Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

65. POR EL PILAR

El cielo pardea y el horizonte como un antiguo sudario parcheado con telas de tonos marrones y verdes se va escondiendo en la atardecida. A esta hora la sombra del mangrano ya no compite con la del olivo. En lo alto, a contraluz, destaca el perfil de la ermita. Abajo el río susurra la canción del tiempo.

-¿Quién eres tú?

-Soy tu hijo, madre.

-Tengo frío ¿nos vamos a casa?

Comienza el otoño y el bullicio de los forasteros ya va emigrando a las ciudades. El pueblo bosteza y el sueño surge como una bendición.

-Mañana regresamos a Madrid.

-¿Y papá?

-Papá murió.

-¿Hace mucho?

Entonces se escucha un único gemido ahogado por el peso de una vida, que se repite igual cada día en cada recuerdo. Y un dolor compartido les acompaña mientras los dos recorren la calle, bajando la cuesta con pasos medidos. Ella colgada de su brazo se sobresalta cuando las farolas se encienden y él experimenta cómo los aires del Moncayo –según decía el abuelo- hielan el alma.

Con el olvido los difuntos arrinconados en el Campo Santo languidecen en soledad. Contemplan cómo su historia se borra y presagian que no quedará nada en la nada.

64. PAINT IT, BLACK

Marrón, marrón, menudo color de mierda. Imagino poquitas cosas marrones que espoleen mi imaginación, mi deseo artístico. Bueno…los pezones vivos de Marta, esos eran marrón glacé, un lujo para mi boca seca.

Definitivamente es complicado unir belleza plástica y el marrón. El sr. Velazquez esta vez nos lo ha puesto francamente difícil. El otoño, tan pleno de ocres es un recurso fácil  la verdad.

Sabes que te digo: » Paint it Black» como cantaban los Rolling. Mejor nos esperamos a otro color, no sé el negro ( azabache) de tus ojos

63. Encuentro

Sus pensamientos se mimetizaban con el color marrón de los muebles del salón, del desvencijado sofá y de los marcos de la puerta y las ventanas. Solo un rayo de luz del atardecer que se colaba entre los visillos rompía el monocromo escenario de aquella tarde en que notó su presencia.

Se acercó a ella (y dejó que se acercara hasta tocarla) y la abrazó (y se dejó abrazar hasta envolverla).

Desde entonces nunca le abandonó la soledad.

62. Bosquejos de mujer (MVF)

Vivo en el bosque, aunque algunos días me fugue a través de mis raíces y asome en la ciudad. Puedo emerger con mi antigua forma, aquella hecha de nube, sueños, dudas, semejante al espectro de una mujer. Los viandantes me confunden mientras camino y me preguntan la hora, la dirección de un museo, el número de una línea de autobús;  a veces les respondo: les digo la hora fijándome en la posición del sol,  aventuro una calle cualquiera, invento un número y ellos se van,  inquietos, tratando de ignorar la  alerta que se dispara en su interior y pronto olvidan, porque el ruido de sus mentes secuestra sus sentidos y acapara su atención. Una vez me siguió un viejo olmo. Olía a madera quemada y crujía al pisar sus propias hojas, desprendidas al caminar. Apenas me dio tiempo de adentrarme, localizar la red de mi sustento, emerger por mi tronco de cien años y estirar mis ramas de nogal.

61. BLANCO Y MARRÓN.

Me gustan los dulces. Combinan colores que los hacen apetecibles al paladar. Rojos de fresas con  blancos de nata, verdes y amarillos de frutas como adorno.

-Me gustan los dulces, dijo Jazmín con la nariz y las manos apoyadas contra el cristal de la pastelería.

-¡Loto, entremos a tomar pasteles! Mira qué bonitos están pintados de colores.

– A mi así no me gustan, las capas de fondant hacen que parezcan juguetes más que pasteles.

– Pero Loto ¡están tan bonitos! Anda vamos a entrar aunque solo sea para verlos de cerca.

El aroma a dulce chocolate caliente mezclado con el de mantequilla y mil esencias orneadas impregnaron nuestros sentidos al abrir la puerta.

-¿Qué queréis? Preguntó una camarera acercándose a la mesa que habíamos ocupado.

-Un par de raciones de tarta de frutas y dos tazas de chocolate, dije.

– Este local tiene reservado el derecho de admisión. No servimos a gente de color.

Jazmín con los ojos muy abiertos miró a la estirada camarera y dejando ver unos dientes blancos tras una inmensa sonrisa exclamó:

-¡Pero si somos “de color” como los pasteles y marrones como el chocolate! Este es nuestro sitio ¿no?

La mujer, avergonzada, calló.

60. MELODÍA DESENCADENADA ( Belén Mateos)

Tiró el pincel, derramó la pintura sobre la alfombra, sobre cada resquicio de pared, sobre cada recuerdo nivelado en la gravedad de su piel, programó la película que definía sus vidas y cinceló esa imagen proyectando una y otra vez su memoria.

Pintó su cuerpo de marrón, reclamando ternura y se abandonó en un regazo efímero de insomnio y palomitas.

No era el color deseado, siempre pensó que iría a su lado de blanco y ahora el pasado no entiende de abrazos ni de matices, ahora le toca aprender dejar de querer y borrar el futuro.

La ginebra llena sus días, el humo empapa la pantalla, sus pestañas pulsan ese interruptor que le desconecta de la vida.

 

Esta mañana la prensa se ha hecho eco de su hallazgo.

Mujer blanca, de 33 años, prometida, embarazada de cinco meses ha sido encontrada en una butaca del cine Palafox.

Queda clausurada la proyección hasta nuevo aviso.

 

59. La caja de los secretos inconfesables

Ayer llegó una caja envuelta en papel de estraza a la oficina. Solo indicaba la dirección de destino, no había destinatario ni remitente. El conserje la dejó en la mesa del jefe y se marchó. La caja se convirtió en el centro de todas las miradas. Solo bastaron un par de horas y varios chocolates de máquina para que Peláez, el de finanzas, se convenciera de que contenía pruebas incriminatorias contra él por desviar fondos de la compañía. A Bermúdez, el de ventas, con el primer café le dio la corazonada de que esa caja iba a dejar al descubierto sus trapicheos con la competencia y al tercer café ya no le quedaban uñas que morder. López, que estaba liado con la mujer del jefe, maquinaba como deshacerse del marrón, caso de haber sido pillado “in fraganti” e inmortalizado en una caja sin remite. Por fin llegó el jefe, que se ruborizó cuando la vio en su mesa. La abrió nervioso y sintiéndose observado, dejó caer la tapa, pero no pudo evitar que un tanga de cuero y una fusta quedaran a la vista. Desde la puerta del ascensor, el conserje le hacía ojitos.

58. El Hombre de la Barra (David García Pérez)

El pequeño pub de muebles de madera y luces cálidas esta lleno, pero hay algo que hace que no pueda dejar de mirar a este hombre. Unos 50 años, el pelo canoso y una chupa de cuero aún mojada por la lluvia. No levanta la cabeza de la barra más que para terminar, de un trago, el vaso de whisky que descansa en su mano derecha, y con un pequeño sonido con los hielos, el camarero entiende que lo tiene que recargar. Tiene la mirada perdida y aunque parece calmado, algo me dice que está huyendo ¿Pero de qué?¿Qué puede hacer que un hombre así huya?
De repente el hombre comienza a sonreír poco a poco y me mira de reojo.
-¿Es qué nadie te ha dicho que la curiosidad mató al gato?

57. ¿Por qué no regalamos sonrisas? (Gemma Llauradó)

Una sonrisa siempre ha sido un buen antídoto para ponerse de pie y hacer frente a cualquier reto. Ella lo sabe bien. Nació con el síndrome de Turner, una rara afección que implica solamente a las personas de sexo femenino, y se produce cuando falta un cromosoma X de forma total o parcial. Ella es la joven de la habitación 405. Es pequeñita y necesita atención médica de varios especialistas, pero cuando la miras, y profundizas en sus ojos marrones, observas que estos también sonríen, no ves la enfermedad que la acompañará toda su vida, ves a una luchadora innata. Jamás pierde esa cálida sonrisa que muestra a diario, porque sonreír pone al descubierto lo mejor de ella y la acerca a los demás. Ella es cercana, amable, educada, atenta… Me regaló un bolígrafo con una pluma tan cálida como su mirada. Pero el mejor regalo que me ha dado es su sonrisa cada noche que trabajo, cada noche que comparto con ella unos minutos mientras le administro su medicación, esos instantes que sólo son nuestros. Hay miles de cosas bonitas en esos minutos, en esa mirada, en su sonrisa…

Dedicado a VC

56. LA RUTINA

Qué envidia nos daba aquel muchacho que siempre recibía una propina de crema mientras que nosotros teníamos que conformarnos con un cucurucho para dos. Cuando nos hacían esperar turno para el baño semanal en la palangana grande, él pasaba a un cuarto distinto con su toalla y una pastilla de jabón de olor. Entraba con una naturalidad propia de elegidos, como si se tratara de una rutina tras la que, bien lavadito, volvía a aparecer con un cuenco de crema de castañas y una cuchara.
—Vayan terminando, chicos —decía el fraile colocándose el hábito marrón y peinando con ternura el flequillo de nuestro compañero.
Pensábamos que de tanto comer castañas había dejado de apreciarlas, por eso casi nunca terminaba su ración. Tal vez también por eso tenía semejante color de ojos y de pelo, y su mirada tenía esa otoñal melancolía.
Un día supimos que el fraile se había ahorcado en un castaño, pero tras el revuelo, todo volvió a la normalidad. Todo salvo la presencia del elegido en la fila del baño, que nos dijo con voz monótona, rutinaria:
—El que quiera que le dé jabón de olor ya sabe lo que tiene que hacer.

55. OTOÑAL

Ya ha llegado el Otoño, el Otoño está pintado de marrón. Él se fue envuelto
en ese color.Marrón oscuro, marrón claro.
De los árboles caen las hojas, las aceras están llenas de ellas, no dejan
de caer. El personal del Ayuntamiento, pasa esos aspiradores barriéndolas.
(Ensuciando más). Las ramas de los árboles se han vuelto marrones, los troncos
también. El Otoño es marrón, aunque la climatología está cambiante. !Hace
demasiado calor! Aún estoy yendo a bañarme a la playa. La arena es de color
marrón claro, pero cuando la baña el mar cambia de marrón. El verano pone ese
color en mi piel. Hace poco que falleció mi padre, su ataúd era de color marrón
y a mi de vez en cuando me vienen nubarrones de color marrón al recordarlo.

54. IN MEMORIAM (Pilar Alejos)

Me estremezco al dar el primer paso. Bajo mis pies, cruje la vieja senda de madera ajada por el salitre. Se difumina su final entre las brumas del tiempo. Ochenta años son demasiados. Nuestra vida se detuvo en un suspiro cuando mi padre tuvo que huir. Necesito saber qué sucedió para honrar su memoria. Entro descalza en el laberinto de su ausencia. Un viento otoñal azota mi espalda y me empuja hacia la orilla mientras desordena mis cabellos canos, que ya han perdido ese castaño como el suyo. Las olas se embravecen y su rumor rompe el silencio.

Tiembla entre mis manos lo único que nos devolvieron de él: su poemario. Sus tapas de color tabaco parecen heridas de muerte. Antes de abrirlo, inspiro. Entonces, se espuman mis pulmones de la libertad de sus palabras. Mis ojos se arrasan de mar. La playa pierde su desnudez y se cubre de aquellas alambradas que intentaron arrebatarle su dignidad. Me hundo en su agujero, excavado en la sucia arena como refugio contra el gélido invierno. No huele a canela ni a café, sino a hambre, heces y miseria.

La sangre derramada por tantos refugiados tiñe de óxido el Campo de Argelès-sur-Mer.

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