Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

40 DESTIEMPO ENTRE COSTURAS

Se pinchó con un alfiler alojado en el interior del costurero de su madre. La primera gota de sangre se acomodó en su camiseta, la segunda en la pernera derecha y las siguientes se fueron amoldando a cada una de sus prendas interiores. Cuando quiso darse cuenta, su ropa ya había tomado un tono morado y su piel ambarina destacaba sobre ella.

Trató de remendarse con el escaso hilo rojo que quedaba en el ovillo, pero no fue suficiente; alcanzó otra hebra más carmesí y lo unió a la cinta negra que había sobrado del último entierro.

Recosió su cuerpo a la vestimenta, anudó una goma a sus muñecas, y zurció, sobre su regazo el rosario que su madre había confeccionado con el collar de perlas de la abuela.

Repasó, uno a uno los botones de su memoria con un padrenuestro, diez ave marías y un gloria a dios, pero esta sarta de cuentas no logró separar de su aciago destino a las hembras de la familia.

Un misterio entretejido se alberga en el dobladillo descosido de los Ropiñon y su doblez se hace ojal y nácar en la canastilla de su estirpe.

39. ¿ME LO PONGO O NO..? (Iñaki Ferreras)

No sé si ponérmelo… Pero el vestido es taaan bonito…Me recuerda a los que se ponía mamá, a esas batas floreadas de tiras de la década de los sesenta. Mamá…Mira, me parezco a tí…¡Cómo te echo de menos en estos tiempos de enfermedad y días solitarios! Si estuvieras aquí, me cuidarías, me darías cariño, me acompañarías día y noche y no me dejarías alicaerme. Junto a ti, rezaría por una sociedad más solidaria, menos egoísta.

¿Pero para qué me voy a poner guapa, sin salir de casa..? Mamá, me dirías que me lo pusiese para sentirme bien. Pero uno es el reflejo de los demás y sin esa mirada ajena yo me siento nadie…

¿Me lo pongo o no…? No me lo pongo. Mamá, disculpa, soy más débil que tú…

38. SALDOS POR CIERRE

Arrastrando los pies por aquel viejo barrio casi abandonado, comprendió entonces lo que antes de morir le dijo su mujer sobre el deterioro imparable de esas calles. Fueron muchos años paseando de la mano y besándose bajo las miradas de los vecinos, que se burlaban de sus ropas coloristas y su inmoralidad.

Llegó a su casa y comprendió que, como el barrio, ella ya nunca volvería, y entonces sintió que aquel espacio tan lleno de recuerdos estaba más vacío que nunca. De cajones y armarios fueron saliendo sus cosas, unas con rumbo al olvido y otras a la parroquia, donde encontrarían, quién sabe, una nueva vida sobre otros hombros y cinturas.

En pocos días y con el concurso de una mañana soleada, el barrio se llenó de mujeres que llevaban los floridos vestidos de su mujer, sus vaporosas blusas y sus brillantes pañuelos. Todas las indigentes de la zona recibieron un lote de ropa usada, y de pronto salieron a malvivir, pero con una sonrisa.

Esa misma tarde, el sorprendido viudo legó su propia ropa para que el barrio se llenara también de hombres que besaran sin rubor a aquellas mujeres.

37. Intercambio de armario

Se confundió de grupo en el hotel. Sin saber cómo acabó en otra habitación. Miró el número de su llave y vio que el error estribaba en un solo dígito, pensaba ya en volver sobre sus pasos cuando su curiosidad se despertó. Decidió explorar el fondo de armario y vio un traje deportivo junto a unos palos de golf; siempre le habían parecido ridículos esos pantalones y ese deporte que era como el juego de las canicas pero elevado a los límites de la ridiculez. Y sin embargo… decidió probarse el traje y ensayar posturas frente al espejo con uno de los palos mientras se reía de sí mismo. En otra habitación, un joven adinerado miraba estupefacto un vestidor que no era el suyo. Camisetas con estampas de grupos de rock, chupas de cuero, gafas de espejo y una guitarra al fondo. Sin pensar se probó la chupa y las gafas y cogió la guitarra frente al espejo intentando rasgar sus cuerdas con dedos inexpertos. En recepción se reconocieron y marcharon juntos al campo. Mientras el primero jugaba a las canicas con las pelotas de golf el otro rasgaba la guitarra escuchando de fondo una canción de Dire straits.

36. EVA AL DESNUDO ( Paz Monserrat)

Caín y Abel viven en una familia antigua pero muy cariñosa. Antes de dormir su mamá les habla del jardín frondoso en el que vivían de novios. Y de aquel árbol con los frutos tan jugosos. De que papá y mamá solían pasearse desnudos sin sentir frío ni vergüenza. Siempre le piden la misma historia. Pero cuando le preguntan por qué ahora lleva esa túnica tan bíblica, ella es incapaz de ser sincera. Les dice que con la glaciación hace más frío. O que le gusta vestirse a la moda de su tiempo. No les confiesa que les está protegiendo de la visión de su vientre completamente liso. No querría acomplejarlos por tener ese botón plantificado en medio de sus barriguitas. El final de aquel horrible tubo gris que su padre tuvo que cortar y anudar. Los dos con la misma anomalía, pobrecillos. No quiere ni imaginar que se les deshaga el nudo. Lo llama cariñosamente ring ring y aparenta no darle importancia, aunque en realidad sabe que es un ombligo y les prohíbe tocárselo. Y, sobre todo, no quiere que Caín descubra que el de Abel no sobresale como el suyo y se ponga a compararse con su hermano.

35. GLAMUR (Pilar Alejos)

Enjuga sus lágrimas con la toalla tras vaciar el contenido de su estómago. Es demasiado tarde para volverse atrás —piensa Elena, mientras refresca su cara descompuesta—. Se lava los dientes para eliminar el sabor amargo de la duda. Después, oculta su rostro bajo una gruesa capa de maquillaje hasta dejarlo irreconocible. Con mano temblorosa, dibuja una línea negra sobre sus pestañas postizas. Exagera tanto sus rasgos que logra convertirse en una persona distinta. Pinta en sus labios una sonrisa permanente de rabioso carmín, dando así por terminada su transformación camaleónica. Luego, se viste con ropa llamativa muy alejada de su estilo y se calza esos zapatos imposibles, con los que tanto le cuesta andar. Por último, se coloca una peluca rubia.

Sonríe satisfecha al verse en el espejo. Ha llegado el momento de saber si es una excelente profesional. En su bolso lleva todo lo necesario para hacer feliz a cualquiera, incluso a los más exigentes. Avanza por el pasillo hasta el final. Llama a la puerta con su mano enguantada. Está dispuesta a darlo todo en su debut.

Entra en la habitación enfundada en su bata blanca, decidida a regalar alegría con su enorme nariz roja.

34. RHAPSODY IN BLUE

Sonaba American Patrol de Glenn Miller en la radio y un cigarrillo entre los labios no pudo esconder una ligera sonrisa. El humo ascendía pausadamente ente las sombras de la tarde. La ventana separaba el universo entero de aquella habitación. En el sillón dormitaba The Great Gatsby, abriendo sus 218 páginas de una manera obscena.

No había ninguna razón que le obligase a salir de casa. No podía imaginar estar en otro sitio para convivir con su rabia que no fuera aquel piso, de aquel edificio, en aquella ciudad. Además llovía.

El jefe de redacción le había llamado. El artículo que ayer dejó sobre su mesa lo había tirado directamente a la papelera y le daba ocho horas para presentar la entrevista totalmente reescrita. A su orden adjuntó de forma vehemente y exagerada un montón de epítetos irreproducibles. Era el estereotipo del periodista con mala leche.

Entre los dedos la fotografía de la mujer de moda. Era la imagen que debía acompañar las mil quinientas palabras.  Una sublime belleza con un elegante vestido de corte perfecto que siempre destiló deseo y alcohol. Cuando esta mañana se fue dejó una cicatriz, el recuerdo de su perfume y una máquina de escribir destrozada.

33. Siempre a la última (Aurora Rapún Mombiela)

Esta mañana, hojeando una revista mientras me tomaba el café en la cocina, me he topado con la imagen de una de mis mejores amigas. Me ha hecho mucha ilusión verla, aunque no he podido evitar carcajearme al leer que la definían como <<la reina de la moda>> 

He metido la taza en el lavavajillas, me he trasladado al estudio y he trepado a una silla para rescatar un antiguo álbum de fotos.

Enseguida la he localizado, vestida con su incondicional chándal morado,  ajustado a los tobillos con gomas y cruzado al pecho por unas bandas diagonales en verde y azul. Completa su indumentaria con calcetines blancos, zapatos negros de tacón y bolso de terciopelo a juego. 

Recuerdo que cuando le preguntábamos que cómo podía ir con esas pintas, siempre nos respondía que ella no se dejaba influir por las tendencias y que  expresaba así su propia personalidad. 

Ahora me pregunto si la individualidad irá vinculada al color de los calcetines, si alcanzaremos la inmortalidad a base de brillos y terciopelos o si mejor me dejo de tanta trascendencia y cojo el teléfono. 

Voy a llamarla y nos echamos unas risas.

32. Efecto bumerán (Pablo Cavero)

“Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, dijo Jane, con cierto retintín, al descubrir la lencería fina de Chita. A lo que ésta respondió con una sonrisa condescendiente: “Pregúntale a Tarzán por el origen de su grito”.

31. LA DECISIÓN (Ginette Gilart)

Cuando sonó el despertador Adriana se hizo la remolona, pero se levantó; era el gran día. Estaba desayunando cuando vibró el móvil; era su madre. No contestó. Luego fue al trastero a por la maleta de viaje y, mientras colocaba la ropa, vibró de nuevo el móvil; era Juan, su prometido. Tampoco contestó y se dio prisa, se le echaba el tiempo encima. Acabó de prepararse. Por fin lista, cogió las llaves, su bolso y la maleta y antes de salir de la habitación echó una última mirada al vestido de novia que colgaba de una percha.

30. De cara a careta (Edita)

Nuestros diseñadores están trabajando sin descanso para que las prendas, tan demandadas, estén disponibles cuanto antes en las nuevas boutiques: en varias tallas, adaptadas a las distintas edades y proporciones de los clientes; en algodón, lino o materiales innovadores; fruncidas o con pliegues; con gomas elásticas o cintas de raso; estampadas, a cuadros, transparentes…

Zara nos lleva ventaja por su indiscutible logística, pero los artículos exclusivos que nosotros ofrecemos, la calidad de sus materias primas de estricta procedencia nacional, la pulcritud en la confección y un potencial mercado, en clara expansión, harán de este negocio un éxito. Sin duda, ha sido una idea brillante reconvertir las clínicas de estética facial en tiendas de mascarillas lujosas.

29. EL GALÁN DE LA SANGRE

La escena que presencié no podía ser más terrorífica y a la vez dantesca, pero desde ese momento todo cambió radicalmente en mi vida.
Con el todavía amargo sabor del café, que acostumbraba a tomar siempre en el mismo bar, me disponía a salir abotonándome el traje de última moda con ese aire de aquí estoy yo, como decía mi esposa a sus amigas creyéndose que con eso me iba a sonrojar ante ellas.
Tras el último botón no pude evitar que la sangre, que salía a borbotones de la boca de la chica que se dirigía desesperada hacia mí, salpicara en el traje. La perseguía gente con sus ropas ensangrentadas, gimiendo vocablos ininteligibles.
En ese momento, o corría o me metía de nuevo en el bar, pero pensé que debía de tratarse de uno de esos programas de la tele en los que te toman por inocente mientras haces el ridículo.
Mi atrevimiento me convirtió desde entonces en el líder de una nueva era; ahora soy el alcalde de la Ciudad de la Sangre, alimentándome de ella cuando me dirijo a mis conciudadanos animándoles a conquistar otros lugares, siempre con un traje nuevo abotonado y lleno de sangre.

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