Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

46. Gemelas (Josep Maria Arnau)

Después de comer, el cerebro de Erika estalla y se encuentra hablando sola. He de guisar peor o lo arruinaré todo. ¡Está claro!

Erika piensa que la situación ha acabado así porque físicamente eran indistinguibles, tenían los mismos gustos a la hora de vestir, compartían soltería… y muchas otras cosas, aunque no todas. Karen, por su carácter, siempre había sido la niña de los ojos de mamá. Karen era ordenada, Karen era simpática, Karen… Siempre la misma canción. ¡Siempre! En cambio, para las comidas familiares todas las miradas se dirigían a ella. Mira por dónde, Erika hacía el mejor pato a la naranja y unos pasteles fantásticos… ¡Lameculos!

El accidente supuso un giro inesperado, radical. Volvían a casa después de una fiesta de aniversario. Aquella noche, la discusión acabó derrapando en una curva. Conducía Erika y la culpa nunca la abandonó. ¡Siempre los hombres! Por una vez, la había mirado uno bien parecido… y Karen se había entrometido. ¿Alguien tenía que decírselo, no?: “¡Imbécil!”.

Al hospital solo había llegado viva Erika. Cuando despertó del coma, lo primero que vio fue la imagen de su madre riendo y lloriqueando al mismo tiempo.

—¡Karen, has vuelto!, ¡Karen!

45. Divina de la muerte (Juan Manuel Pérez Torres)

El deseo de gozar de aquel cuerpo le daba fuerzas para superar todos los peros. Aquella relación, después de casi un año, continuaba pura y casta, pero estaba profundamente enamorado. Desde que llegó a la parroquia sus hormonas se fueron alterando de domingo en domingo al notar su presencia y pudo comprobar que la atracción era mutua, pues notaba con claridad la tensión sexual que se generaba en sus cada vez más frecuentes visitas al confesionario. Lo cierto es que, tras hablarlo y meditar los pros y los contras, decidió ir al obispado y solicitar la dispensa papal para dejar el sacerdocio y contraer matrimonio.
Tantos comentarios en aquel pequeño pueblo de la sierra les obligó a cambiar de residencia y, por fin, pudieron vivir, sin ambages, aquella locura de amor en un pequeño apartamento que pudieron alquilar en Chueca.

44. IMPOSTORA (Rosalía Guerrero Jordán)

Miles de jóvenes permanecen en vilo esperando el siguiente directo de Valeria. Ellos, atrapados por el embrujo de sus ojos verdes y su escote vertiginoso. Ellas, dispuestas a imitar sus gestos y a copiar el nuevo outfit que arrasará la próxima temporada.

Cuando comienza a emitir, su sonrisa llena las pantallas. Antes de despedirse, les anima a ser felices.

Pero al otro lado de las pantallas el misterio envuelve a Valeria, porque nadie sabe quién es.

A menudo piensa qué dirían si la vieran cuando acaba sus directos. Si supieran cómo es en realidad su vida.

Cuando apaga la cámara desmonta el croma que hay a su espalda y se lava la cara. Después se quita el vestido y los zapatos de tacón para ponerse un chándal viejo y unas botas.

Nadie reconocería a Valeria en la chica que entra al corral a recoger los huevos. En la que camina entre el rebaño de ovejas. En la que sube al tractor de un salto.

Su madre prepara la comida y su hermana pequeña se acerca corriendo, con su andar destartalado e inseguro. Y Valeria sonríe al pensar que ahora tienen el dinero suficiente para no tener que emigrar.

 

43. El Premio (Montesinadas)

Siempre hay un momento en que todo se desmorona, la vida pierde el equilibrio y es abatida como un castillo de naipes tomado al asalto por una corriente de aire. Cuesta fingir, pero alargas una sonrisa insulsa y dejas caer los párpados a plomo para sellar la ira en tu mirada y piensas que, ojalá, cuando los vuelvas a abrir, ninguno de los dos estuviera sentado a la mesa. Deseas, con todas tus fuerzas, que el suelo de la terraza del restaurante donde se celebra el acto en el que premian tu novela, se abra, y ambos caigan al piso de abajo y de este al inferior y al siguiente hasta llegar al hall del edificio y junto a la gigantesca puerta giratoria que se abra un cráter y se los trague la tierra y que, a la vista de todos, bien escaldados, se fusionen con el rojo vivo del núcleo terrestre. Pagarías cualquier precio para no sentir cómo los comensales se rozan con los pies bajo la mesa cuando ven a tu mujer y al presidente del jurado salir juntos del baño. Entonces se escucha tu nombre, la besas, subes al estrado y vuelves a sonreír como si nada.

42. Fallo de principiante (Alfonso Carabias)

Llevaba mucho tiempo en esto, desarrollando una metodología precisa y sin fallos, fruto del aprendizaje con los mejores y de la búsqueda incesante de la perfección en todo lo que hacía. Y en base a la experiencia sabía que trabajos tenían que despacharse rápido y en cuales podía tomarme alguna que otra licencia.

Por eso, cuando me llegó ese encargo, decidí darme unos días mas de plazo para disfrutarlo adecuadamente. No todo iban a ser prisas.

Una vez analizado su modus operandi, forcé un encuentro casual en el que darme a conocer y establecer un primer contacto.

Tras la respuesta esperada, como no podía ser de otra manera, siguieron un par de citas que sirvieron para entablar un contacto algo mas intenso de lo habitual, lo reconozco, pero nada fuera de lo que no me hubiera permitido en otras ocasiones.

Pero en el último contacto me di cuenta de que había cometido dos errores de concepto. El primero fue enamorarme, fallo de principiante, y el segundo, no darme cuenta de que las esposas que me inmovilizaban a la cama no eran un juguete sexual, sino una herramienta correctamente empleada por alguien que si se había tomado en serio su trabajo.

41. 48º 52.6´ latitud sur, 123º 23.6´ longitud oeste

Según la Sociedad Geográfica Internacional para la Catalogación de Emociones —SGICE—, el lugar de la Tierra donde se observa el mayor grado de tristeza se corresponde con el Polo de Inaccesibilidad o Punto Nemo, la franja del océano Pacífico más apartada de tierra firme. Es descrito en sus informes como un vértice de mar azul turbio y silencioso en el que confluyen las líneas imaginarias trazadas desde las islas más remotas del Pacífico Sur.

Para la SGICE, y aplicando valores absolutos, esa sensación de tristeza ni siquiera es superada por el índice establecido para la nostalgia sentida al contemplar los atardeceres desde las costas de Ushuaia. O el que certifica la melancolía que invade a los que ascienden las laderas del Fujiyama. Ni el que determina la soledad percibida entre las dunas del desierto del Kalahari.

Quienes se aventuran a navegar por aquellas aguas lo hacen para saber. Para asegurarse. Para despejar una duda. Quieren comprobar si la tristeza que acompaña sus vidas es comparable a la que se experimenta allí, en el mismo centro de ese vértice. Y lo cierto es que, bien sea al ver confirmadas sus expectativas, o quizá por el motivo contrario, nadie parece alejarse decepcionado.

 

40 Culminación (Luisa Hurtado)

Me sobresalté un poco al oír cómo un cuerpo caía por la escalera y la casa quedaba en calma. Cogí a Algodón, mi osito, y salí de la habitación para echar un vistazo. Mamá estaba en el piso de abajo, en una posición rara; sin embargo, tenía que asegurarme, memoricé todo lo que veía y me fui a la cama.
Al día siguiente, Algodón y yo volvimos a la escalera. Después de mirar un buen rato, supe que no se había movido nada y que tenía que llamar al 112, como nos habían enseñado en clase.
Cuando aquellos hombres entraron a golpes en casa, me encontraron junto a mamá y a Algodón, llorando; de repente sentía mucho miedo, temía que las cicatrices y los morados en su piel, que siempre había ocultado a todos, en esta ocasión me delatasen.

39 ¡Pam, pam!

Pintaba perfecto.

Paseamos por Palermo, plena primavera, puerto pintoresco, pequeña pizzería. Papeamos pasta, provolone, panetón. Pluscafé parloteando plácidamente. Piropos, poesía, parpadeos.

Pintaba perfecto.

¡Pum! Parón poco predecible para proponerme peliagudo plan. Patético personaje pedante, pensé primero. Parecían patrañas, paparruchadas, parafernalias. Pero, posteriormente, percibí proyecto prometedor. Pasmada, pregunté por particularidades, pesquisas, pormenores. Pavo prepotente pinceló pillería palpitante. Precito productos: piedras preciosas.

Pintaba perfecto.

Paraigual picardía, perspicazmente plagié pérfido propósito. Preparé pasamontañas, palanca, pistola,…Pronto perpetré pernicioso pillaje por privado.

Pintaba perfecto.

¡Pumba! Planchazo. Patiné. Pinché. Planteamiento pantanoso, problemático. Pavorosa pillada por policías. Prisión preventiva. Presiento pomposo petulante participó previniéndolos. Penosa putada, perdón, portentosa pena porque pintaba perfecto.

38 Deseo cumplido

Cuando ya lo tenía en la camilla, le até con correas los brazos, piernas, abdomen e incluso cabeza.

No le puse ningún tipo de anestesia, tenía que sufrirlo para el plan previsto.

Sus gritos fueron lo más parecido a la matanza del puerco mientras le amputaba una mano, una pierna y le sacaba un ojo. Si se desmayaba no continuaba hasta que lo hacía volver.

La verdad es que yo también lo pasé mal,  pero cuando se fue tan contento con su garfio, su pata de palo y su parche, pensé que había hecho un buen trabajo.

37. Mme. Eugénie

Cuando Madame Eugénie se levanta de su silla en la terraza del Flora, ni siquiera el estridente arrastrar del metal sobre el embaldosado suelo, hace que los demás clientes se inmuten, quienes acomodados en ese hueco privilegiado de la plaza mayor, absorben cada milímetro de rayo solar.

Madame Eugénie, podría escapar a la atención de todos. Cada día, como porcelana, envuelta en elegantes ropas y joyas, zapatos de medio tacón, sombrero y bolso a juego, baja a las diez y tras su paseo matinal, para en la cafetería, ocupando la misma mesa de la esquina, se pide un chocolate y un trozo de su  bizcocho favorito. Pasantes, entran y salen, la saludan. Los de mayor edad se detienen junto a su mesa e intercambian unas palabras con ella. La conocen del pueblo, de toda la vida, pero nadie sabe del cierto quién es o de dónde viene. Apodada ¨la ida¨, ¨la rica¨ e Incluso  la nombran descendiente directa de Fokke capitán del ¨holandés errante¨, aunque viéndola de cerca,  tanta dulzura y amabilidad en su mirada, genera dudas de que pueda  provenir de tal fantasmagórico linaje.

Con frecuencia los ojos ven, mientras el entorno maquilla otra realidad.

 

36. POR EL PERDÓN DE MIS PECADOS (Isabel Cristina)

El cura me mandó rezar tres padrenuestros y dos avemarías antes de oficiar la  misa. Mi carita de querubín me ayudaba a pedir perdón fácilmente y también a ser perdonado.

En el pueblo, todos estaban acostumbrados a verme los sábados en la iglesia, rogando mi absolución antes de comulgar. ¡Estaban tan ricos esos trocitos de hostia!; además, el sacerdote decía unas palabras mágicas para convertirlos en muchos  pedacitos del Cuerpo de Cristo. Ese día por la tarde, el confesionario se llenaba con la chiquillería, mujeres y algunos hombres del pueblo. Nuestro párroco estaba muy orgulloso de sus feligreses. Según él, éramos buenos creyentes y practicantes.

Pero antes de todo esto, los viernes, después de clase, el maestro me explicaba que no hacía falta que yo confesara nuestro pequeño-pecadillo-sin-importancia. Me aclaraba que era suficiente con que lo hiciera él; así yo podría comulgar tranquilamente.

Mi madre y mi padre siempre me decían que don Luis era un buen maestro y que debía hacerle caso en todo.

35. La criba

La noticia mala: el supermeteorito. La buena: el nuevo planeta. Elthon Nash, el ser más respetado y poderoso, salió en su propio canal anunciándolo:

—Debemos ser tajantes y veloces. Miles de naves de nuestra agencia espacial partirán con las coordenadas exactas. Las plazas disponibles equivalen al treinta por ciento de la población, que empezará allí desde cero, procurando no cometer nuestros mismos errores. Entenderéis que lo más duro para mí será la criba. No elegiré a los más ricos, ni siquiera a los más jóvenes, debo ser consecuente con la historia y enviar a los más cualificados. El Nuevo Mundo precisa gobernantes sagaces; mentes brillantes, perfeccionistas, que jamás se conformen.

Entre nubes de esperanza y dolor, las naves partieron, pero, al mes de viaje, un hacker filtró dos nuevas noticias. La buena: el meteorito jamás había existido. La mala: una tremenda hambruna asolaría la Tierra durante décadas. El propio Elthon, en pijama, desde su casa de Florida, se lo contaba así a su padre:

—Afortunadamente somos menos a repartir, y los que nos hemos quedado nos conformamos con lo puesto.

Los elegidos escucharon la frase por radio, todos a un tiempo. Mientras veían caer la aguja del combustible.

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