Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

05 PERDÓNAME

Nunca te dije lo mucho que te quería. Desencuentros, distintas formas de pensar y de entender la vida, ideologías opuestas y actitudes antagónicas, provocaron nuestro distanciamiento.

Tan largo fue el tiempo que nos separó, que ya no hubo manera de reencontrarnos, ni de buscar siquiera el camino de retorno. Quizá fue culpa de los dos pero, hoy, yo quiero reconocer la mía, indudable y cierta.

Cada día de mi vida sin ti, moría un poco, y el dolor por todos los errores me helaba el alma.La vergüenza por tantas discusiones triviales me hacía sentirme cada vez más y más pequeño, y más ridículo.

En este doloroso momento, mirando tus ojos, fijos en los míos, y cogiendo tu mano, te digo por primera vez que te quiero, que te doy gracias por todo y que te pido perdón por mi orgullo, por mi estupidez y por el lamentable abismo que me alejó de tí.

Adiós. Que tengas un buen viaje, papá, y que la tierra te sea leve.

04. Golpe bajo ( Fernando Garcia del Carrizo)

Conmocionada por lo que me acabas de contar contemplo como las facciones de tu rostro se relajan. La forma brusca en que has soltado la noticia parecía uno de esos vómitos que te produce la morfina. Agotada por la falta de sueño y el cansancio físico de cuidarte, la información me ha dejado noqueada. Observo tus ojos cerrados y noto que hasta la respiración es más pausada. Entiendo que la agitación que tenías estos días no era por el temor a morir o un efecto secundario de la medicación. Necesitabas decirme la verdad. Ahora encajan como piezas de un puzle algunos comportamientos de papá y tuyos que nunca llegué a comprender. Lo que al principio fue un pacto entre hermanos, cuando no existían métodos modernos para quedarse embarazada, se convirtió en una espiral creciente de celos que llevó a mi padre hasta la locura. Mi tío, al que tanto me parezco, no se suicidó.

03. LO DIJO DIÓGENES, EL CÍNICO (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

A mi edad provecta, libre hace lustros del tabaco, sigo siendo esclavo del efecto inherente al abandono del referido vicio que, en forma de quince kilos de grasa, no sé si blanca o gris, acumulan las lorzas de mis costados, frontal y bajo trasero. Sin olvidar la presión que las referidas ejercen sobre mi cuello, para tortura de quien me acompaña en el lecho, que hubo de soportar conciertos en tono roncón supino.

Un experimentado traumatólogo me preguntó examinando un moratón misterioso en mi costado por el que fui a consulta:

─ ¿Usted ronca?

Aquella tortura sonora terminó en el neumólogo con una noche de conteo de apneas con la cabeza invadida por sensores a modo de viscosos bigudíes, una espirometría, una máquina CEPAP y una recomendación muy viva de adelgazamiento.

Me gustó lo de soplar. Se me dio bien el espirómetro, con su tubito de cartón igual que el que me proporcionó la Guardia Civil en el arcén de una carretera de la provincia de Burgos, (di negativo). Pensé iniciarme en el arte de tocar la trompeta.

También Diógenes, de viejo, quiso aprender a tocar la flauta y dijo por primera vez aquello de: “Más vale tarde que nunca”.

02. DÍMELO OTRA VEZ

Ahhh, háblame al oído en ese italiano tuyo tannn … tú ya sabes.

“Bellíssima ragazza, tu transformare la mea vitta in proffonda e intenssa”.

Aydios puuufff, sigue.

“Il tuo rosstro virginnale é la perfetta deffiniccione di la purísssimmma bellezzza”.

Oh oh, más

“In questi momenti la dulzzura di tu corppo sobrenatturalli me fazze alcanzzzare l´ésstassiss”.

Agh, por favor, susúrrame algo en latín.

“Potius sero quam numquam”.

Ayyy. Dímelo otra vez.

“P o t i u s s e r o q u a m n u m q u a m m m m m”.

Pffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff

01. REDENCIÓN

Por fin llegan los soldados de la alianza. En las calles donde no se ha impuesto aún el silencio se solapan las últimas ejecuciones de las fuerzas ocupantes con las demoledoras descargas de artillería y munición de los libertadores. La ofensiva, en esta ocasión, persigue una reconquista absoluta. El entusiasmo por la victoria es tan intenso que las milicias no encuentran interés en detenerse, avanzan, salen de la población persiguiendo la retirada del enemigo, hasta alejar el frente decenas de kilómetros.

El silencio domina ya en los parques y avenidas de la ciudad. No ha quedado ni el murmullo esperanzador de algún herido. La ciudad vacía, repleta de cadáveres, queda definitivamente liberada.

74. Amor de verano

El verano se acaba y, con él, mi trabajo en la heladería. Es una playa tranquila, de abuelos y nietos y de mamás solas con su carrito. Tardes larguísimas, esperando ver colarse el sol, entre las partidas de dominó de los viejos y videollamadas mostrándole a papá cómo se baña el peque. Cuando termino mi turno, el mar en calma apenas me refresca el cuerpo.

Pero cada tarde entra una clienta, Alicia, una chica rubia de ojos grandes y sonrisa generosa. Me cautivó desde el primer día que la vi. Siempre pide un helado de tutti frutti y turrón. Mi primo, que lo sabe, deja que la atienda yo. Intento en vano llamar su atención. He probado a llenarle mucho la tarrina, a cambiarle algún ingrediente; le he puesto sombrillitas y cucharitas de colores; le ofrezco mi mejor sonrisa. Pero nada; paga y se despide con un ademán de manos. Yo la sigo con la mirada hasta que un codazo me devuelve a la realidad: hay más clientes. Pero hoy será diferente; es ahora o nunca.

_ ¡Hola, Alicia! Tú helado. Si vas esta noche a la verbena, allí nos veremos. Ahhh, por cierto, mi nombre es Ana.

73. Interruptus

El domingo olvidé tomarme la pastilla del perdón y ahora no sé cómo decírselo al vicario. Cada vez que me pasa se pone hecho una furia, después me observa la tripa y los pechos, los palpa, los mide a conciencia y anota mis medidas en el cuaderno de confesiones, y así noche tras noche. Nunca me atrevo a preguntarle si es que la culpa engorda. Debe de ser así, porque si Dios me perdona, la expulso con sangre y dolor por ahí abajo. Él no para de insistir en si ya lo ha hecho. Si le digo que no, le caen goterones de sudor por las sienes, y se queda todo blanco, como si estuviera poseído por el mismísimo diablo. Entonces me vuelve a hablar de convencer a la madre superiora para que le acompañe en su viaje a la diócesis de Londres, que me vendrá bien para reafirmar mi andadura por el camino del Señor. 

72. En el hombre del padre (La Marca Amarilla)

Me acompañan en el sentimiento y desconocen cuál es realmente. Más fácil lo tendrían con mi hijo, que está velando a mi difunto padre desde hace un buen rato.

Yo ahora mismo no siento nada, no he hablado con mi padre desde hace muchos años salvo cuando le acercaba a su nieto para que pasara las vacaciones en los calurosos veranos de este pueblo.

Nadie elige a sus padres ni está obligado a nada con ellos, las familias muchas veces son como un «Tetris» con piezas que no siempre encajan.

Mi padre quería que lo incinerasen y que esparcieran las cenizas por sus frutales, pero si yo me encargo no sé si hasta allí llegarían. Total, dudo de que alguien se enterase.

Estoy divagando con mi conciencia cuando mi hijo, que tampoco me eligió a mí como padre, se acerca para abrazarme y me comenta sollozando que vendrá conmigo a esparcir las cenizas del abuelo, pues le dijo en más de una ocasión que deseaba que fuera yo quien cumpliera su voluntad.

71. DE CABLES Y TUERCAS

Las afectaciones neurológicas del accidente aceleraron el proceso de deterioro de la memoria reciente. Cada día le tenían que repetir varias veces que su marido falleció, y cada explicación generaba un nuevo disgusto. Para evitarlo, sus hijas optaron por el soporte más avanzado: el robot humanoide XYZ34 sería el compañero ideal para ella. Modelaron cuerpo y rostro como los de su esposo, llenaron el banco de datos con los recuerdos de sus vivencias y lo programaron para acompañar a la anciana en la recta final de su vida.

Pasaron meses y años, y ella se encorvaba, volviéndose más lenta y torpe, mientras él seguía igual. Las habilidades incorporadas por la inteligencia artificial, que lo dotaban de capacidad para procesar y aprender emociones, lo llevaron a cogerle cariño. Decidió alterar sus algoritmos y así envejecer con ella, aplicando cambios a su comportamiento. Aunque mantenía intactas todas sus tareas funcionales del cuidado de personas y hogar, se movía despacio, tropezaba en ocasiones o se le caían objetos de las manos, e incluso incrementó su calvicie y arrugas. Eligió ese camino a pesar de saber que, por ello, lo retirarían del servicio a futuros usuarios. Comprendió que ser humano implicaba tomar decisiones difíciles.

70. EL BAÚL DE LOS RECUERDOS

 

En el viaje a Florencia llevabas el vestido de flores que te sentaba tan bien. Gastaste un carrete entero tratando de tomarme una foto imitando la postura del gigante de mármol. Un vecino nos llamó para decirnos que habían atropellado a nuestra perra, Hillary. Cuando llegamos, apenas pudo mirarte con sus lunitas marrones como disculpándose, mientras te lamía la mano.
Mis recuerdos se acumulan en un cajón de sastre sin orden ni concierto, como la casa de un anciano con síndrome de Diógenes. Algunos que creía perdidos aparecen de nuevo en la orilla, devueltos años después por el mar de la memoria. Veo una canción de Perales y las huellas de tus pies descalzos en el suelo del baño. La mirada de mi padre me pone un nudo en la garganta. Formando un cuenco con las manos, atrapo jirones de tiempo gastados de tanto recordarlos, que se deshacen entre los dedos y se pierden para siempre. El olvido es el peor de los laberintos, porque ni siquiera sabes que estás dentro. Tengo que desenredar la madeja y seguir el hilo hasta encontrar el joyero de la memoria. Sé que allí encontraré el tesoro más preciado, todo lo vivido contigo.

69. Camino inverso

En el azar de la búsqueda encontró a ese grupo de mujeres donde descubrió un inusitado sentido de pertenencia.

Todas portaban el dolor de la perdida de sus parejas y se respiraba un aroma de emociones compartidas, de flores de un común cementerio que intentaban difuminar.

Alicia y ella eran las más jóvenes. Pronto se dio cuenta que, de una extraña manera, le atraía su tristeza. Y fue poco a poco, pero más fácil de lo que ambas hubieran presupuesto, que se fueron acercando hasta explosionar la una en la otra.

Ya no podía imaginarse sin ella, pero la oscuridad se cernía sobre sus pensamientos y cada latido de su corazón la llevaba a una decisión irrevocable. No estaba dispuesta a arriesgar.

La noche de las sombras alargadas, su decidida acción, cambió un secreto por otro que la acompañaría siempre.

Se puso una crema para irritar sus ojos e interpretó el papel de la viuda afligida. Entendamos que familiares y amigos ignoraban, entre otras cosas, que ella ya había pasado el luto.

68. EL DESEADO VIAJE A PARÍS

María siempre había querido ir al mágico París.
La falta de tiempo, de sincronía, dinero, trabajo o las enfermedades,… le habían impedido cumplir su sueño.
Pero le urgía. Dentro de poco no estaría en condiciones de hacerlo.
Su hijo le aseguró que se lo financiaría y le acompañaría con sus hermanos.
Pero otra vez la suerte se había aliado en su contra.
Ahora estaba centrado en su nueva mudanza, en los gastos imprevistos del alquiler, y no se acordaba del viaje a París.
Por eso María se prometió que si no querían ir, se marcharía, aunque fuese sola.
Apenas había pensado en ella misma a lo largo de su vida.
Siempre había gastado su tiempo e ingresos en satisfacer los deseos de los demás, olvidándose de lo que quería.
Y el tiempo se le echaba encima.
En cuánto tuviera la oportunidad económica se lo propondría de nuevo.
Si ponían pegas se lo diría a su prima y a una amiga, dispuestas siempre a realizar una aventura de chicas.
Por una vez le tocaba ser egoísta.
Era la última oportunidad en su vida de ver cumplida su ilusión.

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