Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

15. VIVIENDO Y APRENDIENDO (Mercedes Marín del Valle)

Nunca supieron como habían llegado hasta allí, pero los comienzos no fueron nada fáciles dentro del agua hirviente y burbujeante que alguien llamó sopa de Oparin. Tampoco era agradable pensar que el sol, tan necesario, podía lanzar rayos odio sin control poniendo sus vidas en peligro. Una de las formas más respetables y primitivas dijo saber a ciencia cierta que todo en el exterior olía a humo contaminado con sulfuros y metano y que los volcanes y los sismos eran tan potentes y frecuentes que, sin dudarlo, el ambiente acuático en el que se desarrollaban era lo mejor para estar a salvo.

En un momento cualquiera de un día cualquiera, eso no importa porque aún no habían venido los hombres y sus reglas, un pequeño organismo puso a funcionar su maquinaria recién estrenada y para asombro de todos comenzó a expeler oxígeno, además con esa acción tan natural no necesitaba alimentarse. Animados, otros coleguitas microscópicos imitaron su comportamiento y, como resultado, un sinfín de burbujas oxigenadas  se extendió formando una capa que cambió sustancialmente su modo de respirar y amplió su horizonte.

Autótrofos, heterótrofos, aerobios y anaerobios hicieron la ola en las olas. La tierra prometida tenía una pinta estupenda.

14. Entrega

Acostados unos junto a otros, adocenados pero cómodos, anhelamos el momento de abandonar la oscuridad y cumplir nuestra misión. Dentro, aprovechamos la espera haciéndonos fuertes, endureciéndonos, cavilando cómo satisfaremos deseos ajenos, mientras nos afirmamos en nuestro deseo de ser útiles. Una vez en el exterior, nos fundiremos como amantes, sumergidos en sueños gaseosos o coloridos, que antes, en nuestro encierro, intentábamos adivinar inútilmente. Somos modestos, nadie repara en nosotros hasta que faltamos, arruinando la copa, el refresco del niño picado por el sol o la bolsa que alivia una frente resacosa. Somos seres entregados, poco reconocidos, a los que les gusta desaparecer lentamente, abrazados los unos a los otros, dándolo todo, abrasados de calor ajeno o lamiendo un dedo juguetón que nos monta en un carrusel trasparente al ritmo de una conversación banal. La próxima vez que abras el congelador, pregúntate un instante si moriremos cumpliendo nuestros propios sueños.

13. Tú, por siempre (Anna Jorba Ricart)

En la gélida mañana subo al pueblo por la enrevesada carretera con el pavimento desgastado lleno de baches como mi vida. Al bajar del coche en mis ojos reverbera el sol por el blanco de la nieve. Abro el portón y allí siguen indiferentes el capazo de esparto con leña, la azada, el escardillo y las tijeras de podar sobre tus guantes, junto al bastón de almez de mi padre. Las paredes de piedra retumban en el vacío. El frio es intenso. Enciendo la lumbre. Por los cristales empañados se deslizan gotas de humedad al igual que en mis mejillas la tristeza. Me siento frente a la chimenea con un café recién hecho. La leña prende y sus llamas me muestran un devaneo galante que distrae mi pensamiento y los troncos crujen al quemarse, es entonces que me parece oir el eco de nuestras risas de antaño en atardeceres felices. En la soledad de nuestro refugio, tan frío como el paisaje, necesito templarme al calor de tu recuerdo y es cuando te veo junto a nuestra foto en blanco y negro, en la repisa, y siento que hasta en cenizas me cautivas.

12. Algor mortis

Los dientes les castañeaban mientras engullían los helados con sabor a naranja. Sus labios estaban más púrpura que rosados y las yemas de los dedos como garbanzos, pero no tenían frío sino una prisa enorme por zambullirse de nuevo en el agua.

La misma premura con la que años después corrían para resguardarse de la lluvia y comerse a besos bajo la marquesina de la parada de autobús. En esta ocasión las manos les temblaban, aunque tampoco por el frío más bien era la urgencia por quitarse la ropa empapada.

Así, con su celeridad de siempre, sortearon las bajas temperaturas de toda una vida juntos hasta el día en que sintieron el roce del frío eterno. Entonces no tardaron en refugiarse bajo las sábanas y darse su calor.

Fue en la cama donde los encontraron fundidos en un abrazo. Una muerte lenta con claros indicios de hipotermia, concluyó el forense.

11. CRÓNICA JOCOSA DE UN ENFRIAMIENTO (Edita)

La primavera disparaba dardos edulcorados y nosotros pasábamos por allí con la sangre alterada. Éramos el blanco perfecto. Así empezó todo, a lo tonto. No hubo dudas, los síntomas fueron claros: sonrisas perennes e inclinación al rosa cursi. Tan embobados estábamos que inauguramos el verano en pleno mayo. Sol y pasión. Repetimos estación durante algunos años. Pero nos fuimos chamuscando sin apenas darnos cuenta. Nuestros sentimientos, hasta entonces a flor de piel, adquirieron poco a poco tonalidades otoñales. Luego, inspiramos al mismo Sabina: “El otoño duró lo que tarda en llegar el invierno”. Con él, apareció el frío insoportable, cubriendo de escarcha los corazones. Y viéndote ya medio congelado, ni te imaginas cuánto tengo que controlarme a veces para no empujarte hacia el fondo del arcón grande, entre el pulpo de la ría y los filetes de ternera gallega.

10. LA MEMORIA DE LOS CIPRESES (Belén Mateos)

Quizá fuera enero o marzo, no lo recuerdo. Tampoco la nieve y los almendros. Quizá fuera febrero o mayo, con sus heladas y los cerezos en flor.

 

Apenas tengo alguna reminiscencia del comienzo de una aventura al estilo de Thelma y Louise, con mi mejor amiga y su furgoneta. El mapa, la servilleta del último bar en el que desayunamos las mejores tortitas con sirope y caramelo del mundo, o eso pensamos por la adrenalina que expelía de nuestro cuerpo.

 

Creo que pusimos gasolina y limpiamos el parabrisas o nos duchamos en la estación. No lo recuerdo. Quizá fuera el comienzo de mi decadencia por el golpe de ese coche en la puerta derecha del nuestro, por la sangre arañada en mis oídos.

 

Rebosa en mí el gotero, el mar de los calmantes, la sombra de la lluvia tras el cristal.

 

Respiro oxígeno, la sonda me duele. Comienzo una palabra que termina en silencio.

 

 

Intuyo que Thelma ya no es consciente de la razón de nuestra huida.

 

Hoy un estallido regresa, me dicen las enfermeras que su monitor comienza a latir y yo, ya no siento frio, solo el abandono en nuestra memoria.

 

 

 

 

Los cipreses comienzan un nuevo viaje.

 

09. Cosas que jamás regresan

Fue suficiente para que la escarcha paralizara todo mi cuerpo impidiéndome reaccionar y querer seguir viviendo.

Sentado en esta cornisa observo las uñas de mis pies, ya azules, resquebrajarse como un lago en invierno. Doy un golpecito al canalón de bajada y entonces ocurre: el meñique izquierdo se quiebra y cae al vacío. No siento dolor. No siento nada.

Abajo, en el callejón, un gato atigrado se abalanza sobre mi carne atrapándola al vuelo. Otro gato se acerca, se relame y mira hacia arriba. Toma bonito, mascullo frotando el pie derecho contra la fachada. Una lluvia de dedos satisface su instinto cazador y mi hambre de diversión con sus cabriolas. Regalo del cielo, pienso. O del infierno.

Solo fueron seis letras, tres sílabas, dos palabras. La T perforó mi frente como un berbiquí y una ráfaga de hielo atravesó mi cerebro; la E peinó una raya en zigzag hasta la nuca y un escalofrío cruel erizó cada vértebra de mi espalda. Las O se entrelazaron como serpientes de cristal dibujando unas esposas para maniatar mi alma congelada. Entremedias, tensó el arco de la D apoyando la lengua contra sus dientes perfectos para clavarme la I, punzante, letal, en el corazón.

08. CABALGATA (IsidrøMorenø)

El vídeo se hizo viral en las redes. Los infortunados reyes magos cayeron de la Zodiac poco antes de alcanzar la playa. Un grupo de personas les aplaudían y animaban mientras ellos, con sus empapados trajes, coronas, fajines, turbantes y abalorios, se esforzaban por pisar tierra firme. Con estoica sonrisa y frío en el cuerpo, correspondían al saludo de aquellos que no presenciaban la cabalgata oficial que abarrotaba el paseo marítimo. Estos azorados magos pronto se escabulleron entre la multitud y la comitiva disfrazada en torno a las carrozas. Sin embargo, a muchos les sigue sorprendiendo que los tres reyes fuesen Baltasar, incluso el timonel de la embarcación también era negro.

07. GÉNESIS (Paloma Casado)

Era la última jornada que pasaban en aquella remota tierra. Habían conocido las periódicas mudanzas de su climatología, tan extraordinarias para quien procede de un lugar inmutable: épocas de frío y noches prolongadas, días de lluvias vivificantes o el esplendor de la tierra renovando sus colores bajo los rayos del sol. Un lugar salvaje en donde diferentes especies compartían sus ciclos vitales. Habían escogido la que más se les semejaba para cumplir su misión. Experimentaron en el laboratorio con sus propios genes y los de esas bestias hasta conseguir resultados satisfactorios. Compartieron momentos jubilosos observando a los embriones sobrevivir dentro de las incubadoras y después transformarse en criaturas semejantes a ellos, pero tan diferentes. Sus características físicas debían adaptarse al medio como cualquier animal, pero la inteligencia sería superior. Algún día llegarían a alcanzar las estrellas.

Abrazaron por última vez a la pareja de mutantes. Sintieron la calidez de sus cuerpos velludos y la humedad de sus labios en los rostros lampiños. Las lágrimas recorrieron todas las mejillas porque llorar es un acto humano. Durante el tiempo que permanecieran dormidos en la nave espacial soñarían con ellos. Con sus pequeños Eva y Adán.

 

06. BIG BANG

Cuando despertó del coma inducido empezó a notar cómo se disipaba el frío. Un leve cosquilleo le hormigueaba en la piel y aquella pequeña marabunta le fue esponjando su permeable corpulencia logrando acariciar las mejillas de su consciencia. Abrió los ojos como quien da un bostezo enorme y la aséptica luz blanca se comportó como una niebla disolviéndose y revelando espacios y tonos de color. Una emoción nueva, no rehabilitada, porque la dicha no tiene raíces, vino a labrar su cuerpo lleco y asumió, al fin, despojándose del frío, aceptar el reto y comenzar.

05. EN UN LUGAR DE

Cuando el faraón Keops encargó la construcción de su pirámide decidió que durante la eternidad leería a diario.

El arquitecto Hermiunu creó una galería secreta.
El escriba Amenhotep talló en las piedras del pasillo la imperecedora historia que no debía ser conocida por ningún otro ser humano. Encerrado durante 10 años, en absoluta soledad, desgranó los avatares de sus personajes. Al finalizar fue sacrificado.

Pero alguien leyó extasiado su relato. Hermiunu penetraba por un acceso oculto absorbiendo los detalles. Por las noches repetía las azañas de Kixotis, su camello Rothnaat, el escudero Zoser y la bellísima Nefertiti a su familia para que las memorizaran.

El comienzo le maravillaba:
* En un lugar de…
* De?, le preguntaban
* No sé, hay una mancha

Sus tataranietos lo transcribieron en papiros que se guardaron en el Oráculo de Amón.
El gran sacerdote los regaló a Alejandro Magno quien depositó la obra en la biblioteca de Alejandría.

Cleopatra, en plena guerra, huyó con ella a Argel.

Mucho tiempo después el visir Uluj Alí exigió a un preso español ilustrado que se la tradujera.

El estupefacto recluso así lo hizo.
Alí le preguntó:
* En un lugar de…?
* No sé, hay una mancha,
respondió Don Miguel con sonrisa pícara.

04. Corazonada

Confiaba en la inspiración, pero fue la fama quien vino a visitarlo.

Su libro era un superventas, lectores y curiosos hacían cola en los centros comerciales para conseguir un ejemplar firmado. A punto de apagarse las luces de los escaparates, su arrojo impidió un crimen en el vecindario. Protagonizó titulares mediáticos y fue invitado a charlas sobre violencia machista. Cuando decaía su popularidad, un premio extraordinario de lotería lo puso nuevamente en el candelero. Donó el importe íntegro a proyectos científicos, recibió el aplauso general y lo equipararon con filántropos de renombre.

Sentado frente al ordenador comenzó a redactar la exitosa novela. Del piso contiguo provenían unos gritos que lo pusieron en alerta. Escribió en un pósit: Comprar boleto para el sorteo del sábado.

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