Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

114. LUNA A LUNA, VERSO A VERSO

Sara era mejor poeta que puta, y eso que de esto último no andaba escasa de méritos. Las noches tempranas, después de cenar frugalmente, bajaba a la calle y se sentaba en uno de los bancos de la callejuela que desemboca en la plaza Maravillas. Era un primor verla. Tan hermosa.

Aleteando sus largos cabellos, encorsetado su cuerpo rotundo en su ceñido vestir, esperaba a que alguien se le acercase y pactase con ella el salario del goce. Por aquello de escapar a los reproches y a las miradas vecinas, el primer cliente no llegaba antes de la luna cerrada para citarse en duelo con la hembra. Y era sobre todo en esa deliciosa espera, cuando Sara solía imaginar jugosas y amorosas rimas que hubieran hecho palidecer, por insultante comparación, al mejor de los orgasmos.

 

113. El delfín y la luna (Cuento – Juana Mª Igarreta)

Érase una vez un pequeño delfín hechizado por la luna. Una noche de luna llena, mientras miraba embelesado la gran esfera plateada que ésta proyectaba sobre las aguas del mar, escuchó:
— Mar, me han invitado a la Feria de Abril y quiero pedirte un puñado de tus rizadas olas; las coseré al bajo de mi traje de nube y podré lucir un auténtico vestido de sevillana.
— Selene, acércate mañana al final del día y tendré preparadas las mejores olas para ti.
Cuando a la noche siguiente la rotunda luna descendió hasta el mar para llevarse un buen número de las más bravas olas, el delfín no se lo pensó dos veces y fue a camuflarse de un salto entre la blanca espuma de una de ellas. Así, este singular polizón consiguió, en una singladura sin precedentes, abandonar el mar y llegar al espacio celeste.
Algunos dicen que una vez cumplido su sueño, se refugió en una gran masa de nubes oscuras y volvió al mar en medio de un inmenso aguacero. Otros aseguran que si miramos fijamente a la luna en noches de plenilunio, una pequeña sombra en forma de pez se adivina entre sus manchas.

112. Escala en la luna.

Hoy por fin he podido levantarme de la cama. Ella me ha ayudado a quitarme los tubos y la vía. Me ha dicho que hoy es el día; y que ya no los necesitaré.

La luna se ve preciosa desde la ventana. Hoy está más grande y luminosa que nunca. Ella me ha prometido que haremos escala allí, que surcaremos el antiguo Mar de los Vapores, que veremos los cráteres, y que entraremos a escondidas en su cara oculta.

Suena tan bien que ya no pienso en otra cosa.

Creo que tú sigues conmigo; pero ya casi no te oigo, casi no te siento, apenas percibo mi vida aquí y creo que nunca más lo haré.

Ella me hace una señal. Es el momento.

Con los nervios apenas noto que aun sostienes mi mano entre las tuyas.

Un tenue silbido lo envuelve todo. Mis ojos encuentran los tuyos, y sin hablar te dicen que no te preocupes, que estaré bien, que tú estarás bien, y que jamás te olvidaré.

111. El poderoso influjo (Juanjo Montoliu)

Un hombre camina, con los hombros vencidos, por el paseo. En la zona oscura del pretil de la playa, una pareja se habla entre susurros. Bajo la luz de las farolas, los vendedores ambulantes recogen de prisa, ante la llegada inminente de la policía. Envuelven los artículos en hatillos blancos y se van retirando hacia la arena, donde esperan a que se alejen los agentes.

Sobre el mar se refleja un camino plateado por el que apetece adentrarse. Eso parece pensar el hombre cabizbajo, detenido ante la masa de agua y ante sus dudas. La pareja permanece ahora en silencio, buscándose con los ojos, acercando sus bocas. De lejos, la piel de los vendedores se mezcla con la noche y los bultos blancos flotan sobre las olas.

El solitario se desnuda, dobla la ropa con cuidado, la deja sobre la arena y nada a grandes brazadas, queriendo romper el reflejo gris sobre el agua. En la sombra, las bocas se unen y las manos buscan con impaciencia el cuerpo del otro. Sobre las baldosas del paseo, vuelven a mostrarse las mercancías y a reconocerse las caras.

Nadie parece darse cuenta de que esta noche hay luna llena.

 

110. REFLEJOS

Sentado en el puente, mi ánimo se balanceaba al compás de una canción de Amy Winehouse. De un suspiro, desplacé la nube que ocultaba la luna llena y su reflejo inundó el río. ¡Juro por Dios que durante un segundo de plata vi tu rostro bailándome el agua…una vez más!

108. La cara oculta del lunático (La Marca Amarilla)

Es difícil arrepentirse de lo que no se recuerda, pero Eugene Cernan siempre llora afligido tras cada plenilunio cuando le confirman que esa noche ha causado mucho daño, víctima de algún perverso hechizo. Él insiste en que su trastorno se debe a un amor imposible.

Entonces, tras cada plenilunio, la CIA se encarga de eliminar pruebas, sobornar testigos y trasladar a Eugene a otra alejada comarca. Le protegen por los servicios prestados y porque saben que su delirio no tiene solución conocida; han probado varios tratamientos, terapias e incluso internamientos, pero el lunático vuelve a cometer inconscientes atrocidades en las noches señaladas.

Neil Armstrong visita alguna vez a Eugene para consolarlo y sugerirle que la olvide definitivamente. Es el único colega que también la ha visto allá arriba, oculta en la sombra lunar, aunque no sucumbió ante el magnetismo encantador y la belleza de la alienígena. Sin remedio, suelen acabar las citas tomando unas cervezas y mirando fotos secretas robadas a la NASA; de vez en cuando Eugene, sin poder reprimir lágrimas de emoción, dice ensimismado:

– ¡A qué es guapa, Neil!

107. Viaje a la Luna (Jerónimo Hernández de Castro)

-Acabaré con problemas cervicales. La frase ya no sorprendía a Elena que apoyaba su cabeza en el hombro de Luis. Ambos permanecían sentados bajo una encina aquella noche de perseidas en que la superluna anulaba cualquier destello del cometa Swift-Tuttle.
Luis parecía contrariado por otra noche más de observación. A Elena le encantaba perderse en la oscuridad a la búsqueda de luces en el cielo junto a su amado renqueante.
– ¿Nos vamos ya? La cantinela habitual no podía ser oída por la joven cuya imaginación volaba al otro lado del satélite.
– ¿Crees que los selenitas estarán contentos? Hoy todos sus deseos pueden cumplirse. Estarán reunidos en la cara oculta viendo una lluvia maravillosa que les traerá la felicidad.
Luis miraba a Elena con los ojos entreabiertos deseando estar en otro sitio, en cualquier parte.

106. Malditos novios

«Sí quiero», le susurra entre lágrimas y se besan de forma tan apasionada que el cielo se ilumina de fuegos artificiales. Henchidos de amor, se tienden en un mismo abrazo sobre la arena, para dejarse acariciar por la brisa del Mediterráneo. Entonces, Abel comparte con Lucía los nervios de los últimos días, la incertidumbre por su respuesta, la felicidad que le embarga. Lucía le recompensa con otro beso. Le reprende con cariño por haber dudado de ella. Le declara que se siente la mujer más afortunada del mundo y acaba por vencerse sobre el pecho fornido de Abel. ¡Están en el Paraíso!

Poco después, reparan en la luna. Tan grande y reluciente, pareciera que se hubiese engalanado para ellos. Como si interpretara el papel de su madre, Lucía advierte sobre el mal fario que conlleva no reclamarle un deseo a una Catalina tan plena. Divertidos, deciden que cada uno solicitará el suyo, precisamente en la noche de petición de matrimonio, a la de 3, 2, 1. Al instante, los dos empiezan a envejecer ante el asombro de Lucía, mientras Abel, horrorizado, intuye que igual se ha excedido, cuando asisten a la primera lluvia de meteoritos entre grandes temblores de tierra.

105. Fantasía ahumada o cruda realidad (Petra Acero)

Llena y fría cabalgaba sobre algodones para no deformarse.

La habíamos invocado pidiéndole un deseo, mientras nuestras sombras temblaban alrededor de aquella vela.

—¡Esta os servirá! —había dicho la hermosa dama que nos la vendió.

Era una de esas criaturas que huelen a sándalo, vainilla y hierbabuena. Una de esas doncellas que son princesas en los cuentos; vírgenes en las estampas de la abuela; Majas, Venus o Gracias en “Conoce tus museos” y modelos en las revistas de mamá. Por eso no dudamos en comprarle la vela cuando nos advirtió:

—Cuidado con mirar directamente a la luna…

Ahumamos y ahumamos dos culos de vasos, ¡pero no funcionó!

Al final, la vimos alejarse como llegó.

En el telediario, sin humo en los ojos, contemplamos todo el proceso:

—Lo que viene siendo una variación de tres elementos tomados de uno en uno. El típico eclipse de luna, que solo podréis ver tras unos cristales ahumados… —según palabras de la señora Paca. Esa bruja cuentista que regenta la tienda de velas perfumadas.

104. Lunhadas (Mel)

La araña que hilaba rayos de Luna había muerto. Las hadas ya no tenían quien tejiera sus alas de luminiscente filigrana y perlaron el bosque con lágrimas de rocío. Incluso Selene, por vez primera, se oscureció en señal de duelo.

Fue entonces cuando los humanos intuyeron la desgracia y que, en algún confín del reino mágico  aún quedaría un haz intacto, con todo su poder e incalculable valor. Atacaron esa misma noche, y sin la protección lunar, las hadas fueron diezmadas y la luz robada. Los hombres fundieron el tesoro en monedas de plata que cargaron en grandes barcos, pero la Diosa nocturna, ultrajada, volvió a lucir y conjuró a los mares que lo engulleron todo.

Parte de las hadas  quedaron atrapadas en el cielo sin poder ya volar. Son la corte de la Luna que alterna  el luto con la plenitud de su esplendor. Cada día marea los océanos para que otras hadas supervivientes rescaten  añicos de magia. Algunos marineros juran que cuando esto ocurre,  escuchan sus cánticos y que las han visto mitad hada, mitad pez, pero lo cierto es que la batalla entre los dos mundos continúa porque los hombres siguen atrapándolas en sus redes.

103 – TRANSFORMACIÓN ( Puri Otero)

Era noche de luna llena y el hombre lobo salió de caza, pero la única pieza que consiguió abatir lo transformó en un lindo corderito. Desde entonces ya no dispone de garras ni colmillos afilados, ella los transformó en sonrisas. Ahora viven felices viendo la Luna llena desde la ventana de su dormitorio,aunque de vez en cuando se oye en la lejanía un aullar de lobeznos que reclaman su atención.

102. MER-MAID (Mariángeles Abelli Bonardi)

No son CeDés los que están en la lisura que dejó la bajamar.

No es auricular eso que se acerca al oído.

No son precisamente ecos los que el nácar le devuelve, ni lentejuelas lo que las olas, de un lengüetazo azul, parecen traer y llevar de sus pies.

No es tritón el que le dijo “Bajaré la luna para ti”, ni promesa cumplida la que ahora le rompe el corazón.

No es mujer la que, ya sumergida, empieza a convertirse en espuma.

Sólo el plenilunio— su último consuelo— sigue siendo el mismo.

 

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