Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

14 Unas pesetillas

Aunque aparentaran buenos modos y dejaran el trabajo sucio a los matones de su clase, los ángeles eran unos demonios. Ángel Acosta y Ángel Sanchís, los dos cabecillas, se repartían el patio del recreo para extorsionar, jorobar y molestar. Actuaban separados. Solo les unía un pacto de no agresión, basado en dividir sus zonas de influencia. Sus acólitos les reían las gracias, trabajaban por ellos y transmitían mensajes como arcángeles San Gabriel, sin necesidad de abrir la boca: una mirada esquinada equivalía a una advertencia, una sonrisa socarrona desvelaba un ultimátum. Frecuentar el patio del recreo era cursar estudios sobre comunicación no verbal y angelología. La ventaja de pasar yo de séptimo a octavo fue que los ángeles acabaron la E.G.B. y volaron con los suyos a otros centros educativos. Entonces el colegio comenzó a ser mi colegio. Aquella maravillosa liberación, esa rotura de cadenas, me hizo comprender y valorar la libertad. Sufrir fue una enseñanza de vida. Por eso, en mi último curso, con mi amigo Félix, dediqué todos mis empeños en difundir esta experiencia. Así nos convertimos en los nuevos ángeles, los ángeles de la libertad. Por un módico precio te dejábamos en paz.

12. LECHO DE ESPINAS

Bajó las sábanas blancas, yace arropada por unos brazos de metal que acarician sus heridas , las del cuerpo y las del alma. Las luces parpadeantes de esa memoria artificial dejan estelas de dolor, de recuerdos de un pasado custodiado por un gigante sin piedad.

Semiinconsciente, ha perdido la cuenta de su existencia; mejor así, prefiere, recordar la visita de ese ángel que acudía a sus llamadas   y le contaba historias de su niñez, cuidando siempre de omitir las entradas y salidas al mundo de las tinieblas.

Hace mucho tiempo que no lo siente a su lado, quizás esté enfadado por no haber rezado cada noche como le decía su madre siempre, mientras le susurraba al oído que había que querer a nuestros semejantes, incluso a aquellos que se colaban en nuestras vidas con caricias clandestinas.

Una bata blanca de amable sonrisa se acerca y le habla con ternura pero ella no oye ni siente, solo ve una sombra en la puerta que avanza hacia ella. Luego, la oscuridad.

11. Hombrecitos

«Soy una hormiga», musita Jaime con la mejilla contra el suelo. Una hormiga. Pequeña, frágil, perdida e inútil sin el rastro de las compañeras. El brazo retorcido duele, las rodillas desolladas escuecen.

Escucha las risas, imagina la boca preparada para escupirle: «¡Más alto!»

Y Jaime aprieta la mandíbula con la fuerza de una hormiga, y piensa en todo el peso que puede levantar y en el ácido que inocula al morder. Y después da una patada que coge desprevenido al Jirafa, se pone en pie y grita: «¡SOY UNA HORMIGA!»,  y le hace la llave que aprendió el viernes en judo y le inmoviliza. Y aparecen hileras negras de todos lados. Miles, millones, uniendo su fuerza descomunal para agujerear la piel lechosa del Jirafa, cubriéndole con una capa viva, negra, brillante, ahogando su furia al inundar su boca, sus oídos, sus ojos. Y Jaime se siente el dios de las hormigas, porque han acudido a su llamada para salvarle. Y, por primera vez, es gigante.

«Soy una hormiga». Y nota las babas en la nuca y el asco le recorre: por el Jirafa, por sí mismo, por este mundo de mierda donde el pez grande siempre se come al pequeño.

10. Un ángel camuflado (Gemma Llauradó)

Es la tarde del 15 de febrero, recibo un mensaje de voz. Es una gran amiga y compañera.  Su voz no es la de siempre. Percibo languidez en sus palabras. Está abatida, no hay duda. Apenas puede hablar. Me quedó en shock.

El melanoma se ha extendido, implacable. Ya no duerme, se ha despertado. No da tregua, quiere ser el protagonista absoluto, sin cortesías, sin previo aviso…

Ahora, el ángel de la guarda aparece en forma de ensayo clínico. Es el único tratamiento posible para ella. La proteína HLA-b27 positivizada en su sangre es la que le permitirá acceder al nuevo ensayo. Reza para que sea así. No existe otro. No, para su tipo de cáncer.

Esa noticia aterradora cambia la perspectiva de todas las cosas, causa alteración emocional y se instala de manera cruel y despiadada en su vida. Una vida a la que no tendrá acceso si no resulta admitida para el ensayo clínico. Un futuro incierto, dónde sólo ese ángel camuflado de ensayo clínico prometedor, es el único que puede proporcionarle un respiro y algo más de tiempo. Tiempo que necesita y reclama. Es una persona activa, luchadora y demasiado joven para morir.

Dedicado a S.G.G.

09 TAL PARA CUAL (Mercedes Marín del Valle)

Cuando  mi vida llegó al final todo sucedió muy deprisa. Ni burocracia ni de salas de espera, ni colas ni atascos.

Una voz grave y seductora preguntó si me había portado bien.

—Claro, soy un hombre bueno. — Contesté seguro.

— ¿De verdad? — Insistió.

Recordé algunas cosas… estaba dispuesto incluso a confesar ciertos detalles, pero me cortó en seco y dijo:

—¿Ángel o demonio?

Respiré aliviado y sin vacilar respondí.

—Ángel, llevo mal el calor.

En un chasquido de dedos lucía trajecito blanco de raso, alas de plumaje fino y una corona de flores. ¡Menos mal que iba a ser invisible!

De haber sabido en qué batalla me metía me hubiera decantado por la segunda opción, sin duda alguna.

Ayer, al intentar salvar por enésima vez a mi protegido, lo cogí de un brazo y lo puse a buen recaudo en el último segundo, cayendo yo vertiginosamente por el acantilado con tan mala suerte que no pude desplegar mis alas a tiempo. Aquí estoy convaleciente, con una rota y otra magullada. Podría renunciar, pero no quiero abandonarlo porque sé que le hago falta y porque mis heridas siempre sanan antes que las suyas. Si lo sabré yo que aún tengo sensaciones mortales.

08. El guardián (Susana Revuelta)

Fue un instante, un segundo, ni tiempo para un pestañeo hubo. ¿Pudo ser el cansancio acumulado del día? ¿La fatiga de aquellos cuatro años con Sara? A saber, porque menuda lata dio la niña desde que nació de seis meses, tan chiquitina que en varias ocasiones los médicos pensaron que no sobreviviría.
Esa tarde, en la feria, estuvo vigilando que no saltase fuera del hinchable, que se estuviera sentada en el tiovivo, que no se tirase de cabeza por el tobogán, que masticara despacio los churros… y ella venga a dar chillidos. Después, mientras esperaban a subirse al tren de la bruja, un repentino soplo de viento se llevó el globo de la niña, que echó a correr tras él cuando pasaba el primer vagón. Pero gracias a su habilidad, de un tirón consiguió arrastrarla fuera del raíl, lo justo para que solo tuvieran que amputarle un pie.

La cosa es que, desde ese día, la familia le tiene en gran consideración, «¡ay, su ángel de la guarda, cuántas veces la ha protegido!», comenta la abuela en el parque mientras la niña juega quietecita en la arena, y así sus remordimientos se van entibiando mientras sestea plácidamente al sol.

 

07. ATERRIZAJES (Edita)

Laura se ha enamorado de su ángel de la guarda, pero nadie la cree. Trabajador, discreto, siempre atento… Es la pareja ideal. Cuando Felipe descubre quién es su rival, no puede parar de reír. Laura se disgusta, no por ella, sino por el pobre querubín que está presente. El novio continúa actuando como si nada: la invita a cenar, quiere que sigan durmiendo juntos… Ella lo rechaza, mas no consigue alejarlo. Toma una decisión: se escapará a un lugar donde no cuestionen su nueva relación. Solicita la baja laboral y compra un billete de avión para Oslo. Vuelve a casa y sube rauda las escaleras; debe ultimar algunas cuestiones del viaje. Al pisar el último escalón, da un traspié y rueda hasta el fondo. Le duele todo. ¿Dónde está su custodio? Nunca antes le había fallado. ¡Otro que huye del compromiso! Llora desconsolada. Desde arriba, el ángel la mira con pena. Siente dejarla, pero se ha aclimatado a planear bajo y ahora no desea volar sobre las nubes ni aguantar el frío escandinavo. En la vivienda contigua esperan un bebé y ya ha solicitado al jefe ser su protector. Felipe, casualmente, aparece en el portal y auxilia a Laura.

06. TRAGALDABAS – EPI

Una tarde de septiembre de hace 55 años, llevé a mi hermana pequeña a la feria de Valladolid.
Al llegar al Campo Grande, en mitad de la explanada, estaba un gigante tumbado con la boca abierta, Gargantúa se llamaba.
Mi hermana me apretó fuertemente la mano y se escondió detrás de mí.
Se oían las risas de muchos niños, qué hacían cola para subir por las escalerillas hacia la boca del monstruo.
Tiraba de mí hacia atrás y yo intentaba que no tuviera miedo, que era muy divertido.
Nos pusimos detrás y cada vez que entraba un niño por la boca, esta se cerraba con gran estruendo.
Cuando llegó nuestro turno, la empujé hacia dentro, se cerró la boca y salí corriendo hacia la parte de detrás.
Juro que no tardé nada, pero al rato, salió un niño y otro y mi hermana no apareció.
Hablé con el encargado del tragaldabas, se avisó a la policía, se desmanteló la atracción y en el entramado de madera se encontró uno de los zapatitos de ella.
No hubo explicación, solo culpa, hasta el día de hoy, en que he recibido una carta suya.

05 Nobiscum Deus

Y creces…. y siempre hay gigantes…

Días atrás, en la cabalgata desfilaron en primera línea los gigantes y cabezudos que tanto miedo me provocaban en la niñez, un miedo que sólo se atenuaba aferrándome a las manos de mis particulares ángeles guardianes.

Sonrío:  aquellos disfraces  escondían personas de carne y hueso…

Días atrás, mi desesperación por ordenar los zapatos me llevó a IKEA  y apareció ante mí un gigante vestido de manual y tornillos. Después de dos horas mi ansiedad crecía ante la terrible idea de que me iban a faltar piezas, pero al caer la tarde  milagrosamente todas habían encajado y el  zapatero quedó  instalado en el dormitorio.

Sonrío:  era cuestión de seguir las instrucciones…

En la batalla contra los gigantes el conocimiento tiene muchas posibilidades de vencer y si además ángeles con o sin alas te llevan en volandas por la vida, todo resulta mucho más fácil.

Me he venido arriba y voy a necesitar una cohorte de criaturas celestiales porque ayer volví  a la tienda y ahora tengo varias cajas repletas de maderas y tuercas;  he decidido que voy a redecorar  mi apartamento.  La avanzadilla de mi ejército son un destornillador y un taladro.

¡ Nobiscum Deus!

04 Esperando justicia poética

Nunca fui un héroe. La verdad es que mi aspecto no ayudaba: un labriego gigante y desgarbado con un solo ojo en el rostro. Pero tampoco Kong era bien parecido y ahí lo tenéis destilando glamur para toda la eternidad.

Yo creo que la culpa fue de los partenaires que nos tocaron en suerte. Kong se enamoró de una bella joven y ella no le hacía ascos. En cambio, yo tuve que lidiar con Ulises. Quién podía competir con un enchufado de los dioses, cuya verborrea era capaz de aturdir al más espabilado. Mucho se habló también de su astucia y de mis pocas luces, pero eso no es del todo cierto. Conozco hechos que desmentirían esa idea y que se ocultaron intencionadamente.

Por eso, por lavar mi imagen, quiero contar las cosas tal como fueron. Y he conseguido que una gran productora de entretenimiento online me contrate. En cuanto encuentren hueco entre tantos remakes y secuelas del Capitán América, la Viuda Negra, Godzilla y Hulk, abordarán mi historia. Prometo que habrá sorpresas.

03. DESDE EL INFIERNO

Regresó de su voluntario exilio interior y decidió enfrentarse a sus demonios de una vez por todas.

La bondad no tiene buena prensa y estar siempre del lado de los tontos, como le decían, había acabado agotándolo.

Entonces, se alzó desde lo más profundo del infierno y se convirtió en el gigante que nunca quiso ser.

Y el recién nacido ángel vengador exterminó a sus enemigos,  expulsándolos, definitivamente, de su vida.

Una gloriosa mañana se asomó al amanecer y, por fin, sonrió al sol.

Y el sol hizo brillar su nuevo par de amenazantes colmillos.

02. ESTIRPE (Ángel Saiz Mora)

Alonso Burillo era el mejor cantero de la catedral. También destacaba por su considerable estatura. Tan hábil como despistado, una mañana puso sus pies en el vacío. Aseguraron los testigos que una fuerza invisible volvió a colocarle sobre el andamio. Convencido del milagro, el obispo encargó al maestro que esculpiese sus propios rasgos en el rostro de un santo mártir.
Rodrigo Burillo, descendiente del artesano, formó parte de los defensores de la ciudad durante un ataque. Había quedado solo frente al enemigo por descuido. La lluvia de flechas ni siquiera le rozó a pesar de su elevada talla. Fue interpretado como una señal desfavorable por los asaltantes, que emprendieron la retirada.
Fernando Burillo entró en la catedral ocho siglos más tarde, ensimismado con sus cálculos mentales. Bajo una escultura de facciones semejantes a las suyas se le ocurrió cierta combinación química, que terminaría por ser efectiva como tratamiento contra muchos tipos de cáncer.
Salió absorto con su metro noventa de altura, sin mirar la calzada. Solo pensaba en iniciar los ensayos clínicos. Una inexplicable avería detuvo a un camión a punto de arrollarle.
Nadie llegó a ver las plumas de unas alas que disipaba el viento, tampoco esta vez.

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