Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

SCHADENFREUDE

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta tercera propuesta es el término alemán SCHADENFREUDE, que viene a significar la "alegría por el mal ajeno" Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de MAYO

Relatos

ARANTXA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS…

Volvemos a sacar nuestro medallón a pasear con la ocasión del fallo semanal del espacio radiofónico Wonderland de Radio Nacional.
Nuestra más sincera enhorabuena a 
ARANTXA PORTABALES
que ha ganado el concurso y se ha permitido el lujo, además, de ser finalista
¿No lo crees?
Mira los detalles y lee los relatos en su BLOG
¡¡¡Enhorabuena!!!

OCT46. COSAS DE LA GUERRA, de Sandra Monteverde Ghuisolfi

La guerra es una putada por donde la mires, pero cuando llegas al frente de combate, te percatas de inmediato de que salvo una fortuita descoordinación de horarios con la parca, tienes indefectiblemente una cita con la muerte. Hasta ese momento, el mayor problema en una contienda es el exceso de ocio. A las tres semanas ya lo has probado todo y si no estás matando, evitando que te maten o practicando para matar, te aburres como una ostra.
El capitán de mi unidad, hombre medianamente ilustrado y con algunos conocimientos médicos, ideó unas conferencias educativas, orientativas y de apoyo buscando atenuar el tedio. Dado que mis compañeros las calificaban de eclécticas, un martes a la tarde me presenté en la sala auditorio, dispuesto a satisfacer mi curiosidad. Quedé perplejo al leer el título de la charla de ese día: “Peligros de la halitosis en el combate cuerpo a cuerpo”

OCT45. LA ACAMPADA, de Rubén Gozalo

Mamá y su nuevo amigo se quieren mucho, me informa mi hijo al subirse al coche. Desde el divorcio apenas le veo, exceptuando algún que otro fin de semana. Ya casi no pasamos ni un momento juntos. Aborrezco a mi ex por todo el dolor y el sufrimiento que me causó. Durante años se estuvo acostando con mi mejor amigo. Y encima el juez le dio la razón y le concedió la custodia de Alberto.
—Nos vamos de acampada, cariño. Papá tiene todo el fin de semana libre. ¡Lo vamos a pasar genial! ¡Ya lo verás!
—¡Qué bien! —masculla entre dientes mi hijo de seis años con su angelical rostro que se proyecta en el espejo retrovisor.
Arranco el automóvil y, al pisar el acelerador, las ruedas dejan en el asfalto una estela de goma. En el maletero llevo lo imprescindible: la tienda de campaña, las cantimploras, el pico, la pala y medio saco de cal. El hombre del Telediario ha dicho que va a hacer buen tiempo.

OCT44. NOTA INFORMATIVA , de Aurora Royo

Soy consciente de que, en la ya remota fecha de primeros del año 2013, quedé comprometida a escribir en el presente mes un relato con el contenido “cita con la muerte”, para habitual deleite de propios y ajenos (me encanta esta expresión).

Sin embargo, no me apena confesaros que ¡me da una pereza!. Es que yo, que de natural soy alegre y optimista, prefiero tener una “cita con la vida”. Ya sabréis comprenderme.

OCT43. TANTEO, de Esther Cuesta de la Cal

Algo le hizo despertarse. Intentó abrir los ojos, pero no le respondieron. Sintió la presencia de alguien en la habitación y un escalofrío recorrió su cuerpo. “¿Quién está ahí?”, quiso preguntar, pero tampoco sus labios obedecieron. Presa del pánico, pensó huir, pero notó con asombro que sus manos estaban atadas. Aunque procuró desesperadamente zafarse de las garras que le aprisionaban, sólo consiguió que el dolor fuera terrible. Cuando con gran esfuerzo, enfocó la mirada, vio una forma oscura, muy oscura, que se acercaba lentamente.
Entonces la puerta se abrió con fuerza y la enfermera de turno, enorme y colocada en jarras, apareció gritando” visitas fuera”, y la sombra desapareció al instante.
“Tranquilo”, le dijo colocándole un botellín con sangre, “hemos conseguido detener la hemorragia”. Antes de desmayarse, le pareció oír, “Hospital 1, Flaca 0”.

OCT42. EL ESPEJO, de Alicia Alguacil Agudo

Deseaba llegar a casa, subí a toda prisa al cuarto de baño, allí, frente al espejo fui desnudándome poco a poco, miraba mis pechos, aún tersos para mi edad, no se veía nada raro, yo los tocaba poco a poco, no lo podía crecer, en su interior algo llamado cáncer se había apoderado de ellos.
– ¿de verdad? Y… ¿en los dos?
Si, en los dos.
Al recordar esas palabras, mis lágrimas brotaron cual manantial después de una lluvia de otoño. No existía consuelo para mí, sabía que esto significaba el fin. Como un tren de alta velocidad, llegaron a mí, un cúmulo de sensaciones de amor, odio, soledad, despedida…
Recuerdo la mano de mi madre en sus en sus últimos momentos, también el cáncer se apodero de ella, y sonrío. Mamá pronto estaré contigo.

OCT41. POLIGAMIA, de Miguel Ángel Cejudo López (La Marca Amarilla)

Como cada noche desde hace diez años, me acuesto cuando todos duermen, exhausto tras una dura jornada de trabajo. Lo hago al lado de Anne, mi mujer, felizmente embarazada y relajada en su sueño. Al otro lado de la cama ronca Antoine, su actual marido, tranquilo e ignorante de su esterilidad. En las habitaciones situadas a lo largo del pasillo descansan nuestros hijos y los de Antoine, más mayores. Todavía no tienen ningún hijo en común, Anne y Antoine, pero pronto llegará y será una alegría para todos.
Mañana me levantaré el primero y continuaré con mi lucha diaria para conseguir que seamos una familia feliz, aunque ellos no puedan verme desde hace diez años.

OCT40. LENGUAS MORIBUNDAS, de Juan M. Sánchez

Al acabar de releer la carta, Urban Volstein sintió el vértigo de lo irremediable. Hacía tiempo que no pronunciaba ni una palabra en su insegura lengua materna, la que, como si fuera un código inventado, solo usaba ya ante su esposa cuando iba, cada año, a dejarle flores.
Ese idioma, el de amar, el de odiar, el de blasfemar y el de llamar a las cosas por su nombre, heredado por su padre de sus ancestros, y traspasado por ellos a Urban con la idea de que este se lo cediera a los hijos que nunca tuvo, estaba llamado a apagarse definitivamente, y ni los sabios de la cátedra lo resucitarían, ni los aprovechados de la asamblea se lo apropiarían, ni los niños lo escucharían de nuevo de sus madres.
—Delecti’m magna, binomi. Acudi ad ti ja —dijo, tal vez leyendo.
Bajo el jarroncito de flores que decoraba la tumba de su difunta esposa, Urban dejó un papel ininteligible en el que se adivinaba una despedida. O acaso era un saludo. Las lenguas moribundas son confusas, tal vez porque saben que van a morir.

OCT39. DIÁLOGO DE SOMBRAS, de Christine Cleret de Langavant (kistila)

-Grito en silencio este pavor espantoso
Del ser desintegrado.
Mi cuerpo bulle en regatos de tantos bichos
Reptando hambrientos.
Rumor sin fin que me disocia:
Me roen incansables todos estos monstruos
Monstruosamente microscópicos.
Vida hirviendo en mi cuerpo muerto
Mundo de gestación y muerte.
Mi ser se desmorona
Despojado por esas vidas múltiples.
Mis oídos muertos llenos
De este mordisquear continuo
Y mi olfato de esta exhalación infecta.
¡Hay tanta podredumbre
Debajo de este mármol!…
Mi alma grita en silencio
El pavor espantoso
Del ser desintegrado.

-Serénate amor mío
Te quise mas allá de tu ser hermoso
Son tus mascaras que caen una tras otra.
Nuestro amor dio sentido a nuestra vida
Nuestro amor puede darlo a nuestra muerte.
¡Ven a vivir nuestro morir!
Vamos a intentarlo,
Concentrémonos en el mismo afán:
¡Dame la mano!
Recuerda que el agua como la arena
Necesitan una mano atenta
Demasiado abierta o demasiado cerrada
Les deja escapar…
Te doy mi mano en concha amistosa
Por encima de este mármol frío
¡Dame tu mano!

OCT37. LA MONEDA, de Purificación Rodríguez Díaz

¿Cara o cruz? Me ha preguntado la Muerte esta noche mientras lanzaba una moneda al aire.

Anverso y reverso deciden mi destino y no me ha dicho en cuál de los dos está mi final, pero sé que, ésta vez, debo elegir. Me ha dado a entender que ya me ha perdonado en demasiadas ocasiones y que no admite más demoras.

Mientras vuela la moneda, cruzan velozmente mi memoria aquéllos momentos en los que me crucé con ella y la burlé: el atropello de un coche siendo niña, un atragantamiento casi fatal, una caída por las escaleras con las manos en los bolsillos pero, sobre todo, fueron los deportes de riesgo los que estuvieron a punto de mandarme al otro mundo: caídas haciendo motocross, un caballo desbocado al borde de un abismo, una bici sin frenos, temerarias escaladas y…¡Tantas ocasiones más! Pude perder la vida muchas veces, porque la emoción del peligro vencía casi siempre al sentido de conservación.

Y precisamente hoy, mira por dónde, cuando ya estoy mayor y sólo veo deportes por televisión, va la Muerte y, lanzando su fatídica moneda al aire, es cuando me pregunta: ¿Cara o cruz?

He elegido cruz. Sigue gustándome el riesgo.

OCT36. LA ÚLTIMA MIRADA, de Ginette Gilart (Amélie)

Cuando entraron en el hall de recepción, miró sonriendo a su mujer, ¡cuánto la quería!
Hacía ya unos meses que había planeado este viaje; desde el día en que el médico le dictaminara una enfermedad irreversible. Fue entonces cuando lo meditó un tiempo antes de decírselo a su esposa. Pensó que, a sus ochenta y pico años, el viaje era la mejor despedida. Ella aceptó sin titubear todo lo que él le ofrecía. Por mediación de una agencia encargó el viaje; llegarían a Zurich por la tarde.
Hacia ellos avanza una enfermera para acompañarlos a su habitación. La estancia es sencilla pero luminosa y perfumada por ramos de flores dispuestos armoniosamente en jarrones de cristal. Se acercan al balcón a contemplar el atardecer; será el último.
En el parque de la clínica “La última mirada” ya se siente el otoño; el jardinero recoge las primeras hojas caídas.

OCT35 HORA PUNTA, de Mariano Álvaro

-¿No podría ir más deprisa?
-Imposible. Gran Vía en hora punta. Por mucho que quisiera…
El joven Miguel miró por el espejo retrovisor de su taxi y se fijó en la bella mujer que acababa de recoger en la estación de Atocha. Llevaba el pelo recogido en un moño, lo que estilizaba blanco e inhiesto cuello. Sus ojos negros se cruzaron con suyos y pudo percibir un ligero nerviosismo. El atuendo negro le sentaba bien, realzaba su figura. ¿Dónde la había visto antes? ¿En el entierro del abuelo? Había fallecido hacía apenas diez días. Pero no podía ser, se estaba volviendo loco, todo estaba muy reciente. Intentó pensar en otro tema.
-¿Tan importante es su cita? –se atrevió a preguntar Miguel rompiendo el protocolo establecido por su superior.
-Jamás he llegado tarde.
De pronto algo pasó. No pudo reaccionar. Soltó el volante en un acto instintivo para cubrirse el rostro. Los cristales del taxi estallaron; todo fue caos.
-Una explosión. Allí,… allí debería haberla dejado… Nos hemos salvado de milagro.
-Hoy no he cumplido mi misión. Es la primera vez en muchos años que no llego a tiempo a mi cita.

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