Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SERENDIPIA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en SERENDIPIA

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LA SERENDIPIA. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 DE NOVIEMBRE

Relatos

ENE31. VISITAS ANUNCIADAS, de Teresita Bovio

Sus primeros recuerdos comienzan a los cinco años. Los extraterrestres llegaban a su casa, la miraban con sus extraños ojos que giraban en todas direcciones, sin  decir ni una palabra. Ella despertaba y su madre la consolaba diciendo que eran pesadillas. Durante toda su vida presintió las misteriosas visitas, sin encontrar nunca ninguna huella palpable.
Esa noche sabe que están en su casa, asustada avisa a su esposo que lo toma a broma y como ya casi amanece le indica  que se levante  y traiga el diario. Mientras va al baño pasa por la sala y palpa los sillones buscando indicios de la visita, está segura que ellos estuvieron ahí.. Va a preparar un café, desde el dormitorio la sobresalta el llamado urgente. Mira el diario- dice él conmocionado-    Enojada dice basta de bromas- Pero no mujer, mira anoche en la ciudad vecina avistaron a varios Ovnis

ENE30. MIEDO, de Antonio Nieto Díaz

Cuando despertó se vio atrapado por unos ganchos que le unían a un cartoncillo entelado debajo de una vitrina; muchos ojos le observan con lujuria y avaricia.
La primera vez que rodeó su fino dedo, sintió formar parte de ella en una perfecta simbiosis. Emilia era joven y hermosa; demasiado joven para unirse en compromiso con aquél muchacho que le entregó en regalo. Fue creado por un joyero con metales nobles y un brillante que relucía como los ojos de su reciente dueña.
Pronto le acompañó otro ser de su especie sin ornamentos. Rivalizaron con sus juguetones dedos; aunque sentía que él era su favorito. Lo notaba cuando sentía circular su sangre y le rozaba con el índice de la otra mano. Un día, “el otro”, desapareció sin saber la razón. Su muñeca se humedeció al secar las lágrimas; degustó su amargo líquido y compartió su tristeza.
Pasó el tiempo y de repente dejó de percibir movimiento alguno; tuvo mucho frio, le extrajeron brutalmente del que había sido su dichoso hogar y fue moneda de cambio por un montón de billetes en una casa de empeño. Durmió durante una eternidad; ahora al despertar tiene miedo y está solo.

ENE28. DE AMBOS LADOS, de Ana Fúster

Cuando despierta no sabe dónde está ni cómo ha llegado allí. Se esfuerza en recordar, pero su mente sólo recupera retazos confusos: dos haces de luz desgarrando la niebla, un torbellino de formas fantasmales en la oscuridad, un prolongado chirrido metálico. No puede moverse. Girando únicamente los ojos baja la vista y ve un cuerpo anclado a una cama por numerosos tubos y cables, por un dolor difuso que le llega amortiguado, como entre algodones. Intenta verbalizar que tiene frío por asegurarse de que ese cuerpo es el suyo, como sospecha, y otro tubo dentro de la boca se lo impide. Siente cómo la angustia y el desamparo le trepan pecho arriba, pero justo antes de abandonarse a ellos un rayo de lucidez le grita que apenas unos segundos atrás él estaba en un lugar hermoso, donde el sol llegaba verde, tamizado por la espesura. Aprieta los párpados y se concentra en despertar a ese otro lado, el de los helechos arborescentes. Sólo espera que el dinosaurio todavía esté allí.

ENE27. MOMENTOS, de Jesús Urbano Sojo

 El niño se acostó con cuatro años y cuando despertó ya había hecho la primera comunión. Decidió dormir un poco más. Al volver a despertar, tenía dieciséis años. Acabó el instituto y descansó, para cuando volvió a levantarse terminaba la carrera y se había echado novia. Estuvo adormecido durante su primer trabajo, su noviazgo y su matrimonio. Despertó para ver nacer a su hija. Durmió y, cuando abrió los ojos, habían pasado veinte años más. Su hija se iba a trabajar a extranjero. La despidió, cerró los ojos y pudo contemplar a su primer nieto. Ahora él era un anciano. Entonces, se dio cuenta de que la vida le había pasado como un suspiro, como si fuera un largo sueño. A sus setenta y seis años, se sentía cansado. Una noche, decidió dormir y soñó que volvía a ser un niño y volvía a despertarse con tan sólo cuatro años.

ENE25. A PLENA LUZ, de Sara Lew

Alba abrió los ojos. Una apacible claridad inundaba la habitación. Se levantó y observó en derredor. ¡Al fin podía verlo a plena luz! El temido monstruo, entonces, era real. Aunque así dormido debajo de su cama, con ese enorme y espantoso cuerpo arrebujado entre juguetes y peluches, ya no daba tanto miedo. Es más, incluso inspiraba un poquito de ternura. Alba se marchó con una sonrisa.
Al llegar la noche, cuando el monstruo despertó, descubrió con pesar que la niña enferma de la que tanto se había encariñado, ya no estaba allí.

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ENE24. SUEÑOS DE FÚTBOL, de Fran Rubio

Notaba una rodilla sobre su espalda, cálida, redonda. Incapaz de moverse, se sabía, sin embargo, despierto. ¿Estaré muerto? Pasaron unos minutos hasta que fue capaz de articular una mano, después un pie. Todavía notaba como si hubiese una “presencia” junto a él. Consiguió hablar al fin para soltar un gemido de desorientación, miedo y alegría; alegría para celebrar que podía hablar, que podía moverse. Después gritó goooool; no discernía si era sueño o no, pero lo había marcado él, con la derecha. Estaba vivo, o eso empezaba a creer. Recordó entonces lo de la parálisis del sueño, ese episodio, al parecer no tan infrecuente, que había sufrido treinta años atrás, cuando lo de su padre. Algo parecido a una catalepsia momentánea, breve. Esto, sin embargo, más se parecía a un mal sueño, un despertar con ansia; como el lograr salir de un pozo en el que no recuerdas como has caído. Olía diferente, y todo era blanco.
Cuando despertó del todo, allí estaban, junto a la cama, el médico y su madre. En los ojos de ella vio, que efectivamente, le habían cortado la pierna.

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ENE21. LA NIÑA MARIA, de Mª Carmen Gómez Caro

La niña María tenía fama de hechizada entre las gentes de la aldea. Contaban que nació una noche de cielo rojo y que su primer llanto hizo cantar a los ruiseñores de toda la comarca.
La niña María no sabía de encantamientos, pero le gustaba soñar cosas bonitas para los pueblos. Soñaba que sobre el mundo caía una lluvia verde y mansa que preñaba de vida los bosques, mientras peces verdes voladores llenaban el aire de susurros marinos. Voluptuosamente fértiles, las tierras de todos los rincones del mundo parían espigas descomunales, alegres viñedos, frutas excesivas, y fragantes magnolias.
Las gentes de la aldea dormían, pero nunca soñaban. El miedo paralizaba sus sueños. El día que la niña María preguntó el nombre del monstruo todos se miraron desconcertados. Nadie antes había osado mencionarlo. Sabían que existía, que se había llevado todo por lo que lucharon…pero nunca quisieron saberlo. Aquel día despertaron y trazaron un plan. Atacarían al monstruo por su punto débil: su necesidad de miedo. Después se pertrecharían con sueños nuevos y avanzarían tomando posiciones, recuperando los sueños arrebatados y forjando la libertad.
Cuentan que aquella tarde, cuando la aldea despertó, una lluvia verde y mansa cayó sobre el pueblo.

ENE20. LA VERDADERA HISTORIA, de Eva García Martín

Cuando se despertó, se sintió polvoriento.
Le pesaba la cabeza y aunque sus ojos no lograban traspasar la oscuridad, reconoció todos los objetos cotidianos que le rodeaban.
Tenía la vívida certeza de que en sus venas había algo más que sangre y de que el cosquilleo en sus piernas no era una mera sensación circulatoria.
Unos golpes en la puerta le habían sacado de su profundo sueño.
Soltó una maldición cuando al tratar de levantarse se golpeó el cráneo con una réplica dorada de sí mismo y, enredado con las vendas, tropezó y cayó al suelo cuan largo había sido.

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