Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

01. LA BANDADA

Benigno criaba canarios hasta que se le empezó a morir la gente que quería. Liberó a los más viejos y limpió sus jaulas para acoger allí a los ángeles que encontraba en la terraza, cuando salía a echar el pitillito y ver encenderse el faro del puerto.

Todo comenzó cuando falleció su amigo Miguel. Apareció por allí un ángel con su misma cara de muñeco irlandés: pelirrojo, flaco, con orejas de soplillo. Como Miguel, prefería escuchar que dar discursos, y le gustaba silbar a las jovencitas de la academia de enfrente.

Un mes después del accidente de su hijo, encontró a Víctor. Lo llamó igual, claro. También era simpático, ocurrente… “una fiesta con alas”. Los domingos, Benigno encendía la radio para que Víctor escuchara el fútbol. Era del Madrid también, lo que le permitía hacer bromas con su “uniforme”… tan blanco.

Al que recogió cuando una embolia acabó con Remedios le gustaba cantar, como a ella. Tarareaba la discografía de Raphael al completo… “Como los ángeles”, bromeaba Víctor.

A Benigno le ha vuelto a pellizcar ese dolor del pecho. Ha abierto las jaulas, las ventanas y la terraza, y les ha comunicado que anda planeando darse un garbeo hasta el faro.

73. Primeras vacaciones sin ti

Hoy vamos a estrenar la autocaravana que planeábamos comprar juntos. Las niñas ya están sentadas en sus asientos. Paula se ha traído a su muñeca y Elena lleva tu oso. El pobre peluche está muy viejo ya pero no consigo cambiárselo por uno nuevo. “¡Vamos, chicas, la playa nos espera!”, les digo. Y enciendo el motor. Las dos sonríen muy nerviosas y se ríen y hablan fuerte. Pongo la nueva lista de canciones para cantar que hemos preparado para el viaje. Entrando en la autopista un rayo de sol asoma tímido entre las nubes y sale el arcoíris. La abuela les dijo a las chicas que el arcoíris eras tú, sonriéndolas desde el cielo. Elena se ha dado cuenta y se ha puesto a chillar. Los tres te mandamos un beso y, después de este ritual nuevo, estamos más tranquilos. Nos quedan muchos kilómetros; también mucha vida. Sin decírnoslo, los tres lo sabemos: nuestro primer día es hoy.

72. JURADO CON RECURSOS (Domingo J. Lacaci)

En estos seis meses desde mi graduación cum laude en Informática sigo sin salir mucho y apenas tengo amigos. Lo de siempre. Me aburren mucho las series, así que una noche me siento al teclado, jaqueo Tráfico, y le pongo una multa al matón que me amargó el instituto riéndose de mis gafas. Al día siguiente no puedo dormir por el calor, entro en una web de flores y hago que le envíen cuarenta rosas anónimas a la monada del 5º C.  El jueves, trasteando en una emisora, accedo al servidor de su concurso de microrrelatos y encuentro allí los seiscientos de esa semana. Todos empiezan por “De repente”, y se me ocurre borrarlos todos, por entretenerme.

“De repente, Marisa.”, escribo en el de una tal Marisa Pérez y lo guardo de nuevo.

“De repente, Julián.”, en el de un Julián López.

Así todos, hasta el último: “De repente, Paula”, pero olvido teclear el punto final.

Semana muy igualada, dictamina el jurado ese lunes, pero nos quedamos con Paula y su atractiva propuesta de final abierto.

71. Mi primera lectura de enjundia

En la casa que erigieron mis bisabuelos había candelas por si se iba la luz, aunque ya hacía muchos años que eso no sucedía.

A mí me gustaba prender una cuando me acostaba. Así instauraba un clima especial antes de aferrar entre mis manos esa osadía en papel que encontré rebuscando por la habitación, la que fuera de mi padre.

Tenía ya mis páginas preferidas e iba de unas a otras en la secuencia que había comprobado más efectiva. Mi mano izquierda era solo de sujeción y la derecha de ritmo.

Faltando poco para la explosión, se abrió la puerta sin previo aviso. Era el abuelo. Se le había ocurrido darme las buenas noches. Así, sin más.

Supe que mis mejillas se desplazaban a un rojo intenso, pero quise suponer que la poca luminosidad ambiente conseguiría que no se percatara, aunque no pude evitar que mi entretenimiento cayera sobre la colcha con la portada hacia el techo.

Me dijo, con circunspecto semblante, que no creía que eso fuera adecuado para mi edad. Luego me dio un beso en la frente antes de que se le escapara esa orgullosa sonrisa porque su nieto ya tuviera interés por leer a Nabókov.

 

 

 

70. Autopsia María Rojas

En su barriga fofa, atrincherados, unos versos, lamidos por los jugos gástricos, recitaban nocturnos al ritmo de su Smith & Wesson.
Fue un poeta estreñido y enamoradizo como suelen ser los de por acá, los de estos pueblos helados.

69. Deshielo

Con los primeros silencios llegó un frío inusual que empañó todos los espejos de la casa. Y, aunque ya no consigue ver su propio rostro reflejado en ellos, aún puede seguir la estela de vaho que dejan las palabras de él por el salón. La indiferencia hace crecer cada mañana una gruesa capa de nieve sobre la que es difícil caminar al despertar. Pero ella, que mantiene encendido su fuego interior, va abriendo caminos que le permiten alcanzarle al llegar la noche.

Hoy las caricias se han helado sobre sus cuerpos, abriendo grietas en la piel y anunciando nuevas tormentas. Y, mientras él asegura que puede vivir en ese iglú que han fabricado, ella derrite con rabia las últimas lágrimas escarchadas.

68. Amigo de temporada

Que el invierno es muy duro ya lo sabe. Que cuanto más tiempo pasa sola es peor. Hoy le ha puesto otra bufanda, sobre lo que podrían ser los hombros, por encima, como un chal, porque para la ventisca que hace le parece que no está lo suficientemente abrigado; pero no lo cubre del todo, este año no le ha puesto el chaquetón, ni le ha invitado a pasar adentro, que así al menos tiene a quien saludar por las mañanas durante un período más largo, que en la aldea no hay nadie casi todo el invierno, que las gallinas no la escuchan cuando habla, y todo el mundo sabe lo que pasa cuando un muñeco de nieve entra en calor.

67. Manuela o Manuel

Una lágrima, lenta y torpe, me brota con esfuerzo en cuanto sostengo en brazos a mi bebé. Ha sido un largo camino. Y es que, a los cincuenta, no tengo sólo los ojos más secos, sino que las entrañas tampoco son precisamente un vergel. Pero ahora estoy feliz. Tengo un bebé. Y, así mismo, con él aún arrebujado en la pequeña sábana del hospital, me escabullo entre la gente, desde neonatos hasta el aparcamiento, deseando llegar a casa para desenvolver mi delicado regalo.

66. Apodado «El Hibernante» (Pablo Cavero)

Incluso los científicos le tildaban como un ser y no como un niño. Todos dudaban de su naturaleza humana, tras su hallazgo en una pequeña cueva tapada por el hielo y la nieve en uno de los parajes más gélidos del planeta,  sin agua ni comida. Había hibernado durante tres meses desde su desaparición del orfanato. Algo propio de algunos animales. Empezaron a atribuirle leyendas muy peculiares: heredero del dios del frío o de la diosa de las nieves con genes de oso polar, incluso extraterrestre o fruto de experimentos con humanoides.

El joven, harto de crecer aislado como un bicho raro al que todos esquivaban, se trasladó a otro país. Allí consiguió un trabajo y comenzó a hacer amigos. Poco después se enamoró e inició su vida en pareja. La nueva existencia se truncó cuando le acusaron de un delito que no cometió, le despidieron, los amigos se esfumaron y su novia también. Acabó en una fría y solitaria celda de la cárcel donde la escarcha se enquistó en su corazón y ese invierno interior dejó su alma gélida. Entonces hibernó de nuevo.

65. Revolución

 

El soldado raso Oliveira nunca olvidaría el día que, sin quererlo, derribó la dictadura. Las órdenes eran vigilar calles y edificios principales y controlar cualquier actividad subversiva. En una plaza casi desierta la vio. Era una mulata de pelo ensortijado y mirada de café que atendía un improvisado puesto de tabaco. Compró una cajetilla sintiéndose torpe, con un hierro colgado a la espalda y sus botas del 45 que olvidó limpiar . Ella colocó un clavel en el cañón de su fusil.
-Así sé que no lo usarás – le dijo con el inconfundible acento de las colonias. Todo parecía a la espera de algo. Se rozaron un instante y empezó la lluvia de claveles. Era un chaparrón tibio que tapizó las calles de rojo y atascó Jeeps y blindados, llenando el aire de aroma a flores tiernas. Tras días conteniendo el aliento la gente salió de sus casas a respirar el aire nuevo, y comenzó un movimiento imparable que tomó las calles, devolvió a los militares a sus cuarteles y acabó, sin un solo disparo, con la tiranía. Desde entonces el día de la Fiesta Nacional no se ven banderas, las puertas, balcones y ventanas se llenan de flores.

64. SUCEDIÓ EN LA ANTIGÜEDAD (M.Carme Marí)

¿No os habéis preguntado nunca por qué el genio de la lámpara es tan generoso y concede tres deseos? Todo en este mundo tiene sus comienzos. Incluso los seres mágicos.

Al ser creados los ifrits del vaho de los dioses, uno muy chiquito se metió en una lámpara de aceite, con tal ímpetu que empezó a dar tumbos hasta pararse en una pila de chatarra. Mientras buscaba entre los cachivaches algo que pudiera vender, Farid fue el primero en encontrarla. Cuando la limpió, frotando fuerte, salió el joven genio.

–¡Dime que deseas y te serviré! –exclamó complaciente.

Tras la sorpresa inicial, el niño pidió comida para su pobre familia.

Al momento apareció un banquete digno de sultanes. Farid abrió tanto los ojos que el inexperto espíritu pensó que no había colmado sus expectativas.

–Puedes pedirme otro deseo –farfulló sonrojándose.

El asombrado muchacho quiso cambiar los harapos que llevaban, él y los suyos.

Al ver los lujosos ropajes, su barbilla parecía tocar el suelo, expresión de nuevo malinterpretada por el etéreo ser.

–Te permitiré una petición más –decidió, urgiéndose a mejorar en su oficio.

Enseguida corrió la voz sobre el maravilloso espíritu que concedía tres deseos. Sintiéndose adulado, lo mantuvo así.

63. Génesis

Y en el principio creó el verbo y el verbo se hizo palabra y habitó entre nosotros y vio el escriba cuán solo estaba y le dio un sustantivo por compañero y les ordenó crecer y multiplicarse y ser los señores de las letras y el verbo tanteó al sustantivo y el sustantivo, receloso, le exigió que le regalara algún adjetivo y el verbo le manifestó cuán encantador, ameno y exquisito resultaba y le hizo preposiciones deshonestas y el sustantivo las aceptó y lo hicieron bajo, sobre, contra, entre, con, sin, hasta y tras y se acentuaron y adverbizaron de todas las formas posibles, en todos los lugares y durante largo tiempo y el escriba advirtió que el frenesí se prolongaba en demasía y les prohibió continuar y observó cuanto habían hecho y vio que era bueno en gran manera y aun así corrigió allí, añadió acá y eliminó acullá y una vez finalizado lo bendijo y lo bautizó microrrelato, en el nombre de Calopie, de Talía y de todas las santísimas musas. Amén.

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