcarme. Cegado por el brillo del éxito, caí en la ambición.

Comencé a experimentar mi técnica secreta, con la que lograba que en mis verdes persistieran las propiedades de la clorofila, con otros colores. Trabajé en un amarillo que, utilizado en soles y lumbres, calentaba cualquier estancia. Conseguí un azul imposible que se evaporaba a la luz: de mis mares surgían nubes de convección, mis cielos se volvían grises y descargaban lluvia sobre los paisajes.

Pero con el rojo todo se complicó. Los atardeceres acababan fundiendo la imagen en negro, las fresas se pudrían, fluía la sangre dando vida a los personajes. Se escuchaban  latidos de corazón.

Durante el solsticio de verano, animales y humanos  escaparon de los lienzos y empezaron a crearme serios problemas con los marchantes.

07. LA CONDICIÓN HUMANA (Diego Cano-Lasso Pintos)

Es placentera la vida calma y natural en nuestra profunda cueva ancestral. El fuego nos permite disfrutar de tenue luz y sombras tremulantes.

Hongos y raíces que penetran por la roca rasgada, además de troglobios, es nuestro alimento. El agua filtrada llega pura.

Alguien entró y nos mostró una tortuosa salida. La cegadora luz de un mundo irreal, de oscuros sentimientos, nos atemorizó; el espanto nos hizo retornar a nuestra profunda vida real.

Pero no fue lo mismo. Pasiones desconocidas, como la envidia y la codicia, se habían apoderado de nosotros. Y sentimos frío. Mucho frío.

06. FÍSICA Y QUÍMICA

Alfredo era un hombre algo serio, pero muy brillante. La física era su gran pasión y también era su trabajo.

Aquella tarde, tras la comida, él empezó a hablar de las propiedades de la luz, del Big Bang, de estrellas, planetas, velocidades y demás teorías científicas sobre el complejo fenómeno. Su erudición siempre me admiraba pero ese día, no sé por qué, la profusión de datos tan incuestionables, difícilmente comprensibles para alguien profano como yo, amenazaba con menguar, rápidamente, mi sincero interés inicial. Pero resistí y seguí prestándole toda mi atención.

Claro que, cuando tras casi una hora, continuaba disertando como si estuviera en la cátedra de su facultad, empecé a distraerme pensando cómo acabar con aquel tema tan mortalmente denso para una sobremesa de verano. Y, de pronto, se me ocurrió una genial idea.

—Oye, Alfredo, a propósito de la luz. Tú qué elegirías ¿Iberdrola o Endesa?

No me contestó, pero me miró raro y farfulló que se iba a dar una vuelta. No sé si aquella anécdota tuvo algo que ver, pero hoy he recibido de su abogado una propuesta de divorcio.

Va a tener razón mi madre. Entre ese tipo y yo nunca hubo mucha química.

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