Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

50. VIDA PARALELA (Rosalía Guerrero Jordán)

Algún duende travieso ha debido cambiar el guión, pues su vida no debería ser esto. Este caminar apresurado, sin tiempo ni para respirar; este agotamiento infinito que adormece la ilusión; esta tristeza espesa que la estruja por dentro hasta ahogarla.

¿En qué momento se desvió del camino que había dibujado para sí?

Ella quería ser libre, recorrer mundo, tener una vida preñada de aventuras. Sin embargo, las riendas escaparon de sus manos y las circunstancias la arrastraron hasta el borde del barranco por el que camina.

Solo durante las noches toma el control de sus sueños para vivir una vida que cada vez se vuelve más real. En ese lugar intangible puede saltar al vacío y volar, bailar hasta el amanecer y amar sin miedo a las consecuencias.

Cuando despierta todavía lleva la sonrisa colgada en sus labios.

Minutos después, una lágrima se desliza hasta el café.

Pasa las horas imaginando el siguiente capítulo de esa vida paralela, en la que puede ser feliz sin pedir permiso ni perdón, esperando que llegue el momento de regresar allí para seguir con su vida en el punto en el que se quedó.

Y pensando que quizás un día decida no despertar.

 

49. La promesa (Juana María Igarreta)

Sonia y Juan nacieron a la vez de los vientres sincronizados de sus madres gemelas.

En el edificio que compartían era habitual escucharlos llorar al unísono, y que sus llantos entraran en bucle por efecto del contagio. Circunstancia que hizo que ambos desarrollaran una envidiable capacidad pulmonar.

Sumaban pocos pasos sus zapatos cuando decidieron hacer de la voz su juguete preferido. En un descampado próximo a su casa, sirviéndose de cartones y viejos trapos como decorado, improvisaron un teatro. En él descubrieron que imaginando ser otros eran más que nunca ellos mismos. Y allí, contando y cantando, prometieron que un día sus nombres compartirían aplausos.

Más tarde el movedizo escenario de la vida adulta separó abruptamente sus caminos. Mientras Sonia bendecida por la suerte recorría medio mundo, la enfermedad paralizaba las cuerdas vocales de Juan. Pero éste supo armonizar el sufrimiento con la música que llevaba dentro.

El día del estreno de una de las obras de Juan en el Teatro Principal de su ciudad natal, Sonia, ovacionada y emocionada, no pudo evitar recordar aquella promesa infantil.

Tras la exitosa función, el viento se encargó de acercar hasta la tumba de Juan el eco de un aplauso interminable.

48. Amor espástico

Nadie comprende por qué Santiago es nuestro auxiliar favorito. Un hombre mayor, antipático… Sin embargo, es el único que nos lleva a nuestro rincón y nos deja solos. Tu silla de ruedas y la mía pegadas. Las bocas, también.

– Sabes… creo que si hubiera concursos de besos, ganaríamos.

– Sí —te contesto, mirando hacia tu pantalón—, pero a ti te echarían, por dar ese espectáculo.

Tú primero sonríes, orgulloso, y luego te pones colorado. Después ambos nos retorcemos con esfuerzo hasta conseguir que nuestros dedos apenas se entrelacen un poco, y seguimos charlando. Daríamos lo que fuese para que nuestros cuerpos, nuestras manos, tuvieran la mitad de agilidad que nuestros labios.

Este amor irremediable, descomunal, ha de condensarse en maravillosas conversaciones, y en esos cuatro besos de nuestro íntimo rincón. A veces, con suerte, Santiago nos tumba en tu cama, para echarnos la siesta. Juntos, desnudos. Y nos conformamos con eso, con ese calor.

Hoy, sin embargo, he tenido una idea: le he pedido que nos ponga al revés. Mi cabeza en tus pies.

Confuso, miras mis piernas torcidas; pero enseguida sabes qué hacer. Yo sonrío, y hago lo mismo.

Nos retorcemos. Sin prisa.

Nuestras bocas mostrando su gloriosa agilidad.

47. Camino a la gloria (Elena Bethencourt)

A mí nadie me pregunta, por eso yo no quiero hablar. El abuelo va penando desde que murió, dice mi madre, lo  mismo aparece en la cantina que en el burdel. No encuentra el camino para salir del mundo de los vivos.

No hay quien duerma en esta casa, de madrugada se pone a subir y bajar escaleras o a jugar a la petanca en el salón o a vaciar la despensa. Por fastidiar, dice la abuela.

A mí nadie me pregunta, por eso yo no quiero hablar. Pidieron ayuda al párroco que solo recomendó que le encendieran velitas para que viese por donde tenía que irse. Las puso todas en fila como las luces de las pistas de aterrizaje e hizo como que se marchaba, pero no. Luego las reorganizó y formó la palabra “imbéciles”.

Mis padres incluso han suplicado a los moribundos que cuando fallezcan, le lleven de la mano a destino, pero ni así. Todos llegan menos él.

Por último, contrataron a una médium, la mejor, pero no logró comunicarse con el espíritu del abuelo.

A mí nadie me pregunta, por eso yo no quiero hablar. Pero el que iba en la caja no era él.

46. ILUMINACIÓN

Maestro.

Dime, pequeño saltamontes.

Muéstrame el camino.

Cómo te lo voy a enseñar, alumno aventajado, si soy ciego.

Pues, elevado maestro, yo no veo un pijo con esta niebla.

Ah, hijo mío inexperto, cuántas veces te he explicado que ante la adversidad debes abrir tus chacras al universo de la iluminación y permitir que de este modo penetre la luz cegadora.

De acuerdo, sabio maestro, dejo que la verdad me inunde, ooommm.

Qué ves, distinguido alumno.

Nada.

Confía.

Ahora. Ahora observo claramente el camino, maestro de maestros.

Marchemos, alumno infinito, que es muy tarde y no vamos a llegar a la cena.

Últimas noticias. Tras una intensa búsqueda y un gran despliegue de medios, los servicios de salvamento han encontrado al Maestro Saolín y su alumno Songoku, desaparecidos hace 4 días. Han sido hallados en un lugar de imposible acceso en el impenetrable bosque a kilómetros de distancia del refugio de montaña en el que el Maestro impartía cursos de Visión e Iluminación. Están en observación en el hospital en buen estado de salud donde han tenido que ser separados en habitaciones diferentes ya que no cesan de discutir a gritos sobre chacras y caminos. Seguiremos informando.

45. GRACIAS AL FLEJ (FRENTE DE LIBERACION DE ENANOS DE JARDIN)

El  bosque estaba ahí, esperando. Un diminuto camino apenas imperceptible al ojo humano se vislumbraba entre los altos helechos. Fueron llegando a lo largo del día en una procesión interminable de miles de colores. En el aire se escuchaban alegres canciones en lenguas jamás oídas. Solos o en pequeños grupos, tirando de un carro o cargados de enormes sacos a la espalda. Sus ropas les identificaban perfectamente. Los puntiagudos gorros asomaban entre la vegetación y en los claros se veían destellos de sus brillantes casacas y vestidos. Tenían la cara rechoncha y colorada y sus bondadosos ojos brillaban con la dignidad de la libertad recién conseguida… Su hogar en el bosque les esperaba, acabando así con años de vida en descuidados jardines, soportando a molestas mascotas, descoloridos por la lluvia y el sol y rotos por los balonazos de maleducados niños. El F.L.E.J. les había salvado buscándoles un lugar donde poder vivir en paz, en la seguridad del gran bosque y convertirse así en guardianes de la naturaleza junto a elfos, hadas, duendes y trastolillos. Solo visibles a los ojos de los que aún creen en los sueños.

43. El penitente (Aurora Rapún Mombiela)

Al fin los dioses habían enviado, directo desde el cielo, un chiringuito a su playa. Alabados fueran por escuchar sus plegarias. No se arrepentirían, haría lo que estuviera en su mano por complacerles. Ya por la mañana realizó su primera buena acción y se acercó a por un helado para los niños; envió un beso al cielo cuando fue, más tarde, a por una limonada para la suegra; besó la cruz que colgaba de su cadena al dirigirse a por unas patatas fritas para sus cuñados; se santiguó al pedir una cervecita 00 para su suegro. 

A pesar de lo tortuoso del camino y de las dificultades que le fueron impuestas, él las aceptó sumiso. Las deidades le complicaban el camino cada vez más, pero él entendía que eran pruebas de fe y se enfrentaba a ellas trastabillando a través de un laberinto de toallas, incluso tuvo que cubrir algún paso a gatas. Y a pesar de la mala cara de su mujer y de esos brazos cruzados que indicaban que algo no iba bien, él estaba convencido de que al fin, las vacaciones de verano habían cobrado sentido.

42. Camino de perfección

El día que el capellán contó en su prédica que los tejedores de la lejana Bagdad dejan siempre una tara en sus alfombras porque solo Dios puede ser perfecto, sor Perpetua del Divino Rigor comprendió que llevaba toda su vida pecando de soberbia y empezó a permitirse algunas faltas, veniales, por supuesto: bostezar durante los oficios de maitines o laudes; escamotear unas rosquillas o unos bocaditos de cielo del obrador para devorarlos golosa; introducir alguna sabandija en la celda de la madre superiora despertando así sus gritos de pánico.  Desde entonces una paz desconocida ha redondeado sus facciones y las novicias han dejado de tener miedo a su maestra. La  abadesa, en cambio, ha empezado a observarla sospechosa. Ahora mismo acaba de encontrar un sapo sobre el terciopelo carmesí de su reclinatorio y le está lanzando una mirada enfurecida que no presagia nada bueno. Sor Perpetua, sin embargo, no muestra la menor contrición: al escuchar los alaridos de terror, en el rostro de los ángeles turiferarios se ha dibujado una sonrisa cómplice y el Jesusito que preside el altar, tapándose la cara con la manita para disimular una carcajada, le está guiñando a la pecadora el ojo izquierdo.

40. No más gazpacho (Ana María Abad). Fuera de concurso

Cenicienta vertió el gazpacho en los boles y se limpió las manos. Esa noche era el Baile Real y estaba harta de discutir con su Hada Madrina sobre carrozas, calabazas y zapatillas de cristal. Que si el Príncipe es muy apuesto (un engreído, seguro), que si verás lo cariñoso que es el Rey (¡huy, qué peligro!), que si el Palacio necesita un toque femenino… ¡Ja! Como si fueran a permitirle salirse del camino trazado y cambiar las cosas. De esclava de la casa sin voz ni voto a muñeca de porcelana encerrada en una jaula de oro, en una sola noche. Ni hablar.

Cuando el Hada Madrina se materializó en la cocina, le brindó su mejor mohín de obstinada determinación y no fue necesario cruzar ni una palabra más: la buena mujer suspiró resignada, agitó su varita y se esfumó con un chisporroteo. Allá ella.

Poco después, al no obtener respuesta a sus impacientes campanillazos, la madrastra bajó a la cocina justo a tiempo de ver a una plateada mariposa sobrevolando los boles de gazpacho hacia la ventana abierta, rumbo a la libertad.

39. Rutas divergentes

Tendido en aquel potro de tortura decide leer la carta. Su hija le explica sin paliativos que necesita vivir, no aguanta más. Es por el bien de los dos. Ha contratado cuidadoras para que sea atendido del mismo modo que ella lo hacía. Saben que eso no es cierto, pero ya no importa. Piensa en su incapacidad para agradecer o para pedirle perdón por desplantes y malas caras.Tras diez años en la sombra de su cuarto, rebozado en dolor, él tampoco aguanta más. Sobre la mesita descansa una nota: me voy sin recibir tu último beso.


38. La salsa (Paloma Hidalgo)

Me encantaba maquillar niños en las fiestas, cómo olvidar aquellas caritas sonrientes convertidas en delfines y mariposas. Fue una lástima que aquella madre que me denunció y el juez no me dejaran explicarlo todo. También resultó penoso que el primer bailarín de la compañía donde me contrataron tras el paso por el reformatorio, interpretase de forma tan torticera el masaje relajante que pretendía regalarle. Con las coristas, sobre todo con Maica, con quien pude poner en práctica mis mejores performances durante algún tiempo, lo pasé mucho mejor. Por desgracia la calidad del espectáculo terminó mandándonos a todos al paro. Tras vagar sin rumbo atravesando trabajos en los que mi arte nunca fue valorado, cuando estaba a punto de tirar los pinceles, un amigo me propuso algo. Gracias a la vaselina mentolada (soy muy sensible a los olores), me confieso en mi salsa. A todo el mundo le encanta lo que hago aquí. Mis compañeras disfrutan con la voluntariedad que manifiesto siempre, los familiares agradecen la profesionalidad y delicadeza con que borro de sus rostros queridos la huella del beso de Tánatos, y mi jefe, que nunca le cobre las horas extras que hago cuando la ocasión lo merece.

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