Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

20. UNA HISTORIA APÓCRIFA (Paloma Casado)

Nunca pudo explicarse como consiguió entrar en su casa sin que nadie lo viera porque, cuando pensaba en él, lo recordaba bañado por una luz sobrenatural. Además de una belleza que no parecía de este mundo, poseía el don de la persuasión y ella, que no conocía varón, se dejó inundar por un fuego que no ardía, pero que incendió su cuerpo de gozo. Avergonzados de su estado, los padres concertaron su matrimonio con un hombre manso que le doblaba la edad, pero que dio apellido y profesión al hijo que esperaba. Cuentan las crónicas que dos años más tarde, él la visitó en su nuevo hogar. Quería alertarla para que salvaran al niño de la matanza que iba a exterminar a todos los inocentes.

La historia posterior que refiere el destino del hijo olvida la vida de la madre. Solo sabemos que cumplió con abnegación el papel al que estaba destinada. Pero podemos imaginarla al atardecer, sentada a la puerta de su casa con la mirada perdida en el horizonte. En silencio, como si pasara un ángel.

19. CUANDO LO BELLO ACABA

Fue bello mientras duro.

Era tan hermoso verlos pasear por el prado. Como la fresca hierba acunaba sus no menos lindos cuerpos, mientras Lucas y Fany no cesaban en eternos juegos sobre ella.

Sin saber como, todo cambio, tornándose bronco y feo.

El acuerdo de divorcio estaba decidido. No podían seguir así, se sucedían las peleas, gruñidos, malos gestos, siempre marcando territorio. La separación parecía la única solución.

Dadas las circunstancias, seguro que sus hijos lo entenderían.

Mas, se dieron una última oportunidad, algo a lo que aferrarse, para intentar evitar la separación a toda costa.

Llamaron a un adiestrador, este, en menos de una semana, consiguió que Lucas y Fany volvieran a convivir juntos en armonía.

El matrimonio estaba feliz, ya no tendrían que separar a sus queridos perros.

 

18. TRATADO SOBRE PROPORCIÓN (A. BARCELÓ)

Acudió a su cita preocupado y encontrarse con aquella joven no atemperó sus nervios, más bien lo contrario. Se trataba de una criatura divina y no cabía la más mínima duda que también debía ser inteligente y capaz. Poco a poco, gracias a su dulce tono de voz y a su hipnótica mirada verde su confianza fue ganando enteros, tanta, que cuando ella lo propuso, él ya había conseguido vencer miedos, reticencias y reparos.

Su alarido debió escucharse hasta en Sebastopol, porque al momento apareció una compañera preocupándose por si todo estaba bien. Él, entre sudores fríos y lágrimas contenidas, más por no dejarla en mal lugar ante la que debía ser su supervisora que por propia convicción, asintió.

Pasadas algunas semanas, la que estaba nerviosa ante su cita era ella. Cuando se vieron, ambos desearon que los tragara la tierra. No eran necesarias presentaciones, pero los dos disimularon. Ella, belleza de proporción áurea, la doctora novata que le había atendido. Él, próstata normal de proporciones adecuadas a su edad, padre de su novio y el primer tacto rectal de su recién iniciada residencia.

17. CUENTO DE INVIERNO. MERCEDES MARÍN DEL VALLE

Hiedra salió una noche buscando la luna, pero no halló rastro del satélite.
El gato Canela se interesó por ella, sabía que le dejaba raspas de pescado en un derrubio cercano. Él tenía un sexto sentido, además de siete vidas. Se sentó a su lado y buscó la luna también.
Era gracioso ver como movían sincrónicamente sus cabezas.
Después de un rato decidieron volver a casa. Era tarde. Hiedra lo miró para despedirse. Él vivía dos puertas más arriba. Cuando puso el pie en el último peldaño, Canela balanceó su cola erguida, mirándola insistentemente.
Salieron de nuevo y caminando en paralelo se dirigieron al parque.
Hiedra de pie, envuelta en su bufanda, insistía en su búsqueda. Canela, subido a la cima del tobogán estiraba el cuello de tal manera que, contra todo pronóstico, perdió el equilibrio y bajó acelerado por la pendiente metálica. Hiedra se asustó tanto al escuchar el maullido agudo del gato que, aunque la situación era un tanto cómica, corrió evitando que se estrellara contra el suelo. Lo apretó fuertemente. Sus corazones latían, al unísono, agitados.
Una luz misteriosa realzó la belleza del momento. En un charco cercano, la luna, sigilosa, bebía agua de lluvia recién caída.

16. Introspección (Ezequiel Barranco)

Su condición de sordociega no le impidió disfrutar de la belleza. Comenzó su aventura en París, donde le dejaron que acariciara y estudiara a La Victoria alada de Samotracia. Se impresionó tanto que, cuando la recordaba, imitaba los movimientos con que la acarició en una especie de baile sensual, sinuoso. Repitió la experiencia, entre otras,  con La Piedad, El discóbolo, Nefertiti, El pensador y El éxtasis de Santa Teresa.

Cada recuerdo, cada representación era un baile distinto, lento, profundo e hipnotizador, y así lo entendió un célebre coreógrafo, que la llevó a estudiar esculturas famosas y, para cada una de ellas, compuso una obra musical basada en percusión, que ella notaba por la vibración del suelo. Recorrió el mundo entero, alcanzando grandes éxitos con coreografías como El dolor de Laoconte, La noche oscura del Moái o Los amores de Venus y David.

En el cénit de su fama se encerró en su casa casi un año para aislarse y crear su baile más hermoso, personal y sincero. En el estreno, sin música, iluminada por un potente foco, y en un silencio casi religioso, comenzó a bailar como en un milagro invertebrado, para ofrecernos su más logrado número: Autorretrato.

15. IZQUIERDA ÁUREA (Mariángeles Abelli Bonardi)

El barrilete volaba hasta su cuna y tocaba sus labios con la punta de su cola… Prolijamente, en espejo, escribe ese sueño que tuvo de niño y se pregunta:
¿Por qué el ojo ve más nítidamente en sueños que con la imaginación cuando está despierto?
¿Por qué su vestimenta de tonos rosáceos les resulta a los demás tan provocadora?
¿Por qué Salai— el “pequeño diablillo” de diez años que lo ayuda en el estudio— lo exaspera y conmueve en igual medida?
¿Y por qué teme que su vida se reduzca a tan sólo una montaña de cuadernos?
Dibuja al Hombre de Vitruvio y prosigue escribiendo:
“El ombligo es el punto central natural del ser humano. En efecto, si se coloca un hombre boca arriba, con sus manos y sus pies estirados, situando el centro del compás en su ombligo y trazando una circunferencia, ésta tocaría la punta de ambas manos y los dedos de los pies.»
«La belleza— concluye Leonardo— perece en la vida pero es inmortal en el arte.”

14. Freaks?

Ciega de un ojo, la Luna observa la Tierra desde lejos. Tanto que le parece ver a un enano. En realidad, grande o pequeño, da igual: es un ser humano. Y está enamorado. El Amor, un bello sentimiento, que parece no serle correspondido. Por Ella, de distinta talla, quien se siente alta y bella, demasiado para él. Un ser insignificante.

No entiende cómo Ella, hermosa y tan perfecta, ha ido a parar a ese rincón, lleno de seres feos, deformes, extrañas criaturas…

Algunos parecen cadáveres vivientes, otros entes indeterminados, a medio hacer, y el resto meras atrocidades salidas de experimentos fallidos de laboratorio, que después fueron desechados. Algo falló en la Naturaleza cuando esos freaks vieron la luz. Pero todos se unieron en un grupo único e irrepetible. Compartiendo sus imperfecciones y recursos, convirtiéndolos con ingenio en habilidades, útiles para su convivencia.

Ella sigue sin entender que su belleza no sirve en ese mundo. Y se aleja de los monstruos.

Pero entonces se siente sola y desgraciada.

Y la Luna deja caer lo que le molestaba en el ojo, haciendo que el Cielo llore y truene sobre esa hermosa solitaria; quien llora también por una belleza no entendida.

13. Clavar la rima

—Tío, no me jodas, que fui yo el que más rimas clavó y resulta que gana aquel mamón de mierda.

En la pandilla de los chavales del banco contiguo al mío la conversación va subiendo de tono. Salgo de mis aburridas ensoñaciones. Sé solo un poco de qué van las batallas de gallos con sus rimas, su flow….

—Mamón lo dirás tú, pero en los temas se le notaba muy entrenado.

—A ver listillo, si te digo «belleza», ¿qué coño nos rapeas?

—Pues… —se pone de pie frente a sus compañeros sentados en el respaldo del banco, los playeros en el asiento, empieza a gesticular como si estuviera disparando un rifle automático y que por culpa del retroceso le dieran espasmos—, te digo que la belleza es mi destreza y que tus rimas huelen a simpleza.

Se ríen. Otro salta del banco en plan parkour. Sus gestos son diferentes. Parece que está arrancando una sierra mecánica.

—¿Belleza?, la de mi cerveza, bosteza tristeza.

Más risas. Más rimas.

—¿Belleza?, la de mi coca toda pureza.

Sigo sentada. Escucho. Dejo que un rayo de sol me recueza la cabeza y busco, yo también, palabras que rimen con belleza.

12. Descifrando el código de belleza de unos rótulos (Milagros Sánchez)

En el museo del Prado dicen que se encuentran auténticas celebridades, que han sabido plasmar con sus pinceles, la belleza que esconden las obras de arte.
Me pregunto si siguiendo la pista de unos significativos rótulos entercianos podré descifrar semejante enigma…
El sueño se hizo recurrente, veía a unos Chicos leyendo La postal verde, que La pobre de los sábados les había enviado a esos Dos muchachos: Eolo y Narciso, quienes se dedicaban a perseguir a un tal hidalgo Don Quijote, que dispuesto a liberar a Una esclava en venta, a la que se disputaban Dos luchadores con Sed de venganza, siendo ella La ofendida, pidió clemencia a una Anciana sentada escuchando Confidencias bajo el paraguas, que hacían las delicias de la Inocencia de Magdalena penitente, a quien nunca se la pudo relacionar con La familia de Caín, ni con los Náufragos de Alta mar, que partieron temprano del Muelle de Boulogne Sur Mer y A pesar de ello, todavía La caridad romana promulga la Siesta.

11. La mesa (Susana Revuelta)

La vieron de casualidad cuando salían del vertedero, detrás de un colchón lleno de cercos amarillos. Una mesa maciza, casi nueva, sin apolillar. Con detalles y figuritas tallados a lo largo de todo el borde. Estaba coja de una pata, pero eso daba igual: con lo que pesaba, seguro que sería de roble o de nogal, de una madera cara. Ya buscarían un taco o algo para calzarla.

―Verás cómo se pone de alegre la mama ―dijo el hombre al mocoso que le acompañaba mientras la subían al remolque con mucho cuidado.

De camino al chamizo iban muy animados, sin creerse  la suerte que habían tenido al encontrar un mueble tan bonito, imaginando lo bien que quedaría en la cocina, en lugar de la mesa de camping plegable. Lo que no tenían claro aún era qué hacer con el viejito en pijama que se aferraba a ella como una lapa y que no paraba de toser.

 

 

10. MOTIVACIÓN (Ángel Saiz Mora EdH 2020)

Intento sobrevivir en el infierno. Los amaneceres son a la vez regalo y nuevo desafío. Mis compañeros escriben cartas a sus novias, un consuelo al que no puedo acogerme. Es insufrible tener cerca el aliento de la muerte, pero no menos que acallar lo que quisiera decir a los cuatro vientos. Aún no es tiempo de sinceridades. Mantenerse vivo es la prioridad.
El silbido de un obús presagia desolación. Tras el ruido sordo, con la boca oscurecida de trazas de tierra, llega el cálculo de bajas. Al constatar que el azar ha hecho otras elecciones respiro aliviado, consciente de que cada momento puede ser el último.
La belleza es la única verdad dentro de estas trincheras, resplandece para quienes sabemos leer entre tanta miseria, bajo un mismo código de miradas y gestos secretos.
Alaban mi valor en el combate, dicen que soy un ejemplo. Solo ansío que esta carnicería termine pronto. Lucho por contribuir a la victoria de nuestra nación, necesito creer que algún día tomará forma esa sociedad perfecta que nuestros líderes nos han prometido. Todo va a tener sentido cuando en ella, como héroe de guerra, se respeten los sentimientos que comparto con mi teniente.

9. REFLEXIONES DE UN PULPO

Sí, ya lo sé, pero no me lo repitáis más. Soy un feo y viscoso pulpo, desgarbado, tímido y, para vosotros, con una sola cualidad: La de convertirme en un rico manjar después de zurrarme, cocerme en agua hirviendo, cortarme en trocitos y plantarme en vuestro plato. Un final de carrera que no consuela en absoluto.

La belleza es esquiva, pero también huidiza, como yo. Luce con frecuencia lejos de los estridentes focos, en la penumbra, como el oro de Oriente, y quizá algo de esa cualidad escondida exista también en este bicho de desagradable estampa.

Porque debéis saber que soy muy inteligente, tengo una magnífica memoria y aprendo fácilmente habilidades que vosotros no creeríais ¡Hasta puedo abrir vuestros frascos y meterme dentro después! Porque no tengo esqueleto.

Cambio mi color a voluntad, como el camaleón ese, que os cae tan simpático y es más feo que yo.
Y el no va más: ¡Tengo tres corazones y nueve cerebros! ¿Puede alguien superar eso?

Así que, mirad más allá de vuestro plato y tenedme un poquito de consideración, por favor. La belleza no sólo está en una fachada amable. También reside en la perfección de la excelencia.

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