Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

53 Enamorado por siempre

Yo siempre albergaba la esperanza de que, tarde o temprano, encontraría el amor definitivo.

Luisa me fue presentada una tarde de fiesta. No me gustó tanto, pero pensé que podríamos encajar.  Tenía unos penetrantes ojos azules, melena equina y labios rosa, que parecían pintados: su sangre se amontonaba en ellos para atraer, para embelesar. Hablamos, nos piropeamos y, al rato, sin yo apenas darme cuenta, me agarró por la cintura, tomando la iniciativa, y me besó largamente. Me enamoré de inmediato. Me sacó a bailar en la verbena, sin dejar de besarme y mirarme profundamente cada vez que lo hacía. Con cada beso, sus labios se tornaban más y más rosa…

Aquella noche, me invitó a cenar a su casa. Sus ojos despedían un azul nunca visto hasta entonces. Sus labios, más carnosos y rosa que nunca. Antes de sentarnos, me miró fríamente y, a continuación, me besó con violencia. No pude reaccionar ante el segundo y carnal beso. Estaba hipnotizado, y, al tiempo, la quise matar para tenerla para siempre.

A la mañana siguiente, llevé al funeral de Luisa una corona de grandes rosas rosa, profundamente enamorado por siempre jamás…

 

52. Tiempo habrá de más rosas (Joaquín Collado Sevilla)

Ella quiso acostarse a su lado. Se retocó con su perfume y se puso el camisón rosa que guardaba para la ocasión. Bajo las sábanas se cogían las manos y se miraban dulcemente a cada instante.

-Perdona mi amor -dice él-, mi ramo de rosas no llegará a tiempo.
-Descansa mi vida -contesta ella-, ya me regalaste un mundo rosa… Jamás imaginé tanta felicidad.

Sus dedos se trenzan entre sus manos, se acarician en silencio y se amarran fuerte esperando que la vida se vuelque… Llega el momento y ella se aferra a él derramándose en sus lágrimas, pega su mejilla a los labios de su marido y susurra:

-Amor, no me dejes, llévame contigo…

Cumplían setenta y cinco años de amor. Sus hijos y nietos les habían dejado unos minutos solos, como les pidieron. Esperaban el desenlace de él, pero, no el de ella; mas, lo entendieron cuando llegaron los dos ramos de rosas. El primero, de él para ella, decía en su tarjeta: “No nos separamos, te amaré siempre, tiempo habrá de más rosas”. Y en el segundo, de ella para todos ellos, leyeron: “perdonadme, él es mi vida y mi vida va con él”.

51. Rosa ajado (Edita)

 

He crecido, y el rosa bebé de mi piel, que tanto le gustaba, desapareció. Por eso debe acariciarme o darme palmaditas y pellizcos; para recuperar el color perdido, según dice. A veces me desnuda a ver si mejoro. No creo que sirvan de nada sus experimentos, pero callo por no disgustarlo.

Hace una semana o así, me hizo chupar una cosa con los ojos cerrados. Era el remedio definitivo, por lo visto. Aquello no me gustó y se lo conté a mamá cuando volvió del trabajo. La cara que puso asustaba mucho. Después de abrazarme con fuerza, se fue pasillo adelante llamando a gritos al abuelo.

Desde entonces, no vive con nosotros ni he vuelto a verlo. Si pregunto por él, se ponen todos tristes y dicen que lo olvide. Yo pienso que le ha pasado algo al pobre, y me lo ocultan porque soy pequeña.

 

50 Niños libres

Mis padres presumían de educarme en la igualdad y en la libertad. Es por eso que, a pesar de ser niña, no quisieron imponerme el color rosa en la ropa, en las mochilas, en los juguetes y en todo lo demás. Fruncían el ceño si pedía algo rosa. «¿No te gusta el azul?», preguntaban. Si respondía afirmativamente, sonreían. Este color se convirtió en mi color: ropa, mochilas, juguetes y todo lo demás. «Recuerda que eres libre: puedes elegir el color que quieras», repetían una y otra vez. En el colegio, me conocían como «la Pitufa»

Ahora tengo un hijo, un niño. Quiero que sea libre, ajeno a la dictadura de los estereotipos. Por eso, le digo que no tiene la obligación de elegir el color azul para sus cosas. «¿Y no te gusta el rosa?», le pregunto. Si responde que sí, sonrío.

49 Del ocaso al amanecer (Juana Mª Igarreta)

Hoy han vuelto a la casita de la playa. Las horas han pasado y, como olas en el mar del tiempo, han ido lamiendo las heridas y redondeando las cortantes aristas de la tristeza.

Mientras Nicolás se encarga del equipaje, Julia abre cortinas y ventanas, dando paso a la tenue luz del atardecer. Al contemplar el rosado horizonte, una sensación agridulce se adueña de ella; sabe que el día más luminoso puede ser absorbido por el vértigo de un aciago instante.

A la mañana siguiente, mientras el columpio mece su vacío, Nicolás contempla la piscina; para disipar la sombra que ha anidado en su fondo, necesitará mucha pintura y la luz de muchos soles.
Bajo el frondoso sauce, testigo callado de péndulas hojas, Julia teje con hebras de renovada esperanza una chaquetita de suave perlé rosa.

48. Balancines rosas

Balancines rosas

Julia se apoltronó en su sofá francés y lanzó los zapatos de marca al aire, que fueron a estrellarse contra la pared.
Nunca se aburría y era feliz, aunque a veces, tenía pequeños remordimientos y creía que alguna enfermedad acabaría con su bienestar.
Una vez a la semana se sentaba en un banco del parque a charlar con los abuelos, que cuidaban de sus nietos. Necesitaba dosis de realidad y de conocimiento de otros mundos alejados del suyo, para no perderse entre paredes de color rosa.
Agradecía, a diario, este regalo de la vida e intentaba comprender a las personas que sufrían.
Colocó la taza de café sobre el mantel de lino (amaba los objetos bonitos) y abrió el periódico por las páginas internacionales.
“El muro entre Estados Unidos y México seguía su curso”. Niños separados de sus padres.
En medio de tanto dolor, un respiro.
Una empresa privada americana había construido varios columpios, color rosa, que colocó en medio del muro. Un lado del balancín se sustentaba en ciudad Juárez( México) y el otro, en tierra americana. Padres y niños olvidaban su tragedia y, por unos instantes, sonreían.
.-Capacidad del ser humano para sobrevivir en  circunstancias difíciles.

47.- El chicle (Adrián Pérez Avendaño)

De su boca ha comenzado a salir una pequeña pompa rosa que, sin embargo, a cada soplido, va haciéndose más grande y traslúcida. Sopla como quien respira y, aunque apenas puede verlo, la elástica esfera rosada va atrapando todo lo que tiene delante: su móvil casi sin batería, la bicicleta de su hermana, el cerezo en flor, la casa con corral de sus abuelos, la piscina del pueblo atestada de niños, la iglesia románica, kilómetros y kilómetros de vías de tren abandonadas… Y todo por puro aburrimiento, por no tirar el chicle, que, desde hace un rato, ya no sabe a nada.

 

 

46 El laboratorio de color

Los Reyes le habían traído un » Laboratorio del color» . Ángel estaba radiante, quería experimentar y obtener  «todos los colores del mundo» . Cuando mamá entró en la cocina, casi se desmaya!

Ángel vas a llevarlo a casa de los abuelos, así, como la abuela tiene pinturas podrá darte las que quieras.

Ángel aceptó entusiasmado, pensó que a la abuela le encantaría. Enseguida cogió la enorme caja y dijo:

-Vamos!

Allí la instaló encima de la lavadora, era el sitio ideal, tenía un grifo al lado.

La abuela observó la alegría que irradiaba, pero a la vez  veía horrorizada lo que se le venía encima!

– Mira, voy a hacer todas las mezclas utilizando el rosa magenta como base,  si quiero aclararlo le echo un poquito blanco, y … si quiero echarle amarillo…. Ya está: rosa salmón!

– Cuánto sabes Ángel!

– Es que he leído las instrucciones!

– Y para qué los vas a usar?

Ángel, se quedó quieto…..no lo había pensado….-

-Voy a hacer arena de colores!, Y plasti de colores! Y haré una selva con animales y plantas!

-Eres un fenómeno Ángel! Me puedes enseñar?

– Claro abuela! Es muy fácil!

Pero, ay! Cómo estaba quedando la cocina, miró horrorizada la abuela.

 

 

45. ESTACIONES PREMATURAS ( BELÉN MATEOS)

Ella se vestía de rosa, se revestía de un tono sonrosado para no desentonar con su piel abierta a la herida.

Ella era todo, ella era nada, ella era esa ofrenda al pecado, una alfombra salpicada de tropiezo, caída, axioma en la hondura de su vientre.

El último invierno recogió la cosecha descosida de sexo. En la primavera despertó el agua del manantial habitado en su pecho. En el verano arrastró su deseo húmedo de arena. Al llegar el otoño se adentró en los asustadizos pájaros que se escapaban en la arista de su abdomen.

Así era ella, excitación en sus andares, rocío prematuro, labios excéntricos, pálpito en su espasmo.Una estación para cada uno de nuestros sentidos. Una espera a la vida.

Ayer hizo tres años de su gestación vomitada en llanto, de un parto de nueve minutos, de una oscuridad teñida de sangre.

Hoy el color rosa lo ponen nuestras flores. Ellas habitan en un jarrón al lado de su nombre.

 

44. Un man de pura ley (María Rojas)

Un hombre, bajito él, se encasquetó el sombrero y se dispuso a realizar un viaje a su pueblo. En cuanto el sombrero tocó su cabeza, el encéfalo del hombre bajito se vistió de rosa y puso al hombre bajito a pensar incongruencias rosáceas.
Al final de la tarde, el hombre bajito, entrapado de incongruencias, se desencasquetó el sombrero recuperando su discreción y color.
Sin embargo, el encéfalo del hombre bajito, lo obligó a encasquetarse de nuevo el sombrero y salir a la calle, a luchar por su identidad rosácea como un man de pura ley.

43 La plaga

Una mañana el agua del río se volvió rosa. Las orillas se llenaron de curiosos que querían ver el extraño fenómeno; peces de vivos colores nadaban indiferentes al inusitado interés. Un científico llegado de la capital dijo que la coloración rosa del agua se debía a unas bacterias desconocidas. Pronto algunos visionarios del desarrollo pensaron en explotar el hecho insólito. Se construyó un gran hotel, tiendas de recuerdos, cantinas, y se levantaron en las márgenes del río unas casitas con techo de zinc para los trabajadores. En el trajín de la prosperidad casi nadie se dio cuenta de que apenas se veían peces. Algunas mujeres valientes protestaron, pero desaparecieron misteriosamente con una breve reseña en los noticieros. El rumor de la bonanza a orillas del río rosa se extendió por todo el país y atrajo a toda clase de forasteros, buscadores de fortuna, parranderos, tullidos en busca de sanación, mercachifles; una fiebre del oro que se instalaba en barrios improvisados de los que surgían pestilentes afluentes de mierda hacia el río. El agua se volvió gris, sin rastro de vida, pero el pueblo al fin había superado su atraso de siglos y había alcanzado el progreso.

42 Ayer y hoy de una página en rosa

En verano las revistas suelen  ir acompañadas de “souvenirs” propios de la estación; hoy he comprado una , y esta vez el complemento era un libro, una novela romántica que se deja leer fácilmente al rumor de las olas, mientras sentada en mi hamaca me mojo los pies en la orilla.

Recuerdo que hace muchos años, siendo una niña mi madre me enviaba al quiosco a intercambiar (por un módico precio)  novelitas de Corin Tellado. Ella que no sabía escribir correctamente y se definía a sí misma como analfabeta porque no tuvo la oportunidad de aprender,  solía leer en la cama  y se bebía los títulos de esta prolífica autora de género rosa.

Con apenas cuatro años  empecé a interpretar las letras y desde entonces leía todo lo que pillaba; un verano de mi pre-adolescencia , también yo devoré esas novelitas con fruición, identificándome con la mujer protagonista  y anhelando a ese “atractivo pero enigmático hombre” que iba a ser el amor de mi vida.

Muchos años después, inmersa en la lectura de esta novela rosa, mi imaginación vuela en busca de ese amor que  despierta mariposas en la barriga…. y está sentado en una hamaca a mi lado.

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