Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

NOV16. NADA ESTÁ ASEGURADO, de Juan H. García-Zeballos

-He pensado un nuevo término. Mi hija me propuso una apuesta: “Ya que eres tan listo, inventa una palabra; si tu ingenio es igual a tu fuerza, muy pronto la veremos incorporada al diccionario de la Real Academia”. Me desafió contundente.
En fin… fiel a mis principios de tener todo bajo control, aquí estoy ante ustedes para presentarles mi ocurrente neologismo: Democracia, del griego demos, pueblo y kratos, poder; es decir, donde hay Democracia quien gobierna es el pueblo. ¿Qué les parece?- Preguntó retóricamente el dictador, al cerrar su discurso en aquel año 15013.
La aprobación del auditorio fue unánime, pues tantos siglos de gobierno totalitario, habían provocado la admiración de los espectadores por lo novedoso del vocablo.

NOV15. LA MUÑECA EMPIPORINLADA ESCAPIRULÓ, de Anna Jorba Ricart

 Iba empiporinlada la muñeca en manos de la pequeña Julia. Ésta se divertía giratrizandole el cuello que la dejaba como la niña del exorcista. Le arrancaba los pelos en mechones revoltrinados. Y hablándole con palabras desafillentes y mirada fija a los ojos creía dominarla y asustadicentarla. Parecía haber encontrado en la muñeca la compañera ideal para tratiavenirse en sus sádicos juegos. Un día, al entrar en la habitación, Julia vio que su muñeca no estaba donde ella la había camiacostado y se extrañó. Sobre la almohada había una misivinota que Julia leyó con atención. Escapirulando la muñeca había cogido el portante.
Desde entones Julia, que por primera vez sintió la soledad, aprendió a tratar bien sus cosas.

NOV14. EUFEMISMO GARCÍA, de Javier Sánchez Campos

Salió temprano de casa. Debía participar en la junta interdepartamental que estudiaría el ajuste de personal. Los anfitriones serían el Coordinador General y el Comité Ejecutivo de la zona Este, “muy implicados en vuestro proyecto”. Mostrarían, además, la virtudes que proporcionaba la movilidad exterior, la descentralización geográfica, las amplísimas oportunidades de progreso personal y laboral que ofrecían. “Ningún trabajador sensato rechazaría esta oferta. Tienen ante ustedes una excelente manera de conocer otras culturas”. La conclusión fue esperanzadora: parte de la empresa sería recolocada en La Unión Europea. Las condiciones se respetan, “faltaría más”. Él era uno de los afortunados.

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Salió de casa y aún era de noche. El día anterior le habían “invitado a participar” en la reunión donde concretarían el brutal ERE que le afectaba. Allí estaría el jefe y sus socios (dos cuñados y tres concejales), los cuales, para muchos, no tenían rostro. Fueron claros: si no querían irse “a la calle”, debían aceptar la propuesta. “Europa no es tan grande; peor sería vivir en Estados Unidos”. Cobrarían lo mismo. “Si queréis a vuestros hijos, ya sabéis. En la puerta tengo cien esperando vuestro empleo”. Él fue uno de los perjudicados.

NOV13. INFINITERNIDAD, de Antonio Ortuño Casas

No había nada, tanto de eso que tampoco se recuerda nada, una eternidad infinita. De pronto, como de la nada, casi por arte de magia algo pequeño, casi insignificante, repetido pero también diferente a la vez, aparece en escena requiriendo todo tipo de ayuda en su desarrollo, hasta que cree que puede por si solo ir haciendo su propio camino, que será corto, mínimo y minuciosamente trazado en la red en la que caerá para defenderse sin más armas que su frágil coraza. Ahí será devorado poco a poco sin compasión por cualquiera más fuerte que él. Y de pronto desaparecerá, casi otra vez por arte de magia, todo se apagará nuevamente y tampoco habrá de nuevo nada, por delante solo otra eternidad, también infinita.

NOV12. LA EQUIVOCACIÓN DE ROUSSEAU, de María Elena Sánchez Álvarez

Fue tal la jarangundia que me trasliveyó desde los primeros días, que aún sigo despinponándome. Y pensar que Rousseau creía que todos comenzamos siendo renacuajos.
Todo sucedió hace muchos años, cuando empecé a desarrollarme, fui asimilando pautas y aprendiendo el lenguaje que más tarde reconocería. Caricias, música, baile… lo peor, las noches fogosas y jadeantes que no me dejaban dormir, pero bueno, esto lo tomé como una enseñanza más, de hecho harto lo agradecí en mis primeras yacundias.
Cuando llegó el día del partifilio, no me da vergüenza reconocer que experimenté cierto miedo por ese desconocido mundo al que me iba a enfrentar. Después de atravesar el túnel, sentí primero frio, luego un soplamocado en las nalgueras que me arrancó a llorar, seguido de un traquetemenajado que me dejó impoluto para minutos más tarde ir a parar a las mamondias de mi querida madre, que presto la reconocí , su voz era inconfundible, también recuerdo la carotada de tontolado de mi padre. Tres días pasamos allí, al cuarto ya estaba en mi nuevo hogar. Así comenzó mi nueva vida después del alumbramiento y gracias a la estimulación temprana “amo la vida, amo el amor, soy un truhán, soy un señor…”

NOV11. ÚLTIMA PALABRA, de Marcos Santander

Tomé un trozo del espacio que latía entre la mirada de todas las mujeres y lo fijé al impulso del universo oculto en tu corazón. Ya había recorrido casi un cuarto del trayecto. Me abalancé sobre un significado perdido en un mar de sintaxis de plata y lo trabé con una espina y su sangrante rosa. Al cabo de unos minutos la casi palabra asomaba su quietud por encima de un horizonte donde la luz no desaparecía, y el vuelo antiguo de dos letras jugó a recrear el viento y la vida. Cuando ya casi habíamos terminado, sobre el campo de batalla desordenado y carnal de un triste diccionario apareció impresa y herida para siempre, enjugando líquidos colores de su fuente y de las de sus compañeras en la sección, la milésimo-enésima palabra perfecta y vilipendiada: libertad.

NOV10. AUTOMATAS, de Beto Monte Ros

Entraron subrepticiamente a algunas casas y notaron un patrón que se repetía: en casi todas encontraron objetos que a ellos les parecían inútiles y que podían constituir un estorbo para el desplazamiento de las maquinas escudriñadoras de escondites, las que serían utilizadas en el caso que algunos osaran ofrecer resistencia. Luego de haber recopilado información suficiente y cuando se disponían regresar a su mundo, divisaron cierta agitación en frente de uno de los grandes edificios de la ciudad. Creyendo que esto podría representar algún peligro para sus objetivos, se dispusieron a indagar. Llegaron al lugar y al cruzar el umbral quedaron aterrorizados. Tratando de no delatar su presencia retrocedieron y corrieron hacia su nave, al llegar a su destino fueron a rendir el informe: “la misión no podría ser llevada a cabo, el planeta tierra ya estaba invadido y había sido esclavizado por los seres más despiadados de toda la galaxia, el enemigo al que ellos nunca habían podido dominar: los Darmonedis, especie que se reproduce en los centros comerciales, quienes carecen de cerebros y, como zombis, recorren el universo arrasando con todo lo que encuentran a su paso.
unchindepalabras.blogspot.com

NOV09. VIOLETUS BEGOEDIS, de Edita Nogueira Tallón

Begoña y Edita, maestras de profesión y micólogas de pacotilla, después de varias salidas infructuosas por parajes habituales, cambian de rumbo. Pertrechadas con el instrumental pertinente, incluidos navaja con cepillo incorporado y rastrillo telescópico de fabricación doméstica, se echan a la carretera en busca del bosque encantado, siguiendo las instrucciones de un viejo cazador.

No sin dificultades, llegan, por fin, a la meta. Efectivamente, es un fantástico monte con abundantes pinos y caducifolios, ideal para que los hongos crezcan a sus anchas. Y así es: los hay de todas las formas y colores, ¡pero ninguno para el cesto!

Exhaustas y desalentadas, ya de retirada, tropiezan con un grupo espectacular de setas moradas. No logran identificarlas; podrían ser lepistas o cortinarius, pero no lo parecen. ¿Y si fuera una especie desconocida? ¿Y si este hallazgo las convirtiera algún día en protagonistas del libro gordo de micología? Antes de abandonar semejante tesoro, lo fotografían desde todos los ángulos y lo bautizan, utilizando para ello fragmentos de sus propios nombres, por si pasan a la historia…

Ya en casa, y mientras no averiguan el protocolo a seguir, deciden patentar su descubrimiento en un microrrelato de concurso.

NOV07. PARLAMENTO NEURONAL, de Salvador Esteve

El científico suspiró. Treinta años de investigación, pequeños avances y cientos de fracasos. Los resultados eran inequívocos, lo había conseguido. Recopiló el informe de datos y ya en su despacho la somnolencia le venció. En el hemisferio izquierdo del cerebro, donde el lenguaje reina, diez letras dieron un paso al frente : H, E, I, M,R, P, D, V, O y A.
\»H\», hastiada de ser muda y ninguneada, pedía estar al lado de la letra C para ser pronunciada
\»E, I\» dicutían ante la necesidad de un diptongo
\»M,R,P,D\» estaban abiertas a cualquier combinacion.
\»V\» tenia su ego cubierto desde que su signo simboliza victoria.
\»O\» exigía un acento.
\»A\» quiso imponer su autoridad, por algo era la primera letra del alfabeto y apuntilló la necesidad de dejar a un lado las ambiciones léxicas. Tras muchas deliberaciones llegó el acuerdo.
El cientifico sonrrio, agrupó las hojas del informe y en la primera página escribió la palabra.
AMORPHEVIDA: Vacuna contra el cancer.

NOV06. AMOR, AROM, AMRO, de Paloma Casado Marco

Cuando se encontraban en la calle, él tocaba el ala de su sombrero, y ella dejaba revolotear sus pestañas antes de posarlas en un gesto de estudiada turbación. Le gustaba. Era alto, apuesto y además, pertenecía a una buena familia.
Oyó también comentarios, entre chocolate y pastas con las amigas de su madre, acerca de un problema, una incorrección en la comunicación, que sufría tras un accidente acaecido cuando era solo un pequeñín. “Se le cayeron encima los libros de una estantería en la biblioteca paterna, y el pobre sufrió un empacho de letras que le dejó confundido para siempre”. “Inventa palabras”, decían.
A ella, esa excentricidad de su carácter se le antojó una nimiedad, y más cuando recibió una carta, de exquisita caligrafía, rubricada con su firma y el olor a su loción:

“Mi arbularia señorita. Me haría muy filimintario si permitiera la invitase el precidible sábado a merendar en mi compañía…”
A la que ella contestó sin demora: “Mi arbotante señor, estaría muy enigmática de merendar con Vd., aunque deberé estar acogotada por mis sicalípticas hermanas…”

A la boda, celebrada seis meses después, acudieron todos los cronopios de la ciudad y algún que otro fama.

http://doslatidos.wordpress.com/

NOV05. BARCO A LA VISTA, de Susana Revuelta

Un buque norteamericano hizo sonar la sirena al mismo tiempo que sus caderas se acoplaban furiosas a ritmo de merengue sobre las rocas del acantilado y sus gritos acallaban la embestida de las olas en el momento del clímax. Mientras, un sol sangrante se hundía dolorido en la línea del horizonte.
A Usnavy, fruto de aquella puesta de sol, que le inmortalizaran con ese nombre nunca le hizo mucha gracia, y menos cuando tenía que soportar las carcajadas de los funcionarios cada vez que iba a renovar su tarjeta de identidad.

NOV04. PALABRAS DE AMOR, de Jerónimo Hernández de Castro

Alfonsina se declaró por jitanjáforas. Nada ya dicho le parecía suficiente para expresar su amor por el doctor Reyes y derrochó creatividad a raudales en aquel folio: “Gumblendos insorcitados, rimblaudos de tromfarío”. Él, a punto de obtener la cátedra de literatura contemporánea, no entendió nada; como un marido que ya ha perdido toda su curiosidad. Después de leer: “Alimofiosa sontu psemblor”, la última frase antes de la petición apasionada de “emyexios” compartidos para siempre, dejó la carta en la mesa donde pronto la sepultarían los papeles. Reparó entonces en la ceñida silueta de la estudiante que se alejaba por el pasillo. La directora del departamento se quitó las gafas en un gesto reprobatorio y él, por primera vez en quince años de despacho compartido, se percató que sus ojos eran verdes.

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