Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

ANIMALES

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en ANIMALES

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2025 Comenzamos nuestro 15º AÑO de concurso. Este año hemos dejado que sean nuestros participantes los que nos ofrezcan los temas inspiradores, y el 5º de este año serán LOS ANIMALES. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
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Esta convocatoria finalizará el próximo
15 de AGOSTO

Relatos

31. TODO O NADA

María llega a Madrid de su Cantabria natal, impartía lengua y literatura en un instituto de secundaria; joven, y con ganas de comerse el mundo, no dudó en aceptar el reto y vivir nuevas experiencias, a sabiendas que sus alumnos eran conflictivos. Nada hace presagiar el calvario que se avecina.

-Buenos días, mi nombre es María y soy vuestra nueva docente de lengua y literatura,

Ha pasado un mes y nuestra cántabra está integrada, sus alumnos, a pesar de ser conflictivos y no tenerlo fácil en la vida, son geniales y tienen ganas de aprender, todos menos… Javier.

– ¡Que buena está! – ¿Quedamos en los billares? – No puedo más con este chaval…

María lleva días sin aparecer y sus alumnos temen lo peor, Montoya tampoco aparece, blanco y en botella.

Eugenio se presenta con María mal herida en urgencias… salvada por el alumno engreído y mal educado, es interrogado por varios agentes y su testimonio es crucial; él, es inocente, solo se ha enamorado.

Las pesquisas policiales llevan a la detención de Julián, acusado de secuestro y agresión hacia la profesora, era tal su obsesión hacia ella, que decidió tomar esa drástica decisión.

Queda claro, las apariencias engañan.

30. Trampantojo

Aunque parezcan estar hechos con rotulador, ella afirma que son tatuajes. Los mensajes y dibujos de distinto tamaño simulan haber sido colocados al azar, pero en realidad, cubren su cuerpo de manera estratégica. Sin ella pretenderlo, a ojos de los demás, le confieren ese aspecto de tía dura, que provoca entre los compañeros admiración y temor a partes iguales. Su rostro impenetrable les infunde demasiado respeto a todos. Por eso ninguno se atreve a negarle un favor ni a llevarle la contraria en nada, excepto yo. Ella confía totalmente en mí, sin embargo, comprendo que a veces prefiera estar sola. Algunos confunden su mirada ausente con desdén y prepotencia. Ignoran que se equivocan. Tal vez porque jamás la han visto tragarse su dolor y llorar de impotencia con el alma herida, como lo he hecho yo. Desconocen lo difícil que resulta ocultar las huellas de esas caricias que tanto duelen.

29. Turbulencias (Marta Navarro)

De espaldas a la ventana, Amelia intentaba no hacer caso a la tormenta. «No tengas miedo, chiquitina ─tranquilizaba en un susurro a su muñeca─, los truenos no hacen nada, solo ruido, mucho ruido. Antes a mí también me asustaban, ¿sabes?, pero  ahora que soy grande ya no ─Brrrmmm, la desmintió el cielo con estrépito─. Bueno, a lo mejor todavía un poco sí… Ven, vamos a escondernos dentro del armario, ya verás qué tranquilitas estamos».

─Mamáááa ─el grito de Álvaro la sacó de su refugio─ la he encontradoooo.

Acurrucada entre abrigos y mantas viejas, Amelia parecía un pajarito asustado.

─Ven, abuela, ven conmigo ─la abrazo el chiquillo, recogiendo del suelo la muñeca─, no llores. ¡Mira! ¡Mira, si ya escampa!

28 Ménage á trois

He comprado una botella de vodka para agasajarlas, aunque ellas no beben. Vivir con dos supermodelos rusas me ha cambiado la vida. Son inmunes al frío, se pasean por casa semidesnudas como diosas eslavas. Es un placer ver sus pies de anuncio de sandalias sobre la mesa de centro, mientras vemos en la tele la versión  rusa de Pasapalabra. A veces me leen Crimen y Castigo o Los hermanos Karamazov. Da gusto oírlas pronunciar los patronímicos, parecen del mismo San Petersburgo. En el ajedrez son intratables, jamás he conseguido ganarlas.
– Hijas de Karpov – les digo algo picado mientras recojo las piezas.
Mi mujer se fue hace meses reprochándome que vivía fuera de la realidad. Nunca entendió que la realidad es para el que no puede pagar algo mejor. Cuando nos vamos a la cama se me saltan las lágrimas. Svetlana, siempre tan responsable, se pone seria y me dice que nueve de cada diez oftalmólogos no recomiendan convivir más de ocho horas con un holograma. Que lea el manual de instrucciones para más información. Entonces me echo unas gotas para la irritación y las apago con ternura. Mañana vienen mis padres a comer y quiero que estén radiantes.

27. CATAS (Rafa Olivares)

Con absoluta concentración, observa el fluido al trasluz y afirma «Tonalidad de primavera suave con destellos dorados, brillantes y sensuales; presencia de microsedimentos», luego aspira su aroma y asevera «Esencias de frutos silvestres con notas de algas marinas». A continuación, degusta unas gotas y proclama «Un punto de ligera acidez y permanencia retronasal en el paladar». La auxiliar ha tomado nota de todo en la ficha. Los informes salen ahora muy completos y los diagnósticos y tratamientos resultan más sencillos y eficaces. El Jefe del Servicio de Análisis Clínicos del Hospital General está muy satisfecho con la incorporación de un sumiller al equipo para el examen de las muestras de orina.

26. LA TRAMPA (Belén Sáenz)

No estaba mal. Nada mal. Hacía piruetas de frente y perfil para apreciar los réditos de tantísimo dinero y dedicación. En el espejo, un yo destelleante. Incluso diría que había crecido algún centímetro. Me brillaban los ojos y el cabello; moría de ganas por acariciarme la piel. Aproximé los dedos extendidos hacia el azogue, dejándome llevar por un nosequé magnético. Vi mi imagen temblar de placer, expandirse en ondas vibrantes, elegantes. La mano entró con naturalidad en mi nuevo contorno, que tenía la consistencia de una natilla dulce y tibia. Olía a ropa limpia, a atardecer de primavera. Tras los brazos, que se adaptaron como una serpiente a su propia muda de piel, aproximé el rostro. Justo antes de acoplarme en mi ser plegué los párpados y respiré hondo. Los sonidos y las luces implosionaron; fue como zambullirse en un lago limoso. En el reverso me estaría esperando un país de las maravillas. Pero abrí los ojos y allí solo había una chapa de madera oscura. Rancia y plagada de carcoma. Sentí un frío helador en la nuca y se me paralizó todo el cuerpo cuando fui consciente de que había quedado atrapada de espaldas al mundo.

25. RAZONES PODEROSAS

Se acercaba la noche y el frío empezaba a colarse por las ventanas y entre los cuerpos desarrapados.
Escondida tras unos barriles de cervezas, María asomaba su cabeza pelirroja cada vez que sentía abrir la puerta del local.
Sabía que allí corría peligro pero necesitaba contactar con él.
Después de un par de horas, que se le hicieron eternas, por fin vio asomar su figura desgarbada, llena de encanto.
Parecía alegre y un poco entonado. Pero conforme se acercaba se iba poniendo cada vez más nerviosa.
Y ella no sabía como plantearle su problema sin que la tomara por loca.
– Hola Jaime, ¡te veo bien! ¿Cómo os van las cosas por casa?
– Lucía, ¡qué haces aquí? ¡No sabes que te buscan por el atraco a la joyería!
Tratando no alzar la voz, contestó.
– Necesito que me deis refugio. ¡Me lo debéis!
– Si no lo haces por mí hazlo por tu hermano al que llevo dentro de mis entrañas.

23. Vino, la vi y la venci

 

También vino a visitarme.

En aquellos días un grave problema de salud atenazaba a mi familia y cuando yo empecé a tener molestias mi cabeza se disparó, un único pensamiento ocupaba mi mente, obviamente alguien iba a perder la partida y ésa iba a ser yo. De repente la mirada se me extravió, las ganas desaparecieron, mi corazón pugnaba por salir por la boca y mi interior era un volcán a punto de estallar, me sentía morir. La doctora que me atendió en urgencias me diagnosticó en un segundo: “Usted presenta un cuadro de ansiedad y depresión”.

¿Yo? No podía creerlo. Sólo fueron dos semanas de tirarme a la pastilla en cuanto me despertaba, aunque fueron días largos en los que la cabeza navegó por ideas oscuras.

Hoy reconozco en ti todos los síntomas sólo que tu llevas batallando mucho tiempo. Tras dos horas de conversación creo ver un hilo de brillo en unos ojos preocupantemente apagados. No puedes creer que yo, tan vitalista, tan segura de sí misma, hubiera caído ahí.

Pues sí recibí su visita, y tu deberías dejar de ponerle canapés, verás que pronto cambia tu desangelado aspecto en cuanto se marche.

22. Tácito acuerdo

Ella se recoge el pelo mientras hierven los espaguetis. No quiere estropearse el peinado ni que huela a comida que hoy ha ido a la peluquería.

Él, sentado en el despacho, abre el ordenador para entrar en su página de citas habitual.

Ella, en la cocina, sonríe pensando en la lencería, el vestido y los zapatos que se pondrá esta tarde para acudir a la cita.

Los dos comentan la carta que ha llegado de la Comunidad de vecinos y las noticias de la radio mientras comen. Al terminar, la cocina queda perfectamente limpia.

Cuando ella se acaba de arreglar le dice un «adiós querido» desde el pasillo; no quiere que la vea maquillada y se dirige a la puerta de la casa de puntillas, para no hacer ruido con los tacones.

Él le contesta alzando la voz mientras cambia de página por si decidiera entrar en el despacho o se le olvidara algo:¡Pásalo bien con tus amigas y recuerda que esta tarde iré al gimnasio!

21. MALO

Nació malo, malísimo.

En cuanto llegó al mundo odió a la comadrona, al médico, a las luces, al cordón umbilical y a su madre.

Pero en ese mismo instante decidió engañar a todo el mundo y se disfrazó de bueno.

Aprendió a sonreír, a ser simpático, a hacer el bien.

Nadie se daría cuenta nunca de cuánto los aborrecía.

Triunfó en los estudios y en los negocios. Creó empresas. Sus trabajadores jamás hicieron una huelga. Disfrutaban de las mejores condiciones. No podía verlos.

Fundó varias organizaciones benéficas para ayudar a los inútiles desamparados.

No tuvo pareja sentimental. Era ya demasiado teatro.

Se hizo muy mayor repleto de asco y de acciones magníficas.

A su funeral asistió lo más granado de la sociedad, además de una multitud de almas agradecidas.

En el tanatorio, cuando la caja descendía hacia el fuego eterno de la incineración, se oyó un descomunal exabrupto.
“A LA MIERDA” gritó con todas sus fuerzas.

Y por fin sonrió con su auténtica sonrisa, con ese infinito rictus de maldad, la mayor que haya existido.

20. Casa encantada

Cuando entré por primera vez en la casa me llamó la atención el buen gusto con el que parecía estar decorada. Ahora sé que el aspecto no es lo más importante. Tampoco la simpatía del agente inmobiliario. Ni siquiera la ubicación. Nuestros sentidos con frecuencia nos engañan. Me sorprendió, eso sí, la gran cantidad de gatos callejeros que merodeaban por el lugar, atraídos, ahora lo sé, por el olor del descampado de la parte de atrás.  Al poco de mudarme comencé a encontrar objetos personales que parecían ser de inquilinos anteriores, pero cuando se lo comenté a la agencia siempre decían no saber nada de ellos. Al parecer, todos habían abandonado el lugar inesperadamente al finalizar el contrato. Lo peor vino cuando comenzaron a aparecer los cuerpos, menos mal que para entonces, los gritos desesperados de los fantasmas ya habían conseguido ahuyentarme.

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