Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
días
3
3
horas
2
0
minutos
2
9
Segundos
3
6
Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

28. Amor de diccionario

«creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.»

(Lope de Vega)

Abrió la caja de los truenos cuando, a la sobremesa, cansada de las sempiternos comentarios de su madre y hermanas (A ver cuándo asientas la cabeza, Ya va siendo hora de que te emparejes con alguien, se te va a pasar el arroz, te vas a quedar para vestir santos etc…) decidió abordar la cuestión directamente, afrontándolas:
«¿Te ha ido mejor a ti, Carmela, desde que te abandonó Carlos? ¿Y tú, Rocío, te has decidido de una vez a salir de la jaula en la que te ha metido Sergio? Quizás sea mejor que me meta a monja, a la desesperada, como la tía Hermelinda cuando la plantó su novio y no vuelva nunca a visitaros…»  «¡Qué extrema eres, hija!» repuso la madre. «¿Extrema yo, mamá? ah, no, perdona, sois vosotras las que os empeñáis en encasillarme. Yo tengo mis amoríos, y los disfruto plenamente, pero no soy de nadie; si os parece, la semana que viene invito a casa a mi nuevo amante, siempre que no empecéis a buscarle las cosquillas y a presionarle para que se se encadene a mi para siempre y tire la llave…»

 

Amanda sabía que con estas respuestas su familia la dejaría en paz por un tiempo. ¡Qué poco sabían su madre y hermanas del verdadero amor,  aquel que nunca hace preguntas y siempre da alas!

27 LA PACIENCIA ES MI MEJOR VIRTUD (Ana María Abad)

Que no se diga que no soy un hombre paciente.

Desde hace semanas, le envío a diario ramos de margaritas y violetas, y cajas de bombones rellenos de licor, sus favoritos, y no pasa una hora sin que su móvil tintinee al recibir algún emoticono tierno, apasionado o divertido. Estoy agotando el repertorio.

Y ahí sigue, dudosa, insegura, sin alentarme con claras esperanzas ni tampoco rechazarme de plano. Si no fuera un hombre paciente, ya me habría comido las uñas hasta los codos.

Pero sé que, al final, cederá. Lo leo en su rostro cuando le entrego mis presentes: las caídas de ojos son cada vez más profundas, el sonrojo cada vez más encendido, la sonrisa cada vez más abierta. Ayer, incluso, hizo un tímido ademán de alargar su mano hacia la mía, buscando ese primer roce electrizante destinado a romper los diques que aún contienen nuestra relación.

Por eso, creo que ya es hora de ir ajustando la alianza de bodas a su medida, rebuscando en el baúl una negligée de su talla, y preparando el tinte azul para la barba. Y, por supuesto, tendré que adecentar un poco el sótano, que con la última quedó hecho un asco.

26. Bailes de salón (Susana Revuelta)

Benita y Julián se mueven al son de las coplas que animan la noche del centro de mayores. Ella abrazada a su cuello, él rodeando delicadamente su cintura con las manos. En los vaivenes, Benita gira un poco la cabeza, lo justo para rozar con su pómulo la perilla blanca bien recortada. Entonces deja escapar un suspiro, «aahh», se siente tan confortada.

Julián le hace sentirse una mujer deseada. Con eso le basta.

Regresa después a casa, camina ligera por la acera, aminora la marcha, que le dé el aire frío en la cara. Tiene la respiración desbocada, el cuerpo ardiendo, el alma embriagada. Abre el portal con manos temblorosas y en el espejo del ascensor contempla con arrobo su rostro encendido, su mirada ilusionada.

A Fermín le cuenta que ganó al chinchón y él, después de tantos años viéndola apagada, sonríe, y es una alegría sincera, le sale de dentro ver feliz a su amada, aunque se le pone un rictus de dolor que ella confunde con la incomodidad de la cama articulada. Pero no es eso, no, es que no logra acostumbrarse al olor a loción de afeitado que queda cada viernes flotando en la estancia.

25. AÍDA : AMOR ETERNO

Como cada día 12 se acercaba por el cementerio de la Almudena para visitar la tumba del amor de su vida y ponerle a los pies unas clavelinas.
Era un ritual que no olvidaba nunca, ni siquiera cuando se encontraba enferma.
Eusebio lo había sido todo para ella: su amor, su amante, su compañero y su amigo, y a pesar de los años que habían pasado de su muerte nunca lo olvidaba.
Este mes de febrero acudió como todas las tardes, pero en esta ocasión el suelo habitualmente impoluto, se encontraba lleno de hojas y ramas.
La mala suerte quiso que resbalara en ellas, en un momento en el que nadie pasaba por allí.
Y Aída, la víspera de su 90 cumpleaños, se cayó de espaldas entre las tumbas y al lado de la de Eusebio, sin nadie que pudiera asistirle.
En ese instante creyó que ya se encontraba a su lado acompañándole para siempre como habían hecho en su camino de la vida, y entonces, creyó ser feliz.

24. Batido de fresa

—Luis, hijo, siento despertarte.

—Mamá, en Vancouver son las tres de la madrugada y el congreso comienza muy temprano.

—Ya… pero se trata de los abuelos. La abuela entró en el sótano y…

—¡Como! ¿Que entró en mi laboratorio?

—Si…si, ha sido un descuido. Ella y el abuelo se han bebido varias dosis del preparado color rosa que guardas en el refrigerador. Están encerrados en su habitación como dos tortolitos. Nos han pedido que les dejemos en paz y que les hagamos llegar otro batido de esos tan ricos que preparas con sabor a fresa.

—Es angelato de picachocho con clitoferina psicosa, que precisamente voy a presentar aquí.

—Llamé al 061 y vino un enfermero, pero no quisieron hablar con él. Decían que estaban estupendamente, que les lleváramos otro batido. El abuelo le decía a la abuela: «pajarito vuelve a la cama, no hables con extraños».

—No te preocupes, mamá, vamos a dejarles tranquilos. El efecto del rospitilino, que así lo voy a llamar, no dura más de doce horas.

¡Y felicítame! parece que mi descubrimiento ha sido un éxito. Lo que nunca imaginé es que los abuelos fuesen a ser los cobayas.

23. La ladrona de nuestros sueños (Gemma Llauradó)

Toda alma tiene un don que fácil pierde nitidez. Tu imaginación trabaja, juega y regala dudas… No sirve de nada apresurarse y cuestionarlo todo, tu mente es un espíritu rebelde y romántico que jamás se ha conformado con las normas establecidas. Y aunque me duela, jamás va a quedarse inmóvil, permitiendo que le corten las alas y no se le permita volar.

Sí amor, tú y yo, ahora tan distintos y emparejados por Dios. Tú “en ese mundo” y no “en este” y es precisamente esa insalvable distancia la que confiere tu realidad, particularmente sólo tuya.  Cuando todo comenzó eran solo palabras de amor, pero pronto eso cambio y fueron frases sin razón. La vida hiere y el amor duele… Mientras ella, tu mente y ladrona de nuestros sueños, perpetua su poder con tu demencia. La verdad de la eterna locura dónde la fantasía y la realidad se cruzan. Esa realidad sesgada, estigmatizada, mezcla de creatividad y rebeldía. Ese lado oscuro de la mente que tanto nos intriga, fascina y atormenta.

Sí amor, de improviso deliras, alucinas y todo cambia. De esta relación, unas veces salgo vencedora, otras simplemente indemne, y en ocasiones frustrada.

22. «You are always on my mind»

Ella se fue después de una larga y arrebatada discusión. No era la primera vez que esto sucedía y, como le advirtió antes de partir, tampoco sería la última. Entre cortinas, la vio mirar atrás, mientras se desvanecía, con paso sensual y tentador, entre el tumulto de la calle.

Su familia tenía razón, aquella relación no le convenía. Debía retomar su vida, disfrutar de la calma, salir con los pocos amigos que le quedaban. Asearse. Pero acababa de irse y ya la echaba de menos y, aunque nadie parecía notarlo, en su bandolera se había llevado los colores de la casa y la mitad de los recuerdos. En el techo se había instalado una nube gris tan amenazante como una caricia helada y, asustado, empezó a sentirse muy solo en la oscuridad de aquel cuarto que, sin ella, era una celda de castigo. Arrepentido, deseó que volviera, que volviera, que volviera… Necesitaba escuchar su hermosa voz, amanecer abrazado a su silueta.  Contemplarla… Claro que, pese a todo, lo tenía fácil, razonó de pronto. Actuaría igual que en otras ocasiones y, con astuto disimulo, saldría en su busca. Únicamente tenía que fingir mansedumbre y, en un descuido, escupir las pastillas.

21. AMORES QUE MATAN (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

Todos los atardeceres, terminadas sus tareas diarias, el joven Mamboreto se dedicaba a acechar, camuflado entre las hiedras del tapial del convento, a las religiosas de la orden de las Santas Teresas.

A esas horas, en las que parece que despiertan todos los insectos, las religiosas se afanaban, guardando su voto de silencio, en evitar las plagas, cuidar y desinfectar el huerto y los jardines.

Las más viejas con sus tocas negras almidonadas como élitros abiertos a punto de emprender el vuelo limpiaban de pulgones las lechugas y repollos de la huerta. Pero no eran ellas las que le interesaban al joven espía.

Su mirada, más lasciva que amorosa, se dirigía al contoneo de los pliegues del delantal verde de una novicia que escardaba con esmero, en el jardín soleado, fuera de la sombra del muro, el suelo donde crecían los rododendros.

El mozalbete no supo aguantarse y se lanzó sobre la joven rodeándola hasta que logró montar sobre su espalda tratando de alcanzar la boca de la novicia. Esta reaccionó y asestó un tijeretazo en el cuello del atacante.

La superiora, que fue testigo del asalto, al ver el resultado comentó:

─Nuestra joven Mantis ya ha profesado sus votos.

20. No se admiten devoluciones

Y llegó a la aldea una anciana poseedora de elixires mágicos, así que las tres bellas hermanas juntaron sus ahorros y fueron en búsqueda de pócimas para propiciar el amor. A la primera se le dio un líquido ambarino que ingirió allí mismo, y tras hacerlo, terribles retortijones sacudieron su cuerpo haciéndole expulsar aquel brebaje. Rápidamente sus hermanas acudieron en su ayuda y calmaron su malestar con compresas frías y agua fresca. La segunda de las chicas tomó uno de textura más amable y, sin embargo, una vez lo hubo tragado, una tristeza infinita se apoderó de su alma y, desdichada y quejosa, se dejó consolar por las otras hasta que aquella negrura se fue. La tercera tomó su poción no sin cierto recelo, mas según caía el líquido por su garganta, feos cardenales marcaron su cuerpo llenándola de dolor. Sus queridas hermanas curaron esas heridas con ungüentos y con besos. Fueron entonces prestas a pedir explicaciones a la vieja por tan fraudulenta venta y ésta, sesuda, práctica y con dedo aleccionador les indicó que lo que ellas habían venido buscando era el amor verdadero. Y que eso hallaron. Y que eso mismo les trasfirió.

19 TRAVESÍAS DESIGUALES

La ciudad del amor no se encuentra en este mundo, susurraste con un hilo de voz la última vez que nos vimos a escondidas bajo los soportales del ágora. Tus ojos pálidos, vencidos de fiebre, me invitaban a seguirte.

Te enterraron envuelta en collares de perlas y fíbulas, brazaletes de oro y diademas de zafiro. Mi cuerpo, en cambio, fue incinerado en pira humilde junto a la espada de cedro con que me traspasé el pecho el día después.

Supongo que ya habrás cruzado allí.

Yo hace meses que aguardo en la otra orilla, donde el frío lacera la piel y nunca amanece, esperando a que algún piadoso viajero me entregue un dracma de oro para poder pagarle la travesía al barquero Caronte.

18. FLECHAZO (Rosalía Guerrero Jordán)

Para que se enamore de mí, solo tengo que esperar que llegue el momento. Con mi aspecto, con este rostro de rasgos desiguales y estas lorzas orillando mi cintura, es difícil que sienta el flechazo al conocerme. Sé que he de esforzarme más que las demás: ser paciente, mostrar mi lado más amable, hacerme necesaria poco a poco… Y usar todas las herramientas a mi alcance para evitar que se vaya antes de sentir la flecha de Cupido atravesándole el corazón. Igual que hice con los anteriores. Cuando eso ocurre me llaman, desesperados, tendiendo sus brazos llenos de cables hacia mí.

Yo sé que es amor verdadero, aunque el aguafiestas del doctor se empeñe en llamarlo infarto.

17 MÁS ALLÁ DE LAS CENIZAS

La más bella luz de aquella mañana de invierno brillaba en el fondo de los ojos de Ana y Raúl.

–»Te amaré más allá de las cenizas»–. Esa frase, susurrada por ambos, sellaba su unión eterna al besarse tras la boda.

Ana supo un día que él compartía su amor con el de otra mujer, pero calló y no le hizo ningún reproche.

Hace poco, los amigos nos enteramos de la repentina muerte de Raúl tras darse un atracón de setas silvestres que solía recolectar en el bosque cercano al pueblo. Le encantaban, y con su colega Ignacio, iba a cogerlas a menudo.

Al amanecer del día siguiente a su entierro, Ignacio recorrió los senderos que los dos frecuentaban y observó, extrañado, que aquellos tres bellos ejemplares venenosos que habían visto en su reciente búsqueda, habían desaparecido.

Solo Ana supo de su hallazgo durante el último tapeo de los tres en el bar de costumbre. Y solo ella, finalmente, había cumplido la promesa hecha el día de su boda.

Nuestras publicaciones