Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

NEPAKARTOJAMA

Un relato con menos de 200 palabras inspirado en el tema que te proponemos

ENoTiCias

Bienvenid@s a ENTC 2024 Este año, la inspiración llega a través de conceptos curiosos de otras lenguas del mundo. El tema de esta última propuesta es el concepto lituano NEPAKARTOJAMA, o ese momento irrepetible. Y recuerda que el criterio no debe ser poner menos palabras sino no poner palabras de más. Bienvenid@
Esta convocatoria finalizará el próximo
31 de DICIEMBRE

Relatos

10. Juani, la peluquera

He recorrido ya medio mundo, y jamás me faltan clientes. Saben que por un mínimo precio tienen corte, lavado y masaje capilar. Ese es el momento culmen para ellos. También para mí. Les pido que cierren los ojos. Que callen, respiren, se olviden de todo. Entonces mis dedos surcan el cuero cabelludo en zigzags, jugando con la presión. Atravieso auroras boreales, diseño eléctricos nudos, y cabalgo sobre estrellas fugaces. El cerebro humano es fascinante. Después me encanta verles marchar, tan despacio, como flotando. Aunque enseguida llega otro, y se sienta. Sería maravilloso poder hacer esto con calma, disfrutando de cada paso.

Pero no puedo detenerme. Como cada día, mañana tendré que cambiar de barrio, de ciudad… Es triste, pero mi misión pronto habrá concluido.

09. MARGARITA

TOCTOC TOCOTOC TOC

El rítmico sonar de los cascos llega a su fin pues el señor del rocín ve el anhelo cumplido atisbando la ilusión.

• ¡Escudero, rescata de entre tus enseres el tesoro que destino a esta expiración!

El ilustre caballero con gran alarde inicia el descenso del jamelgo percherón ejercitando con ostentación puesta a tierra digna de noble e infanzón.

La desértica estepa es testigo de la escena de afección.

El hidalgo, contemplando a su frente el deseo de su esperanza, postra la rodilla componiendo ensayada reverencia surgida del corazón.

• “Amada Dulcinea, aquí ha llegado quien por vos ha batallado contra gigantes enemigos. Aceptad mis presentes como muestra de adoración”
• ¡Fiel ayudante, deposita el contenido del zurrón!

El sirviente esparce en el suelo sayo de lino de Sacedón, baratijas de supuesta plata toledana y cachivaches mercadeados sin ton ni son.

La mula, propósito definitivo de tamaña adulación, apodada Margarita por su dueño labrador, observa atenta masticando tierna manutención.

• “Ahora os abandono, excelsa bella universal, que debo lidiar con Micomicona, Trifaldi, Blanca Luna y Carrasco Sansón”

Sancho atiende con la tranquilidad que da la repetición, aunque sufre alteración al percibir que Margarita le guiña un ojo resoplando rebuzno burlón.

08. MI ABUELA LOLA (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

Mi abuela Lola, Doña Lola, así tratada en los pueblos en los que su marido, Don Dionisio Restituto Redondo Muñoz ejerció de maestro, poseía una labia envidiable. Las vecinas, cuando las animaba a ir al cine a ver algún estreno, le respondían:

─ Vaya usted, Doña Lola, y luego nos la cuenta que es mejor oírla de sus labios que verla.

De nombre completo Dolores Botas Blanco, vallisoletana de padre maragato y madre de Torrelavega, entrenó sus charlataneo, en el corro de alfayatas que, aguja en mano, hilvanaban en el taller de costura de Simona Muñoz, quien acabaría siendo su suegra.

Incluso mi suegro escuchaba embobado las descripciones de casas, ropas y cosas que mi abuela pintaba en el aire. También, al estilo Castelar, encendía su discurso recordando a su hermano asesinado en un “paseíllo” por masón, a los trece años de castigo a su represaliado marido, al hambre de posguerra o al refugio en Francia de sus hijos durante la guerra.

Pero el tema que nos ocupa, la kalopsía, me ha recordado un comentario de mi mujer:

─ No me he dado cuenta, pero tu abuela me ha estado hablando durante media hora de las maravillas de un orinal.

07 La crianza

_ ¡Usted no lo conoce en absoluto! No voy a tolerar, ni un minuto más, sus insultos, sus malas maneras, su presencia…

El niño me mira triunfante. Apenas distingo por la vista periférica el corte de mangas. Lo considero por un instante. Finalmente, decido que no ha tenido lugar.

_ ¿Pero se está oyendo? Lárguese de aquí, no pienso escuchar sus mamarrachadas, ¡habrase visto!

Siento el cuerpecillo caliente de mi hijo apoyando todo su peso en mi costado. Sus pucheros encienden una ira malsana en mi interior. Pero qué asco de gente. Meterse así con una criatura… ¿Qué tipo de sociedad estamos creando?

_ ¿Me están diciendo, de verdad, que no tienen otra cosa mejor que hacer que venir a acosarnos de esta manera tan cruel y desproporcionada? ¿En serio?

Mi entereza se descompone entre el pánico y la indignación cuando los agentes se lo llevan esposado alegando toda esa retahíla de delitos, _infundados, locos, exagerados_ a los que nadie puede otorgar ni el más mínimo atisbo de verosimilitud.

 

06. Qué es la belleza

Abel tenía una enfermedad de nombre jeroglífico. Todo había empezado en su niñez, cuando unas desagradables escamas verdes se instalaron en su inocente carita. Más tarde, ya en la adolescencia, de su coronilla surgieron unas extravagantes plumas y de sus orejas, un par de antenas. Y hacía unos meses, al cumplir los dieciocho, un bulto al final de su columna le anunció la llegada de un inevitable rabo.

Cada nueva rareza sumaba un apellido impronunciable a su dolencia, a la vez que multiplicaba por mil el rechazo ajeno. Cansado de tanta desaprobación, decidió quitarse la vida. Cuando la Muerte, obediente, acudió a su llamada, ocurrió lo imposible.

A Ella le pareció el ser más hermoso del planeta.

Él se sintió deseado y comprendido primera vez.

A su mágico enlace invitaron solo a las criaturas que reconocían la belleza en ambos. Un sinfín de animales y plantas actuaron como testigos de la sin par ceremonia. El Viento, el Agua y el Fuego tocaron una alegre melodía mientras las Estrellas iluminaban el bosque. Como regalo de bodas, el Sol y la Luna les deleitaron con un inesperado eclipse.

Ningún ser humano fue convocado. Y nadie les echó de menos.

05. UNA MORENA Y UNA RUBIA (Ángel Saiz Mora)

El nuestro era un amor platónico.

Nunca quisimos entregarnos del todo en una relación, por un justificado temor a los riesgos. Al volver a casa la buscaba. Laura, juguetona, solía corretear sin dejar de retarme en un juego del escondite que tendía al infinito. Era emocionante ver su estela de oro aparecer y desvanecerse, como polvo de hadas.

Fue un accidente doméstico.

Un mal paso por mi parte se convirtió en un problema de peso, que le produjo un daño irreparable. Mi especial relación con Laura terminó de la peor manera. Su cuerpo delicado ahora abona los rosales al amparo de la noche. No hubo testigos del sepelio, nadie lo hubiera entendido. Un torrente de lágrimas empapó la tierra.

No sé estar solo.

Teresa me ayuda a sobrellevar el duelo. También es tímida, pero su piel oscura y esa belleza tropical resultan excitantes. A Laura era yo quien temía hacerle daño, como así sucedió. Con Teresa, un día será ella quien me lo cause, mientras veo una serie sentado en el sillón, o dormito. Su veneno de mamba negra es letal, pero antes de quedar paralizado espero tener fuerzas para sepultarme en el jardín, cerca de mi querida cucaracha.

04. Kalopsia con bandera negra

En los vértices más profundos del océano, así como en los de mi mente, apenas se advierte la luz. Las noches aquí son perennes a excepción de los días que coinciden con el equinoccio de primavera y un resquicio de luz me permite ver los maravillosos monstruos que surcan este mar.

Nadie dijo que fuera fácil esquivar el escorbuto, sortear el cementerio de los barcos perdidos o poner rumbo bajo un temporal. Lo realmente difícil es ser Pirata y ser mujer.

03. Supermamá (Fernando García del Carrizo)

Mi madre es un superhéroe. Ella puede con todo y con todos. Tiene muchos superpoderes; estar en muchos sitios a la vez, curar heridas con besos o canciones y solucionar cualquier problema que hay en casa. Cuando llega del trabajo con las pilas gastadas, suspira, se pone sus zapatillas mágicas y ya no hay quien la pare. Si se pone la capa sé que vamos a comer algo rico. Ayuda a la abuela cuando confunde el sillón con el váter. Saca a Toby al parque si llueve o al resto no nos apetece. Me explica mates cuando no entiendo los deberes y consigue dormirme con su voz al leerme un cuento en la cama.  Hoy, hasta ha salido en el periódico. Con su super fuerza envió ayer a papá al hospital, cuando este le atacaba, como muchas noches, después de haberse tomado la pócima que lo convierte en el malo de la peli.

02. La profesión más bonita del mundo

Son las cuatro de la madrugada. Suena el teléfono. Una voz imperiosa le urge a abandonar el lecho calentito: Greta lleva todo el día intentando parir. Se levanta, se viste y sale sin despertar a nadie. Es diciembre, hace frío, llovizna y una niebla pertinaz se ha tragado el paisaje. El coche protesta, pero arranca a la tercera y Mario, con la nariz congelada y los dedos entumecidos, recorre los treinta kilómetros. Se siente afortunado al vislumbrar una lechuza sobrevolando la carretera y un hermoso zorro apostado en el arcén.

Hay luz en el establo. Ringo ladra y se frota contra sus piernas al reconocerle. Entra presuroso y se encuentra la siempre mágica escena de una vaca lamiendo a su ternero. Se hace un silencio espeso. Lucas le mira compungido, el vecino trata de esconder las cuerdas que ha usado para sacarlo y Carmen corre a buscar una botella de coñac que descongele la mueca de estupefacción de Mario. Solícito y profesional, mete el brazo para comprobar que todo esté correcto.

Conduce hacia casa manchado de sangre, con pulgas y sin remuneración. Los faros iluminan a un lobezno atropellado. Conmovido, se detiene a ayudarle. Son las seis de la mañana.

01. EL LISTÓN

Miró al cielo, se santiguó tres veces y agarró con fuerza la pértiga. Comenzó la carrera. Las zancadas eran veloces, rítmicas, poderosas. Tras el apoyo firme del extremo, la elasticidad de la fibra de carbono la impulsó enérgicamente a las alturas. Se elevó mejorando la marca de todos los récords existentes, superó las gradas sobre la pista, las tribunas más altas, los bastidores de la iluminación y hasta la cornisa superior del estadio. Pero la leve turbulencia de su vertiginoso descenso desplazó ligeramente la barra hasta precipitarla sobre la colchoneta. El salto fue declarado nulo.

Entre el público, un niño aplaudió entusiasmado.

—¿Has visto, papa? Increíble. Ha saltado más alto que nadie.

Su padre sonrió.

—No se trata de eso, hijo. Ya aprenderás…

86. Cuán fría está la mañana

El térito:

Comienza con el consabido truco de sacar de la raída chistera un conejo (de trapo, el parque no es un teatro ni él David Copperfield). Luego hace aparecer una moneda de la oreja de un niño y este se la quita y echa a correr. Las risas se explayan obligándole a disimular como si todo estuviera previsto.

Cuando saca la espada, cual Excálibur, se paran unos cuantos. Son suficientes para que comience a introducirla por su boca mientras suponen que le pillaran el truco, pero la punta metálica sale por su bajo vientre y él se desploma.

El inicio de los aplausos queda sordo ante un inmenso reguero de sangre.

El pretérito:

Cuando se despide de su mujer solo escucha el consabido “muérete, patético”.

Al despedirse del muchacho, este le pide el truco de la desaparición perpetua.

Solo puede consolarse con Irene, la sensata, la estudiante de derecho, su lucero. Ella sí le permite un abrazo y un beso, pero ese día, antes de soltarle, le susurra al oído: Acuérdate de lo que firmaste, si es suicidio no pagan, lo mejor es el accidente laboral.

85. Señuelo de vida (Salvador Esteve)

Pasaron días antes de atesorar la valentía necesaria para intentar huir, pero su secuestrador la atrapa y, forcejeando, caen sobre la nieve. Sus desgarrados gritos solo provocan que pequeños copos de nieve se desprendan de los árboles.

Su mano, amoratada por el frío, deja caer la piedra ensangrentada. Los crueles brazos, ahora inertes, parecen no querer aún soltarla. Es consciente de que su tiempo se acaba, el frío ha paralizado sus extremidades y las fuerzas le abandonan. Ya solo espera que la película de su vida pase ante sus ojos. Su raciocinio empieza a quebrarse. Entre penumbras, cree ver que, como una bandada de cuervos, las caricias violentadas abandonan su cuerpo. Parece que los golpes se silencian y el dolor se hace casi soportable. Nota como los ríos de lágrimas derramadas se cristalizan, es hora de bajar el telón.

Mas un dolor punzante en su vientre la hace reaccionar. El fruto de la hiena que babeó su rostro le recuerda que aún está viva, lo que antes le parecía un engendro es ahora su impulso hacia la salvación. Siente que la función todavía no ha acabado.

Nuestras publicaciones