Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

22. MI GUÍA DE LA ALEGRÍA

La pluma del joven estudiante se agitaba violentamente de un lado a otro, manchando el escritorio y sus alrededores con tinta.

 

“Cuando puedas aprender algo nuevo,

No olvides lo que te digo,

Ponte sin desasosiego,

A investigar desde Barcelona hasta Vigo

¡Oh, mi guía de la alegría!”

 

Los limpiadores le miraban, enfadados. Sabían lo que les esperaba. Él no estaba prestando atención.

 

“Cuando tu mente no consigas despejar,

Junto a la arboleda siempre suena el río,

Granitos de maíz harán el avío,

Alimentar a los patos te hará relajar.

¡Oh, mi guía de la alegría!”

 

Otros estudiantes compartían apuntes en una mesa próxima. A uno le salpicó un poco de tinta, y le soltó un alarido. Él solo escuchaba a su mente.

 

“Cuando quieran alejarte de tu camino,

Oídos sordos, perseverancia y aguante,

¡Eres el mejor, tío, eres brillante!,

¡Nada puede desviarte de tu destino!

¡Oh, mi guía de la alegría!”

 

Cogió su manuscrito, lo enrolló y lo guardó en su cofre favorito. Pluma en funda, se levantó y se fue de la biblioteca. Sonreía y daba saltitos, rompiendo el silencio.

 

Nunca se volvió a abrir ese cofre. Nadie pudo nunca leer su guía.

21. La pregunta del millón

Seguro que habréis oído el comentario “si viniera un extraterrestre a nuestro planeta concluiría que estamos locos”. Pues resulta que vino. Nadie se dio cuenta porque se metamorfoseó en uno de los nuestros. Yo lo descubrí. Había leído el caso de otros dos que aterrizaron en Barcelona para sumarse al jolgorio de la ciudad olímpica.

Iré al grano. Me soltó que vivíamos atenazados por contradicciones que nos convertían en entes vulnerables. Aunque perecederos, acumulábamos enseres inútiles para el último viaje; éramos seducidos por altisonantes campañas solidarias tanto como por las tretas de redomados embaucadores. Estos fueron sus argumentos. “Sois egoístas, emocionalmente inestables y carecéis de mirada panorámica”, sentenció. Aún añadió que nuestros anticuados recursos energéticos darían la estocada definitiva al maltrecho medio ambiente de marras.

Enmudeció por un instante y yo, animado por su clarividencia, le pregunté. “La felicidad está en las pequeñas cosas”, oí que respondía. Lo miré sorprendido: el bigote pintado en exceso y un repentino puro entre los labios. Me dio la espalda y con andares de pato se marchó tal y como había llegado.

20 Ensayo y error (Toti Vollmer)

Me casé con un médico y me hice cirujana de guerra. Me divorcié. Al poco tiempo conocí a un aviador, entonces me hice piloto de helicóptero. Enviudé. Mi tercer matrimonio, el más breve, fue con un guapísimo político de derechas. Ahí me descubrí lesbiana. Ahora, de vieja, ejerzo feliz la soltería.

19. OINK

Iba por su tercera eternidad y Zeus estaba más raro que nunca.

• Tú estás tonto, le espetó Afrodita viendo su cara alelada.

Zeus continuó observando diversos infinitos.

• Soy feliz, contestó al cabo de unos milenios.

• Ja, tú estás enamorado, sentenció Ares que disfrutaba de la escena.

Zeus, que siempre había hecho gala de enorme prepotencia y frialdad ante los asuntos del corazón, se sonrojó.

• ¿Se puede saber de quién, chico travieso? se chanceó Adonis.

Harto de bromas, el orgulloso príncipe de los cielos decidió que era hora de visitar a su ilusión, su tesoro, a su más bello secreto que le proporcionaba esa deliciosa locura que jamás había sentido.

En un rincón de una de las miles de millones de galaxias de uno de los miles de millones de universos, en un escondido y diminuto planeta, el rosado ser gruñó observando las extrañas nubes que se abrían dejando paso a una luz cegadora. El cerdo, extasiado, se sintió poseer y gozó del mayor de los divinos placeres mientras se retorcía ruidoso y jubiloso en el barro de la charca.

18. LOS COLORES DE LA FELICIDAD (Rosalía Guerrero Jordán)

La pequeña chapotea en un charco, ajena al aguacero: primero una pierna, luego la otra, después dos saltos. La gente pasa junto a ella, apresurada y con los paraguas abiertos, como si así pudieran esquivar la borrasca.

La niña les ve pasar sin entender por qué se esconden, si el agua es blandita y suave y no hace daño.

Ya hay un océano dentro de sus botas nuevas, plástico rojo salpicado de ositos blancos. Un resbalón la sienta de golpe, y su pantalón rosa se vuelve marrón. Mira asustada a su madre, que la observa sonriendo desde el refugio de su paraguas violeta.

—Vamos a casa ya. Papá ha preparado chocolate caliente y bizcocho para merendar.

Un brillo goloso se asoma a sus ojos verdes.  Con una zancada tan larga como sus piernas le permiten abandona su minúsculo parque acuático, y su manita atrapa con vehemencia la que su madre le tiende. De camino a casa comienza a escampar, y un trocito de cielo azul se asoma entre las nubes grises, como si el sol quisiera acariciar sus enmarañados cabellos dorados.

16. Good vibrations (Javier Igarreta)

“La felicidad, ¡ja, ja, ja, ja!, de sentir amo-o-o-o-or…”. La voz de Palito Ortega se rompió en el disco rayado y el salto de la aguja redujo el amor a una estridente monotonía. Sin embargo aquel lapsus, aparentemente de carácter técnico, afectó de manera simultánea e incomprensible a varios usuarios de la piscina. Quizás también influyera el calor sofocante. O el espíritu del Flower Power. El caso es que al sentirse tocados por el fenómeno se miraban exhibiendo sonrisas insinuantes y gestos de complicidad.  Una vez roto el hielo, el ambiente se transformó en un girigay de tintineantes refrescos. El disfrute compartido de helados variados, sirvió de dulce preámbulo para tórridos intercambios de impresiones.

Cuando la tarde viraba hacia el naranja, la aguja del tocadiscos salió de su duda existencial y encontró nuevamente el surco del amor. Algunos sintieron la necesidad perentoria de zambullirse en la piscina, mientras otros recomponían su aspecto con gesto alelado. Después todos cantaron a coro “la felicidad, ¡ja, ja, ja, ja!…”, mientras un atardecer rojo pasión rielaba sobre el espejo de la piscina.

15. OBSTINACIÓN (Mødes)

Cuando vuelvas, los gajos de la primavera estallarán felices en tu rostro.

Las campanas de la iglesia bailarán al son de tus canciones favoritas.

El viento sonreirá, mientras susurra tu nombre junto al cerezo florecido.

Cuando vuelvas, si vuelves, te llevaré hasta el dorado campo de centeno.

Y juro que, esta segunda vez,

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

te enterraré en un hoyo aún más profundo.

14. Breve visita

Uno de los días de mayor alegría fue con la llegada del Rey, nuestro señor. Las ciudad toda se engalanó para la ocasión como nunca antes. Los vecinos salimos a la calle luciendo los mejores ropajes dispuestos a aclamar con grandes vítores a la comitiva real. Nuestro monarca había decidido convocar Cortes aquí para presentar a su primogénito y heredero al trono y que éste jurase nuestros Fueros y Libertades. Además de para solicitar dinero y hombres en sus guerras en el extranjero. Por ello, otro de los días de mayor alegría en la ciudad fue cuando se marchó el Rey, nuestro señor.

12. Un gran paso para la humanidad (Aurora Rapún Mombiela)

Llueve, el día es gris, mejor. Se calza las botas de goma amarillas y la gabardina a juego, no necesita paraguas, desea mojarse. La sonrisa no se le ha borrado de la cara desde que ha sabido que hoy sí, que hoy por fin.

Con una mano sujeta la bolsa morada y besa a su madre mientras esta le abre la puerta.

Un paso más y estará fuera. 

Nada más pisar la acera, salta y grita. Una viandante se para para observarla, sonriente.

Recorre los cien metros que la separan del contenedor y tira dentro la basura. Vuelve corriendo, como si hubiera hecho algo indebido.

Su madre la recibe con los brazos abiertos y vuelven a entrar en casa. 

Hoy es el primer día en que los niños pueden salir a la calle desde que empezó la pandemia. La foto de ese momento permanecerá durante mucho tiempo como fondo de pantalla.

11. LOS MEJORES MÉDICOS DEL MUNDO (Mariángeles Abelli Bonardi)

Doctor Salud: fanático del jugo de naranja, corre a la par del aire puro. No hay camino que resista ni zapatillas que le duren.

Doctor Descanso: catador de aromas de lavanda, venera el silencio, los párpados cerrados y las almohadas de plumas.

Doctora Dicha: amante de la música, las margaritas y el color amarillo, su risa no ocupa lugar alguno y, sin embargo, lo llena todo.

Para abrazarse, potenciarse y disfrutarse, todos los domingos se reúnen los tres: «Hablar de nuestros problemas es nuestra gran adicción. – le dicen a quien quiera oírlos – Rompe el hábito y habla de tus alegrías».

 

10. WAKA,WAKA. (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

El perro, asustado, pegó un salto y se metió en un hueco imposible debajo del aparador. La lata de Coca-Cola y un vaso de cerveza saltaron por los aires manchando con espumas las peladillas, los chetos y los kicos que también volaron en todas direcciones. Las lágrimas de cristal de la lámpara se desencadenaron de sus engarces y cayeron por el suelo tras el manotazo a puño cerrado que le pegó Antonio cuando saltó gritando sobre el sofá, una de cuyas patas se quebró haciendo que su suegro cayese de culo sobre la alfombra.

La abuela Paca, que tejía abstraída a ganchillo macramé se pegó un pinchazo en el dedo índice. Carlitos dio un bote en su cuna y rompió a llorar y a Manuela, su madre, se le desparramó la tortilla sobre la vitrocerámica.

─Por dios Antonio, gritó Alicia, su mujer, con un susto de muerte en el cuerpo. ¡Contrólate!, que nos matas.

Fuera, estalló un cohete de feria y un vociferio rompió el silencio tenso que hasta ese momento amasaba la noche.

10 décimas de segundo antes, Antonio Martínez, el locutor de la televisión había gritado desaforado rompiendo su voz:

¡Gol de Iniesta!

Iker, sin freno, besó a Sara.

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