Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

83. La espera (Mar González)

No voy a decir nada. Juré que nunca hablaría de ello. “En boca cerrada…”, decía mi madre. “Son cosas que pasan”, mascullaba entre dientes mi abuela cuando, tras los primeros encuentros, le pregunté con restos todavía de inocencia.

No puedo contarlo. Por mas vueltas que le doy en mi cabeza, su presencia no tiene sentido. Su ser, su estar, su hacer, su modo de atemorizarme. Y todos callados. Nadie ha hablado nunca de ello y yo no voy a hacerlo ahora. 

No quiero. Dicen que este es el lugar adecuado, que todos me entenderéis, que nadie va a juzgarme ni dudar de mi palabra, pero no, no pienso decir nada. 

Todo lo que pasó, lo que pasa, porque seguro que sigue pasando cada noche, me lo guardaré para mi. En esta tumba sin ventanas y con paredes acolchadas espero estar segura. Mañana lo sabre. Mañana. Si llego a mañana.

82. La pintora y el barbero (Rosy Val)

Hoy se levanta excitada, con deseos de pintar un cuadro. Se despereza asomada a la ventana y milagrosamente lo ve entrar. Presurosa baja y cuelga el cartel de “cerrado” en la puerta.
Sube a su cuarto emocionada, se quita la ropa interior, se ciñe un vestido y unas sandalias rojas. Antes de salir admira en las paredes sus retratos, ¡son su única pasión! Acaricia el último; lo pintó apenas hace un mes. Le gusta la fuerza que imprime su color favorito, un toque de vida casi real, a sus protagonistas.

Armada de pinceles, paleta y lienzo, se sienta frente al espejo. Clava sus ojos en el atractivo y desconocido joven. Cruza las piernas, con un impúdico movimiento las separa, despaciosamente las vuelve a cruzar. Él la mira nervioso y traga saliva. Su marido, celoso y herido en su agravio, al que no se le escapa uno, no tarda en deslizar la tajante navaja…
Eufórica y rauda, va a por la palangana; aguarda inspirada a que la glutinosa y caliente pintura del modelo, cuaje…

 

 

81. QUERIDOS MONSTRUOS

Mis Queridos Monstruos.

Los tengo de todos los colores:

Guapos, Feos, Altos, Bajos, Interesantes, Aburridos, Sosos, Escuálidos, Gruesos, Lindos, Divertidos, Anónimos, Sugerentes, Atractivos, Cansaalmas, Sobrados, Tímidos, Elegantes, Variopintos, Inauditos, Vinagres, Locuaces, Cuentacuentos, Trotamundos, Veteranosdeguerrasdiversas, Heridos, Sanosysalvos, Inmortales, Desaparecidos, Intermitentes, Guadianas, Permanentes, Perennes, Incondicionales, Nostálgicos, Enamorados, Suspicaces, Enérgicos, Positivos, Botellasmediollenas, Botellasmediovacías, Inconsistentes, Seguros, Arrebatadores, Rompedores, Clásicos, Tozudos, Livianos, Eternos, Etéreos, Rompecorazones, Amigosdesusamigos, Corazonesdemelón, Suspirantes, Anhelantes, Radiantes, Rabiosos, Coriáceos, Constantes, Constructivos, Convalecientes, Complacientes, Rapaces, Voladores, Ensoñadores, Poetas, Históricos, Excesivos, Experimentadores, Nuevos, Intrépidos, Lunáticos, Absortos, Increibles, Creibles, Crédulos, Incrédulos, Investigadores, Cultos, Sabiosdelanaturaleza, Sencillos, Complicados, Muycomplicados, Vigilantes, Hijosdemorfeo, Insomnes, Sobrenaturales, Elevados, Ascéticos, Ateos, Renovadores, Deningúnsitio, Hijosdelmundo, Sufridores, Sofistas, Epicúreos, Filósofosdebarradebar, Filósofosdeplatón, Mediofondistas, Escaladores, Veloces, Audaces, Sinvergüenzas, Enloquecedores, Engañadores, Sobrios, Ositosdepeluche, Cándidos, Cachondos, Almasdedios, Sedientos, Abstractos, Concretos, Sonrisasylágrimas, Ciclotímicos, Equilibrados, Absurdos, Aplastantes, Imanes, Embrujadores, Magos, Brujos, Inexcrutables, Amorcitos, Abrazadores, Besadores, Bestiales, Subterráneos, Sumisos, Poderosos, Pretenciosos, Políticamentecorrectos, Quedabienes, Osados, Oscuros, Clarividentes, Ojosdeluzlimpia, Energíasdesbordantes, Contagiososdealegría, Corales, Fieles, Fidedignos, Filibusteros, Piratasdelcaribe, Siempreaquienesrecurrir, Soberbios y Biennacidos.

Pero todos tenemos predilección por uno en concreto.

El que más loco nos vuelve.

El que nos proporciona las peores pesadillas…

…y alguna que otra alegría.

No podemos vivir sin él.

El más Mónstruo de todos:

“Tú”

80. Pacto de silencio (Luisa Rodríguez)

Aunque solo éramos tres, nos gustaba jugar a Los Cinco. A mí me llamaban el Monstruo de las Galletas. Mi hermana, alegre y cándida, estuvo encantada de ser Heidi hasta que la pubertad asomó a su cuerpo y empezó a renegar de todo lo que tuviese un tufo infantil. Sin embargo, a nuestro primo Adrián siempre le enfureció que lo rebautizasen como Pipi Calzaslargas, a pesar de que nadie tenía la culpa de que fuera el único pelirrojo del colegio. Nosotros, por si acaso,  nos cuidábamos mucho de provocarlo.

Decidimos ampliar el grupo cuando nos prendamos del san bernardo del nuevo vecino de los abuelos. Adrián, con la autoridad que le daba ser el mayor, lo planificó todo. Pero no tuvo en cuenta que el perro, por más que nos empeñásemos, no atendía al nombre de Niebla, que la puerta del cobertizo se quedaría bloqueada con los cuatro dentro y, menos aún, que yo iba a atascar la claraboya, nuestra única vía de escape.

Peor fue cuando, después de una interminable noche allí encerrados, un chirrido de bisagras anunció la entrada de aquel hombre. Heidi, fiel a nuestro pacto, respondió a su siniestra mirada:

―Pipi no fue.

 

 

 

79. No-monstruo

Su mujer no estaba bien, eso lo veía con claridad. Pero los hijos seguían llegando en un torrente sin fin. Él acompañaba al amanecer de cada día, para buscarse la vida recogiendo el caucho en las plantaciones. Y cada atardecer la luz selvática le devolvía a sus niños desatendidos, a veces desaparecidos, mugrientos, con hambre. Fue entonces cuando llegó al poblado una periodista muy joven, con ese brillo en los ojos de quien aún cree en la vida y te  deja ver a su través. Paulo acababa de nacer. Se lo dejaba relimpio en su hamaca al atardecer. Ella lo devolvía con su sonrisa transparente. Se lo colocaba en su regazo cuando desayunaba a la puerta de la cabaña, para que su aroma dulce impregnara sus instintos de hembra protectora. De nuevo ella volvía con el bebé y su sonrisa. Desesperado y en el intento último llegó corriendo al pequeño muelle justo antes de que zarpara su embarcación. Ella le miró con sus ojos brillantes, esta vez también húmedos.

78. CON LOS CINCO SENTIDOS (Yolanda Nava)

Nadie sabe quererla como yo que paso horas escuchando su respiración mientras duerme y me deleito olfateando su ropa interior, tan llena de ella. Sólo faltan dos noches para el estúpido viaje de sus padres, me la confiarán y será entonces cuando podré, por fin, quererla del todo; estrenaré las correas y la contemplaré desnuda, sin sobresaltos, y podré hacerla mía, mía, saboreando hasta el desmayo su piel sonrosada, sellando con mis manos todo su cuerpo.

77. Soy un monstruo, merezco la muerte (Sotirios Moutsanas)

Al embargarme el piso, en seguida vino mi divorcio. La maldita crisis hizo mella en mí: literalmente me había destrozado  la vida. Juré  vengarme de la sociedad; y me convertí en un asesino despiadado y un ladrón sin escrúpulos. Más sufrimiento que producía en los demás, más dichoso me sentía. Hasta aquel fatídico día cuando entré a robar en este detestable chalé. Ella estaba dormida plácidamente en su lecho, apenas tenía veinte años; la misma edad que tendría mi hija, que no la veía desde hace por lo menos diez años. Por desgracia, se despertó: tenía que matarla. Empecé a estrangularla, sus ojos desorbitadamente abiertos como platos se clavaron en los míos. Lo desconcertante era que, según la asfixiaba, yo sentía lo mismo que ella: no podía respirar. Por un momento sentí como me asfixiaba a mí mismo. Finalmente, se puso los ojos en blanco y dejó su último aliento.

Al volver, mis ojos se fijaron en la cómoda. Me arrimé y vi la foto de mi hija cuando tenía diez años. Mis aullidos de dolor rasgaron en dos el silencio de la noche. De mi boca sólo salían las mismas palabras: “Soy un monstruo, merezco la muerte.”

 

76. Como una sombra (Esperanza Tirado Jiménez)

Ellos estaban a su lado desde que podía recordar. La acompañaban como una sombra tenebrosa.
Hasta en sus momentos buenos ellos permanecían allí, agazapados, esperando el momento de actuar e hincarle el diente a sus emociones.

A veces ellos aparecían mientras se miraba en el espejo, deformando su figura de modo grotesco. Entonces su aversión por la comida aumentaba. Y comprar ropa era toda una tortura.
En el día a día ellos bloqueaban sus decisiones por las cosas más simples, darse un capricho, preguntar algo de su interés, entrar en un bar lleno de gente…
Frecuentemente ellos atenazaban su cerebro, que se desconectaba de su lengua. No era capaz de participar en charlas informales. Así, su opinión nunca se escuchaba, secuestrada por ellos, sus monstruos internos.

Se había acostumbrado a convivir con esos terribles monstruos. Tanto que con sus enormes y puntiagudas fauces habían casi devorado su espacio vital.
Hasta que ya no pudo más y gritó. Y su grito sonó lejos y fuerte, como un eco en las montañas. Sus monstruos parecieron sorprenderse y desdibujarse en partes. A través de ellos creyó ver una luz.

Ayuda.

75. CRÍAS

Han quedado a las cinco detrás de las higueras, junto al cauce terroso del agua que nunca llegó. Se acomodan en las piedras calientes del secarral, entre restos de plástico, botellas rotas y latas con herrumbre. Inmunes al sol, comentan lo que han hecho con sus cuerpos recién estrenados. Cuándo. Dónde. Cómo. Le preguntan por Javi. “Sí, el domingo”. “Contra la tapia del desguace”. “Solo lengua”. Se abisma en el recuerdo, que le sacude un latigazo de hormigas vientre abajo, y no lo ve venir. La tiran al suelo. Con un tumulto de piernas y brazos la inmovilizan entre una polvareda. Luz se le sienta encima. Con el metal oxidado de una tapa le va abriendo surcos paralelos en los labios, al siseo de “Javi es mío, zorra de mierda”. Cuando termina, aún a horcajadas sobre el bulto que aúlla, mira al objetivo del móvil, se aparta la melena y se recoloca el colgante de Hello Kitty. “¿Lo has grabado bien?”. Risas excitadas. Se pierden entre las higueras mientras lanzan la dentellada definitiva a la pieza con el primer whatsapp.

74. Nuevo inquilino (Blanca Oteiza)

La señora Matilde ya no vive sola. Hace unos días se compró una mascota. Desde entonces se pasea por el barrio con ella en brazos, la muestra orgullosa a todas las vecinas que salen a su encuentro. Me parece repipi que la lleve con lacito, incluso que la vista con traje a juego. El animal parece sentirse a gusto, pues ni se queja ni se espanta de las amigas que la acarician la melena peinada de peluquería. En la carnicería cuentan que hasta le compra carne de la mejor que llega para su fino paladar.
A mi, en cambio, me parece un monstruo de cuatro patas y un hocico. Yo prefiero a mi Bergamasco, él sí que es un perro de los de verdad.

73. Pienso muchas veces

Caminábamos por el bosque. Donde terminaba nuestra ruta surgieron vocecillas y risas infantiles. Pensé escéptico -La compañía ideal para nuestra excursión del colegio-. Sin dejarme ver, conté veintitantas extrañas criaturas. Cantaban canciones sobre llantos de niños enfadados.
Entretenían la fiesta: avecillas, duendes, conejitos blancos, cervatos pequeños en brazos de sus mamás, ocho gnomos diminutos como niños de meses, siete hadas preciosas como princesas vestidas de rosa, verde esmeralda, blanco y dorado: con varita, corona y zapatos de tacón, median centímetros.
– ¡Es un cumpleaños!, dijo Juan, mi alumno más aplicado, mirar junto a la seta gigante. Hay coronas doradas y regalos-. Efectivamente. Descubrimos la mesa principal adornada de platitos plateados con formas de estrellas y luna. Desgranaban poemas con voz melodiosa. Vivíamos ese momento mágico en silencio cuando se encendieron cientos de luciérnagas. Fuimos afortunados al ser descubiertos, nos invitaron.
El Duende de mayor edad, y barba más larga y blanca gritó a carcajadas:
-En cada fiesta llegáis visitantes con nuevos relatos. Os enseñaremos leyendas sobre hadas y duendes.-
Seguidamente las ninfas movieron sus baritas y cantaron. -“A dormir, a dormir lirón, a dormir chin pon”.- Vi como adormecían a todos los niños.
Señoría, la verdad, no recuerdo nada más.

72. El hombre que fue decapitado tres veces

La historia de Sven Hodeløs, y de su cabeza, conservada en formol en el Museo de Curiosidades de Soderling, al norte de Noruega, resulta extraordinaria. Acusado de violar a su vecina, la justicia decretó que le cortasen la cabeza y que su cuerpo fuese quemado. Pero nada más cumplirse la sentencia, el verdadero culpable confesó, arrepentido, y fue decapitado de inmediato.

Para evitar esta injusticia, el físico real, a instancias de los magistrados, cosió la cabeza del inocente al cuerpo del convicto. La operación, técnicamente perfecta, resultó un fracaso a pesar de todo. El cuerpo se impuso a su cerebro en un hecho inaudito y volvió a violar a la vecina. Las autoridades así lo reconocieron al ordenar, sin que sirviese de precedente, «decapitar el cuerpo», y al físico, que conservase la cabeza de Sven hasta que pudiese ser unida a otro más idóneo para ella.

Sin embargo, cuando fue posible, la conmoción causada por hachazos y suturas hizo perder el juicio a un impresionable Sven, que con plena conciencia de cuerpo y mente violó de nuevo a su vecina. Y es que, como sentenció el verdugo al decapitarlo por tercera vez, los hilos del destino nunca tejen promesas incumplidas.

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