Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

WABI SABI

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta cuarta propuesta es el concepto japonés del WABI SABI. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE JUNIO

Relatos

10. ANTINATURAL

De todas las fotografías para las que he posado, esta es la que más me gusta.
Ventiladores que agitaban mis vestidos vaporosos, miradas felinas en Atacama, bikinis en la Antártida, pieles naturales en Gobi, pijamas a medio abrochar en Wall Street, tacones de ejecutiva en el monte Bolingo.
Cientos, miles de fotografías y en todas, sin excepción, mi rostro impoluto, como una manzana recién cortada, sonrosada y sin arrugas incipientes que hicieran presagiar la tan temida oxidación de la epidermis y por ende, mi decadencia.
Esta es, sin duda,la mejor, una oda a la vida, en ella muestro mi lado más humano y más travieso. El que hace mohínes para provocar risas o carantoñas de gatito que busca una caricia mimosa.
Repeinada y despeinada, sin rulos, sin planchas, sin tintes, sin máscara.
La llevo siempre conmigo porque cuando alguien desea recordarme qué soy y cómo debo comportarme, al primer comentario soez, jocoso, impertinente o envidioso, la miro reiteradamente, con insistencia, la fijo y la aprendo de memoria, luego me concentro unos segundos y como una contorsionista, estiro y tenso mis músculos, los elevo y lo relajo y haciendo combinaciones imposibles, consigo que hasta las arrugas que no tengo afloren.

9. LO QUE TE MATA TE HACE MÁS FUERTE TAMBIÉN

Por fin terminé el dichoso informe con el que el jefe me había tenido ocupada durante el último mes. Como no podía ser de otra manera, debido a ese inmenso y terrible amor propio heredado de papá, me dejé alma, corazón y vida en cada página del mismo. Apenas dormía, comía ni sentía. Pasé treinta días y sus correspondientes noches frente al ordenador, sin coger el teléfono, haciendo las compras por internet y duchándome los domingos. Tanto el perro como el gato fueron instalados en casa de mis padres. Incluso renuncié al plan de entrenamiento para alcanzar el peso saludable. Pero lo peor fue asistir, impotente, al desplome de mi matrimonio, ya tocado de por sí. Carlos, mi marido y mi gran y único amor, me lo advirtió varias veces: “Por ahí vas mal, vas muy mal… ”
Ahora, me sobra el tiempo. Del divorcio a la depresión; de la depresión al abismo. Y del abismo he pretendido regresar varias veces, aunque no encuentro cuerpo disponible. Lo voy a intentar con esa rubia que mira hacia acá con gesto desconsolado. Será mi puente para llegar hasta él. En resumidas cuentas, la belleza reside en el interior. Y allí, estaré yo.

8. Nunca supe nada (Esperanza Tirado Jiménez)

Escribo estas letras para despedirme porque en su momento no lo hice. Había demasiada gente alrededor. Yo estaba siempre cerca de ti y de todo, pero hacía como que no me enteraba de nada. La rubita angelical, me llamaban los de Seguridad. Aunque de ángel no tenía un pelo. Supe siempre cuál era mi sitio. Después con la otra se formó tal escándalo…

Nadie lo ha sabido. Hasta ahora. Cuando lo cuento, normalmente en ‘petit comite’, nadie me cree. Algunos me tachan de mentirosa, otros de buena actriz. Y se ríen. Tal vez podría usarlo en un monólogo y hacerme famosa en la televisión. A lo mejor conseguía ser trending topic en Twitter unas horas. Y después… ¿Qué?  Ni yo misma lo sé.

Recuerdo pasear por la Casa Blanca como si fuera una exploradora, descubriendo algo maravilloso. Los viajes a tu lado en el Air Force One eran emocionantes. Ahí me di cuenta de que, efectivamente, las noticias vuelan. Lo más aburrido del mundo era Camp David. No había más que árboles y nubes.

No estoy segura de si merece la pena sacarlo a la luz. Dejémoslo estar.

6. A MI PAMPANITO ADORADO (Paloma Hidalgo)

Ahí, en la segunda arruga junto a los labios, le crecían alegrías fucsias, las de haber sido madre tres veces. La hierbabuena había arraigado en el surco más profundo de la frente, llevaba años sin probar la ginebra. Tenía un par de lianas asomándose en el brillo de sus ojos, que adoraba a mi padre, y que siempre supo que él a ella nunca llegó a quererla. Pero lo que más me gustaba de ese retrato estaba detrás, en la dedicatoria, ese tronco de secuoya esponjoso y rojo al que me acercaba si quería volver a sentirme bien conmigo mismo, cuando alguien me decía que era un bicho raro por encontrar margaritas en las sonrisas, o pétalos de camelia en una caricia.

4. MUJER ESDRÚJULA (Ángel Saiz Mora)

Soy hija de una mala persona, de las que ponen el acento antes que nadie para su beneficio. Tardé tiempo en darme cuenta. Muchos sucesos poco gratos tuvieron relación directa con mi madre, dueña de una capacidad única para manipular a cualquiera. Una vez, he de admitirlo, fue en beneficio de todos: logró que el director de la sucursal aceptase demoras en el pago de nuestra hipoteca. Le bastó poner su característico gesto de víctima, lágrimas incluidas, con el que consigue ablandar el corazón más rígido. Así nos convenció, pérfida, a mi hermana y a mí, de que no podíamos tener un perrito. A papá le dejó claro que mejor que ir al gimnasio era preferible que trabajase más horas y que las ojeras adornan. Lo peor fue cuando Irene vino a casa con un chico estupendo; como a mamá no le gustaba, volvió a recurrir a su catálogo de muecas psicológicas. Nunca volvimos a verle.
Mi novio es inmune a ese rictus satánico que entra por los ojos. Álvaro, que percibe realidades que pasan inadvertidas, ha destapado su auténtica maldad intrínseca. Es un muchacho magnífico. El que sea invidente solo aumenta su encanto.

3. Eva’s…

Tras un día de convivencia en el paraíso, Eva contrariada pregunta:

— ¿De verdad me has sacado de la costilla de este? No puede ser, me vacilas.

Y después de un inquietante silencio, un ensordecedor estruendo cruzo el cielo. Una sonora y divina carcajada sin duda y entre dientes una frase que debiera ser letanía:

— ¡ Ha salido perfecta la jodía!

2. LA ESTRATEGIA (María José Viz)

La corta vida de Elena era una carrera de obstáculos. Sus compañeros utilizaban estratagemas rastreras para conseguir que se fijasen en ellos. Y eso la sacaba de quicio. Aceptó, a regañadientes, los consejos de Jorge para que en la próxima rueda de reconocimiento, la del domingo, pudiese dar lástima a alguno de los matrimonios babosos y desesperados que asistiesen.

Jorge era un año menor que ella, pero era mucho más astuto. Procedía de una familia desestructurada (como se dice ahora), igual que todos los que malvivían allí. Era manipulador de sentimientos y lograba, poniendo unas caras de pena muy estudiadas, recibir más trozos de pan y sonrisas compasivas de las cuidadoras.

Ante el espejo y con Jorge al lado, Elena ensayó muchas veces la cara de pena que iba a conseguirle unos padres. Se aproximaba el domingo. Ya no faltaba nada para demostrar sus dotes de actriz.

Cuando aquella pareja, de sonrisa boba, se acercó a ella, Elena prorrumpió en una carcajada estrepitosa. Tras el desconcierto inicial, el hombre y la mujer también se rieron y lo continuaron haciendo al introducirse los tres en el coche.

1. Vínculo (Jesús Garabato)

Atraídos por el gentío, nos detuvimos  ante el espectáculo callejero. El patetismo de los supuestos artistas nos hizo sonreír. Un vieja obesa y un más que acabado saltimbanqui trataban de ejecutar, esperpénticos, algunas piruetas. Reímos, ya burlones. Otro, sobre la arcaica musiquilla  que  salía de un radiocasete, tarareaba desafinado.  A su lado, los ojos aparentemente  ciegos de una chica mal vestida reflejaban, magnificándolos, aquellos afanosos torbellinos.  Con su hermosa voz realzaba  la cantinela. Parecía feliz sosteniendo el plato. Fue fácil arrebatárselo, derribándola  de un empujón. Nosotros sí que somos unos verdaderos artistas: conseguimos que recobrara la vista y que, además, enmudeciese.

 

110. Sirena

Se asomaba al balcón cada día, a mediodía florido de sol y viento de azahar, molido por las mismas olas que lo vieron marchar la noche anterior. Y a cada mediodía soleado de flores, ella lo sacaba de su mar, cristalino azul en el ojo izquierdo y, exactamente al otro lado, su eterno reflejo, el de ella y el mar en el vidrio cansado del marinero, apoyado en la barra del bar.
Y luego él la acompañaba a su casa, como eterna parte de un cortejo incompleto. «Tú siempre serás mi mejor captura», solía decirle a la lápida con la cola de sirena tallada en el mármol de hielo.

109. LA MITOLOGÍA EN LUCHA (M.Carme Marí)

Los libreros y las editoriales se han posicionado al lado de las sirenas. Quieren evitar pérdidas cuantiosas, puesto que de no ser atendidas sus peticiones están decididas a desaparecer de los libros. El gremio confía en no tener que retirar centenares de ejemplares para su reimpresión, como sería el caso de La Odisea, modificando el Canto XII donde intentan seducir al héroe atado al mástil de la nave, o de algunos cuentos infantiles más recientes.

En su última manifestación fueron apoyadas por muchas humanas que colgaron colas de pez en los balcones en solidaridad con su lucha. En los parlamentos finales repitieron incansables sus reclamaciones: “Si pudimos pasar de criaturas aladas, volando por los cielos, a seres con cola de pez, danzando en el mar, ¿por qué no se nos permite también movernos por tierra?” Voces hasta ahora silenciadas reivindican poder mutar a minotauras, centauras o faunas, si así lo desean. La primera ‘sirena-trans’ que ha hecho pública su voluntad se queja de los estereotipos: «Con lo liberales que eran Zeus y todos los dioses, no entendemos estas restricciones hoy en día».

108. Bailando bajo el agua

Los escenarios de medio mundo vibraban ya con su danza cuando apenas tenía doce años. Era toda su vida. Sin embargo, la madre cerró los ojos una mañana de resaca en aquella maldita curva que recorre el acantilado y su ilusión se reventó contra las rocas. El mundo comenzó a girar, al contrario.

Bajaron a la playa. Habían desaparecido los castillos levantados en la arena y la luna extendía sus brazos magnéticos sobre el agua. Se acercaron a la orilla. Las olas jugaban a deshacer guijarros y esperanzas con su burla eterna de querencias y desprecios. Las ruedas de la silla dibujaron dos profundas heridas en la arena, dos cicatrices inseparables buscando el horizonte. El agua cubrió entonces las piernas tullidas de Parténope.

─Madre, ¿las sirenas tienen alma?

La madre contestó con un suspiro. La luna, las olas, el horizonte, la silla buscando el infinito.

─Madre, ¿tendremos escamas?

─Tal vez, cariño, y podremos seguir bailando trescientos años antes de convertirnos en espuma.

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