Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

48. Good riddance!

Aquel veinticuatro de diciembre amaneció prometedor y, como de costumbre, pasó la mañana trajinando en la cocina. Luego, preparó la mesa con su mejor mantel, su preciosa vajilla y unas copas de cristal de Bohemia que solía librar de la vitrina en ocasiones muy especiales.  Después, tras cortar el turrón en perfectos cuadraditos, los distribuyó con precisión en una bandeja de plata a la que añadió unas figuras de mazapán y muchas peladillas. Más tarde, entre espumillones dorados, colocó, al pie del árbol, los regalos. Cada cual con su nombre. Finalmente, revisó los pequeños detalles y, satisfecha, comprobó que había conseguido un ambiente de revista. Así que decidió acostarse un rato para recuperar fuerzas y poder disfrutar de la fiesta que se le venía encima.

A las nueve sonó el timbre y ya estaba preparada. Tomó su estola, su bolso de mano y mientras esperaba el ascensor, apagó el móvil. Sus hijos y nietos no tardarían en llegar, pero ellos tenían llave… y ella tenía otro plan: había quedado con unas compañeras del Club de Viudas con las que, a menudo, compartía soledades y también divertidas clases de inglés. Todas estaban hartas de ver a la familia sólo en Navidad.

47. LAS CADENAS DEL AMOR (Modes)

Aunque hace tiempo que los humanos han aprendido a volar, mis huesos siguen anclados al suelo.

Pero mi amiga se niega a aceptarlo.

Por eso, al verme sentado en un banco del parque, esquiva a la multitud de personas que se desplazan por el cielo y desciende en picado, decelera en el momento preciso y, con la elegancia de una libélula, toca tierra firme.

Entonces vuelve a insistir: «No te rindas, es muy fácil. Recuerda que para elevarte, sólo tienes que acariciar con suavidad tu corazón».

Y yo la miro, sonrío y guardo silencio.

Y es que mi cobardía me impide confesarle que no puedo acariciar lo que no tengo.

Porque ella me lo ha robado.

46. CAPÍTULO DE DESPEDIDA

Hace mucho tiempo que no va al circo, y últimamente el cine, el teatro y los conciertos apenas los frecuenta, aunque hubo una época en la que era un entusiasta de algunos géneros y música. Se ha hecho más de los libros y no tiene televisión en casa, ha venido cambiando de costumbres y gustos con el paso del tiempo. Funciones ha atendido muchas a lo largo de su vida, con intermedios para ir a comprar palomitas, con tramas e intrigas repetidas en interminables series y películas. En el circo al menos lograba reírse con los payasos cuando iba con sus amiguitos, con las entradas con descuento que habían regalado al colegio. La de hoy es una función bien diferente, real, aunque el guion es siempre el mismo y el escenario ahora no está bajo una carpa o frente a una platea; sí lo está bien adornado, hasta con flores de varios colores y formas, para que su mejor amigo con el que más reía sea el protagonista principal de la función.

45. Junto al árbol de la marula

Con el recipiente de barro al hombro, Nina se dirige a buscar agua al pozo. Mientras camina siente la tierra caliente bajo sus pies desnudos, de fondo escucha los sonidos repetitivos del tambor de Alfo, el curandero. Ella sabe que hoy es el día que con tanto temor espera. Lo supo por Talana, su hermana mayor, «que tenía que purificarse, que si no la rechazarían en la aldea y no podría casarse ni tener hijos. El dolor lo calmarían los ungüentos ».

Por el camino se cruza con Abul, su mejor amigo también de once años, que la mira de reojo sin atreverse a decirle nada. Hoy no irán a la charca ni jugarán al babel.

Junto al árbol de la marula está el pozo. Nina se acerca, deja la vasija en la tierra y mira al cielo. Aquella bandada de pájaros presagia tormenta.

Cuando se sube a la vasija ve su pequeño rostro reflejado en el agua. Aquel pozo empieza a parecerle su salvación. Atraída por un fuerte magnetismo se deja caer en busca de su libertad.

44. UNA DE VAMPIROS (Isabel Cristina)

«Ocurre cada noche de luna llena»—decían en el pueblo—

Allí  me contaron que al ocultarse el sol,  el conde comenzaba un llanto irrefrenable porque  se sentía inseguro, muy inseguro de sus actos. A pesar de todo, enjugaba sus lágrimas y empezaba su paseo nocturno dirigiéndose siempre hacia el mismo lugar; abría la tumba de su desventurada esposa (la difunta no perdía el rojo carmín de sus labios) y la besaba en la boca para descubrir, una vez más, que ella le devolvía el beso suavemente, sin morder, a pesar de que  la desdichada mujer se levantaba de su tumba sedienta. Juntos tomaban una copa llena de un líquido espeso y sanguinolento; ese fluido, bajo la luz de la luna, complacía todos sus sentidos. Los curiosos la contemplábamos; ellos se miraban y ojerosos  se despedían, antes de que surgiera el primer rayo de sol .

 

43. EL NACIMIENTO

No había establo o pajar, era una playa cualquiera del Mediterráneo o Canarias. Como telón de fondo una barca agrietada, arena y cadáveres hinchados como nubes de invierno. No había ovejas ni pastorcillos, tan solo voluntarios con botes de suero, jeringuillas, fonendos y rojas cruces en sus chaquetas. No había  estrella de Belén, sino focos cegadores, aullidos de sirenas y patrullas. No había Magos de Oriente, sino tres gendarmes de brazos cruzados y caras de poca sabiduría. No había mirra, oro e incienso, sino revólveres, perros, esposas metálicas. No había carpinteros ni vírgenes, sino una pareja de piel alquitranada y gruesos labios carcomidos por el salitre. Arrodillada en la arena, la joven Mariám susurraba plegarias al fruto de su vientre, mientras Yusuf, confuso y harapiento, la abrazaba por los hombros.

Por unos instantes, en aquel Portal improvisado se hizo el silencio absoluto, tan solo los bramidos del mar osaban transgredir esa quietud de natividad agonizante. Hasta que de improviso al niño, Mesías de ébano anónimo, se le escapó una risa celestial. Miró a su alrededor dulcemente y estiró los brazos en un escorzo casi imposible para bendecir al mundo, una vez más, y arrancarlo de su contagiosa e intolerable indiferencia.

 

42. ESCENARIOS

Cuando cae el telón, para Natasha empieza el pánico escénico. En el escenario al que se dirige, su arte no le sirve de nada. Ensaya su mejor sonrisa y afina el tono, pero el público no reacciona. Nicolai le dice que es una inútil, que busque otra ocupación que dé más dinero o la llevará con sus primas a hacer la calle. Los niños ya no cambian su triste semblante cuando ella intenta convencerles de que los lazos de colores que hay hoy para comer son un alimento diferente de los tiburones y las espirales de días pasados. Con el casero prueba los diálogos de sus obras más dramáticas, llanto incluido, pero el viejo no da tregua… Teme que pronto caiga el telón y la obra romántica que empezó hace unos años termine sin perdices en el plato. Sus pensamientos se rompen en mil pedazos con el grito de Nicolai, que no queda vino, se queja.

41. LECCIONES PRÁCTICAS (Rafa Olivares)

Ahora, una vez se ha suturado y vestido, con estudiada parsimonia, el profesor Hiromi Kimura recoge su instrumental y da por terminada la clase de Autocirugía Vascular Periférica. Mañana, último día de curso, termina su contrato de 10 años con la Universidad y, desde la azotea del Paraninfo, y a solo un paso del pretil, impartirá la de Saltos Suicidas de Éxito.

40. Noche loca en Liliput

El gigante notó un cosquilleo que comenzó en la planta del pie, subió a lo largo de la pierna, se detuvo en los muslos y llegó a la ingle, momento en que tuvo una inmensa erección. Ella, gracias a las lubricantes humedades de ambos, se deslizó por su enorme pene como si fuera el tobogán de un parque acuático, mientras él acompasaba su respiración con el placer. La joven, cada vez más excitada, siguió trepando, erizó el vello del abdomen de su amado, escaló las colinas de la piel de gallina del torso del coloso, besó cada milímetro de su cuello y alcanzó su boca entreabierta. Ella experimentó al fin el éxtasis en su lengua lasciva. Él, en un profundo jadeo, se la tragó.

39. EL CUELLO DE LA REINA

Cuando un verdugo se atusa los bigotes y afila la hoja con el mismo celo es porque hay un reo de postín o, mejor aún, se acerca el momento de retirarse y el público aguarda expectante un último alarde. Por tantos años de fiel servicio a la nación, el estado hizo coincidir una magna ejecución con la jubilación de su infalible funcionario, al que le brindaron una cabeza coronada para lucirse y emprender el camino a un descanso merecido en su casita del bosque.

En lo alto del cadalso, bien sujeta, tanto como los ojos de la concurrencia, brillaba la cuchilla, que apuntaba al cuello de la reina, con la mirada puesta en el cesto. Mientras le ajustaba la nuca, el verdugo, que distinguió una piel suave y perfumada, en un inusual impulso le ofreció la posibilidad de fallar con el acero y fugarse con ella para vivir juntos el resto de sus vidas, pero pronto lo descartó, optando por hacer su trabajo con esmero y eficacia para no ver deteriorarse ese cutis tan sublime que acabaría palideciendo con los años.

Como un telón que cae, aquello puso fin a la función.

38. Teníamos… unos amigos animalistas (Rosy Val)

Todo terminó entre las dos parejas una semana después de que una de ellas aterrizara de su luna de miel. Luna de miel que disfrutaron durante siete kilométricas semanas visitando el país. Opinaban que realizar viajes allende los mares, de interminables horas, agotadores vuelos y pesadas escalas —teniendo en cuenta lo que aún les quedaba por descubrir dentro de nuestras fronteras—, no tenía perdón ni explicación. Recorrieron España de este a oeste, desde el norte hasta Andalucía y allí se enamoraron de Sevilla, donde llenaron de souvenirs el maletero de su ranchera para familiares y amigos.

—¡Pues no entiendo por qué se han ido así!, exclamaba Roberto con cara de asombro ante la estampida de Manuel y Chema.  

—¡Yo tampoco sé qué mosca les habrá picado!, se extrañaba Pilar con la boca abierta de par en par.   

—¡Están tontos o qué! Regalarnos tamaña barbaridad, ¡precisamente a nosotros!, ¡y de la Maestranza… con sus banderillas y todo!

37. EL NARRADOR (Rosalía Guerrero Jordán)

A pesar de tener vocación de personaje principal, el autor me adjudicó el rol de narrador omnisciente, circunstancia que a menudo resulta incompatible con mi personalidad, de natural sociable y divertida.

Además, en los últimos tiempos mi trabajo me aburre. Y es que conocer la historia de principio a fin no tiene ninguna gracia. Le he pedido a mi creador que me convierta en el héroe de la historia, o en el villano, o incluso en un secundario anodino. Alguien que desconozca el porvenir y pueda saborear la sorpresa de las emociones imprevistas, pero dice que tal cosa es imposible, pues no se puede borrar lo que ya se sabe.

Por eso he decidido solicitar el traslado de obra, a pesar de los riesgos que conlleva: si me convierten en personaje de microrrelato, mi vida durará tan solo unos instantes.

Aun así, he aceptado el reto.

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