Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

39. ¿Perseverancia?

Siempre que lo lava, a mano con un jabón especial para tejidos delicados, opina que tuvo muy buen gusto al elegir ese conjunto. Sabe que vestir de color rosa a las niñas y de azul a los niños es algo del pasado, pero desde jovencita lo había imaginado así. Por eso, la ropita de Clara no iba a servir para él, pensó cuando su barriga volvió a crecer dos años después. Y compró unos pantaloncitos y bodi de tonos celestes. La mala fortuna le arrebató a su bebé mientras aún estaba en su vientre. A pesar de ello ha mantenido la esperanza de poder usar esas prendas, y las siguió lavando cada tres o cuatro meses para tenerlas a punto en cuanto las necesitara. Ahora ha llegado ese momento. Al fin les dará uso: su hija está embarazada. Y cruza los dedos para que sea varón.

38. Amor esdrújulo (Fuera de concurso y muy agradecido a don Mario)

…pero hagamos un trato

yo quisiera contar

con usted

es tan lindo

saber que usted existe

uno se siente vivo

y cuando digo esto

quiero decir contar

aunque sea hasta dos

aunque sea hasta cinco

no ya para que acuda

presurosa en mi auxilio

sino para saber

a ciencia cierta

que usted sabe que puede

contar conmigo.

Mario Benedetti

 

Queridísima.

Nono

 

Sus compañeros abanican a Nono, con evidentes síntomas de asfixia, agitando folios y libretas. Don Samuel, profesor de literatura y testigo del momento en que el crío dejó de respirar, cuenta que recitaba el final de un poema de Benedetti a Margarita, y que se atrevió a meter un «queridísima» de su cosecha para rematarlo, nunca mejor dicho. Seguirá así hasta que se ahogue. O hasta que olvide el amor que siente por ella, lo que es muy improbable, prosigue. Podéis pensar que resulta triste y duro, pero es el castigo a los que estropean versos tan suaves con ciertas palabras esdrújulas que rompen la armonía. Y eso es más duro y triste. Aún está a tiempo de salvarse, no obstante. La tilde que atraviesa su garganta la puede derretir Margarita, si decide que puede contar con ella.

37. TIERRA QUEMADA (Nieves Torres)

Echas un último vistazo a la oficina vacía. Todas tus cosas están ya recogidas. La planta se queda, se ha puesto exuberante, parece que se ha adaptado a este ambiente inhóspito mejor que tú.

Deberías haberlo hecho hace muchos años, aun así te cuesta cerrar la puerta. Ha llegado el momento de irse, no hay vuelta atrás.

Recorres el largo pasillo flanqueado por decenas de mesas idénticas, mientras mantienes bien altas la caja de cartón y tu dignidad. Se hace el silencio a tu paso. Casi todos se concentra en sus teclados para no levantar la cabeza. Te has jugado el puesto para mejorar sus condiciones laborales y has perdido el pulso contra Goliat. Te han dejado sola; la mayoría cree que no puede permitirse perder este trabajo. Alguien murmura “suerte” y cuando llegas a la puerta escuchas un tímido aplauso. Reduces el paso; en el fondo esperas que el resto lo imiten y por un segundo te imaginas a todos en pie aplaudiéndote, arrancando los ordenadores, los papeles volando por los aires.

Pero no.

Solo tú empiezas hoy una nueva vida.

36. Amor adolescente

Cae la tarde sobre el parque. Miro a Laura, le sonrío y ella me devuelve la sonrisa, la beso. Cierro los ojos y mi mente vuela a la época del instituto, a la primera vez que la vi y quedé prendado de sus ojos soñadores y de su bello cuerpo adolescente.

Pero ella sólo estuvo dispuesta a darme su amistad.

Después la perdí de vista… pero nunca se alejó de mis sueños.  Tuve la suerte de no enterarme de su matrimonio, y cuando años más tarde supe que había enviudado, sentí que quizás aún podía tener chances con ella.

Entusiasmado, me decidí a dar la batalla y vine a alojarme en la residencia donde ella vive. Ahora pasamos mucho tiempo juntos, ella es feliz a mi lado, mientras yo rebusco en sus facciones finas y relativamente jóvenes a la chica que me robó el corazón. No me importa que en el camino ella haya perdido la esbeltez y la ensoñación ya no habite en sus ojos. La quiero, y por las noches nos amamos dulcemente.

Sólo me apena que Laura no tenga la menor idea de quién soy yo y me llame por el nombre de su difunto marido. 

35. MEJOR NUNCA QUE ANTES – EPI

Estoy cabreado con mi familia. Todos me aconsejaban aumentar los asistentes virtuales para mejorar mi confort. Hazlo pronto. Por ellos, estoy en el Hospital, emasculado.
Vivía feliz con Siri, Cortana, Irene, Aura, Bea y Helena. Con Alexa, cambió mi vida a peor.
Puse dispositivos Alexa por toda la casa, Alexa, enciende las luces, Alexa, apaga la cocina, Alexa, ponme la televisión, y yo feliz.
Al entrar en casa, preguntaba a Alexa que si me había echado de menos y ella me cantaba una canción.
Puse una Alexa en mi dormitorio. Me gusta tener música para esos momentos Íntimos.
Craso error. Mi mujer me dijo que tenía un micrófono y que nos iba a escuchar todo lo que hacíamos. Ahí se terminó el matrimoniar.
Pregunté a Alexa y me recomendó comprar un masturbador, felación. Así que lo compré.
Lo recogí en la calle y lo escondí en mi despacho. Un día que estaba solo lo abrí y daba un poquito de repelús, era solo una boca con los labios pintados.
Lo enchufé a la red, dije empieza, introduje mi miembro y al principio fue bien. Pero no sé qué pasó, sí se estropeó o yo no sabía parar.

34. Los sueños, sueños son.

Me he inventado una cita. En aquel restaurante que tanto te gusta. Ese que tiene las paredes decoradas con libros. Y velas, muchas velas, por todas partes. Tú llegarás cinco minutos antes y me recibirás con esa sonrisa que llena el corazón y que me hace sentir la mujer más afortunada del mundo. Tú pedirás lubina a la sal y yo canelones. Beberemos una copa de vino y después otra. Saldremos del restaurante a trompicones, muertos de risa y haciendo planes para los próximos cien años.

También me he inventado, que las flores que llevo, son par otra tumba.

33. Estos tontos no se enteran

El señor de la galaxia se sentó para observar a los seres de su pequeño planeta azul. 

Al principio sintió curiosidad, sobre todo por quienes se hacían llamar humanos. Eran ingeniosos y perseverantes. A lo largo de los siglos fueron ocupando toda la tierra, y se adaptaron a las mil maravillas. Pero empezaron a multiplicarse, a la vez que demostraban un afán desmedido de dominación sin respeto por el entorno.

Entonces sintió preocupación. Su planeta, ya no era tan bello ni tan limpio. Aquellos inconscientes se dedicaron a expulsar gases de efecto invernadero, provocando una subida de la temperatura. 

Ante esta situación decidió lanzarles advertencias en forma de sequías prolongadas, inundaciones catastróficas, huracanes cada vez más destructivos, e incluso incendios interminables. 

Pero advirtió que las estupidas criaturas

no interpretaban ninguna de sus señales. Reconociendo que podría ser demasiado tarde, no tuvo más remedio que pasar al plan B.

 

32. Armonía familiar (Juana María Igarreta)

Cuando Rosalía se quedó embarazada inesperadamente, la noticia en la familia fue un mazazo. Carmen criticó duramente la conducta de su hija menor, tildándola de casquivana y desvergonzada, llegando incluso a decir que se alegraba de que el abuelo estuviera muerto, porque así se libraba de sufrir semejante deshonra en su propia casa. Más vale que Ángeles, siempre generosa con su hermana,  así como Juan, el buenazo de su marido, se encargaron  de quitar hierro al asunto, mostrando todo su apoyo a la futura madre soltera.

Hoy la familia está reunida en casa de la abuela, últimamente delicada de salud. Rosalía contempla a su madre, ¡cómo le gustaría hallar en su mirada un poco de comprensión! ¿Y si le contara de una vez la verdad?

Ángeles disfruta viendo jugar a Ángela, su pequeña, con Rosita, su sobrina. No hay primas en el mundo más unidas.

Juan, observando la armonía familiar, piensa en que a veces la ignorancia, con toda la mala prensa que lleva, es el estado óptimo al que pueden aspirar algunas personas para ser felices. Incluidas sus dos hijas.

31. La carta que se enganchó en una nube

Cuando la tía Elisa nos dijo que por fin había llegado la carta de Eusebio no la creímos. Más que nada porque llegaba con dieciocho años de retraso y porque nuestra tía, de naturaleza romántica y distraída, siempre estaba en las nubes y a veces hasta en la luna, como se suele decir.

Echó la culpa del retraso a las tremendas tormentas y a los fuertes vientos que, según ella, la habían desviado de su destino. Pero lo peor, nos dijo, había sido que después de todo ese tiempo por ahí danzando las letras de la carta se habían descolocado todas. Por eso se pasaba las tardes ordenándolas, completaba palabras y con ellas construía frases. Se quejaba de que había pocas erres, que no encontraba ninguna eme y que también se habían perdido muchas aes.

Nunca supimos si aquella carta era de amor o de ruptura, la verdad, pero a nuestra querida tía Elisa recibirla después de tantos años le dio la vida.

30. LAURELES TARDÍOS (Mariángeles Abelli Bonardi)

A mi abuelo, Bartolo Bonardi

Siempre lo felicitaban por sus buenas notas, su buena letra, y su prolija vestimenta. Todas las noches, antes de ir, lustraba sus zapatos.

La crisis argentina del año treinta cambió las cosas. Con diez años y una canasta de verduras en cada brazo, comenzó a trabajar para aportar en las ganancias familiares.

A la escuela siempre la añoró. Con cuarenta y seis años, mientras su mujer se afanaba en la peluquería, volvió a poner en marcha el engranaje de sus sueños. El día en que mamá se recibió de maestra, él le dio su diploma de primaria, que había cursado a escondidas en la escuela nocturna para adultos.

Rescatado del olvido (Alfonso Carabias)

A su edad, la belleza queda en un segundo plano, como si fuera un elemento accesorio que ya no usa con asiduidad.

Ahora mismo le basta con manejarse entre sus obstinados achaques y el desconcierto propio que le transmite un mundo en el que le cuesta encajar, y donde los viejos anhelos como el suyo quedan enterrados entre la inmediatez de lo cotidiano.

Aun así, se toma unos instantes, y con ayuda de su nieta intenta disimular alguna de sus muchas arrugas.

Al salir de casa ve a su hija, que aguarda junto al coche. No pueden evitar abrazarse, y soltar alguna lágrima, como otras muchas veces, aunque desde que apareció aquel expediente todo es distinto.

Al principio no daba crédito. Pero luego las piezas del macabro puzle comenzaron a encajar; la fecha de la muerte, el lugar, y después incluso la cuneta exacta donde él y otros de la brigada mixta habían sido enterrados. La búsqueda, por fin, había terminado.

Durante el corto viaje al instituto anatómico forense piensa en como actuará al ver los restos, en que le dirá, y en como discurrirá el entierro que debió ser y que el olvido se empeñó en negarle.

28. COLECCIONISTA DE ONOMATOPEYAS (Rafa Olivares)

                       

                                                                                                                A

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                                                                                              ¡¡ P                           F !!

                                                                                                         L             F

                                                                                                                 A

                                                         

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