Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

FOBIAS

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en FOBIAS

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 ya estamos en nuestro 15º AÑO de concurso, y hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores. En esta ocasión serán LAS FOBIAS. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
30 DE SEPTIEMBRE

Relatos

02. La profesión más bonita del mundo

Son las cuatro de la madrugada. Suena el teléfono. Una voz imperiosa le urge a abandonar el lecho calentito: Greta lleva todo el día intentando parir. Se levanta, se viste y sale sin despertar a nadie. Es diciembre, hace frío, llovizna y una niebla pertinaz se ha tragado el paisaje. El coche protesta, pero arranca a la tercera y Mario, con la nariz congelada y los dedos entumecidos, recorre los treinta kilómetros. Se siente afortunado al vislumbrar una lechuza sobrevolando la carretera y un hermoso zorro apostado en el arcén.

Hay luz en el establo. Ringo ladra y se frota contra sus piernas al reconocerle. Entra presuroso y se encuentra la siempre mágica escena de una vaca lamiendo a su ternero. Se hace un silencio espeso. Lucas le mira compungido, el vecino trata de esconder las cuerdas que ha usado para sacarlo y Carmen corre a buscar una botella de coñac que descongele la mueca de estupefacción de Mario. Solícito y profesional, mete el brazo para comprobar que todo esté correcto.

Conduce hacia casa manchado de sangre, con pulgas y sin remuneración. Los faros iluminan a un lobezno atropellado. Conmovido, se detiene a ayudarle. Son las seis de la mañana.

01. EL LISTÓN

Miró al cielo, se santiguó tres veces y agarró con fuerza la pértiga. Comenzó la carrera. Las zancadas eran veloces, rítmicas, poderosas. Tras el apoyo firme del extremo, la elasticidad de la fibra de carbono la impulsó enérgicamente a las alturas. Se elevó mejorando la marca de todos los récords existentes, superó las gradas sobre la pista, las tribunas más altas, los bastidores de la iluminación y hasta la cornisa superior del estadio. Pero la leve turbulencia de su vertiginoso descenso desplazó ligeramente la barra hasta precipitarla sobre la colchoneta. El salto fue declarado nulo.

Entre el público, un niño aplaudió entusiasmado.

—¿Has visto, papa? Increíble. Ha saltado más alto que nadie.

Su padre sonrió.

—No se trata de eso, hijo. Ya aprenderás…

86. Cuán fría está la mañana

El térito:

Comienza con el consabido truco de sacar de la raída chistera un conejo (de trapo, el parque no es un teatro ni él David Copperfield). Luego hace aparecer una moneda de la oreja de un niño y este se la quita y echa a correr. Las risas se explayan obligándole a disimular como si todo estuviera previsto.

Cuando saca la espada, cual Excálibur, se paran unos cuantos. Son suficientes para que comience a introducirla por su boca mientras suponen que le pillaran el truco, pero la punta metálica sale por su bajo vientre y él se desploma.

El inicio de los aplausos queda sordo ante un inmenso reguero de sangre.

El pretérito:

Cuando se despide de su mujer solo escucha el consabido “muérete, patético”.

Al despedirse del muchacho, este le pide el truco de la desaparición perpetua.

Solo puede consolarse con Irene, la sensata, la estudiante de derecho, su lucero. Ella sí le permite un abrazo y un beso, pero ese día, antes de soltarle, le susurra al oído: Acuérdate de lo que firmaste, si es suicidio no pagan, lo mejor es el accidente laboral.

85. Señuelo de vida (Salvador Esteve)

Pasaron días antes de atesorar la valentía necesaria para intentar huir, pero su secuestrador la atrapa y, forcejeando, caen sobre la nieve. Sus desgarrados gritos solo provocan que pequeños copos de nieve se desprendan de los árboles.

Su mano, amoratada por el frío, deja caer la piedra ensangrentada. Los crueles brazos, ahora inertes, parecen no querer aún soltarla. Es consciente de que su tiempo se acaba, el frío ha paralizado sus extremidades y las fuerzas le abandonan. Ya solo espera que la película de su vida pase ante sus ojos. Su raciocinio empieza a quebrarse. Entre penumbras, cree ver que, como una bandada de cuervos, las caricias violentadas abandonan su cuerpo. Parece que los golpes se silencian y el dolor se hace casi soportable. Nota como los ríos de lágrimas derramadas se cristalizan, es hora de bajar el telón.

Mas un dolor punzante en su vientre la hace reaccionar. El fruto de la hiena que babeó su rostro le recuerda que aún está viva, lo que antes le parecía un engendro es ahora su impulso hacia la salvación. Siente que la función todavía no ha acabado.

84. PROPÓSITOS DE FIN DE AÑO

Hace dos Nocheviejas, el primo Raúl decidió dejar de ser un estudiante modélico y tomarse un año sabático. Se retiró después de las uvas y amaneció con el aspecto desaliñado de un perfecto holgazán. Se pasó los siguientes trescientos sesenta y cinco días de la cama al sofá, sin dar un palo al agua.

El pasado fin de año, con la última campanada, proclamó que había descubierto la vocación religiosa y que si no se ordenaba sacerdote era por no darle un disgusto al abuelo, ateo de toda la vida. Tras doce largos meses de misa diaria y rezos de rosario interminables, esta noche esperábamos expectantes su nueva ocurrencia.

Después de cenar hemos salido a la terraza para ver los fuegos artificiales. Raúl ha pedido silencio y, con un hilillo de voz, ha confesado su propósito de terminar con todo de una vez. Un poco achispada por el cava, la tía Paquita ha brindado porque alcanzara pronto su deseo. Como él no parecía decidirse y viendo la ocasión propicia, sus cuñados lo han subido a la barandilla y, entre todos, le hemos dado el empujoncito que le faltaba. Al fin y al cabo, para algo está la familia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

83. Apagón

   

El guardián de los cielos no debe dormirse apoltronado en la Osa Mayor, ya que ha de mantener iluminadas las candelas de los caminos celestiales. Él guía a las estrellas errantes soltando grandes carcajadas, embriagado por el polvo que pierden al pasar. Así ellas no deambulan al tuntún, llenando los cielos de susurros de anhelos de aquí para allá. Además, el guardián las protege con empeño, alejando de su trayectoria a planetas inapreciables, asteroides impredecibles y agujeros negros con las vibraciones de sus risotadas. Por eso, cada estrella encuentra siempre a su deseador. Menos la noche en la que el guardián debe apagar las candelas y, con sumo respeto, dejar de reír.  

82. Fundido en negro

Tras horas de búsqueda, las gafas aparecen dentro del congelador; el reloj, en el horno y el azucarero, en el cajón de la mesilla de noche. «¡Hay que despedir a la script!», grita furioso el anciano director. Lo que no entiende es por qué la bella aunque madura protagonista, con lágrimas en los ojos, le dice en sordina que baje la voz, que no son horas, que va a despertar otra vez a los vecinos.

81. LUJURIA

A mi padre se lo comió Madrid, la pensión de Doña María para artistas y unos zapatos de charol rojos del número 42 comprados en los saldos de Galerías Preciados. Después de esto no volvimos a verle. Al pueblo llegaban algunas noticias sobre su trabajo como vedette en el Teatro Variettes, en plena Gran Vía madrileña, gracias a los viajes que el Señor Alcalde efectuaba a la capital un par de veces al año.

Mi madre, sin rencor alguno, nos enseñó a escondidas un ejemplar de la revista INTERVIU del año 80 para ponerle cara a nuestro padre. Una espectacular rubia, al más puro estilo Marilyn Monroe nos sonreía mostrándonos sus voluptuosas curvas apenas escondidas tras una boa de plumas blancas.

No volvimos a verle ni a tener noticias suyas hasta que un inesperado ejemplar de «EL CASO» aterrizó en el bar de nuestro pueblo. Fue así como supimos de su relación con la mafia siciliana. La noticia era portada del sensacionalista periódico:

«SE CERRÓ EL TELÓN EN EL TEATRO VARIETTES.

MUERE ASESINADO VIOLENTAMENTE EL FAMOSO TRAVESTI LUJURIA.

DETENIDO SU AMANTE SICILIANO EN LA ESTACIÓN DE CHAMBERI.»

En casa, no lloramos…

80. El dibujante de mapas (Blanca Oteiza)

Desde el día que Matías perdió sus gafas, sobre la mesa, las hojas en blanco descansan junto a los nombres de ríos, montes y ciudades aún sin colocar. No recuerda donde las puso por última vez y sin ellas es imposible saber el lugar donde situar cada denominación. Ha buscado debajo de la mesa y la silla, entre los papeles y en las cajas con letras aún por ordenar.

Los petardos suenan en la aldea, la algarabía invade a sus vecinos ajenos al problema en el taller. Es casi media noche cuando decide salir a la calle y olvidarse por unos instantes del ajetreo interno que le aturde, y ahí, justo ahí es cuando las ve junto a las llaves. Debió olvidarlas el día que llamó el cartero a su puerta trayendo carta del lejano país que quería ser añadido en sus mapas.

Y así, arranca la última página del calendario y se acuesta, sabiendo que con el nuevo año podrá retomar su planisferio.

79. Prompt: Escribir el mejor cuento de Navidad con 200 palabras.

Lo tuvo claro. Cuando vio que su hijo, repetidor recalcitrante, sacó un excelente en expresión escrita supo que pasarían las mejores Navidades de los últimos 15 años.
Gracias a la IA pudo participar en el Certamen de Cuentos de Navidad de Villablanca de la Sierra, dotado con 1500 euros para el relato ganador.
El deseo de obtener un dinero fácil para pasar las Navidades como «una familia normal» se cumplió y acudió a la entrega de premios orgulloso de su increíble gesta.
Excitado por el momento y ebrio de halagos, accedió a escribir una dedicatoria en el libro de visitas del ayuntamiento:
«Me alegro de que sus haiga gustado muchas gracias Manuel González«.

78. Pobre de mí

Cada vez me cuesta más levantarme tan temprano. Ducha fría, café caliente, ropa inmaculada, zapatillas limpias. Unos rezos al santo con el pañuelo y salgo hacia la calle Estafeta. Compro el periódico y llego a nuestra esquina. Intento calmar los nervios y saludo a los habituales. Salto cuanto puedo para calentar mis piernas cansadas y asimilo que será mi último encierro. Cada metro tiene una historia detrás, cada cicatriz. Concentrado, miro al suelo y recuerdo las innumerables veces que corrimos juntos desde este punto. Suena el cohete, cierro los ojos y beso tu foto que guardo en el pecho. Como si te llevara de la mano, empiezo a correr y aprieto con fuerza el diario con tu esquela.

77. Múltiplos de seis

Es un truco técnicamente impecable. El mago, de cara al público y vestido como un auténtico gentleman, pronuncia su frase favorita con un ligero y elegante acento francés:

– Ahora, damas, niños y caballeros, cuando cuente hasta tres todos ustedes desaparecerán por siempre jamás.

Los espectadores, como es lógico, desaparecen de sus asientos al llegar hasta tres; luego, el mago dobla en seis partes el patio de butacas, lo introduce en el bolsillo derecho de su chaqué y se pierde por el fondo del escenario. Yo doblo al mago en otras seis partes, lo guardo en el bolsillo izquierdo de mi chaqueta gris marengo y nos largamos los dos camino del siguiente pueblo. Como nunca queda público, echamos de menos la ovación final, aunque eso sí: tampoco hay noticias de alguien que haya hablado mal de nosotros. De nosotros, no.

 

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